domingo, 16 de noviembre de 2014

ANA LUCÍA DE BASTOS [14.025]


Ana Lucía De Bastos 

(Caracas, Venezuela, 1983) es licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela; obtuvo el título de magister en EstudosLiterários, Culturais e Interartes en Literatura Portuguesa, de la Universidade de Porto con una tesis sobre poesía venezolana y portuguesa; posteriormente cursó el master en edición de la Universidad Autónoma de Barcelona, desenvolviéndose en esa área; ha publicado ensayos y poemas en distintas revistas y plaquettes; "Y ahora, extiéndeme al sol" es su primer libro.



Sedentaria

Mi cuerpo de ávidas raíces
se impacienta por agarrarse de algo

–construyo casa puente palabras
dejo notas, delimito mi zona, arribo a un olor–

se expande en brazos de ramas abiertas
y siente, con envidia, al aire libre que lo cruza.

–voy dejando casas por el camino
llevo en mí la maleta del abuelo–

Viajo, en mi ventana, con las nubes
sueño, en mi cama, con un largo camino.

Escucho en la noche el paso de los trenes,
me atraviesan en cardumen los manteros del Sahara.





Nostalgia

Te irías con el sol de frente por caminos infinitos
y no llevarías nada.
Nacerías con cada nuevo paisaje
y quien te llamara
no tendría nada en mente.

Poseerías todos los nombres
y podrías ser cada valle
cada calle
cada montaña y nuevo cielo
que fueses encontrando.

Al menos eso soñabas cuando ensillaste tu caballo

Huyendo sin huir, pues nadie te seguía,
abriste la puerta de tu pecho
y desangraste sin firma
todas las piedras que tenías.

El caballo que te lleva no te deja estar en ningún lado.
Eres, tienes todos los nombres
pero no estás.
Nadie puede saber el verdadero
el que escondes en el fondo de tus venas.
Apenas pasas como un reflejo
pues la luz también te ha abandonado.
Cuando quieras bajarte ya no podrás;
un caballo azul galopa en ti,
contigo.

Se alejan juntos
no tienes donde amarrarlo.




Las mujeres crecen
En los árboles

Algunos hombres esperan a que echen frutos para bajarlas,
otros las agarran cuando se caen,
otros las prefieren verdecitas.

Y se las comen






Universidad de Porto

Cuando use un abrigo largo
y no consiga donde meter mis manos azules
mis manos moradas, grises, verdes
Cuando camine por las avenidas
de la ciudad invicta
sin nadie a quien visitar,
escribiré en mis tardes silenciosas
mil poemas.

Escribiré también
una novela
y tres cuentos largos
en donde una joven usa un abrigo
y las manos no sabe ya de qué color las tiene
de tanto vérselas y pensar

Asomada en las ventanas del tren
todo me parecerá ajeno:
Caras
Corazones
Manos
Sonrisas
Abrazos
Saludos

Pues
no hay allí un solo cabello que haya tocado
ni un recuerdo de mí en ninguna memoria

Aquella gente no me espera

No sabe que nací un día de lluvia
y que de niña le pedía perdón a Dios
por creer
o por pensar,
sin querer
que el Cielo podía resultar un sitio muy aburrido,
a la larga.

(oh, Dios, perdona si todavía lo pienso. Si reflexionas y ríes
-que de seguro lo haces, no lo pongo en duda-
te darás cuenta de que es una idea muy graciosa.)

Entonces ahí
én la ciudad de Porto
me convertiré en palabras.
Caminaré de la mano con los párrafos
que se irán formando en mi cabeza.
Me sentaré en los bancos de la plaza
con el ritmo de unos versos
que sabrán a saudade
y, con nostalgia de lo que no he tenido,
lloraré al saberme lejos de todo
y cerca de mí.

Les escribiré a mis amigos,
a mis padres
a mi novio
¡Cuánto los extraño!
Y en la libreta que lleve conmigo
escribiré mil veces
¡Oh, soledad!
Para entonces agregar
Oh solidão!
Pues tendrá dos nombres
uno en castellano, que me tocará la lengua y el paladar
e outro em portugués, que me lambera os ouvidos.

Será por lo tanto dos veces más grande
Mi soledad
y también,
dos veces más hermosa.

Abriré un día los ojos
y se habrá convertido en todo.
Será la taza de café en la mañana
La silla vacía del bus
El piso de piedras de las aceras
Cada acera
Cada piedra.

