Yolanda Nieves
Yolanda Nieves nació y creció en el barrio Humboldt Park de Chicago.
Es profesora del Wright College. Estudió la licenciatura y la maestría en Organizational Development en la Universidad de Loyola y su doctorado en Educación es de la National-Louis University.
Nieves es poeta, dramaturga, directora, educadora, actriz y fundadora del ensamble La Vida Bella, una de las pocas compañías de teatro a nivel comunitario en Chicago. Su obra ganadora, The Brown Girl’s Chronicles: Puerto Rican Women and Resilience, fue puesta en escena de costa a costa en los Estados Unidos y en Broadway. Por su labor como profesora, en 2016 fue galardonada con el Andrew Kirchmeier Teaching Award.
Por su activismo a través de la poesía ha sido ponente plenaria en la Universidad de Manchester, la Universidad de Guanajuato, la Universidad de Bucarest, la Universidad de Puerto Rico, la Universidad de Chicago y la Universidad del Noreste de Illinois. Sus proyectos de activismo y educación la han llevado recientemente a Costa Rica, Guatemala y a Arizona con la Nación Hopi.
Nieves es autora de los poemarios Doves Over Clouds y The Spoken Body. Ha sido publicada en El Centro Journal for Puerto Rican Studies, Revista Diálogo de DePaul University, en el San Francisco New Directions for Adult and Continuing Education Journal entre otras revistas.
La poesía de Nieves está escrita en su mayoría en inglés, aunque incrusta palabras y versos completos en español creando un efecto emotivo en el lector. La voz poética de Nieves es altamente femenina y reconstruye diversas figuras históricas puertorriqueñas. Se preocupa por explorar la herencia puertorriqueña desde diferentes perspectivas y resalta elementos culturales positivos.
Yolanda usa la historia como una de sus herramientas favoritas en su poesía. Investiga sobre personajes puertorriqueños que han dejado huella tanto en la Isla como en el continente. Manifiesta constantemente ese ir y venir de las generaciones entre Puerto Rico y Nueva York o Chicago. Recrea a Pura Belpré, quien fue la primera bibliotecaria latina en la ciudad de Nueva York y quien se enfocó en proveer un espacio intelectual digno para muchos latinos a través de su labor en las bibliotecas públicas. Hoy en día hay un apreciado premio de literatura infantil que lleva el nombre de Pura Belpré.
Nieves no nos deja olvidar las migraciones de Puerto Rico a los Estados Unidos y lo duro que es este proceso para los migrantes y para las familias, que muchas veces se quedaron en la isla. Muchos migrantes puertorriqueños llegaron a trabajar en fábricas, empacadoras de carne y en cocinas de hoteles o restaurantes. Nieves nos lo recuerda con sus versos.
Figuras icónicas como Rita Moreno tampoco son olvidadas, son recreadas a través de jóvenes soñadoras, hambrientas de un modelo femenino al cual seguir. A través de las luces del cinematógrafo, la voz poética baila, canta, sueña y encuentra esperanza en la soledad de la oscura sala iluminada, tan sólo con la luz de su imaginación.
He tenido el privilegio de compartir el escenario en Chicago con Yolanda Nieves, poeta puertorriqueña con un gran corazón.
Para esta ocasión he seleccionado y traducido “La primera bibliotecaria puertorriqueña”, “Migración puertorriqueña de 1950” y “Todo lo que tenía era Rita Moreno”.
Por Xanath Caraza
Copatrocinado por el Smithsonian Latino Virtual Museum
http://www.periodicodepoesia.unam.mx/index.php/4600
La primera bibliotecaria puertorriqueña
Hablándote pienso en ella—
Pura Belpré
mientras zurcía encaje en los vestidos con los dedos
recordaba historias con el corazón.
Pura significa inmaculada—
Los vientos migratorios
la llevaron de Puerto Rico
a Nueva York
sostenida por un hilo
de pura fe
No regresó a su hogar
hasta después de la boda de su hermana.
