martes, 20 de junio de 2017

AKEEM LASISI [20.214]


AKEEM LASISI

Akeem Lasisi nació en Ibadan, suroeste de Nigeria, en 1967. Es un reconocido poeta, profesor, periodista, editor, compositor, cantante, comediante, performer, y entusiasta exponente de la literatura oral.

Algunos de sus libros de poemas publicados: Iremoje: Poesía ritual para Ken Saro-Wiwa (Premio Cadbury de Poesía de la Asociación de Autores de Nigeria), 2000; El canto de la novia, 2001; Noche de mi vuelo (Premio Cadbury de Poesía de la Asociación de Autores de Nigeria), 2005; y Sobre las alas del viento, 2013.

Ha editado algunos video-poemas, videos musicales y CD’s con su propia obra, entre ellos, Post Mortem, Ori Agbe (Para Wole Soyinka), País de las maravillas, Eleleture, Udeme, Ekun Iyawo y Promesa cumplida.

https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/27/News/Lasisi.html



Traducciones de León Blanco


La poesía es

Por el bien de estos pájaros africanos 
Déjennos desmontar el castillo canónico 
Y otorguémosle a nuestra más querida poesía un rostro humano. 
Porque la poesía es y la poesía no es: 
La ironía de la rosa y la rosa en la espina 
La poesía es y la poesía no es: 
La parábola del pájaro y la paradoja de la muerte, 
La poesía es y la poesía no es: 
La locura de Hitler y la sabiduría de Gandhi 
La poesía es y la poesía no es. 
El chirrido de la cama y el parpadeo de los ojos 
La poesía es y la poesía no es: 
Por el bien de estos pájaros africanos 
Déjennos desmontar el castillo canónico 
Y otorguémosle a nuestra más querida poesía un rostro humano.




Soy oriundo de un mito

Soy oriundo de un mito, soy oriundo de la luna, 
Soy oriundo de una raza donde no cantar es un pecado 
Donde no bailar es la muerte 
Donde nos carcajeamos en cantos y reímos en historias 
Hasta nuestras lágrimas fluyen en cascadas serpentinas 
Ah, ellas llevan una marca de rimas terciarias.




Kankia

Empujado contra la pared por la sequía 
De un bloc de notas, Kankia,
Garabatearé un poema
Sobre la palma de tu desierto, 
Aquellos nómadas no nacidos y futuros toros 
Podrán leer la mente interior de un poeta visitante.

Doy testimonio del valor 
Del sol de Kankia  
Que alcanza los campos antes que el rocío.




Agede

Mi espíritu vuelve a ti, arroyo de mi infancia 
Donde tuve mi bautizo de alegría pastoril. 
Donde, un Keats petulante, 
Observé la naturaleza en juego con el ser

Como cuando cobras eructaban, 
Tilapias se arrastraban,
Un martín pescador se posaba sobre la rama de un sauce 
Esperando ansioso su turno para saquear.

Agede:
Confluencia de mi mañana y mi mediodía;
Mi espíritu vuelve a ti, arroyo de mi infancia 
Donde tuve mi bautizo de alegría pastoril.




Lo que le sucede al mar le sucede al pez

                                       (De Iremoje: Ritual Poetry for Ken Saro-Wiwa)

Lo que le sucede al mar le sucede al pez
Lo que le sucede a los ojos le sucede a la nariz
¿Dónde está nuestro propio cielo africano
Que rebosó nuestros graneros en tiempos de cosecha?

Lo que le sucede a la espalda 
Le sucede al pecho
¿Por qué están las alcantarillas tan abiertas
Con aliento tóxico de aceites migrantes?

¿Por qué nuestra tierra cultivable, ahora, tan impotente,
No puede más eyacular vida entre semillas viriles?

Lo que le sucede al mar le sucede al pez
Sabes que somos una raza de emblemas de pesca
Pero envenenaste nuestros ríos con un vertedero continuo
Dile a quien mina nuestra riqueza que piense en nuestra salud

Piensa en clanes enfermos, sin una clínica,
En escuelas silvestres, sin una tiza,
Y el camino tan estrecho y desgarrador, con agujeros laberínticos.

