lunes, 7 de noviembre de 2011

5100.- HÉCTOR KAKNAVATOS


Héctor Kaknavatos nació en El Pireo en 1920 y estudió Matemáticas en la Universidad de Atenas. Ha dedicado toda su vida a la enseñanza y a la literatura. Adscrito, en la práctica y en la teoría, como decimos, al Surrealismo griego, ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poemas: Fuga (1943), Diáspora (1961), La escalera de piedra (1964), Cuatro números (1971), Cuatro números con la séptima cuerda (1972), Calle de los Lestrigones (1978), Los cuchillos de Circe (1981), In perpetuum (1983), Poemas, dos tomos (1990). Ha traducido al griego diferentes obras de Joyce Mansour y Marcel Schwob y ha estudiado el surrealismo en numerosos artículos y conferencias.
Texto de José Antonio Moreno Jurado



NUEVA PUNTUACIÓN DE LA LEYENDA
SOBRE LOS RINCONES DE LA URBE

Desde que mi pregunta
oblicua se incrustó en los riñones de la urbe,
desde que se hizo pedazos el mar
cual ánfora de barro
desde que comenzaron a decaer tus gestos
tu voz a disolverse como niebla en la ventana
los colores a emigrar y sólo el agua
cual cortina a amar nuestros ojos...
eh!... desde entonces seguí aquel machetazo repentino
por debajo de tu frente, brillando mortífero
como conspiración de mercenarios.
Damasco, pensé, Damasco
Mas ¿cómo se hizo de pronto cuesco listo para pro crear?

En mi pecho un bosque meciéndose se hinchaba
suplicaba una axila ardiente
lejos de los ojos del profano
para bañarse en petróleo
en ofrenda a la Virgen de Tinos
en mercadería abandonada en la aduana
en el “ay” de un apuñalado
mas no pudiendo eludir lo inevitable
volver a ser mi pregunta otra vez
al sesgo clavada ahí en los riñones de la urbe.

Con este aro un niño de ocho años jugaba a la rueda
yendo hacia arriba por el camino de la mina;
así es que no hemos de morir.
Recomienzo así desde tu última palabra.
Recojo tus cabellos derramados por todos los rincones de la tierra.
De la última lluvia/ sólo cuatro pedazos me faltan.

Voy a recomponerlo todo con paciencia.
Encontré al azar algunas páginas
aquí y allá de tu pecho
Muchachas pequeñas pintaron sobre ellas
extraños peces dorados.
Un jirón de tu mejilla, trozo de tormenta
de los alambres colgaba a punto de caer de un momento a otro.
Lo cogí también loco de alegría
hice la primera tentativa de recomponerlo
pero de nuevo hete mi pregunta, torcida lámina,
allí clavada al sesgo en los riñones de la urbe
Qué es esto otra vez Dios mío?

Cuánto tiempo pasó hasta encontrar un pequeño pedazo
de tu petrificado pensamiento en el cementerio de elefantes?
Luego apretados los tres dedos otra vez
como en la ceniza dentro de una injuria
en el idioma de los latinos, nos santiguamos.
A su espalda marcado el año del escalofrío
la tarde de los Verdes, de los Vénetos
el bullicio del Hipódromo, el alboroto.
Y salvo el resquicio de un telefonazo nervioso
como en el termómetro.
Muchos días voy a alimentarme de tu última palabra.
Después comeré mi pensamiento a media asta.
Después que suceda lo que quiera.
Tus tres dedos huyeron asustados:
uno hacia el norte otro al mediterráneo
y el tercero se entregó al Asia Menor.
Mas la injuria fiel de os Vénetos quedó a mi lado.
He aquí entonces: tu pecho un pez dorado
en un libro de letras gordas para doncellitas.
La tormenta que se tuerce, que se hace tu mejilla,
abro la ventana con estruendo, tu voz semidesnuda
que se lanza corriendo a la calle
hacia las quebradas de Zalongo.
Detente, por Dios!
Detente que quiero dispararte, apuntarte al medio de la frente!

De tus pedazos sólo me falta la ultima lluvia,
no alcanzo.
Del petróleo, de la paralizada mercancía,
del promontorio de Tinos, del ”ay” del acuchillado
vuelve a emerger otra vez el bosque de pinos. Se horroriza y yo respiro.
Una compañía con los fusiles bajo el brazo,
la mar pedazos como el ánfora tras la reliquia
por mi pregunta la urbe muere.

