Nuria Parés
Nuria Balcells de los Reyes (Barcelona, 1925 - Ciudad de México, 2010), conocida literariamente como Nuria Parés, fue poeta, ensayista y traductora de origen español, pero asentada en México tras la Guerra Civil Española. Forma parte del llamado grupo hispanomexicano, coetáneo de la generación mexicana de Medio Siglo o Generación del 50 (México), aunque hay quien considera que conforman un grupo particular de ésta última.
Biografía y formación
Nuria Balcells de los Reyes llegó a Madrid, donde se crió, dos meses después de nacer en Barcelona, y según ella misma aprendió de un criado andaluz, Gregorio, a tocar la guitarra flamenca, la trompeta y el acordeón, y a cantar romances viejos. Estudió en el Instituto-Escuela, donde conoció la poesía española, principalmente de la Generación del 98 y de los del Novecentismo. A causa de la Guerra Civil y, después, de la II Guerra Mundial, la joven Nuria lleva a cabo un largo viaje de exilio: sale de España con su familia en 1938 hacia París; desde allí, tiempo después, va desde el Pireo hasta Nueva York; luego pasa por La Habana, donde leerá por primera vez a Federico García Lorca y a otros miembros de la Generación del 272 ; y, finalmente, llega a México en 1942.
A los trece años ya era conocida como concertista de guitarra, y trabajó como modelo de varios pintores. Su formación académica se truncó debido a sus diversos viajes, aunque sí que estudió música con profesores particulares. En cuanto a su formación literaria, Nuria Parés reconoce la influencia de su madre, que la proveyó de las más diversas lecturas: «A mí me ha gustado toda la vida leer, leer mucho. Fue mi madre la que cultivó ese aspecto mío […]. Por ejemplo, yo leí aquí en México muchas cosas de poetas mexicanos, de poetas sudamericanos, y todo eso me lo conseguía mi madre. Entonces sí le debo a ella mucha de mi formación».
En México conoció, tras casarse en 1943 con el médico Carlos Parés y a través de este, a León Felipe y otros poetas españoles exiliados en México, como Juan Rejano o Luis Cernuda. Trabajó como traductora desde 1947. Su obra poética fue recogida en varios libros entre 1951 y 1987. Murió en la Ciudad de México en 2010.
Obra literaria
Comienza a publicar poemas en los años cuarenta en diferentes revistas literarias mexicanas: Rueca, Diorama de la Cultura, Revista Mexicana de Cultura, El Sol de Módico en la Cultura y otras. También publicó diversos ensayos sobre la creación poética de los refugiados españoles. Sus primeros poemas juveniles, hoy no editados, aparecen durante su estancia en París, aunque el primero mostrado al gran público aparece en el diario El Nacional del 8 de agosto de 1943, en México, llamado "Volveremos": nunca recopilado en poemarios posteriores, en él se conserva la idea, general en los primeros años del exilio, de la vuelta a España, pero incluye la nostalgia de la patria perdida que conlleva ese pensamiento: «¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! Cuánta pena, / cuánta fe, cuánta nostalgia… / Al repetir: “¡Volveremos!” / ¡Cómo suena esa palabra!» (vv. 13-16).
En 1951 aparece su primer poemario en forma de libro, firmado como Nuria Parés: Romances de la voz sola (1951), con prólogo de su poeta y mentor León Felipe, al que siempre estuvo muy unida y a quien dedicó una elegía a su muerte, no recopilada en sus poemarios, titulada "Responso por León Felipe" (1968). Posteriormente se adentrará brevemente en la prosa con Tres cuentos bíblicos, que escribió en español y en catalán (Tres contes bíblics), en Diorama de la Cultura (22 de septiembre de 1959).
Ocho años después de Romances de la voz sola se publican Canto llano (1959), su segundo poemario, y Acapulco, un libro de fotografía. Es el momento de máximo reconocimiento de la poeta, pues, según Torres Parés, «durante los últimos meses de 1959, Canto llano, de Nuria Parés y El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, disputaban las mayores ventas en las librerías de la ciudad». Recibe, además, numerosas críticas positivas, como las de Salvador Reyes Novares, José Emilio Pacheco o Ernestina de Champourcín, que comenta: «Canto llano no es tan sencillo ni tan… llano como supone su autora».
