martes, 17 de agosto de 2010

ALEJANDRO ROMUALDO [505]


Alejandro Romualdo

Alejandro Romualdo Valle Palomino (Trujillo, 19 de diciembre de 1926 - Lima, 27 de mayo de 2008) fue un poeta, dibujante, profesor y periodista peruano. Pertenece a la Generación del 50 y representa a la tendencia social de la poesía hispanoamericana. Dentro de sus libros destacan La torre de los alucinados, El movimiento y el sueño, Cuarto mundo y Mapa del paraíso. Su composición más conocida es Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad. Pese a que su obra ha tenido poca difusión en el Perú y el mundo, es uno de los poetas más importantes del siglo XX en América Latina.

Cursó Literatura en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Con su primer poemario, La torre de los alucinados, ganó el Premio Nacional de Poesía en 1949. Sus primeros poemas acusan un temperamento febril y hasta romántico, a decir de Luis Alberto Sánchez. Beneficiado con una beca de Cultura Hispánica, viajó a España donde estudió en la Universidad de Madrid (1952-1953).

Regresó a Lima, convertido al compromiso político, al marxismo y a la revolución. Se orientó entonces a la poesía social, caracterizada por el uso de la palabra fuerte, de la temática revolucionaria y de la lucha existencial del hombre. Mario Vargas Llosa, que por esos años era también alumno en San Marcos, lo recuerda así: «…en un recital que hubo en San Marcos, en el que participaron varios poetas, Romualdo fue la estrella, arrancando —sobre todo con su efectista Canto coral a Túpac Amaru, que es libertad— ovaciones que convirtieron al salón de San Marcos poco menos que en un mitin político». Eran los días del gobierno dictatorial del general Manuel A. Odría, que reprimía severamente a los apristas y comunistas.

Se dedicó a la docencia y al periodismo. Colaboró en los diarios La Crónica y La Prensa, y en las revistas Cultura Peruana e Idea. Sus poesías, artículos y caricaturas, aparecen firmados con su prenombre de Alejandro Romualdo; también con su apodo de Xanno.

En 1965 viajó a México y pasó luego a Cuba. De regreso al Perú tuvo algunos empleos temporales, uno de ellos en el Instituto Nacional de Cultura. Luego pasó a ejercer la docencia en la Universidad de San Martín de Porres, convirtiéndose en maestro de varias generaciones de periodistas.

En 1976 ganó el premio del Festival OTI con su poema titulado Quiero salir al sol, musicalizado por Ernesto Pollarolo e interpretado por Fernando Llosa. Colaboró en la revista de artes y letras Hueso Húmero (1987, 1990).

La noche del 27 de mayo de 2008, el poeta fue hallado sin vida en su vivienda del distrito limeño de San Isidro. Se cree que murió víctima de una afección cardíaca.

Opiniones de los críticos

Alejandro Romualdo es una voz sólida, estentórea y edificante. Su poesía es fibra descarnada y siempre revolucionaria que lo sentimos humana y hasta política. Romualdo es un poeta que ha pasado por fases variadas: desde su poesía postvanguardista en su primera etapa, mediando páginas sólidas y ser el exponente visible de la poesía “social”, hasta las inclinaciones experimentales de entorno “visual” que no ha logrado ser su cultor, en tanto es válida su opción dialéctica.
César Toro Montalvo

Marcada por la actitud ecléctica del autor, la obra de Alejandro Romualdo recoge distintas influencias y las sintetiza en una fórmula muy personal: el cuidado del vocabulario evoca la estética del modernismo, en tanto la atención a los temas existenciales proviene de César Vallejo; su visión a menudo cósmica de la naturaleza recuerda la poesía de Pablo Neruda.

Alejandro Romualdo… es un poeta plural, fecundo, dinámico. Su verso se mueve entre la endecha y la proclama: comenzó líricamente romántico; se transformó en románticamente oratorio y revolucionario; alcanza ahora una controlada violencia, más cateador que cursor, busca el ser tanto como el estar. Ha abdicado de su existencialismo del segundo instante; actúa cautamente entre las adversas deidades que se disputan su albedrío.
Luis Alberto Sánchez, 1975.

