martes, 23 de abril de 2013

RAFAEL AZUAR CARMEN [9679]



Rafael Azuar Carmen (Elche, Alicante; 14 de enero de 1921 - Alicante, 16 de noviembre de 2002) fue un escritor español.

Rafael Azuar nace el 14 de enero de 1921 en Elche, provincia de Alicante, su infancia transcurre en Monovar y Muchamiel donde su padre es designado Director del Grupo Escolar. Fija su residencia en Alicante en 1930, donde estudia bachillerato y magisterio. En el año 1953, en oposiciones restringidas, obtiene en Valencia el número uno y un año más tarde gana en esa misma ciudad el premio de pedagogía Ricardo Vilar
Su actividad literaria es extensa, comprendiendo poesía, novela, ensayo y algunas obras de didáctica pedagógica. Miembro fundador del Aula Gabriel Miró pertenece a la sección de filología y literatura del Instituto de Estudios Alicantinos y dirige la revista radiofónica 'Vida Literaria de Radio Alicante.
Ha conseguido numerosos premios entre ellos Biblioteca Gabriel Miró, el premio CITO de descripción de paisajes, segundo y tercer premio de novela respectivamente, en los concursos realizados por la Novela del Sábado y Revista Ateneo (Madrid), el premio Café Gijón de novela corta (1967) y otros premios de poesía . Muere el 16 de noviembre, en su casa de Alicante.

Obra

Su producción literaria se divide fundamentalmente en dos grandes apartados: poesía y novela.
Perlas del Silencio. 1944.
Poemas. 1950.
Copia y Corrige. 1953.
Dictados Ortográficos. 1953.
Teresa Ferrer. 1954.
La lucha elemental. 1955.
Un aire de amor envenenado. 1956.
Palabras y Frases. 1959.
Los Zarzales. 1959.
Cálculo y problemas. 1960.
Tareas escolares. 1961.
Llanuras de Júcar. 1965.
Modorra. 1967.
El diálogo y los personajes en la novela. 1970.
Las raíces y otros cuentos. 1971.
Diario incompleto. 1972.
Crónica y cantos que siguen al verano. 1975.
Sobre los sonetos de Miguel Hernández. 1975.
Homenaje a Miguel Hernández. 1975.
Crónica del tiempo de la monda. 1978.
Alicante y lo alicantino. 1980.
Primera antología. 1982.
Diario frente al mar. 1985.
Teoría del personaje literario. 1987.
Viñetas. 1989.
Teresa Ferrer y otros relatos. 1990.
Un desierto levemente sonoro. 1991.
La aventura literaria. 1995.
Victoria del amor. 1995.
Verso y prosa. 2001.

Premios

Premio Biblioteca Gabriel Miró Premio
CITO de descripción de personajes
Finalista en el concurso La Novela del Sábado de Madrid con TERESA HERRERO
Finalista del Planeta y del Ciudad de Burgos con LOS ZARZALES
Premio Café Gijón con Modorra
Premio Gabriel Sijé de novela corta por Crónicas del tiempo de la monda.




EL MAS ARDIENTE AMOR

El más ardiente amor no fue el que tuve
una mañana, entre mis labios, preso,
sí una rosa nocturna y tan sin peso
que, cual ala de música, sostuve.

Un camino de niebla fue el que anduve
hasta llegar donde florece el beso
en el claro horizonte y es por eso
que habito, desde entonces, una nube.

Voces del aire y más ligeras ondas,
aguas primeras y ángeles desnudos
van abriendo en mi entorno su armonía.

A mi sien llegan claridades hondas,
alas de sones a mis labios mudos
y Dios recibe lo que diome un día.






LIMITACION DEL TIEMPO

Porque no vivo, ya que me contienes,
por las cuatro barandas del verano,
otoño, primavera, invierno cano,
pajarean los sueños de mis sienes.

Que si a un tiempo te vas del otro vienes
caminante sin fin del astro humano
y aunque te broten lirios en la mano
por un instante sólo los mantienes.