Tan repartida y múltiple
a minha solidão
que se sentirá acompañada.

Oiré la conversación bilingüe
entre ambas
y transcribiré en mis cuadernos sus palabras.

Haré la novela del hijo,
que le prometí al catalán
y los poemas del cuerpo
que le prometí a mi cuerpo.
Haré un cuento de todo lo que ya no soy
y otro
de todo lo que nunca he sido.
Rellenaré las hojas de todo lo que me faltará
de todo lo que dejé al irme a esa ciudad.

Pero un día
Alguien me tocará el hombro
Me tropezará
sin querer quizá me empujen
O me estornuden
O me sonrían
Y poco a poco todo me será familiar.

Porto me atravesará.

Gritará más duro que todo el vacío que me acompañe
y se convertirá
luego de tomarme la mano
en una nueva ausencia

Oh, Porto
escribiré luego
¡Cuánto te extraño!
pues todo lo que veré en el tren de regreso
Manos
Corazones
Sonrisas
Abrazos
Saludos
Me pertenecerá.



A Luis Miguel Navas lo cortaron en pedacitos

Cuando llegamos a casa había unos hombres en el techo del edificio. Não é teto, é telhado, dijo mi tío corrigiéndome. Así, la palabra se convierte en frontera, lo que es cara no es sello, porque tiene otro nombre. La sombrilla, al contrario, es sombrilla por abajo y por arriba, como también lo es la alfombra: el lado que roza el piso y el que roza mis pies. El techo y el tejado son inseparables pero diferentes, la otredad encontrada de espaldas. Lo que tapa mi cabeza é teto, lo que aguanta el sol y la lluvia, é telhado.

¿Y cómo se llama el reverso de la piel? Meto mi dedo en la boca, donde ya no es mejilla sino teto: todo tan a carne viva. Muerdo el carrillo, que no encía ni labios. Es húmedo y contiene el aliento, un túnel con entrada de luz antes de llegar a ser garganta, que no cuello, y sumergirnos en la oscuridad recubierta del dorso, aquella que soporta sangre, vísceras y huesos.









Ana Lucía De BASTOS: "La poesía es, en el fondo, forma"
Por Daniel FERMÍN

La escritora venezolana publicó "Y ahora, extiéndeme al sol"

A Ana Lucía De Bastos (Caracas, 1983) le regalaron una versión ilustrada deMargarita, el poema de Rubén Darío, cuando sólo tenía cinco años. El libro le gustó tanto que empezó a recitarlo de memoria en cualquier parte (en el colegio, en casas de familiares). Fue el primer acercamiento a la poesía de la escritora, que ayer presentó en El Buscón Y ahora, extiéndeme al sol (publicado por Bid&co).

El primer poemario de la autora caraqueña es una recopilación de sus viejos textos. De Bastos reunió poemas que tenía desperdigados en las libretas, cuadernos y correos. Hasta que se dio cuenta de que había familiaridad en ellos. El cuerpo, la piel, el espíritu, la palabra, el verbo, el amor. De Bastos explora en varios temas en su ópera prima.

Y ahora, extiéndeme al sol tiene intenciones narrativas. Hay poemas en los que la autora cuenta alguna situación. De Bastos cree que la poesía siempre puede hacer uso de otros géneros literarios. "La anécdota me sirve como el vehículo que lleva el sentimiento, la emoción que quiera transmitir con el texto. Los poemas son, en el fondo, forma", dijo la Licenciada en Letras por la Universidad central de Venezuela (UCV).

El poemario de De Bastos tiene menciones a otros autores. Eugenio Montejo, Roberto Calasso, Hanni Ossott, Herberto Helder, entre otros ("todos tenemos padres y madres en la literatura", dijo). También hay textos en los que se hace referencia a las voces, a decirlo todo en la escritura. "Hay quienes escriben porque la realidad no les basta. Yo lo hago porque a mí me la realidad me abruma, lo hago como una forma de afrontarla", agregó De Bastos, que hizo un máster de edición en la Universidad de Barcelona. 

La pasión de De Bastos por los libros va más allá de la escritura y/o de la lectura. La poeta también está al frente de un proyecto de corte artesanal (Alhilo editorial), que de momento sólo ha publicado un título en su catálogo (Días raros, de Sara Fratini). "Lo hago como un ancla al país, para tener algo al volver", concluyó la autora, que hoy está residenciada en España. Allá, mientras, le da forma a su primera novela.


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