Obras

La torre de los alucinados (1949). Premio Nacional de Poesía 1949.
Cámara lenta (Lima, 1950)
El cuerpo que tu iluminas (Lima, 1950)
Mar de fondo (Lima, 1951)
España elemental (Lima, 1952)
Poesía concreta (Lima, 1952)
Poesía 1945- 1954 (Lima, 1954), antología que reúne siete poemarios hasta entonces inéditos, comenzando por La torre de los alucinados.
Edición extraordinaria (Lima, 1958), del que forma parte su célebre Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad.
Desde abajo (1961) que reproduce las colecciones tituladas Mar de fondo, España elemental y Poesía concreta.
Como Dios manda (México, 1967)
Cuarto mundo (Buenos Aires, 1970)
Poesía de Alejandro Romualdo (Antología) [La Habana, 1971]
El movimiento y el sueño (Lima, 1971)
En la extensión de la palabra (Lima, 1974)
Poesía íntegra (Lima, 1986)
Mapa del paraíso (Salamanca, 1998)
Ni pan ni circo / Ne pane Ne circo (Siena, 2002)
Antología general de la poesía peruana (1957) en colaboración con Sebastián Salazar Bondy.



PERÚ EN ALTO‏

Según mi modo de sentir el fuego
soy del amor, sencillamente ardiendo.
Según mi modo de sufrir el mundo
soy del Perú, sencillamente siendo.

Tierra de sol, marcada al negro vivo,
llorando sangre por los poros, sombra
a media luz del bien: a media noche
del día por venir ¡Yo estoy contigo!

Golpe, furia, Perú: ¡Todo es lo mismo!
Saber, a ciencia incierta, lo que somos,
buscando, a media luz, otro destino,
con todo el cielo encima de los hombros.

Por eso quiero alzarte, recibirte
con los besos abiertos,
junto a la luz,
ardiendo de alegría.





A OTRA COSA

Basta ya de agonía. No me importa
la soledad, la angustia ni la nada.
Estoy harto de escombros y de sombras.
Quiero salir al sol. Verle la cara
al mundo. Y a la vida que me toca,
quiero salir, al son de una campana
que eche a volar olivos y palomas.
Y ponerme, después, a ver qué pasa

con tanto amor. Abrir una alborada
de paz, en paz con todos los mortales,
Y penetre el amor en las entrañas
del mundo. Y hágase la luz a mares.

Déjense de sollozos y peleen
para que los señores sean hombres.
Tuérzanle el llanto a la melancolía.
Llamen siempre a las cosas por su nombres.

Avívense la vida. Dense prisa.
Esta es la realidad. Y esta es la hora
de acabar de llorar mustios collados,
campos de soledad. ¡A otra cosa!
Basta ya de gemidos. No me importa
la soledad de nadie. Tengo ganas
de ir por el sol. Y al aire de este mundo
abrir, de paz en paz, una esperanza.




CANTO CORAL A TUPAC AMARU
QUE ES LA LIBERTAD

Yo ya no tengo paciencia
para aguantar todo esto.
Micaela Bastidas

Lo harán volar
con dinamita. En masa,
lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes
le llenarán de pólvora la boca.
Lo volarán:
¡Y no podrán matarlo!

Lo pondrán de cabeza. Arrancarán
sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia. Luego
lo sangrarán:
¡Y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos con golpes. Y con clavos
sus costillas. Le harán morder el polvo.
Lo golpearán:
¡Y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpe de matanza
lo clavarán:
¡Y no podrán matarlo!

Lo pondrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros. A la mala
tirarán: ¡Y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Al tercer día de los sufrimientos,
cuando se crea todo consumado
gritando ¡Libertad! sobre la tierra,
ha de volver.
¡Y no podrán matarlo!




