Cristián Basso Benelli. Poeta y dramaturgo nacido en Santiago de Chile en 1976 con ascendencia italiana (Florencia, Regione Toscana). Ha participado en diversas revistas y muestras de poesía como Cartas Credenciales (1994), Poesía Chilena para el siglo XXI (1996), Génetrix: antología de poesía joven (1999), Guía de la Poesía Erótica en Chile (2000) y La poesía de una migración: poetas ítalo chilenos (2006) Poesía Chilena del Siglo XX (Polonia, 2008). Cursó sus estudios de Educación Media en el Liceo Darío Salas. Es Profesor de Castellano y Licenciado en Educación y Magíster en Literatura por la Universidad de Chile. Ha participado en encuentros y congresos de literatura en Chile, España y Uruguay. Actualmente, dirige el Taller de Literatura “Ecos Emergentes”, prepara la edición de su nuevo poemario y fue presidente de la Asociación de Escritores Italochilenos del Istituto Italiano di Cultura de Santiago entre 2007 y 2008. Es académico de literatura y español. Discípulo del escritor y poeta Samir Nazal y actualmente compilador de su obra poética inédita. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés y al italiano.
Obra literaria
Muebles de Carne y Hueso (Teatro, 1993)
Alalia (Poesía, 1994)
22 Voces de la Novísima Poesía Chilena (Poesía, coautoría con Carlos Baier, 1994)
La tierra de las visiones (Novela infantil, coautoría, 1999)
El amor insecto (Poesía, 2003)
Manía de Hojas (Poesía, 2009)
Premios
Premio Especial en Poesía, Concurso Canto a la Tierra (Chile, 1990).
Premio Gabriela Mistral de Poesía (Ciudad de Santiago, Chile, 1992).
Premio Iberoamericano de Poesía Paz y Cooperación (Madrid, España, 1992).
Medalla Rubén Darío al Mérito Intelectual (Chile, 1992).
Beca de Poesía Fundación Pablo Neruda (1992).
Premio Consejo Nacional de Instituciones Privadas de Formación Superior (Chile, 1993)
Premio Provincia Cordillera a la trayectoria literaria (Chile, 1996).
CREDO
De "El amor insecto" (2003)
No le creo a tu pasión
resuelta sobre almohadas
ni a la sangre
que en preguntas bulle.
Ya sé, la piel a los olores se acostumbra
a convertir en miel sudores agridulces.
No le creo a tu cara de ternura,
brisa calcinante sobre arena,
reptil borracho del crepúsculo,
obligado a caminar sin nombre.
No le creo a las rendijas de tus labios;
más fuerte se retorció el aire.
No le creo a tu placer,
cuchillo fiel de filo suave,
roce tras roce, llamándome al secreto
de la fiesta con campanas del deseo.
Sólo creo.
Cáscara quemada
Voy y vengo de la década,
del metal que cuentan las horas,
sobrevuelo la raíz del pánico,
acerco la oreja a todo lo que huele
en cada uno de mis actos
para verlos crecer hasta apagarse
en la oferta de la muerte
que huele a cáscara quemada.
Entre tanta luz,
¿qué habrá sido
de esa luz tenue de las velas?;
¿dónde habrá olvidado sus ropas
esa muerte que tocó mi espalda
y se perdió en las alamedas?
Ya sabes,
eso de amarnos se asesina de mirarlo;
su madera no la sorben las aguas.
Esas ya las dejamos atrás.
No somos dos ojos en la mesa,
estamos en la década;
un paso más y la salida.
Sólo nos quedarán algunos ruidos.
Nadie recordará que fuimos paraje.
Oyendo a Carpenter`s
I
Mi dolor geométrico, triangular,
ojo de Dios grabado sobre el pecho,
columna vertebral, mortuoria rueda
que gira a solas
en un paraje yermo al que no acudimos
sino en sollozos, ecos o bramidos.
No vayas,
estoy aquí con mi frazada de hielo,
esperando que regreses a vivirme otra vez.
A escuchar a Carpenter’s juntos y alegres
en ciudades diminutas.
Nuestro gobierno era esa canción de siempre
que volaba al sur,
saliva translúcida
que se hacía golosina para compartir.