Tras el éxito de Canto llano, sin embargo, la presencia poética de Nuria Parés decrece paulatinamente, sin duda a causa del alejamiento del público del gusto por la estética de la Generación del 27, de la que la autora es continuadora, y del tema del exilio, muy presente en su obra. Parés se adentra entonces en el mundo de la traducción: aparecen Tres poetas persas (1964), Rainer Maria Rilke (1964) y François Villon. Obra poética (1965), que recibieron buenas críticas; Pierre de Ronsard (1966), El haikú japonés (1966); y ya en prosa, Cuentos rusos (1977) y los Cuentos de Edgar Allan Poe (1968). El 16 de febrero de 1964 publica, no obstante, una interesante obra en prosa poética titulada Seis rostros para Narciso en Diorama de la cultura.
Su obra poética se completa con Colofón de luz (1987), dedicado a Vicente Aleixandre, que le agradece el gesto con una afectuosa carta que inicia el poemario. En esta obra recoge su obra anterior y añade nueve poemas inéditos, "Ocho poemas de sombra y un colofón de luz": los primeros están escritos bajo el desánimo por la muerte de su marido, Carlos Parés, mientras que el noveno y último, que da nombre a la obra, es un retorno a la esperanza.
Estilo
La propia Nuria Parés apunta las influencias de su poesía, mucho tiempo después de haberla escrito: «los romances viejos, Antonio Machado, Juan Ramón y León Felipe. Y poetas que han pesado en mí a través de traducciones o versiones que he hecho de su obra: pienso en Rilke, en Wilbur, en Van Doren y, sobre todo, en Kayyám»9 . Unos versos de éste último fueron escogidos como epígrafe al primer poema de Canto llano (1959), “El grito”.
A raíz del éxito de Canto llano, Nuria Parés fue entrevistada por Elena Poniatowska para Novedades (27 de octubre de 1959) y por Gabriela Mendoza para El Nacional (15 de noviembre de 1959). En ellas se muestra su posicionamiento poético y estético:
Yo creo que la poesía moderna ha equivocado su íntima razón de ser. Opino que la poesía es comunicación viva, que no se ha hecho ni siquiera para hablar con Dios ni para interrogarlo. En realidad aquélla debe ser un diálogo con el hombre que vive y se mueve a nuestro alrededor. Se diría que muchos de los contemporáneos, al escribir sus versos, quisieran sugerirnos problemas de difícil solución, oscuros acertijos. Ya no es la expresión de la conciencia sino el fluir del subconsciente; de lo fantástico, a veces de lo absurdo. Esto supone para el lector un esfuerzo abrumador, que excepcionalmente puede ser compensado como un hallazgo valioso [...]. Creo que la poesía, la verdadera poesía y la metafísica se complementan. Hay casi una perfecta identificación entre el movimiento emocional y el proceso silogístico […]. Si [el poeta] es verdadero poeta, vive el momento que le ha tocado vivir y tiene una misión, una misión concreta que es la de dar testimonio de lo que es el hombre con todas sus dudas, sus interrogantes y angustias.
Su obra, en palabras de Francisco López Aguilar, «manifiesta un sosegado temperamento lírico cercano a las maneras del espíritu poético español, entre la generación del 98 y la generación del 27». La poeta ha sido citada a menudo en el ámbito académico como ejemplo de la experiencia del exilio en los poetas hispanomexicanos, pues es un tema que trata en varios poemas, sobre todo, de Canto llano. Suyos son, por ejemplo, estos conocidos versos sobre el exilio:
Anda por todas partes. Lo he leído
y lo sigo leyendo todavía.
Anda por todos lados,
anda en todos los ojos que lo miran
brillar en la blancura de las páginas
con su cálida luz inofensiva.
Que soy, que somos (nos lo dicen)
"la España peregrina"...
¡Ay, qué bonito nombre! ¡Que nombre tan bonito
para ir por el mundo a la deriva
como un barco de velas desplegadas,
como una extraña carabela antigua!
¡Qué barco tan bonito si tuviera
un pequeño espolón para la ira! [...]
PALABRAS...
A veces, cuando leo
esas viejas palabras de la tierra
que jamás pronunciamos, siento
crecer hacia lo hondo mis raíces
ya acostumbradas a horadar el viento.
Suenan en mis oídos, me acompañan,
dialogan entre ellas como el lento
y despacioso doblar de las campanas
de la iglesia mayor y el tintineo
humilde de una esquila.
Yo iría por la calle como el tonto del pueblo
hilvanando palabras sin sentido:
«bancales y serones... pan cenceño
enebro, flor de jara, cardelina...».