Tú, tú eras mi pregunta.
Que en dos cortaba el profundo poniente
y parecía que exhalaban en el fondo de la herida
las entrañas de noviembre
nada más hube encontrado.
Nada más
ya que te agotaste para que no secaran nuestros huesos
no se rompan y el mercurio espeso de derrame.
Me quedé otra vez para recomponerlo todo.
Traté a duras penas de formar tu cara
pero siempre lo mismo, otra vez lo mismo: mi pregunta
clavada ahí al sesgo en los riñones de la urbe.


¿Y qué ocurre ahora?
¿si otra vez aún? si tratase recogiendo
pedazo a pedazo el ánfora rota
de rehacer el mar?
si agarrara de entre los dientes del perro
el hueso sacro de mi madre?
Si amarrara de nuevo los vagones
si los trenes otra vez silbaran
manchando la almohada del muchacho que ahora duerme
y sus párpados florecen?
Cristo mío,... por fin empezaba la gangrena.

Pero si tan fácil no he de resignarme.
Quedan todavía mis tropiezos con las cananas cruzadas.
Quemaré hasta mi último cartucho
mientras sube por mis huesos el mercurio.


(Traducción: Pedro Ignacio Vicuña)





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Héctor Kaknavatos
Poemas

Traducción de José Antonio Moreno Jurado


5

Ἄλλο ἀπὸ τὸ παραλήρημα δὲ σοῦ ´μεινε φυσίγγι
δὲν ἔχει ἄλλη ἐκβλάστηση ἀπὸ τὴ φλέβα σου
ποὺ πλημμυράει τὴν πολιτεία συρίζοντας
ὥς τὸν ἐνδότοιχο
σφαγμένη ἐντός σου μιὰ ἐρώτηση δὲ λέει νὰ σωπάσει
ἀνατέλλει δύει ἐντάφια πλεισιφαὴς
μὲ φεγγάρια χαίνει μὲ παλίρροιες
ὅπως ἁπλώνει στὰ ὀρυκτὰ τὸ ἔκζεμα τοῦ πλανήτη
κι ἀπὸ τὴ βολὴ τοῦ προγόνου δὲ σβήνει ἡ ἠχώ.



20

Τὴ χαρακιὰ λέω πού ´χεις στὰ πετρένια μάγουλα
λέω ποῦ τάχα νὰ κατάγεται
ἐξοστρακίστηκε ποὺ σ´ ἄγγισε ἡ ἀστροφεγγιὰ
κι εἶναι τὰ μάρμαρα αἰματιὰ γιὰ πάντα
ἡ σάρκα σου ἕνας ἔμφυτος ἐπίδεσμος

πῶς θ´ ἀναστρέψεις τὴν ὀργή σου σὲ γλυκόριζα
πῶς γιὰ ταφὴ θὰ παραδώσεις τὴν ἐρώτηση
ἕναν πνεύμονα ἀπόκρημνο
τὴν καταιγίδα ποὺ ἀνάθρεφες
μὲ οὐρανὸ φαρμάκι.


Ἡ κλίμακα τοῦ λίθου (1964)




5

No te quedó otro cartucho del delirio
no existe otra vegetación de tu vena
que inunda la ciudad silbando
hasta el muro interior
no quiere callarse una pregunta degollada en tu interior
sale se pone sepulcral llena de luz
con lunas se entreabre con mareas
como se extiende en los minerales el eczema del planeta
y no se extingue el eco del disparo del antepasado.


20

Digo la incisión que tienes en las pétreas mejillas
digo que de dónde procede
el resplandor que te rozó fue desterrado
y los mármoles son tripas para siempre
tu carne es un vendaje innato

cómo harás volver tu cólera al regaliz
cómo por sepultura entregarás la pregunta
un pulmón escarpado
la tormenta que alimentaste
con cielo veneno.

La escalera de piedra (1964)




Φωνή μου ράτσα ὑψικάμινου

Πρῶτον: σὲ θέλουνε ἀκίνδυνη καὶ νὰ ξεχνᾶς·
Κι ὕστερα καλὴ μ´ αὐτοὺς φιλεναδίτσα
τρυφερὴ
ὐποσχετικὴ
οἱ ἀχρεῖοι.

Φωνή μου ράτσα ὑψικάμινου ἀπὸ πλευρὸ
ἀνοιχτὸ τοῦ αἴλουρου, τῆς ἀνηφόρας
ἀπ´ τὰ ἐννιὰ σκοινιὰ τοῦ βούρδουλα
κι ὁ ἥλιος φίδι μὲς στὸ σύρμα.
Μὴν ξεχάσεις· φτύσ´ τους.

Ἄς περιμένουν νὰ σὲ σβήσω μὲ νερὸ
ἢ κατὰ τὲς συνταγὲς ἀρχαίων ἑλληνοσύρων
ἄς περιμένουν οἱ ἀχρεῖοι.