Limitación terrible que nos ata
todo gozo primario y toda idea
a fugitivas frondas, nieves, rosas...

La muerte, sin morir, nos arrebata
este impulso de ser, entre las cosas,
algo que siempre y para siempre sea.





FABULA DE VENUS Y ADONIS

I

Ved a Adonis, de tórax madrugado
al efluvio del aire luminoso,
pero más circunspecto y más hermoso,
acercarse a la diosa, avergonzado.

Desnuda Venus de cabello alado
y seno florecido y oloroso
de marfil que no goza del reposo
en la presencia del doncel amado.

Una flauta regía las palomas
por un azul de loza y de suspiro.
Palpitaba la espuma en lo lejano.

Ya Venus se le acerca y en la mano
le ofrece una manzana de zafiro,
un fruto en que se acendran los aromas.






II

Vencido del arrullo, un breve instante,
cede Adonis al ímpetu sagrado
y se siente por Venus abrazado
limitando corolas de la amante.

Un beso como nada, un anhelante
y primitivo fuego, un beso alado
estalla por su boca a cada lado
circundándola de astro llameante.

Huye Adonis, desprecia la saliva
oculta entre los labios, pues él sabe
que amor es un camino de la muerte.

Llorando deja a la hembra sensitiva,
toda luz en la hierba o flor ingrave,
maldiciendo el extremo de su suerte.






III

¡Vida!... Huida sola, por el viento,
a lomos del corcel de casco duro...
Adonis, respirando el aire puro,
galopa por el bosque, el ojo atento.

Al fin de su carrera ve, contento,
a un fiero jabalí por la espesura
y a darle caza el joven se apresura
seguro de alcanzarlo en un momento.

Mas sufre una caída y el rabioso
suideo le hunde, le hunde los colmillos
y fiera y hondamente lo desgarra.

Huyendo del amor, el más hermoso,
ay, pasto fue de rústicos cuchillos...
La muerte es una rosa o una garra.






A UNA HIGUERA VIEJA

Qué tristeza hay en torno de la higuera
- aquél árbol, de triste, casi hermoso –
calladamente sola entre lo umbroso
de la sierra, perdida en su ladera.

Qué tristeza hay en torno de la higuera...
De que el pájaro silba sin reposo
del aire azul al matorral fragoso,
de que es mayo y mañana ni se entera.

Lamiendo sombra, olvido, juntamente,
vedla sola, llorando su clausura,
asomando sus hojas al repecho.

Ceñida de su pena está mi frente
y hasta creo que siento la andadura
de sus viejas raíces por mi pecho.







CONDENADO AL DESPRECIO

Un ofidio de sombra, una tenaza
fría – oxidado hierro resentido -,
a la nada me tienen sometido,
hoy cautivo y sujeto a la mordaza.

Esclavo soy del garfio y de la maza
por laborar tan sólo mi gemido
y por tocar el aire florecido
una furia sin nombre me amenaza.

Forja que te forja, labra que te labra
de la aurora al crepúsculo del sueño
una espumosa y nítida palabra.

Para vivir sin pan y sin sonrisa
condenado al desprecio, con empeño,
por un mundo mortal que me precisa.






DE LA OLOROSA CUMBRE...

De olorosa cumbre de tu pecho
un volcán de ternezas se derrama,
un arrullo de pájaro en la rama,
un coral de alegría recién hecho.

De la olorosa cumbre de tu pecho
desciende, amor, la nieve del que ama,
la nieve del sustento y la retama
que ha de crecer en hijo y en provecho.

De su almena de beso enrojecida
ha de brotar el ángel de la vida,
la leche silenciosa, gota a gota.

Ha de brotar, esposa, y salir pura
como la lumbre que en los cielos brota
al desvelar el día su hermosura.






DURMIENDO A MI HIJO

Prolongación de amor, eso es el hijo,
prolongación de rama florecida
donde brotó la rosa de la vida
y Dios, unos instantes, nos bendijo.