Palabras de la tierra, campaneo
del alma, regusto amargo y dulce,
hondo sentir que le pregunta al tiempo
si este doblar de las palabras viejas
no es ya un doblar de muerto.
CANCIÓN DE VIDA
Por un laberinto,
calle del deseo,
buscándome el alma,
hallándome el cuerpo.
Por un laberinto,
corredor del sueño,
vueltas y revueltas
me busco y te encuentro.
Por un laberinto,
callejón del miedo,
cada vez más hondo,
cada vez más lejos.
Por un laberinto,
senda del misterio,
con la muerte al hombro
y el andar ligero.
Por un laberinto...
ENTREGA
Apartaos de mí, que me he arrancado
esa mitad de sombra a manos llenas
para arrojarla al sol con la alegría
con que se iza al viento una bandera.
Apartaos de mí, porque he lanzado
los caballos del sueño a la carrera
y un galopar de potros se desboca
como un golpe de sangre por mis venas.
Apartaos de mí, que estoy ardiendo
con la llama agitada de una tea.
Todos mis dioses se han venido abajo:
Sólo el momento y yo como una ofrenda.
*
Que soy, que somos (nos lo dicen)
“la España peregrina”...
¡Ay, qué bonito nombre!¡Qué nombre tan bonito
para ir por el mundo a la deriva
como un barco de velas desplegadas,
como una extraña carabela antigua!
¡Qué barco tan bonito si tuviera
un pequeño espolón para la ira!
Romances De La Voz Sola
Que quede grabado en mí,
que todo el momento exacto
con su plenitud perfecta
quede en mi interior vibrando…
Que nada se pierda de él,
que no tenga que encontrarlo,
pobre limosna, en el sueño,
con su perfil deformado.
Que todo el ser, blanda cera,
guarde su latido exacto,
pájaro vivo en la malla
de la voluntad apresado,
que toda el alma esté alerta
y mi cuerpo esté afilando
sus mil memorias pequeñas
dispuestas a recordarlo.
Esta voz, que no es mi voz,
con la que hablo y me río,
que habrá de seguir en mí
y habrá de acabar conmigo,
esta voz, que no es mi voz,
que está robándole el sitio
a esa voz que yo me sé
cantando sonidos vivos…
Esta voz, que no es mi voz,
¿habrá de acabar conmigo
sin que la otra voz, mi voz,
pueda surgir de su olvido?
Pero mi voz está lejos
y no siente lo que digo.
Faltas de luz mis palabras
van anegándose en ritmo
con un jadear penoso
que sabe de su vacío
y el momento está esperando
no sé que matices tibios
que hagan ahondar mi palabra
por senderos de infinito…
Pero mi voz está lejos
y no siente lo que digo.
La poda
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora...
Antonio Machado
¡Qué fe retoñaría si nosotros
pudiéramos ponernos una fecha
como una flor de luz entre los labios!
¡Marcarnos en el tiempo con la fuerza
con que el ritmo del hombre se recorta
sobre las estaciones de la tierra!...
Porque hay un ritmo viejo para todo,
un tiempo señalado en la faena:
el tiempo de sembrar o cosechar
y el hombre de la siembra o la cosecha.
Y hay también otro ritmo,
otra tarea necesaria y vieja:
el tiempo de segar o de podar
y el hombre de la poda o de la siega.
Hoy sé que si nosotros
pudiéramos ponernos una fecha
como una flor de luz entre los labios
en los días de fiesta,
yo os guardaría el tiempo de la poda:
el que presiente el retoñar y espera.
Yo os guardaría el hombre de la poda:
¡el que sabe del hacha y no se arredra!
con un hacha en la mano vengadora...
Antonio Machado
¡Qué fe retoñaría si nosotros
pudiéramos ponernos una fecha
como una flor de luz entre los labios!
¡Marcarnos en el tiempo con la fuerza
con que el ritmo del hombre se recorta
sobre las estaciones de la tierra!...
Porque hay un ritmo viejo para todo,
un tiempo señalado en la faena:
el tiempo de sembrar o cosechar
y el hombre de la siembra o la cosecha.
Y hay también otro ritmo,
otra tarea necesaria y vieja:
el tiempo de segar o de podar
y el hombre de la poda o de la siega.
Hoy sé que si nosotros
pudiéramos ponernos una fecha
como una flor de luz entre los labios
en los días de fiesta,
yo os guardaría el tiempo de la poda:
el que presiente el retoñar y espera.
Yo os guardaría el hombre de la poda:
¡el que sabe del hacha y no se arredra!
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