(1967)


Ἡ ὄψη σου ὅταν ρωτᾶς

Θυμήσου· τὸ μαχαίρι μου ἀσκεῖται
συνέχεια στὸ δίκαιον.
Ρωτᾶς γιὰ τὴ ρωγμὴ στὸν τοῖχο
ποὺ στάζει τὸν ἀμίλητο.
Ρωτᾶς γιὰ ἔξοδο, γιὰ τὴ ρωγμή σου.
Ἡ ὄψη σου ὅταν ρωτᾶς νησὶ τῆς ἄβυσσος.
Πῶς σέρνεται μὲ τὴ λαβωματιὰ σὲ θάμνα
καὶ ἀχνάρια πίσω του τὰ αἵματα;

Αὐτὸ ποὺ τρίζει μέσα στὴ σιωπὴ
εἶναι τὸ μονοπάτι σου
ποὺ τώρα μόνο πάει καὶ πάει.

(1967)


VOZ MÍA, RAZA DE ALTOS HORNOS

Primero: te quieren sin riesgo alguno y que olvides;
y, después, buena amiga con ellos,
tierna,
prometida,
los villanos.

Voz mía, raza de altos hornos por el costado
abierto del gato montés, de la pendiente
de las nueve cuerdas del vergajo
y el sol como serpiente en el alambre.
No lo olvides; escúpeles.

Que esperen a que te apague con agua
o según las recetas de las antiguos helenosirios,
que esperen los villanos.

(1967)


TU SEMBLANTE CUANDO PREGUNTAS

Recuerda: mi cuchillo se ejercita
continuamente en lo justo.
Preguntas por la hendidura en la pared
que hace gotear al silencioso.
Preguntas por la salida, por tu hendidura.
Tu semblante cuando preguntas es isla del abismo.
¿Cómo se arrastra con su herida por los matorrales
y deja tras de sí su sangre como huellas?

Lo que rechina en el silencio
es tu sendero
que ahora, solo, se va y se va.

(1967)



Ἡ φυλή μου ἐμένα μὲ τὸ ἀνέφιχτο

Ὁ στόμφος ἐκούρασε· σύμφωνοι.
Τὸ θάμπος δυνάστεψε, τοῦ λόγου,
ὥς τὴν παραμόρφωση·
καὶ πάλι σύμφωνοι.
Ἄσχετο ποὺ μὲ τοὺς ἀστοὺς μακάρια πιὰ
παρακμάζει· σωστά.
Λένε σὲ τόνο χαμηλὸ ἐξομολόγησης
- συγγνώμη.
ποιός τάχα δὲν πρέπει ν´ ἀκούει τώρα;
Μὴ διακόπτεις· λοιπὸν εἶπαμε σὲ τόνο χαμηλὸ
γιὰ τὴ βαθιὰ πληγὴ νὰ λένε,
ἄν πρέπει σώνει καὶ καλὰ νὰ λὲς γιὰ δαύτην,
κι ἄς εἶναι ἄβυσσο
κι ἄς εἶναι ἀπὸ σκοτάδι πιὸ ἄρρητη.
Χα...

Μὰ ποὺ ἡ φυλή μου ἐμένα μὲ τὸ ἀνέφιχτο
νύχτα μονομαχεῖ καὶ μέρα
μὲ τὸ ἀνέφιχτο;
Καὶ ποὺ ἀνηφορίζει;
Κι ἀκόμα τὸν κρανίου τόπο ἀνήφορο
κι ἀκόμα;
Σὲ τόνο χαμηλὸ τί θ´ ἀκουστεῖ;
Ποιός τάχα δὲν πρέπει ν´ ἀκούει τώρα;

Ἀφήνω ποὺ, αὐτὸ μᾶς ἔλιπε,
θ´ ἀκούγεται ὡσὰν εὐχαριστῶ
τὸν ἐξοχότατο κανάγια.

(1968)


MI PROPIA RAZA CON LO INALCANZABLE

El fanfarrón se ha cansado; de acuerdo.
El deslumbramiento predominó, de la palabra,
hasta la deformación;
otra vez de acuerdo.
Sin que nada que ver ya, afortunadamente, con los burgueses
entra en decadencia; correcto.
Dicen en tono bajo de confesión:
perdón.
Entonces, ¿quién no debe escuchar ahora?
No interrumpas. Entonces, dijimos en tono bajo
que hablasen de la herida profunda,
si debes hablar de ella de la forma que sea,
aunque sea abismo,
aunque sea más inefable que la oscuridad.
Bah...