II
Te tomara en brazos y rezara
sin el horror de verte desaparecer
alrededor de los días que avanzan;
fuera sable para arrancar pastizales y ciénagas,
ofrendarte monedas de oro
en pleno desierto.
Con las manos trizadas de tierra, te alcanzara
corriendo, camino adentro, cayendo
como en mí mismo
cuando trepo árboles de vidrio
y el alma es una rata que huye de la noche.
Te rodeara de ritmos en abriles mutuos.
Te buscara años para verte venir hacia mí,
viejo fantasma aparecieras vivo.
El aire es el mismo.
La misma consistencia de aire
que hueles desde lejos es lo mismo,
desde donde te trajera horas triangulares
que ataron a tu cuello.
III
Y amaneciera feliz, una mañana feliz,
corriera feliz, feliz agitara los brazos
para invitarte a la llanura a jugar.
Te arrancara de raíz el miedo,
la hebra silvestre del pánico.
Te sacara a correr como de niños
a la luz de una tarde
que nos esperaba rodeados,
aferrados al tronco más cercano.
Te besara recién bautizado,
te llevara guiado por la linterna de la risa,
carcajada que se vuela de súbito en paloma.
Te escondiera el terror
en un vaso de agua cristalina
y lo volcara tierra abajo
para no dormir sobre él,
estiércol.
Te devolviera otra vez el pan
y la esperanza de cargar la noche
en una fiesta deseada.
Te ofrendara el mismo cuerpo,
tuyo o mío, mío o tuyo,
para que hablaras de nuevo de tus sombras
y fueras feliz
como yo, oyendo a Carpenter’s.
(MANÍA DE HOJAS, RIL Editores, 2009, 128 p.)
Ilustración del artista Fernando Cordovez.
LA LÍRICA DE LA NOCHE
Y se acaba en esta noche
la lírica de la noche:
un ventanal es todo lo que miro.
Las manos sosegadas de barrancos.
La radio, sin andar; yo, frente a un cerro.
El mundo de esta parte está dormido.
Me quiero en el latido de la bruma.
Está la noche entrando en su noche.
Me quiero aquí desnudo en la terraza,
mirándome estos pies que no son míos.
Adentro, ni llamadas ni ropas repartidas,
ni sábanas luciendo los restos de unos besos.
El mundo de esta parte está dormido.
De "Manía de Hojas" (RIL Editores, 2009, 128 páginas)
Delirio
Ahora todo está en juego.
Las ventanas se recuestan
en la cicatriz de los mundos.
Los golpes caen fuertes.
La tiniebla de llorar
y retener las lágrimas por dentro.
Ahora todo está en juego.
Las fiebres de la conciencia arden quemando.
La piel ha perdido sus pinturas.
Ahora todo está en juego:
los párpados se cierran vencidos.
Todo está en juego
y si no muero
es un milagro.
Dos poemas de "El amor insecto"
Encúbreme en el sueño
Encúbreme en el sueño
la caída lenta del olvido
para llegar, antes del alba,
libre de miedos, alegre de sonidos.
Temo decir a oscuras,
palabra luminosa que olvidamos
desde niños.
No cedas a la pena
si el árbol es más viejo que el racimo.
Y el mundo, un infierno diminuto
para los dos: manzana y paraíso.
Sonriéndole al universo
A Bortis Basso Benelli
Viniera la noche de pronto,
abriera las puertas para entrar descalza
a contar uno a uno
agujeros
en las alas de los pájaros.
Colmara la sed.
No vaciles, hijo mío, así no
osciles, hijo rasgado,
yerba fresca arrancaron para ti de la orilla.
¡Vive de pie!
De "El amor insecto" (RIL Editores, Santiago de Chile, 2003, 116 p.)
MAREA ALTA
La noche es un astro entre nosotros.
Cabalga solitaria en la laguna.
Se ahogan las estrellas en la luna.
Cabalga la noche como un potro.
La hierba nos ata y no sabemos otro
sino el canto que se clava en la duna.
Se repite el silencio en la laguna;
la noche es un astro entre nosotros.
En el mundo la tierra nos encuentra
simulando dos cuerpos que se duermen,
balanceados como frutas siniestras.
Padecemos la luz mientras se adentra
el sentimiento con su capa inerme.
Vamos creyendo que la noche es nuestra.
De Alalia (1994).
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