Lo que le sucede al mar le sucede al pez
Lo que le sucede al cielo le sucede al pájaro
Lo que le sucede a nuestras selvas tropicales
Les sucede a las acrobáticas ardillas en los árboles tropicales. 

*




Los poetas y la guerra: El ejemplo nigeriano


Por Akeem Lasisi
Traducción de León Blanco

La relación entre la poesía y elementos de la humanidad tales como el amor, la paz y el desarrollo, es sólida. Como resultado, los poetas a menudo están comprometidos en propagar los valores a nivel personal, comunal, nacional e internacional. Están inclinados a enfrentar cualquier idea, política o desarrollo que puedan afectar a estos ideales. Uno de ellos es la ausencia de paz, o la guerra en sus variadas formas. 

Ningún escritor vive separado de su sociedad. Bueno, una persona creadora necesita tanta privacidad como pueda alcanzar, pero ella es básicamente parte integral del espacio comunitario. El poeta está, por tanto, entre las primeras víctimas donde la sociedad está afectada por la discordia o la violencia total. Es un hecho que un hecho feo tal como una guerra, podría ser materia prima para la literatura. Después de todo, muchas obras aclamadas son documentación o reflejo de terribles acontecimientos que ocurrieron en la sociedad en el pasado. No obstante, los poetas preferirán ser profetas de la paz: viendo señales de advertencia y llamando a la gente al orden a través de obras que directa o indirectamente hablan a sus almas.

Nigeria ha tenido más que su propia parte de conflicto civil. Siglos atrás, diversas zonas del país experimentaron guerras internas que dejaron amplias cicatrices en la historia. Las guerras dejaron muertes, desarticularon comunidades e individuos, mientras causaron también un daño económico. La llegada de los europeos, que colonizaron al pueblo y establecieron un sistema imperial, trajo sus propias guerras, batalladas física, psicológicamente y de otras maneras, en diferentes partes del país. En todas esas épocas, la poesía estaba allí con la gente, con los poetas tradicionales y con los actuales modernistas letrados, criticando lo incendiario y anhelando la paz en sus composiciones.

En la era tradicional, hay un modo en el que puede decirse que la poesía fue culpable o que involuntariamente avivó la violencia. El poeta oral era afecto a ensalzar a los señores de la guerra y a otros agentes similares de conflicto. Les oraban hasta el punto que quienes querían guerra siempre pedían más sangre, especialmente cuando sus hazañas pasadas eran celebradas, mientras la insolencia y la inferioridad de los oponentes se magnificaban. La culpabilidad de los cantantes puede no obstante no extenderse, porque ellos, de todas maneras, crearon espacio en sus obras para servir de sonidos de advertencia a los señores de la guerra. Ellos recordaban a reyes y soldados por igual, la destrucción que trae la guerra y el hecho de que ambos, ganador y perdedor, podrían ser vencidos a la larga.

Después de que el país logró la independencia del gobierno británico en 1960, la unidad, la esperanza, la paz y los sueños de mutua prosperidad reinaron. Esto fue bruscamente interrumpido entre 1967 y 1970, al estallar una guerra civil. Basándose en la lucha por el poder entre el establecimiento militar, los líderes militares de una sección del país fueron   capaces de venderle al pueblo la necesidad de separarse del resto del país. Esto dio nacimiento a la guerra entre Biafra y Nigeria, que causó caos en la política. Desafortunadamente, las guerras difícilmente terminan. Incluso cuando ellas parecen haberlo hecho en sentido físico, las heridas que desataron en los corazones, los recuerdos y los egos de la gente, permanecen allí. Por eso es que no sorprende que 47 años después de terminada la guerra civil nigeriana, sin ganador alguno, el país aún lucha por llenar los huecos que cavó.