Pero que mi propia raza con lo inalcanzable
combata noche y día,
¿con lo inalcanzable?
Y ¿qué suba una pendiente?
¿Incluso el paraje ascendente del cráneo?
¿Incluso?
¿Qué se escuchará en tono bajo?
Entonces, ¿quién no debe escuchar ahora?

Dejo que, eso nos faltaba,
se escuche, por darle las gracias,
al excelentísimo canalla.

(1968)



Ἐξὸν τὰ τζιτζίκια

Οὔτε γι´ αὐτὸ ποὺ σὲ γοήτευε,
τὸ κανέλι τῆς φρυγμένης γῆς,
καὶ πρόσφατα ποὺ στέγνωνε μὲ τὰ τζιτζίκια
λήγοντας τοῦ αὐγούστου.
Οὔτε γι´ αὐτὸ ρωτᾶς
κι οὔτε για τίποτα.

Ποιός ν´ ἀπαντήσει ἄλλωστε ἀπὸ τὴν αἴσθηση
ἐρήμωσε κι ἡ ὄχθη ἐτούτη.
Κι ἴσως γι´ αὐτὸ νὰ εἶσαι τὸ χαλίκι
ποὺ βρῆκε ἡ λύπη μου σὰν ἦταν φεγγαρόφωτο
σὲ μονοπάτια
καὶ μόνο τῆς ἀράχνης ἡ καρδιὰ ἀκούγονταν
βαθιὰ στὸ χῶμα.
Ὕστερα ἐσχίστη καὶ ἄνοιξε.
Τὸ γέλιο του ἕνα μανιτάρι
πέρα ὥς τὴν ἄκρη τ´ οὐρανοῦ.
Ὁ τρόμος κάτω βιαστικὸς ἔπνιγε τὰ ἔμβια
εἰς διαταγὴν Ἡρώδη Ἀντίπα.
Ἐξὸν τὰ τζιτζίκια ποὺ ἀνιστέκονταν
πέφτοντας στὴν πύλη τοῦ αὐγούστου.

(1968)


EXCEPTO LAS CIGARRAS

Ni siquiera por lo que te encantaba,
la canela de la tierra tostada,
y que últimamente se secaba con las cigarras
al terminar agosto.
No preguntas por eso
ni por nada.

Al responder cualquiera de forma diferente al sentido,
ha quedado devastada también esta orilla.
Y quizás por eso seas el guijarro
que mi pena encontró cuando había luz de luna
en el sendero
y sólo se escuchaba el corazón de la araña
dentro de la tierra.
Después, se escindió y se abrió.
Su sonrisa era un hongo
que llegaba hasta el extremo del cielo.
Abajo, el espanto apresurado ahogó a los seres orgánicos
por orden de Herodes Antipas.
Excepto las cigarras que se resistían
Al caer en la puerta de agosto.

(1968)



Καὶ πῶς τοῦ παραδίνονταν λὲς καὶ τὰ μαύλισε
τὰ πράγματα Ρίχνανε στα πόδια τους τὶς
νικημένες τους σημαῖες τὰ ὅπλα τους τὰ
διάσημα τῆς ἀρχοντιᾶς τους κι ἀκόμα τοὺς
ἀδένες τους ποὺ ἐκκρίνανε τὶς σημασίες
ἐκεῖνες τὶς ἀνείπωτες ποὺ ξεσηκώναν
τὰ αἰδοῖα τῶν Βακχῶν τὸσο ποὺ πιὰ δὲν ἔπαιρνε
ἄλλο κ´ ἔκανε πανιὰ γιὰ τὴν ἀλάλητη γιὰ τὴ
γυμνὴ βερυκοκιὰ νὰ τὴν κοιτάζει ἔφηβος
Ἀντίνοος τῶν βοστρύχων
Στράφι στράφι οἱ νίκες
Μὰ τὸ ποτάμι τὸν ἀκολουθοῦσε
τὸν περίμενε ὅλο ρουφῆχτρες
Κι αὐτὸς ἀνύποπτος τί ἀνισόπεδος
τί μὲ τὸ πλάσμα τῆς βαρύτητας σημαδεμένος
τί ἐραστὴς κατάνακρος μὲς στὴν ἀστροφεγγιὰ
στὴν ἀγγελοκρουσία
Τί μὲ τὸν ἄμωμο ἀγέρα ἀχόρταγος
τί μόνος μόνος καταμόναχος
γιὰ πάντα