Aquí, junto a mi pecho, doy cobijo
a toda tu pureza trascendida,
a tu sonrisa en gracia descendida,
al silencioso y leve regocijo.

Ya tu cuerpo, que es de nube y es de ave,
el sueño a su quietud se va llenando
sobre el brazo que quisiera ser suave.

Pero una ola te mece y se te lleva
al materno horizonte, dulce y blando,
donde te espera la mañana nueva.






CORAZÓN EN EL ALBA

Desnuda y suavemente, ya te ofreces,
corazón en el alba, mar de menta,
hoy que nada me hiere ni atormenta,
hoy que sueño en el ángel y en los peces.

Que subes del ayer, que flotas, creces
hasta el aire que brilla por su cuenta,
blanca azucena que hasta Dios se orienta,
corazón que renaces tantas veces.

Con alas de paloma, al aire subes,
te enterneces, arriba, entre las nubes,
por un rayo de amor iluminado.

Y aprovechas la gracia del instante
para besar la espuma más brillante
y volver a tu muerte consolado.






QUE REDONDO Y PERFECTO EL
DESCONSUELO

Qué redondo y perfecto el desconsuelo
de este mundo vulgar en que resido.
Por las mudas ventanas del olvido
veo pasar un pájaro de vuelo...

Me duele tanta muerte por el suelo,
me duele el corazón y su latido
en viento de canciones diluido,
crepúsculo de vida bajo el cielo.

Guitarra, entre mis manos, del hastío,
con qué rabia yo pulso tu cordaje
hasta volver al llanto y al vacío.

Porque es muda la voz y mudo el eco
que siempre me devuelve este paisaje:
trono de sombra bajo un árbol seco.






BEBERÉ DE TUS LABIOS LA GRANADA

La carne, sí, la carne y la camisa
de fuego transparente que me abrasa,
esa pierna desnuda y esa brasa
que duerme donde duerme la sonrisa.

Al favor del verano y de la brisa
la carne se pasea por mi casa
sembrando una ilusión por donde pasa
de azucena ligera y no sumisa.

A través del encaje y del aroma
despertará el deseo una paloma...
Rodearé tu cuerpo nuevamente.

Beberé de tus labios la granada,
la pasión que ensombrece ya mi frente,
para nada, amorosa, para nada.







OTRO MUNDO CREADO SE INAUGURA

La soledad, que blanca me parece
vestida de paredes y amargura,
insinúa la flor y la aventura
el antiguo misterio que en mí crece.

Se derrama en el labio lo que ofrece
paraíso de gracia y hermosura
y otro mundo creado se inaugura
en la palabra que el amor florece.

Por la estación del rayo y del aroma
donde esparcen sus besos femeninos
adolescentes labios entreabiertos

eterna paz anuncia la paloma
y la verdad descubre sus caminos
en la azulada sombra de los huertos.






PISANDO VAS, A GRACIA Y A LATIDO

La nieve, el corazón y la camisa,
esparcen todos lateral fragancia
y en ella se adivina la sustancia
blanca y el aleteo de la brisa.

Hijo de la paloma y de la prisa
tu seno libre ya, con arrogancia,
navegando la dicha, la distancia
que separa del mundo tu sonrisa.

Pisando vas, a gracia y a latido,
el mundo siempre claro, adolescente,
esa alfombra de hierba iluminada.

Paraíso de mayo detenido,
de rosa que se mira en la corriente,
de verdad a tu vuelo consagrada.






CRISTO YACENTE

Toda la sangre del amor vencido
bajo tu piel, ya pura, palidece.
El amor es un cauce adormecido.
La soledad en torno crece y crece.

Crece, se aureola... Es un gemido.
Una flor en los cielos. Ya decrece.
Se va tornando en pétalo caído.
A un pájaro dormido se parece.

La soledad, Jesús, que te circunda,
el lirio no la rompe, está cerrada,
es inmensa, tristísima, profunda.

Mas aquí encuentra el alma su morada,
una dulce alegría, un trace puro,
para ir de la nada a lo seguro.


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