martes, 2 de agosto de 2011
4376.- MARTÍN LUCÍA
Martín Lucía (1986). Licenciado en Geografía. Sevilla (España). En junio de 2002 su obra Poemario inevitable (o un diario previsible) recibió una mención especial del jurado en el III Premio Artífice de Relato Corto y Poesía de Loja, organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Loja (Granada, España). Dicho poemario fue incluido en la obra Proemio Tres, publicada por tal consistorio en julio de 2003.
En enero de 2005 se publicaron tres y, en mayo, seis de los poemas pertenecientes a la obra Pequeña Metáfora de Melancolía en la sección Mar de Poesías de la revista Almiar.
Mientras que en junio de 2005, cuatro poemas de la obra Angustias y alcohol, fueron publicados en una edición especial por el IV Aniversario de dicha Revista Almiar (Margen Cero).
En abril de 2005 el poemario Versos de amor y miserias quedó como finalista en el Premio Plumier de Versos, organizado por la Editorial Nuño. Por ello, se incluyó junto al ganador y al resto de finalistas, en la obra Plumier de Versos, presentada en la Feria del Libro de Sevilla. En noviembre de 2005 la página literaria Ababolia (www.ababolia.com) ha publicado varios poemas: El triunfador, de la obra Maldito siglo XXI, La Ciudad, de la obra Sobre la veleta y El amor largo y Dioses y pubis, de la obra Poemas perdidos.
Una visión en la biblioteca
Callada, ausente, ida.
Exiliada en la inadvertencia,
gran rincón en el que reinas
desde la pulcritud del silencio.
Ajada, floreciente, marchita.
Serena en la serenidad
que únicamente tú comprendes
y yo solo advierto.
Callada como el silencio,
pero, como él, también presente.
Amotinada en ti misma,
portadora del verbo de tu presencia.
Callada, ausente, ida
pero desde la tormentosa fuerza
de quien inventa las gramáticas.
Dolor y remanso.
En ti y en mí.
Reposo en estos días acelerados
que apenas son conscientes de su existencia.
Nadie atiende a vivir
mientras tú, como el silencio, acallas mi vida.
Callada, ausente, ida.
Dedicada a la chica de la biblioteca
La novia del viento
Descansa sobre mi pecho,
pero no está.
Está en el viento.
Ojos cerrados y boca muda.
Parece dormida.
Pero no duerme,
anda por el viento.
Miro el techo
y no veo nada.
Si no se ve el aire
cómo ver el viento.
Quiero reposar sobre mañana,
pero tampoco se encuentra.
Está con ella,
la novia del viento.
Inspirado en la pintura La novia del
viento, de Oskar Kokoschka (1914).
Nadie se da cuenta
Cae el tiempo sobre mis ilusiones
como cae la lluvia sobre el suelo:
con naturalidad e indiferencia.
Y nos hacemos viejos.
Tan viejos como la lluvia.
Dos viejos envejecidos por la ausencia.
Olvidé cuando comenzó a caer el tiempo
como olvidé
la primera vez que observé la lluvia.
Yo, que una vez quise parar el tiempo.
Llueven minutos con segundos de distancia,
tan distanciados como nuestro fracaso.
Dos vidas que sólo se cruzan en la distancia.
Aquí y allá, allí y acá.
Y estamos por mil vidas separados
que pueden vivir con naturalidad.
Nadie se da cuenta que no te tengo,
nadie nada comprende.
Y continúan con sus vidas
mil veces por otros vividas.
Tan iguales, tan monótonas.
Vidas simples, lineales.
Nadie entiende que me ahogo
en esta lluvia de realidades.
Y todos siguen en sus coches,
en sus oficinas, en sus supermecados.
Y tú y yo, cada día más separados
y cada día más pobres.
Cada día más viejos.
Mi mano y su pecho
Fue pequeña como su amor.
Tan pequeña que sólo fue inocencia.
Hubiera cabido en mi mano
si no hubiera sido sólo inocencia.
Si hubiera cabido en mi mano,
yo habría cabido en su pecho,
inmenso como la inmensidad.
