Suzanne 'Alaywan, poeta libanesa nacida en Beirut en 1974. A causa de la guerra debe pasar su niñez entre Andalucía, Paris y El Cairo. Estudió periodismo en la Universidad Americana en El Cairo. Según su propio testimonio escribe, dibuja y sueña... Entre sus obras destacan Un ser llamado amor (2001), Lámpara ciega (2002), Imaginemos la escena (2004) y Los desórdenes de la palabra (2006), entre otras.
http://www.suzanne-alaywan.com/
Los desórdenes de la palabra
¿Quién apagó la luz de la luna?
¡Qué lluvia es ésta
que extingue las estrellas?
¡Paredes! ¿Dónde está mi ventana?
¿A quien llora el sauce junto a mi alma?
Y tú, mano mía,
¿de dónde vienes con tanto valor?
Nada,
nada salvo la lluvia
sobre el cristal de la ventana (mi otro rostro)
sobre su silueta amarilla como los dientes del otoño,
sobre la acera cercana y lejana,
nada salvo la lluvia
sobre la pobre calle como un amor pisoteado
en cuya piel apagan los cigarros,
sobre la inmensidad de los árboles
las farolas frías
(hermana de sus corazones
los audaces niños con delantales verdes y en radiantes laberintos),
lluvia
sobre el autobús rojo
sobre los paraguas presurosos como un camino de flores de plástico
sobre los transeúntes junto a la vida>
sobre las nubes
sobre las mariposas de humo
volando apenas
hasta desaparecer
pues nada poseo sino a ella.
Nada,
nada salvo la lluvia.
Porque la mañana perdió su tristeza
porque yo renuncié a mi deseo
y vacié las palabras de sus muchos despojos
porque, sin amores,
mi corazón es la rosa de la oscuridad
mi cuerpo árbol de la ausencia
porque la tinta no es sangre
porque mis fotos no se me parecen
y la luna colgada del armario no es buen abrigo para mi alma
porque absolutamente, de verdad, amé
y sólo cuando fui destruida
comprendí el volumen de la tragedia
porque esta ciudad me recuerda
con voz de mujer que soy incapaz de olvidar la derrota
porque Dios es uno y la muerte no es tenida en cuenta
y porque no volveremos a intercambiar nuestras cartas
la lluvia provoca
en el vacío entre una gota y otra
este eco atroz.
Los desórdenes de la palabra, 2006
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
Empecemos por el final
Dos enamorados en la noche.
Temerosos
como dos lágrimas
en los ojos de un niño
penetrando el corazón
su rosa herida.
Su abrigo en sus hombros
su brazo alrededor
temblando
de frío y libertad
como dos hojas de un árbol
desnudo.
El la ama
y ella le ama
pero
al final de la larga calle
se separarán.
Mirad el mensaje
que difunde
su triste mirada
desde su maleta
mirad las luces que se extinguen
tras sus pasos
el enjambre de estrellas
que precipitan sus alas.
El solamente
se llevará
sus cálidas lágrimas
ella desaparecerá
en la encrucijada
reclinada
sobre su sombra
y la ternura de sus últimas palabras:
Que los ángeles te acompañen.
¡Qué cruel es la vida!
Imaginemos la escena 2004
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
¿Quién acabará el sueño?
“Un puente de madera verde
una barca que a su paso da luz al río y las ventanas
los abrigos están fríos
con sus desnudas sombras
cubren los árboles y los monumentos.
En el espejo del agua
la profunda negrura
dos rostros juntos surcados de lágrimas
vasos de un último brindis.”
De pronto abro mis ojos,
un techo, sol y jaqueca.
En la polvareda de luz
se esconde
detrás de los fantasmas de las cortinas
una noche,
un puente
y dos enamorados.
Hermoso niño
hubiera sido posible encontrarle en la vida
si no estuvieran todas estas paredes tras los años.
Una muchacha que se me parecía
cuando yo me parecía.
Los abandoné allí
en la larga calle
en la encrucijada
en la maleta, en el mensaje y las estrellas que caen sobre la lluvia.
¿Se separaron en verdad?
Duermo
perdida por el sueño
incapaz de devolver algo de ellos
hasta mí.
Mi corazón penetrado
mi rosa herida.
Aquí me detengo.
¿Quién acabará el sueño?
Imaginemos la escena, 2003
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
Marte
Nada volví a desear en la tierra.
Los países de Dios ya no fueron amplios,
las almas se encogieron
como viejos zapatos.
Los continentes
los pueblos
los corazones
los linajes de asesinos y asesinados.
El sol bestia feroz
la noche, murciélago grande que muerde la carne de las estrellas.
Los cadáveres
son más numerosos que las flores
y la noria de sangre
sigue dando vueltas.
Lámpara ciega, 2002
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
Metáforas engañosas
Todo aquí es figurado
la pared y la ventana
las sombras del techo,
la puerta es una ilusión entre dos vacíos,
mi nombre y las lágrimas de tu lámpara.
Lámpara ciega, 2002
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
Donde no hay sombras
Porque la blancura es desconcertante como un país desnudo, construiré en esta mancha del vacío una pequeña casa de madera coloreada. Sus dos ventanas, tras los cristales, mirando al frente; su puerta que sonría. Y a pesar de que allí ni hace sol ni llueve convertiré su techo en sombrero donde aniden gorriones que vuelen sobre la alambrada. Detrás haré un jardín sin valla y esparciré las palabras como flores que se abran con solo tocarlas. No estará llena de muebles mi casa. Abandonaré las cosas y sus fantasmas donde no hay sombras.
Lámpara ciega, 2002
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
Lágrimas negras
Noche consejera
en las ventanas
las paredes
su voz apagada
vela sobre la lluvia
las sombras de sus manos temblorosas.
Noche consejera
de pronto
una gata de densa nube
de negro corazón apenas le amenaza el abandono
con todo su corazón apenas teme
que caigan en el manto negro las estrellas de sus ojos
como lágrimas negras.
Imaginemos la escena, 2003
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
Las lágrimas de los peces
Puso el oído en la concha de su corazón
para escuchar
el mar.
Vio una niña
con sus ojos cerrados
dibujando con lágrimas círculos en su alma.
¿Lloran los peces –preguntó
como nosotros
en lo profundo
cuando están tristes y solos?
Imaginemos la escena, 2003
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
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