En las colonias
su parentela hambrienta de historias
creyó que los libros se reían de ellos
sin nadie con quien hablar
de la isla llorona, de montones de caña,
huesos, lluvia y familia que se quedó,
los recuerdos eran
piezas puras
de sufrimiento.
Pura Belpré
toda brazos, pies y corazón
recopilas tradiciones orales, nuestras historias,
derrites el hielo que congeló nuestras lenguas
nos devolviste el resplandor de nuestro pasado
nuestras historias tienen ciudadanía en los libros.
Migración puertorriqueña de 1950
Hace años había cómo vivir,
una manera dura en la isla
la caña explotó en el barro rojo
el sudor en la ceja
de un cortador de caña cansado era todo
lo que él podía beber. Su hijo la tendrá mejor.
Había un niño que agitaba
un machete contra la caña
que de tanto los brazos
se hicieron tan fuertes como un árbol de mangos.
Levantó el machete
lo movió con frenesí.
Estoy aquí. Trabajo con dolor.
Hay tanto dolor que no hay donde esconderlo.
Un avión voló llevándolo
con una columna vertebral fuerte, músculos maduros
esperanzas como llamas quemando a través del miedo.
El niño voló tan lejos
que su dolor se empequeñeció dentro de él.
En su nuevo país se convirtió
en seguidor de su propia sombra,
una lengua atorada al fondo de la garganta,
un alargado reflejo de azogue en platos
de hotel, hueco como su esperanza,
ojos rojos del trabajo de fuego,
recuerdo perdido de por qué había venido.
El joven envejeció,
las cicatrices viejas no pudieron cubrir las anteriores,
recordó a su padre cargando caña,
una dulce hermana, chicos risueños.
Conteniendo la pena sus pies tropezaron con el pavimento,
levantó los ojos para llorar frenéticamente,
Estoy aquí. Trabajo con dolor.
Hay tanto dolor que no hay donde esconderlo.
No quiso olvidar cómo fue
que la esperanza se volvió algo pequeño dentro de él.
Todo lo que tenía era Rita Moreno
El teatro del barrio donde se habla español
del lado puertorriqueño de la ciudad destella
luces de neón argenta y dorada
dentro me siento muda
rígida como una figurilla de porcelana detrás de un cristal
pretendo una nueva vida, terrible y bendita,
espero que la luz penetre mi mundo.
Baila hacia la entrada de mi corazón
la salpicadura de un cometa
fiera pasión
mi miel y mi leche
dulzura cantada
agraciados brazos, piernas, cuello
meneando las caderas más grandes que las olas.
Para ser eso
querida
debes ser dueña del universo
en un galope de orgullo
soy lánguida en su luz
la dulzura del mundo quizá vuelva.
Mi felicidad está en los labios de la noche
mis días están hechos de trapeadores y tapas de baño
seria pena y duda,
es la locura que se encoje arrugada bajo los pies.
Soy niña durmiente arrancada
de las garras de la invisibilidad.
No necesito hablar de nada más
es suficiente verla bailar
no me permite desaparecer
una lección resalta como un arpón
en mi mano.
A LESSON LEARNED IN CHICAGO
You strut in with gang signs in your eyes,
I arrive with books under my arms.
You have lived on the streets where
the cry of your mother has become broken glass,
your stepfather's belt buckle a scar on the edge of your eye,
his fist a split bone in your nose.
We sit in a room
until we find a story we can share,
a short one for a short time.
It keeps you from gazing out the window,
from becoming a cloud.
My hope hangs on the edge of a cliff.
All day I hope; trying to give you new things to consider.
You, in turn, have given me the dark dreams,
of death spilling red under my feet,
of trouble flashing in the corner of my eye.
I study your eyes-they become birds
detached from my words
Across the street young boys
rise up and explode.
What is a book to them if they cannot read
their own stories or utter their own names?
I cannot make you copy the problems
on the board; you have too many of your own
What happened last fight-
the body shot down next to you,
cops pulling back your neck
thrusting their stick in your ribs
until you screamed
These are the subjects that worry you
a book will not help now.
I do not know how your story flew away
and became a small thing under us.
I want to remember your eyes;
they have wings.
