martes, 24 de agosto de 2010

621.- EDUARDO ZAMBRANO


Eduardo Zambrano (Monterrey, Nuevo León, 1960) es un escritor mexicano.
Publica poesía desde 1982 en suplementos culturales del noreste del país. Sus primeros libros aparecen en 1988, Del Coleccionista, en los cuadernos Praxis/Dos Filos de la Universidad de Zacatecas y Estrategias de la nostalgia (colectivo) en ediciones Revista Punto de Partida de la UNAM. Ha participado en antologías como Nuevo León, brújula solar y Antología de la poesía Nuevoleonesa.
En 1997 publicó el libro Aquí afuera, y en 2003 apareció Reincidencias, poemario publicado en la colección Árido Reino, Conarte/Mantis Editores.
Obras:
-Del coleccionista (1988)
-Aquí afuera (1997)
-Reincidencias (2003)
-Las insignias de la sed (2008)




Chinese

Con el alma en rastras.

Con este ángel custodio de la conciencia
aún borracho y maldiciente.
Despertar
sin la certeza de cuándo se largaron los sentidos
ni cuándo llegó finalmente el sueño.

Con el cuerpo lastimado en sus cinco puntos cardinales.

Con este miedo que reaparece
donde el viento apenas percibido
entre las hojas de un chinese.

Afuera están los aprendices de lo eterno.

Sólo el cielo azul y el canto de un pájaro.

Me limpio con las preguntas más elementales
y encuentro sangre.

He vuelto y las cosas están en su sitio.





Entiendo

Entiendo que este día
nadie va a llamar.
Ni los más caros deseos,
ni esas fantasías que me han acompañado
todo este tiempo.
Sencillamente estaré solo
y está bien.

Entiendo que ya no tendrá sentido fingir.

(De:Reincidencias)






Esperar

Puede esperar el llanto de un hijo
para hacerlo fuerte.

Puede esperar la salvación del miserable
para negociarle el Cielo.

Puede esperar el destino del que sueña
para venderlo idiota.

Pueden esperar tantas humillaciones
hasta que llegue el camión de la basura.

(De: Reincidencias)





La casa

Mi casa no tiene muros,
tiene certezas.

Mi casa no tiene puertas
ni ventanas,
tiene amaneceres.

Mi casa no tiene techos
ni vigas,
tiene designios.

Mi casa está deshabitada,
soy un vagabundo.

(De: Reincidencias)




Nadie

Pensar que muchos buscan una piedra
o la raíz
dónde aferrarse para luego seguir nadando
contracorriente.

¿Buscar los orígenes hasta quedar en una orilla?
¿Dar sombra a la serpiente y casa al gusano?

Ser nadie
y aún, como la hoja seca,
servir de embarcación a los instintos.

Recostado en el huidizo caudal
observo las nubes.

Acaso sea yo
el que toma caprichosas formas bajo ellas.






Retrato de familia

Nos reunimos frente a la ventana.

Un relámpago iluminó nuestras caras
y no muy lejos
escuchamos al trueno cabalgar por las nubes.

El último camino hacia la tarde
se perdió bajo el agua.

Mamá y papá ahora están muertos,
mis hermanos se han largado del retrato.





Sectas

Hay quienes temen perder la eternidad
en un momento.
otros pierden todos los días el momento
al resguardo de la eternidad.

Dos sectas.
Dos abismos paralelos.

Pero qué se puede salvar de los salvos
sino el excremento.
Y qué se puede salvar del excremento
si no es un tufo de bondad.

(De: Reincidencias)





Valle de Oaxaca

Ni la vieja gloria de los maravillosos imperios
se ha salvado.
Ni el orgullo de las catedrales,
ni siquiera el remanso de la fe en los monasterios
compiten con esa otra arquitectura
de cerros y nubes en el Valle de Oaxaca.

El tiempo gasta la dura piedra
y se desmorona la realidad.
El viento no dice palabra,
pero los follajes de los grandes árboles
parecen conversar aún con las nubes.
En estas tierras es evidente que solo los sueños
perduran.





Vandalismo literario

El vandalismo literario y la casa de las palabras:
poca cosa para los que viven solos o a la intemperie,
donde son presa fácil de la lluvia, pero nunca más
de sus colegas.

(De: Reincidencias)





Colegas

Qué hermosa época para vivir la poesía:
entre los que le mendigan un poco de espacio
a la red
y otros a la vieja política.
Los cibernautas y los mochileros, mis colegas
en este precipicio de palabras y garrapatas
que nos chupan el alma por igual.
Yo apenas soy un poeta clasemediero, empleado
en mis obsesiones y los estragos
que me pasan a cuenta
las rentas.
Algún día seré como ellos y soñaré
con ellos la eternidad.
Mientras tanto, solo pido un vaso de cerveza.





Duelo

Lo frío del metal
como una extraña fiebre
alimentada por la ofensa.
Su peso de venganza
lo acomodé en mis manos
y a la vieja usanza
di siete pasos antes de voltear.
No había nadie, ni señas del patán
que arruinó mi vida;
por eso disparé contra mi pecho,
a sabiendas que sobreviviría.





Hierba

Aprendí de los clásicos
a no esperar nada de nadie
y todo lo que en el misterio
se madura… probarlo.

Ya no soy jardín, pero aún hay algo de hierba
después de los cuarenta años.

Frutos salvajes porque ni el árbol de la vida
ni el del conocimiento, volvieron a crecer.
Antes el incendio de la juventud
lo devastó todo.



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