Pero mi mano fue tan grande
que le pasó inadvertida.
Como el mar.
La mujer horizonte
Te alejas.
Hoy te alejas.
Cuanto más me acerco,
tú más te alejas.
Hoy eres el horizonte.
Y mañana,
mañana más lejos.
Y cuanto más me acerco
más te alejas.
Y mañana,
mañana también serás el horizonte.
Y yo más lejos.
Todo y nada
En ti cabe todo
y, a la par, rebosa,
se escapa.
Eres el cauce
y, a la par, el agua.
Mi imaginación.
Eres como mi imaginación.
En ella todo cabe,
pero de ella todo se escapa.
Eres el cajón desastre
que recoge la polisemia
y las hojas en blanco.
En ti todo cabe
y de mí se aleja,
negándome los significados
que en ti se encierran.
Incomprensión
Raras veces me miras
encerrada en tu dimensión más pequeña.
Sin miradas, introvertida,
pero con palabras,
obligas a renunciar a mis ojos,
negándoles su naturaleza.
Desde la renuncia y la inadvertencia,
encendidos, se cierran mis ojos,
dolidos por el runrún de la palabra.
Mientras tú...
...y yo, sin embargo,
en mi hipérbole de melancolía,
envestido por el silencio,
por tantas palabras muertas,
por ninguna llamada perdida,
entre tanta indiferencia...
maldito móvil...
maldita naturaleza...
Perspectivas
Junto a ti nada parece ser.
Un apagón de luz en una gran ciudad.
De noche. Nada parece ser.
Eres la oscuridad.
O, quizá, el aire.
Tan leve, tan sutil, tan inapreciable.
Pero tan vital
que sin él nada puede ser.
O, quizás, el peso del alma.
Veintiún gramos de fragilidad.
Tan frágil que se vuelve ironía.
Ironía sin la que nada puede ser.
Pmm
Minúsculo como el aire.
Inadvertido como la brisa.
Poderoso como el viento.
Creí que tu recuerdo
sería como el aire.
Y sobre él andaría
sin advertirlo.
Y que la brisa sería el olvido.
Y que entre ella pasearía.
Pero es la pequeña metáfora de melancolía
que cada noche recita el viento.
Dominios
Dominas el mar
y la calma
al igual que dominas mi vida.
Altiva, juegas con tu rostro.
Calmada, atemporal.
También dominas el tiempo
que en ti queda retenido.
Envuelta en el silencio
solo me muestras la espalda,
solo me invitas al olvido.
Inspirado en Muchacha de espaldas mirando
por la ventana, Dalí, 1925.
Se llamará
Se llamaba Manuela.
O Jimena. O Leonor.
Como ella quisiera,
pues era cada palabra
y, a la vez, cada letra.
Hubo días que la llamé caricia.
Otros, susurro.
De noche la llamé vida.
De día, a veces, ni la nombré.
Pero vino. Siempre vino.
También la he llamado silencio.
Recuerdo cuando la llamé dormida.
Recuerdo...
La llamé días que quedan.
Hoy la llamo melancolía.
La línea paralela
Sentado en mi línea paralela
juegas con tus piernas
que juegan con el vacío.
Firme, segura, clara
como la más cierta de las certezas
me invitas a sentarme.
Arrogante y soberbia,
en mi línea paralela
te muestras tan próxima como distante.
Distantemente cercana,
firme, segura, clara
me invitas a sentarme
en tu línea paralela.
Me veo reflejado en la ventana, pero no soy yo
Sobre las frías lozas con caries,
en la oquedad de la nevera,
tras una ventana despreciada por el aire
está mi pellejo envuelto en vaqueros y camiseta,
mi cara de foto de carné
y cada uno de mis huesos.
Yo estaré
allí donde aquellos versos.
Para mañana: los versos
...y hoy te vas
dejando atrás
futuros versos.
Mañana escribiré.
Entre olvido y recuerdo
mañana escribiré
un cuerpo de mujer
con cuerpo de poemario.
En la calma
te has marchado.
Mañana escribiré.
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