[Foto de Jorge Manzano]
Emilio Varela Froján
Nació en San Sebastián en 1965.
En 1995 se tituló en la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad del País Vasco en San Sebastián, donde comienza ese mismo año a desempeñar su trabajo de arquitecto liberal en el campo de la edificación y el planeamiento urbanístico.
En 2002 recibió el premio Iparragirre Saria de poesía por su libro Las fuentes de arena, editado por Bermingham al año siguiente. Ha colaborado en revistas especializadas de arte y literatura como El invisible anillo. Rafael Morales Barba, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, ha escrito sobre su obra en los libros Última poesía española [1990-2005] y La musa funámbula. La poesía española entre 1980 y 2005.
Como pintor, presentó su primera exposición individual en 2007 en las Salas Kutxa Boulevard de San Sebastián bajo el título La máscara y el canto.
Participó en el Primer Congreso Internacional Jorge Oteiza, (organizado por la Fundación Jorge Oteiza en Pamplona en 2008) con la comunicación oral La estatua y el libro. Ensayo de continuidad para una obra concluida; y en el IV Congreso de Historia de la Fotografía, organizado por la Fundación Photomuseum en Zarautz, en 2009, con Los límites de la visión en Jorge Oteiza: las máscaras del vacío y los paisajes de la inmovilidad. La fotografía como herramienta metafísica de creación artística.
Existen muestras de su obra pictórica en el Museo Zuloaga y en la Colección Kutxa.
POÉTICA
La obra poética y plástica de Emilio Varela Froján (San Sebastián, 1965), arquitecto de profesión, responde a un monolítico proyecto constructivo que, bajo el título LA MÁSCARA Y EL CANTO, además de agrupar las pinturas y los dibujos del artista y de referirse al conjunto de sus trabajos de Filosofía del Arte y Estética, recoge junto a Las fuentes de arena (Premio Iparragirre 2002; Bermingham, 2003), cuatro libros inéditos: 1- El libro de las desapariciones y de las ausencias, 2- Las soledades reunidas del amor y de la muerte, 3- Las máscaras del vacío y los cantos de la nada, y 4- Los paisajes de la inmovilidad y las oraciones del silencio.
Dice Varela sobre la finalidad de la palabra en el poema: “Toda la poesía lleva consigo la palabra a su término, el lenguaje de lo natural a lo más real, y al poeta de su primera naturalidad al mayor realismo. Hace a todos los nombres decir el primer silencio, y al silencio respirar bajo el rostro inmóvil de las cosas. Pues, todo lo que se ha puesto en absoluto no admite más significados. Sin embargo, a pesar y gracias a estos límites, a estos términos, el poeta es capaz de ver los rostros en el silencio y de escuchar los nombres en la luz. Y, ciertamente, en estas condiciones extremas su obra encuentra el ser íntegro en un único y definitivo cuerpo de materia consciente, el poema, donde se dan al tiempo la respiración de la mirada y la contemplación de la palabra. Y lo hace con palabras que no pertenecen en absoluto al poeta. Son las voces y los nombres que nacieron del silencioso rostro de las cosas, y que a través del poema regresan al silencio, son los cantos de la nada y las máscaras del vacío, donde el poeta tiene muy poco o nada que decir”.
POEMAS
1
A cierta distancia los objetos coinciden con sus nombres
alejándose son completas figuras de sombra
con más aire en los ojos se silencian
y van perdiendo peso y medida
hasta reposar en sí mismos
y en la palabra justa:
nada.
(de LAS FUENTES DE ARENA, 2002)
2
HUELLA
En el lugar que fue antes de la piedra
arde el signo cóncavo de un sol negro.
La flor abierta sobre la arena calcinada
recibe en su fondo el peso del sol de piedra.
(de LAS FUENTES DE ARENA, 2002)
3
EL POZO
Aun siendo el cielo de todos
sin orillas que lo partan
es único en lo profundo
y se toma distinta luz de su fondo.
(de LAS FUENTES DE ARENA, 2002)
4
ÍDOLO
La pobre piedra
quemada por el sol
con su pequeña sombra
mata la luz.
(de LAS FUENTES DE ARENA, 2002)
5
Siempre estoy
en la mitad en sombra
de lo que soy.
