viernes, 17 de febrero de 2012

5925.- MARCELO VILLA NAVARRETE




MARCELO VILLA NAVARRETE
(Quito, Ecuador, 1981). Miembro del colectivo Machete Rabioso Editores. Publicó el poemario Brújula de polvo (2006). Obtuvo una mención en la Bienal de Poesía 2010 (Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo Tungurahua) con el poemario Persistencia del árbol. Segundo lugar en el Primer Concurso de Microcuentos Microquito (2010).

mvillanav@yahoo.com


POEMAS DE "PERSISTENCIA DEL ÁRBOL"


1
Si la sangre no anega el desierto, si no hierve la saliva al cruzar el laberinto, si por la hojarasca no ruedan los ojos, entonces no.

2
Surco de neón, río invisible que brama y no cesa; cantar de cerezos, efluvio de seda y alabastro; sol siamés que germina e incendia un bosque.

3
No este cuerpo que extravió la lluvia, no estas manos invisibles desgarrando la sangre, no estos gritos que lamen los talones, no este hedor a mañana de agujas recobradas, no este nombre, no esta prisa, no el silencio.

4
Este y otros rostros. El bufido de cada peldaño al rozar el acantilado. Una sola mortaja de pétalos hilvanada con vinagre y rocío. Embarcaciones con velas de hielo. Este y otros pasos. Los sauces se recuestan en la espesura. Silencio.

5
Quién ha deslizado sus dedos en orquídeas de invisibles pétalos, quién ha tensado el arco y dispuesto la flecha para horadar la pulpa, quién era miel y hundió su lengua en miel.

6
En mis manos usted devenía en pluma, en camelia, en bolsa de té. De cada beso usted huía mas quedaba su sonrisa. Y una vez, la última, usted entró, buscó refugio en mis costillas. Corrí aullando entre campanarios y bocinas de automóviles: la sangre hervía y ya era tarde, siempre fue tarde: usted bebió silencio y no resbaló de mí.

7
Estas sábanas de soterrados pinceles, este azufre sobre lámparas, este vórtice desecho, yo.

8
Mírame: no pedí ese árbol desangrado (¿era sangre del árbol o de mis ojos?), pero como tantas veces subí, ebrio de sal y pétalos, y procuré no escuchar el latir del viento. En realidad fue solo un estribillo, cada vez más nítido y vacío, y el hambre de caer, apagarse, ser mis escombros, y decir: mírame.

9
Ni el ardor o el hielo de sus cejas, ni el páramo de su pecho, ni el eclipse surcado en su ombligo. Sí sus pies y sus manos de hostia, sí la leche de sus labios, sí el trigo derramado en su cintura.

10
Cae fría, ciega, exhausta, la luna, sobre estos cuerpos que solo saben inflamarse, reconocerse a oscuras, subir al dolor.






Bólido


bajo los cedros
animales de dos espaldas
zurcían bolsillos para calentar sus manos
ocho pares de zapatos
podaban el césped tras una pelota
un vestidito amarillo se enredaba
en las cadenas del columpio.


iban a ser las cuatro
cuando recordé la cita
y escapé de la burbuja verde
como la savia tras el corte del hacha


recordé que aún no revelo
las fotografías de la playa
y que faltan diez páginas
para acabarme el libro prestado
y que a mis vientres
aún no sé domar un bólido


¿y si hoy me embistiera
algún mamífero?






Jinete


cuando tenga un hijo
habrá un sol ocultándose de mi ventana
y quizás porque ya no seré
la única sangre derramada por el mundo
cada día se alternarán
la dicha y la agonía
qué podré decirle a mi hijo
sobre la guillotina del tiempo
la miel silvestre de las caricias
o los verdugos que acechan nuestras espaldas
tendré que dejarle caer
sobre una almohada de agujas
o sobre un abismo de pétalos
será otro jinete embistiendo la noche
y no tendrá más alternativa
que deambular con su brújula de polvo






Salchipapa


una mujer que tenga un archipiélago en el vientre
y que todas las mañanas se ahogue en la carne 
de dos o tres mil naranjas
y si se me permite un detalle singular
(como quienes prefieren hojas de papel periódico 
para escribir sus odas)
una mujer pechos de gorrión
pechos como los panecillos que venden en riobamba
cholas creo que se llaman y tienen relleno de dulce de panela


pero hoy no es riobamba
y mis vísceras solo ríen cuando albergan una salchipapa
¡todos quieren salchipapas!
deambulan por los nervios de la ciudad
con los ojos derretidos sobre anuncios luminosos
cursos de computación chifas discotecas hostales salchipapas


la servilleta que nunca alcanza a limpiarte la grasa que engulles 
feliz un engrudo salado-picante-dulce
y abajo oh sorpresa la salchicha
será de perro o de cartón pero igual
y más abajo miles de papas
manjar de dioses preso en una bolsa de plástico amarillo


me voy me voy al circo
dos por un boleto es demasiado
apenas entro yo
sobre la delgada cuerda a cinco metros de los espectadores 
las botellas no se cansan de mirarme
vino cerveza whisky agua de los floreros
han venido a ver al payaso chisguete
el único capaz de echarse un clavado en la palangana roja 
y echar agua por las orejas sin que se le corra el maquillaje
mientras tanto los números secundarios sostienen los maderos 
del circo la omota malabarista
o el turco que lanza dagas a la niña tísica


la luna no ha pagado su boleto
la luna es una salchipapa rasgando los remiendos de la carpa
una vez una vez más morir acompasado
hay quien se prosterna ante el ocaso de cerveza y cigarrillos
es una peluca cobijando a una mujer
nos adentramos en arenas movedizas y vamos a su celda
quiere sacarme los pantalones inmediatamente
y yo quiero sacarle su blusa y su brazier inmediatamente
sus dos panecillos me lanzan piropos como desde una vitrina
con la diferencia que no hay cristal y puedo tomarlos cuando quiero
mi nariz comprueba el buen aroma y sin más doy un mordisco 
a cada uno
ella grita furiosa eres un animal
me saca a empujones
y apenas recojo mi ropa con el rabo entre las piernas


cuando llegué
los sabores de mi boca inmortalizaban el circo
la mayonesa y la salchicha y el vino agrio y las migas de cholas 
entre los dientes
en la semioscuridad de las velas arropé mis huesos






Travesía


abandonar
el canto de los manglares
y atracar en el corazón
de una manzana podrida.






Sandía


llegaste
a hundir los velos de su carne


ahora bajo las ramas
susurra una grieta de miel





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