martes, 23 de agosto de 2011
4490.- DAVID ROMERO RAPOSO
David Romero Raposo nace el 26 de octubre de 1982 en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Sus versos, bajo la influencia de la Generación del 27, han sido recitados en Bornos, Espera o Ronda; además de presentar el vídeo-poema Llanto por Federico García Lorca en Madrid, en el 110 aniversario del nacimiento del poeta granadino.
Ha publicado algunos poemas en revistas digitales como "El Divan" o la venezolana "Letralia". Y es cofundador de la Asociación Cultural El Fuego de la Utopía.
BIBLIOGRAFÍA
La hija descalza de la primavera, Editorial Poesía eres tú, marzo 2011.
Cuadernitos de Poesía. Ronda, Colectivo Cultural Giner de los Ríos, noviembre 2010.
Tras las huellas. Asociación Cultural El Fuego de la Utopía, octubre de 2009.
Cuadernitos de Poesía. Ronda, Colectivo Cultural Giner de los Ríos, noviembre 2008.
13 de abril de 1931
Descansa, compañera, descansa,
mañana llegará el momento
de dar un vuelco a la balanza.
Disfruta, compañera, disfruta,
no estás sola en esta lucha,
miles de personas te protegen
y desde el cielo te observan.
Aries, Luna, Leo...
Duerme, compañera, duerme,
mañana conocerán tu nueva
y como la nueva Mesías
te recibirán con palmas.
Y observarás
como tiemblan, compañera,
porque de miedo temblarán
la Iglesia y la Burguesía.
Nana, nanita, nana...
Duerme, compañera, duerme,
como agua de mayo llegarás,
antes de tiempo, eso si,
haciendo crecer las ilusiones.
Y observarás
como tiemblan, compañera,
porque de alegría temblarán
los Campos y las Escuelas.
Nana, nanita, nana...
Descansa, compañera, descansa,
mañana llegará el momento
de dar un vuelco a la balanza.
Llanto por Federico García Lorca
En un paredón de olivos
mataron a Federico,
cien gitanos, sombras negras,
acompañan su martirio.
Corren diez balas de nácar
por su cuerpo inmaculado
por su cuerpo inmarcesible
de agrio algodón destrozado.
Que no quiero verlo, que no.
La luna baja al barranco
dejando enlutado el cielo,
fugaces estrellas lloran
de la tierra al firmamento.
Que no quiero verlo, que no.
En la noche rota vuelan
pájaros ciegos de luto,
alforjas de barro esparcen
dolor por el aire sucio.
Las lágrimas del jazmín
tejen un manto en la arena,
con las sierpes y raíces
para recoger su pena.
Que no quiero verlo, que no.
Tras las huellas
En la soledad de la hoja en blanco
desnudo lentamente las palabras
y en silencio camino tras las huellas
del lado poético de la vida.
Llanto por Miguel Hernández
Colmenar de barro inerte,
habitáculos henchidos,
seres enfermos de muerte
con trajes de huesos vencidos.
En el silencio del alba,
en la fría enfermería,
se está rompiendo la calma,
Miguel, solo, se moría.
Que no quiero verlo, que no.
Tumbado, su pecho abierto,
donde marcha lentamente
la suciedad que en su cuerpo
rompe su vida y simiente.
Que no quiero verlo, que no.
Dando un último suspiro,
su cuerpo de mármol blanco,
se aleja de su familia
y se asoma ante el barranco.
Dos cebollas son sus ojos
que miran hacia el vacío
escribe el último verso
con lágrimas de rocío.
Que no quiero verlo, que no.
Víctor Jara
I
No osaron mirar,
las cuencas de sus ojos
desbordaban libertad.
Vuelto de espalda
destrozaron su cuerpo.
II
Se equivocaron,
cuarenta balas no son
bastantes para callar.
Por las montañas
su voz aún resuena.
No
No, no siempre ocurre así,
no todas esas ofrendas
que vemos en los caminos,
sembradas en las cunetas,
se erigen tras ocurrir
cualquier accidente cerca.
No, algunas de esas flores,
de esas cruces y esas placas,
son colocadas ahí
pues no hay nicho donde anclarlas,
ni hallan ningún cementerio
donde poder colocarlas.
La amistad
¡Gamusino!, ¡gamusino!
grita una niña pequeña
que con una lamparilla
busca debajo la cama
la amistad con la que sueña.
La erótica de la poesía
Abrazo con mis manos
abiertas cada esquina
de tu estrofa y susurro
tus versos y te beso
cada rima y penetro
entre tus mudas letras
en busca del calor
que fuera ya no encuentro.
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