lunes, 21 de febrero de 2011
3106.- ALICIA TORRES
Alicia Torres. Caracas, 1960, licenciada en Letras de la Universidad Católica Andrés Bello es una poeta-escritora y traductora de reconocida trayectoria en Venezuela y ha ocupado cargos en varias instituciones culturales como coordinadora de publicaciones.
Vivió en Londres 4 años a principios de los 90 trabajando en el Centro Cultural Casa Miranda de la Embajada de Venezuela en esa ciudad y haciendo trabajo editorial para la transnacional británica United Distillers. También en Londres se desempeñó como asesora editorial de la editorial Boulevard Books
Como poeta:
Su libro FATAL, ganador del Premio de Poesía Fundarte, la ha puesto en un sólido lugar en el escenario poético de Venezuela, ya que el libro ha sido reconocido como un punto de referencia obligado. Este libro ha sido objeto de estudio en muchos cursos, seminarios y talleres universitarios, no solo en escuelas de Literatura sino también de Psicología y Antropología.
Aparece en todas la antologías importantes de poesía venezolana y es la escritora que cierra el “Panorama de Literatura Venezolana” del poeta Juan Liscano. También es la poeta la poeta más joven que cierra la “Antología de Poesía Venezolana” de Rafael Arraiz Lucca. Su último libro “CONSIDERACIÓN DE LA ROSA” ha sido publicado recientemente por la Editorial Pequeña Venecia”. Cultora de la traducción literaria, Editorial Planeta publicó su traducción y estudio de la poeta brasilera Ana Cristina Cesar.
El Angel se contempla a sí mismo
Los hombres tienen
un apetito voraz por las alturas.
Cierran los ojos y sueñan
otra delicia y otra tierra menos seca,
pero nada saben en el esplendor de su inocencia.
El cielo es eternamente azul y somos bellos.
Más quién desde aquí podría decir
yo amo, yo tengo,
la fruta está madura, es para hoy?
Aquí estamos todos
para siempre a la vuelta del deseo.
Alas para volar a dónde?
No somos de nadie,
a nadie esperamos.
Ostentamos como un lujo
la media sonrisa de otra muerte.
Como Perceval
(Chrétien de Troyes)
Una gota de sangre en la nieve
es la imagen que amo
por sobre todas las otras.
Yo me desnudo allí,
me invento,
ignorando con elegancia fingida
todo lo que no es esa violencia.
Como la sonrisa cruel e innecesaria
que se le brinda a un adversario derrotado
o como cuando vienes con la boca
todavía húmeda
y yo te miro pasar con desapego.
La gota de sangre en la nieve
es como lo que espero
acodada en la lividez de este silencio.
Antes de la consumación
Es inquietante esta violencia.
No digo de los nervios.
No digo del deseo
o de la lengua.
Digo una violencia
de bienvenida
a una abundancia que anida en cúmulos
azules y grises más allá del horizonte.
El amor o la muerte truenan
en la bóveda del mundo
y mi piel, salada de tiempo,
se estremece como el flanco de una yegua.
Fuera de mi línea de visión
hay un destino eléctrico.
Respiro y respiro:
un animal esperando el diluvio.
de Consideraciones de la rosa, 2000
Gina Saraceni, En-obra. Antología de la poesía venezolana.
1983-2008, Editorial Equinoccio, Universidad Simón Bolívar,
Caracas, 2008
SACERDOTISA
A veces juego con la idea de matarte
(después de todo, querido,
nadie es inocente)
y entonces pienso en sacerdotes antiguos
ataviados de oro y lino blanco,
incienso rumbo a los cielos,
la precisión de la obsidiana afilada
en noches de luna menguante,
un pecho al descubierto,
la tensión rápida y certera
de una mano educada para el puñal,
el placer de los dioses,
la satisfacción del deber cumplido.
Y hay orden de nuevo en el mundo,
la lluvia se derrama por los campos,
el viento hincha las velas aqueas
y la tierra es fértil otra vez,
pero entonces tú te acercas, querido,
con los brazos abiertos
y yo sonrío culpable
besándote la garganta,
las muñecas, la sien.
La vida, allí donde late vulnerable.
Del poemario Fatal (Fundarte, Caracas, 1989)
INVOCACIÓN
Ven a tu casa, Toro.
Ven a tu casa, Señor de los tres tiempos.
Tienes ojos incomprensibles
y cuernos adornados
con el desmesurado vigor del mediodía.
Ven a tu casa y truena
por estos austeros corredores
que desde siempre te esperan.
SIMPLICIDAD
Una pared blanca.
Sol y plantas creciendo
en un silencio de entrega perfecta.
Una claridad mediterránea
donde algo como polvo
flota ingrávido en la luz
a la vez inexpresable y banal de la mañana.
Esto que apenas soy
si me busco con sencillez
en la limpieza del instante.
Del poemario Consideración de la Rosa
( Pequeña Venecia, Caracas, 2000)
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Hola Fernando, esa foto no es mia, no soy yo! Si quiere deme su email y le envio una
ResponderEliminarUn saludo
Alicia
pues perdona Alicia, a veces ha pasado, dee paso puedes actualizar tus datos o mandar más poemas y perdona de nuevo
ResponderEliminarsabido49@gmail.com