Κ´ οἱ φρόνιμοι: Ποιός εἶναι τοῦτος ὁ
πορφυρογέννητος τῆς ἐρημιᾶς καὶ τῆς ἀντάρας;
Ὁ δρόμος του χαράχτηκε περνάει ἀπ´ τὶς
ἀστραπὲς Ποὺ ὄχι μονάχα δὲ φυλάχτηκε ὁ
ἄμυαλος μὰ ποὺ τραβοῦσε κατεπάνω τους ὁ
μαυλισμένος δρομολόγιο τῆς κόλασης Κὶ πῶς
νὰ εἶναι ἡ θάλασσα ἀσπρόρουχο; μὰ τί λέει
ὁ τρελός; Πῶς τ´ ἄπαρτο ἁδόφραγμα ξέστηθος
ἥλιος; Καὶ ποῦ μαθὲς τὸ βρῆκε νά ´ναι τὸ
κάθε ἁλώνι μας τοῦ Χάρου καὶ τοῦ Διγενῆ; Τί
λέει ἐτοῦτος; Κι ἄν εἴτανε ὡς τό ´πε σμίλη
δὲν θά ´γλυφε τὴν πέτρα νὰ βγάλει ἄνεμο; Μὴν
κάποτε δὲν ρώτησε μιὰ θαλασσοσπηλιὰ ἄν εἶναι
κόρη μέλισσας; Κ´ ἐκείνη παραλοϊσμένη:
ἄχ νά ´σουνα ὁ καλός μου Κι ὅμως τῆς γύρισε
τὶς πλάτες κ´ ἔφυγε Τί νὰ ζητοῦσε; Τώρα
πάλι κοπάδι ἐλάφια ἡ λύπη του: ἡ ἀστρομάτα
ποὺ τὸν μάτιασε μιὰ παναγιὰ λαφίνα
τοῦ τό ´ταξε νὰ τόνε κάνει τοῦ θολοῦ νεροῦ
γιὰ πάντα


Ὅταν μετὰ αἰῶνες οἱ σκαπάνες
σ´ ἀρχαῖο τάφο βρίσκοντας τὰ ὀστά μου
θὰ δοῦνε πάνω τους νὰ φωσφορίζει τ´ ὄνομά σου
ἄραγε θὰ ξαφνιαστοῦν;
θὰ καταλάβουν;
θά ´ναι ὥς τότε ἀκόμα ὁ ἔρωτας
πνοὴ πρωιοῦ ἀπάνω στὸ τριφύλλι;
θὰ βλασταίνει ἀκόμα τοῦτο στὸν πλανήτη
ὅταν οἱ σκαπάνες;



Y cómo se le entregaban las cosas y las prostituía,
puede decirse Arrojaban a sus pies sus
banderas vencidas sus armas las señas
oficiales de su nobleza e incluso
sus glándulas que segregaban aquellas
importancias indecibles que excitaban
tanto el sexo de las Bacantes que nada quería
y ponía rumbo al silencioso al desnudo
albaricoquero para verlo el efebo
Antinoo de los bucles
En vano en vano las victorias
Pero el río lo seguía
Lo esperaba enteramente lleno de torbellinos
Y él, sin sospecharlo, qué desnivelado
qué señalado con la criatura de la gravedad
qué extremado amante en el resplandor de los astros
en el estertor de la muerte
Qué insaciable con el aire sin mácula
qué solo solo completamente solo
para siempre


Y los prudentes: ¿Quién es ése,
el nacido de la púrpura de la soledad y de la bruma?
Su camino fue trazado pasa por los
Relámpagos Y no sólo no fue encarcelado
el imbécil sino que por encima de ellos el prostituido
arrastraba el itinerario del infierno Y ¿cómo
podía ser el mar ropa interior? Pero ¿qué dice
el loco? ¿Cómo la barricada intacta es sol
con el pecho desnudo? Y ¿dónde ha encontrado
con seguridad que cada era nuestra sea de Caronte y de
Digenís? ¿Qué dice ése? Y, si fuera,
como dijo, cincel, ¿no hubiera esculpido la piedra para
sacar aire? ¿Es que no preguntó cierto día una gruta marina
si era la hija de una abeja? Y ella
deliraba: ay ¡si tú fueses mi amante! Y, sin embargo
le volvió la espalda y se fue ¿Qué buscaba?
Ahora su pena es otra vez un rebaño de ciervos:
la mirada astral
que lo miró una cierva virgen
le ordenó que lo hiciese del agua turbia
para siempre


Cuando los azadones, después de siglos,
al encontrar mis huesos en una vieja tumba
vean brillar sobre ellos tu nombre,
¿se sorprenderán?
¿Comprenderán?
¿Será hasta entonces el amor
aliento de la mañana sobre el trébol?
¿Germinará todavía en el planeta
cuando los azadones?

In perpetuum (1984)

http://www.tinta-china.net/h_kaknavatos.htm

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