¿Cómo preocupó o afectó esto a los poetas nigerianos y a otros escritores? Cuando algunos de ellos presagiaron lo que venía – los generales discutían, se encontraban, se ponían de acuerdo para disentir en diferentes campos dentro y fuera del país – los poetas empezaron a sonar las notas de advertencia. Uno de los más grandes poetas de referencia en este sentido fue Christopher Okigbo, quien, cuando la tormenta se formaba, surgió con un desahuciado y profético libro de poemas titulado Elegías del trueno. En los poemas previó desenfrenadas matanzas y clamó para que todos los elefantes brincones depusieran sus egos. El resto no puede ser sólo historia porque, irónicamente el propio Okigbo fue atrapado en la red de la guerra. Él cargó fusil y luchó del lado de su pueblo en el sueño de una república de Biafra y fue asesinado en el frente de batalla. Para Okigbo, quien había escrito el tempranamente aclamado Laberintos, era el fin de la poesía. Muchos de quienes habían seguido sus obras, y aún continúan haciéndolo, pueden por tanto no parar de extrañarlo y de imaginar cómo pudo haber producido muchos más volúmenes, si el fusil, como parecía haberlo predicho en “Camino del Trueno”; no le hubiera cerrado su boca.

Incidentalmente, el legendario Chinuah Achebe también se unió a la guerra de Biafra como director de imagen de la causa. Él la sobrevivió, pero fue una experiencia que sería siempre parte de su vida hasta unirse a sus ancestros hace cuatro años. Así, tan amargado quedó que un año antes de morir, en su último libro, Había un país, hizo algunas declaraciones coléricas que casi causan otro tipo de guerra civil.

El primer nobel africano laurelado, Wole Soyinka, también tuvo un trato injusto durante la guerra. Aunque no trabajó para los biafranos ni para el lado federal, su simpatía estuvo con los primeros, porque creía que los asesinatos en un golpe militar, que suscitaron la agitación separatista, fueron sesgados contra el lado biafrano de Igbo. Soyinka estuvo contra la guerra porque creía mejor dirigirse a la injusticia. Él, que estaba en el proceso de su propia y peculiar búsqueda de la paz, viajando al oriente bélico fue detenido por el gobierno federal, y llevado a prisión. La experiencia produjo un buen número de poemas, tanto en él como en otros poetas.

Otra estrella del equipo entre los poetas de la guerra de Nigeria es J. P. Clark. A diferencia de sus otros tres contemporáneos, es conocido por haberse distanciado de la insurrección y persistentemente haber escrito contra ella. Su poema de post-guerra, “Los dados de baja”, enseña al lector que en el conflicto todos fueron víctimas– incluyendo sus colegas cargando armas y aquellos percutiendo tambores de guerra en el exterior.

El reto de manejar la paz que vino después – incluso si, como Achebe quiso verlo, fuera una Paz Civil– también ha sido una preocupación de los poetas nigerianos, como la de muchos otros cuyos países han tenido una experiencia similar. Ha habido disturbios esporádicos que han mantenido a los escritores atentos. Lo que esto significa entonces es que, como el festival de poesía de Medellín busca hacerlo, es que los poetas tienen un rol fundamental en profundizar la paz, mientras protegen y celebran los factores que elevan a la humanidad.







On the Wings of the Wind: Poems by Akeem Lasisi


INTRO

Let me sing my widow’s mite
Into the immortal thrift
Of earlier brides

Although I may be a thin-handed child,
I have a role to play in my mother’s chores.
No matter how small the organ of the groom
He will not borrow another man’s for the midnight course.

This eve of my flight,
I wish to tour the universe on a bill of words,
Weaving weird and winsome sounds
Into one nuclear family of borderless songs.

I hook my voice
To the server of time,
Strike a bilateral chord
With unassuming angels of seasonless things.

I am in tune with some other realms
Where their nights are brighter than noons
Where autumns are cool,
Winters warmer than interior chamber of a pregnant womb.




AGEDE

My spirit returns to the childhood brook
Where I had my baptism of pastor joy,
Where, a petulant Keats,
I watched nature at play with self

Where when cobras belched,
Tilapias cringed
A kingfisher perched on a willow’s branch
Eagerly waiting for her looting turn.