I keep your desk by the window
a pencil and some paper ready for you.
GANG GIRLS
For a dead girl of fourteen
her hair could not be more beautiful
her lips and nostrils seem to quiver
but her cheeks are flat, her brows too serious
she used to laugh easily.
It is a hard place to be-this pine box
Some hands try to touch her cheeks
neighbors whisper their sadness to each other.
Soon a flower will be planted over her heart.
It happened so fast
soft mumbling, heads shaking back and forth
what a shame, such a shame.
When you live on a block that knows gangs
there are no rules
certain things are impossible or mangled
few grow up to believe in great things
death is a fever that laughs at children
a language of hate rises to swallow them.
Gang girls are slow in thoughts of peace
landscape of empty names, empty eyes
sitting on rotten thrones, there is a ghost in each one
bellies stuffed with revenge their breasts nurse violence
their tongues grow cold, their hearts grow cold
they run through flames more dead than alive.
A mother burns then bursts into pieces
cursing them, waving her fist
while they jump the fence folding into darkness
their days travel backward vanishing into the streets,
into dark houses or the edge of a knife.
PUERTO RICAN
MIGRATION 1950
Years ago there was a way of living,
a rough manner on an island
the cane burst through the red mud
and the sweat on the brow
of a tired cane-cutting man was all he
could drink. His son will have better.
There was a boy who swung
a machete against the cane
for so long his arms
grew as thick as a mango tree.
He raised his machete
waved it frantically,
Estoy aquí. Trabajo con dolor.
Hay tanto dolor que no hay donde esconderlo.
A plane flew carrying the boy
with a strong spine, ripe muscles
hopes like flames burning through fear.
The boy flew so far away
his pain became a tiny thing
inside of him.
In this new country he became
a follower of his own shadow
a tongue stuck to the back of a throat
a reflection stretched gray on hotel dishes
hollow like his hope
eyes red from the fire of work
he lost the memory of why he had come.
The young boy became an old man
the old scars could not cover the older ones
he remembered his father carrying
the cane, a sweet sister, laughing boys
holding grief his feet stomped the pavement
raising his eyes he cried frantically,
Estoy aquí. Trabajo con dolor.
Hay tanto dolor que no hay donde esconderlo.
He did not want to forget how it was
hope became a tiny thing inside him.
Mujer de Guatemala in the Years of the War
You are a Mayan parable
a lesson with broken arms and legs;
the consciousness of a country
braided tightly around your head.
Sky, sun, earth leave a list of scars
healed by the birth of the coffee beans you sow.
The popping of distant gunfire keeps you awake.
You sleep with your eyes open waiting to make
a treaty with the morning. You are guarded by
the faces of your brethren that smile in the fog.
You wave. They are your namesake, the disappeared.
Herbs and flowers honor them on your alter by the stove.
Suddenly the night is made red and orange by your sons
hung like burning torches swinging upside down
from your papaya tree.
You dream you are inside a truck, wrists tied behind
your back. Questions. Blood. More questions.
Your Quiche tongue waves like a shredded red flag
tied to the snout of a machine gun. Thighs are opened
like the throat of a singing bird. Many men enter you
and dig deep enough to break a well of blood.
Arms unfurl your body into a crowded ditch.
Rain moistened your lips. Death glanced your way.
A thirsty chick squats by the ashes of your torched home.
You curl the old rosary blessed by el padresito in your palm.
The bananas tied to the hinge of your door are ripened black
good only for flies and maggots.
Your daughters scattered like seeds in the nearby mountains
are the little rivers in your eyes.
Your men seeped in mud flesh pecked by hungry birds
feed the foliage.
The sound of silence is speckled with the wailing of
women by the graves.
There are quiet things left; the soft breathing of the trees,
the smoky fingers that rise from a morning fire,
church bells chirping in the distance and a long
horizon of stories rolled into a ball
translated into a whisper from your scream.
by Yolanda Nieves
Diálogo: Vol. 8 : No. 1 , Article 18.
Available at: http://via.library.depaul.edu/dialogo/vol8/iss1/18
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