FUNCIÓN DE GALA

Estoy solo entre cortinas, entre ojos ausentes,
pintado por un niño inocente y sanguinario,
solo, bajo un cielo remendado, soñando en mi gloria.
Mi máscara se enciende a tu paso, a tu recuerdo,
mas estoy solo, ahogado en aserrín y música,
solo como un piano en medio del mar.
No hay nadie, nada, ni un silbido en la sala,
ni una palabra en el aire, llamándome.
Un columpio en la brisa puesto para que vuelvas,
un disco diluyendo una antigua melodía que cantábamos,
mas estoy solo, esperando aquella bofetada que adoro,
escuchando los idiomas del aire, apagándome,
brillando, rojo y verde, azul y amarillo, en esta sala
donde no hay nadie, nada, ni un espejo que haga de mí
un damero para que tú juegues o lo destruyas.




RÍMAK

Aguas arriba, el río
remonta cielos
cerrados, minas
de sangre hermana.
No dice nada.

Agua abajo, el cielo
cruza infernillos
abiertos, cañas
amargas.
No dice nada.

Agua corriente
y dulce, agüita
mansa, líbranos
para siempre
del río que habla,
del río que habla sin decir nada
de lo que pasa...



Si me quitaran totalmente todo

Si me quitaran totalmente todo
si, por ejemplo, me quitaran el saludo
de los pájaros, o los buenos días
del sol sobre la tierra,
me quedaría
aún
una palabra. Aún me quedaría una palabra
donde apoyar la voz.
Si me quitaran las palabras,
o la lengua,
hablaría con el corazón
en la mano,
o con las manos en el corazón.
Si me quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en un ojo.
Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas del mundo, con tu nombre, amor mío.




MISERIA DE LA IDEOLOGÍA

Nada más terrible
que una conciencia limpia
en el tercer planeta del sol
Wislawa Szymborska

Los mismos que las piernas te cortaron
en estricto privado,
hoy te regalan las muletas
en acto público.
Oh Publio,
agradece a Magnanimus la gracia.
No lo pienses dos veces: Sólo una
cabeza tienes.

Mas no la inclines. No sea que mañana
te la cercenen
sin pensarlo una vez: filosofía
de la miseria,
pues los mismos que las piernas te
cortaron
en cámara oscura,
hoy las muletas te regalan
en ágora luciente.
Qui populi sermo est? (Percio Flaco)
No pierdas la cabeza: “Marx
no era tan loco”, dijo Engels.
Avanza, Publio. El camino ha
terminado
pero no el viaje.




ESCULTURAS PARA FAMA

Oh Fama silenciosa, más que nunca
valió gozar, temprano y discreto,
tu secreto encanto,
bajo el verde árbol dorado
del atardecer.
Excúsame,
si he llegado tarde a la cena.
Me demoré
quitando y puliendo para ti
las piedras del camino.

De: Né pane, né circo (Ni pan ni circo), 
Edizione Farherenheit 451, Roma, 2002




SOBRE LA INFANCIA

La infancia nos llena la cabeza de luciérnagas
de polvo las rodillas y los ojos nos cubre
dulcemente. La infancia nos llena las manos
de globos y limosnas; la boca, de pitos y azucenas
y nos cubre las espaldas con sus plumas de cigüeña.
En la infancia son monarcas los ratones y los dientes.
¡Oh la infancia, la hora blanca del reloj,
el tierno silabario, el bonete de los ángeles y el duende!
Uno se siente nuevo, herido por un corcho,
muerto heroicamente sobre un caballo de madera:
amo mi infancia, mi corazón en pantalones cortos.

de “LA TORRE DE LOS ALUCINADOS"




EL CUERPO QUE TÚ ILUMINAS

Porque eres como el sol de los ciegos, Poesía,
profunda y terrible luz que adoro diariamente.
Mis ojos se queman como los ojos de las estatuas
mi corazón padece como una vaso de vino en un armario.

Tú eres un puente de agonía, un mar animado
de agua viva y palpitante. Tú te alzas y brillas:
yo giro alrededor de ti; alta y pura te miro
como los perros a la luna, como un semáforo para morir.

¡Oh Poesía incesante, mi buitre cotidiano,
me tocó servirte en el reparto de sufrimientos:
como un niño exploraba las tierras pálidas del sol.

¡Oh Poderosa! Yo soy para ti uno de los miembros
de esta numerosa familia sideral
compuesta de padres e hijos milenarios.
Yo soy para ti la noche: Tú me enciendes,
ardo en el vientre universal,
rabio con las olas y las nubes,
escribo al girasol que me ama diariamente deslumbrado.

Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto
en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.
Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.
Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa,
llena de dulzura y vigor.

¡Oh Poesía, mi rayo divino y cruel, clava tu pico,
devora el fuego que me abate, apaga esta zarza inmortal!

He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,
pálido y silencioso como un dios que ha cesado
y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.

El cuerpo que tú iluminas, 1950.




EN ALTA VOZ

No he de callar
QUEVEDO

No he de callar mordiéndome la vida,
callar con todo el cuello, muerto o vivo.
¡Debo decir palabras desolladas,
o taparme la boca con un grito

de sol de paz, de amor. Es necesario,
trinar a plena luz, echarse el alma
a la esperanza, alzarse hacia la vida.
Es necesario un vuelo de campana

doblando a sol. A paz en sol mayor.
Ya que esta herida del Perú nos habla
con la voz de la sangre tinta en furia.
No he de callar mordiendo mis palabras.

Debo gritar: caer de boca al viento.
Sosteniendo una luz y una tonada.
Y no callar: caer de voz al tiempo
con la boca cerrada y empozada.

Dejadme solo, si queréis. Dejadme.
Sólo el amor me deje sin palabras.
No he de callar. He de seguir trenzando
mi canto. Como un nudo en la esperanza.

Poesía concreta, 1952.




POÉTICA

La Rosa es esta rosa. Y no la rosa
de Adán: la misteriosa y omnisciente.
Aquella que por ser la Misma Rosa
miente a los ojos y a las manos miente.

Rosa, de rosa en rosa, permanente,
así piensa Martín. Pero la cosa
es otra (y diferente) pues la rosa
es la que arde en mis manos, no en mi mente.

Ésta es la rosa misma. Y en esencia.
Olorosa. Espinosa. Y rosamente
pura. Encendida. Rosa de presencia.

La Rosa Misma es la que ve la gente.
No es la que ausente brilla por su ausencia,
sino aquella que brilla por presente.

Cuarto mundo, 1945-1970.




ASONANTE

SOÑÉ que estaba
en España. Miraba
la sierra azul del Guadarrama.
Por la ventana
entraba
paz a raudales. Me levantaba
cantando. Miraba
la mañana.
En la ventana
la luz,
cada vez más clara...
Luego en el sol
me entraban
unas enormes ganas
de darme con su vida, cara
a cara.
Pero despierto. Abro
los ojos: nada.
Lejos queda España.
¡Ay, cuándo
podré cerrar los ojos
y al abrirlos
verte en el alba!

Cuarto mundo, 1945-1970.




ESCRITO PARA TÍ  

Se abre la mar ( El alba se despliega
como una ola sobre el mar).
Qué bien me siento
cuando estoy así. A tu lado
hablaría y hablaría
siglos enteros junto al mar, por todos
estos acres, secos años que han pasado
como cuchillos.

Silencio largo. Aire
reprimido.

Áspera mar, inmensa
y ávida hembra que cubrió mi pecho, yo
te amo
para mí quiero el aire que respiras
el aire limpio y libre que respiras, tú
levantaste un sueño entre mis ojos
para mí, soñaste
para mí,
tú me ayudaste a levantarme, cuando
aquellos querían hundirme (por la luz
que me alumbra), me diste
un poco
de pecho,
para respirar.

No quiero nada. Nunca. Nada,
sino otra vez tu cuerpo, tu alma de paz,
como un tranquilo mar abierto. Amor,
en esta inmunda cárcel no me faltes, eres
una ventana al mar, a la mañana. Palabra
por palabra, será verdad
tanta belleza. (La tarde se despliega
como la cola de un pavorreal).
Mi bien
yo te escucho
tu mano sobre mi hombro, tu cabeza
en mi pecho, como
una mansa paloma.

No quiero vivir más
sin ti.

Los pocos años que uno vivirá
no valen nada si no estás. Es todo
lo que puedo decir abiertamente (La noche
se despliega
como las alas de un cormorán). Por eso
he decidido hablar y hablar y hablar
solo, como el mar
con el mar, hoy que me siento
a tu lado, que me tiendo
a tu orilla,
a vivir. 







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