Agede:
Confluence of my moon and noon;
This night of my flight,
I rinse my fears into your memorial pot,
Claim the promise of nuptial bliss
As I hear memorable rhymes of your mating frogs.




G.R.A.

(For Wale Adeeyo)

I think like never dying
In this opulent garden of living things,

I love to sing when the earth is green
When the sky is blue

When the magician chameleon is trapped
In its endless pranks for mottled forms.

Within my inner self,
Every desert is getting green

The artic is warm, dungeon is cool
The dumb chant, the deaf dance

Lepers laugh at lofty miracles
Of rising nails

The rainbow, philanthropic with bowls and bowls of synthetic dyes,
Spread the glad tidings to ragged birds.




BRITISH COUNCIL GARDEN

Under this mango tree,
Nature sobers my parting nerves
With a million kilohertz of sexy breeze.

Suddenly I shrink into a trance
Only to rise and see on dongoyaro leaves
The fall of my ageless fever
Vividly printed on nature’s palms.

Within a century of a minute’s ease
I forget all the whispers of hunger,
Signals of regimenting pains
From a plenary pest in my resilient flesh.



BADAGRY

Coconut palms too
Play a Christmas host to the musing bride
Their leaves as soft as stone,
They hold in immortal contempt
The fiery deeds of autumn-ous swords.

Sometimes I count myself a family of the palms
For despite the fiery deeds of vagrant climes
My skin is dark and dark across the year
And the source of my mammary gland:
Strange, bemusing
Like the source of water in the coconut fruit.



AROCHUKWU

Sometimes when I die in thought
I wish the garden egg
Spring forth from my pastoral tomb,
Because I ate from Adam the forbidden fruit

My life is never always a honey pot;
Because of random incursion of fair laughter
My tongue is not always a lobe of bile,
Now a vessel of the sweet-and-sour,

Sometimes when I die in thought
I wish the garden egg,
Wish the garden egg
Spring forth from my childhood’s grave.



OPEBI

A mile above the city’s towers,
The sky cups her cheeks
On the trestle of her palm;
Canvassed in mournful clouds,
Her countenance a wrinkled tabloid
Of a sophomore’s art.

Far above the ocean view,
Right in front of Chrisland Square
A crowd gathers around a myth;
Hit beyond wailing
Only cursing man, cursing mammoth
Cursing God for watching man carry out his heinous spree.

Just behind the Cedi Towers
Only adjacent to Global Bank – a torso
Her eyes were plucked
Her breasts,
Her vital temple
Gone were all with the ritual axe.



KANO

Ado Bayero,
Like Israel like Kano,
I pose like Holy Moses, trembling in awe,
At the threshold of thy holy land.

Like Kano like Israel,
I dump my bridal shoes
For my feet to kiss the sacredness
Of your earth

For here in the Emir’s galaxy,
There is more to earth than shoes can feel,
Face to face with tradition,
From a diary to clay

I read the testament of a heritage:
A canvass of breathing clay
Decking the palace walls
In canonical grace.




DAURA

The dongaris draped in layers
Of Rose and pine
Each wielding a Moses’ rod and ornate whip,
Fling the gilded palace gate for the birds of flight –
A blaring horn for my gorgeous train,
Daura, I want to tread your earth with my feet unfettered

Let the flower girl take charge
Of my bridal shoes.

The magnitude of the palace universe
Finds its peer in the Volta sphere,
From the outer hall
Of canonical clay,
A lake conducts my train into Tiga Dam
Tiga to a Nile

Until here before my wondering eyes
A seasome hall of precious clay.

Then, tell the gods of Geography
To update the map of the world:
There is a separate planet in Bayagida’s Square.
Here in the Emir’s haven where the past is young
Like a northern star;
Face to face with tradition,
I read the diary of nobility on the lips of clay
Decking the palace wall in canonical grace.

https://www.africanwriter.com/on-the-wings-of-the-wind-poems-by-akeem-lasisi/





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