(San Sebastián, 5 de septiembre de 2002)
6
He dejado la palabra junto al silencio
y he cambiado tu ausencia por mi voz.
Son los términos que nos definen:
un vacío con nombre
y un silencio pronunciado.
(San Sebastián, 20 de febrero de 2004)
7
Todos los pájaros han venido
a cantar en mi ventana, toda
la luz es aquí nueva para mis
ojos cansados y, sin embargo,
yo me despierto entre sombras
y silencios. Es la realidad que
se impone a mi naturaleza. Sé
que la belleza no es para mis
ojos. Tengo miedo de sus llamas
y de sus cuchillos, de aprender a
llorar con las campanas del llanto.
No es para mí la belleza, lo sé,
pero amo la luz, el sonido
de la verdad al caer en el abismo.
(Fonzaleche. Día del Carmen, 16 de julio de 2007)
8
Los cuatro elementos dieron
la forma a mi naturaleza, pero
no a mi ser. Y no pude existir
sobre la tierra, pues fue superior
la realidad del mundo.
En mi cuerpo fueron inútiles
el amor y el pensamiento.
(La gravedad del tiempo debilitó
su materia, y fue abandonado
por la luz y los latidos).
Y, sin embargo, mi carne solitaria
contuvo la sangre infinita.
(San Sebastián, 10 de diciembre de 2007)
9
Hablo de la primera realidad, de la luz
y la voz primeras sobre la tierra,
de la naturaleza inmóvil y del misterio
de lo real, anteriores a la máscara y al canto,
a las imágenes y los significados,
y del primer amor consciente de la muerte,
del latido que comienza con el primer temblor.
(San Sebastián, 24 de enero de 2009)
10
Cuando el nombre diga más gravemente la ausencia,
alrededor de la desaparición habrá un tiempo de soledad.
Y todo lo que antes había sido luz,
sucederá nuevamente en el silencio de la palabra.
(San Sebastián, 25 de enero de 2009)
11
Yo no voy a imaginarle a mi cuerpo un alma,
ni a soñar para mi carne un espíritu,
ni a pretender tampoco un significado
para mis palabras o una máscara para mi canto,
sólo, como en el poema, inmovilidad y silencio,
visiones de la herida y oraciones del llanto.
(San Sebastián, 6 de agosto de 2009)
http://poetasvascos.blogspot.com/search/label/Emilio%20Varela%20Froj%C3%A1n
Poética de la ausencia. De cuando el poema es silencio y no máscara.
Al final del viaje:
un paisaje de inmovilidad
para que el lenguaje muera.
Porque es en las ausencias y los silencios, cuando las cosas dejan de ser imágenes y objetos, y de tener significados y sentidos, que las miradas y las palabras hallan su finalidad, no en la figuración de los paisajes y lenguajes inventados de la naturaleza y de la vida, sino en la inmovilidad y en el silencio del mundo, diferentes al gesto de la máscara y al ideal del canto. Así pues, el mundo sólo podrá ser dicho en el lenguaje no como el significado de las palabras, sino como el silencio de los términos. Esto es: en cuanto las palabras hablan por sí mismas, desaparece todo sujeto de la expresión, toda representación del objeto, incluso cualquier figuración, significado y sentido, y sólo queda de ellas la ausencia y el silencio de lo que nombraron: los términos de un lenguaje.
(San Sebastián, 13 de mayo de 2013)
EL POEMA
I
Antes de los rostros, cuando
las grandes cosas sin nombre,
en el gran silencio de la primera luz.
(16 de mayo de 2007)
II
Al principio se repiten las palabras sin saber que
se aprende antes el silencio que el significado.
(2 de abril de 2012)
y III
En el poema
siempre llega antes
el silencio que la luz.
(15 de abril de 2012)
EL LENGUAJE
I
Hay lenguajes
que están aún en el comienzo
- donde nunca nada fue dicho-
y que repiten en cada palabra
los términos originales
de aquel primer silencio.
(20 de marzo de 2012)
II
Al final del viaje:
un paisaje de inmovilidad
para que el lenguaje muera.
(24 de marzo de 2013)
y III
Sí, lo entiendo:
el lenguaje tiene
la luz del significado.
…
Pero yo escribo
porque existe la noche.
(27 de abril de 2013)
.
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