viernes, 30 de agosto de 2013

GIOVANNI PAPINI [10.410]


Giovanni Papini
Giovanni Papini (Florencia, 9 de enero de 1881 - íd. 8 de julio de 1956) fue un escritor italiano. Inicialmente ateo y escéptico, posteriormente pasó a ser un fervoroso católico.
Nacido en Florencia en 1881 y fallecido en 1956 es uno de los escritores más importantes que ha dado la Italia del siglo XX.

Fue hijo de un modesto comerciante de muebles de la calle Borgo degli Albizi. Lo bautizaron a escondidas para soslayar el fuerte ateísmo de su padre. Fue un niño precoz, introvertido y falto de afectividad y cariño. Adoptó desde pequeño un talante escéptico, pero lleno de curiosidad por las diversas doctrinas y religiones. Una de sus ilusiones tempranas, nunca abandonada, era escribir una enciclopedia que resumiera todas las culturas.

Alrededor de 1920, un año antes de publicar su Historia de Cristo, se produjo su conversión al catolicismo, no sin escándalo y sorpresa de todos.

En 1935 obtuvo la Cátedra de Literatura Italiana en la Universidad de Bolonia (a pesar de que sus estudios solo lo habilitaban para enseñanza primaria) pero que no ejerció debido a problemas en su vista (en 1938 rechazó la misma cátedra pero de la Universidad de Florencia); las autoridades confirmaron la "impecable reputación" de Papini a través de ese nombramiento. En 1937, Papini publicó el primer y único volumen de su Historia de la literatura italiana, dedicada "A Benito Mussolini, amigo de la poesía y de los poetas", que fue de gran consideración para la academia, especialmente en el estudio del Renacimiento Italiano.
También ese mismo año fue nombrado miembro de la Real Academia de Italia, la mayor institución cultural del país, y en 1939 Presidente del Centro de Estudios Nacionales sobre el Renacimiento. Asimismo, fue vicepresidente de la Federación Europea de Escritores desde marzo de 1942. A mediados de 1944, refugiándose de la postrimería de la Segunda Guerra Mundial, Papini abandonó su casa de Bulciano (destruida luego por los bombardeos ingleses) e ingresó al convento franciscano de Verna. Murió en 1956 en su natal Florencia, ciego, mudo y paralítico.

Algunas obras destacadas

La crítica europea considera que su mejor obra es Gog, una colección de relatos filosóficos, escritos en un estilo brillante y satírico, y hasta el propio Papini confesó amarla por sobre todas las otras. A ella le siguió, muchos años después, como continuación, El libro negro, con igual estilo brillante y satírico. Sin embargo, Un hombre acabado (autobiografía) es considerada por muchos otros como su obra maestra.
Por otra parte, su obra El Diablo, una de las últimas, fue objeto de grandes discusiones y controversias. En ella explica cómo el amor de Dios al ser tan grande y magnífico, al llegar el Juicio Final, se compadecerá de todos los sufrientes, cerrará el infierno y redimirá a todos los pecadores, lo cual es incompatible con la doctrina de la Iglesia Católica. Además, entre sus obras religiosas están Historia de Cristo, San Agustín, La escala de Jacob, Cartas del Papa Celestino VI a los hombres y Juicio Universal (póstuma).
En palabras de Jorge Luis Borges, "Si alguien en este siglo es equiparable al egipcio Proteo, ese alguien es Giovanni Papini, que alguna vez firmara Gian Falco, historiador de la literatura y poeta, pragmatista y romántico, ateo y después teólogo". El propio Borges dice que "hay estilos que no permiten al autor hablar en voz baja. Papini, en la polémica, solía ser sonoro y enfático".

Obras

Por orden cronológico:

El crepúsculo de los filósofos (1906)
Lo trágico cotidiano (1906)
El piloto ciego (1907)
La otra mitad (1911)
La vida de nadie (1912)
Memorias de Dios (1912)
Palabras y sangre (1912)
Un hombre acabado (1913)
Veinticuatro cerebros (1913)
Pragmatismo (1913)
Bufonadas (1914)
Mi futurismo (1914)
Cien páginas de poesía (1915)
Virilidad (1915)
La paga del sábado (1915)
Cercenaduras (1916)
Primera obra (1917)
Veinte razones en prosa (1917)
Polémicas religiosas (1917)
Carducci, hombre (1918)
Días de fiesta (1918)
Testimonios (1918)
La Europa Occidental contra la Mitteleuropa (1918)
La experiencia futurista (1920)
Historia de Cristo (1921)
Pan y vino (1926)
Los operarios de la viña (1929)
Herejías literarias (1930)
San Agustín (1930)
Gog (1931)
Florencia (1932)
La escala de Jacob (1932)
Los amantes de Sofía (1932)
Los nietos de Dios (1932)
Retratos italianos (1932)
Retratos extranjeros (1932)
Dante, vivo (1933)
El saco del ogro (1933)
Ardengo Soffici (1933)
Poesía en prosa (1933)
Poesía en verso (1933)
La piedra infernal (1934)
Grandeza de Carducci (1935)
Historia de la literatura italiana (Vol. I) (1937)
Los testigos de la pasión (1937)
Italia mía (1939)
El rey Lear (1939)
Figuras humanas (1940)
Medardo Rosso (1940)
La corona de plata (1941)
Exposición personal (contiene Soliloquios de Belén) (1941)
La imitación del padre (1942)
Cielo y tierra (1943)
Recuerdos de juventud (1943)
Cartas del Papa Celestino VI a los hombres (1946)
Hojas del bosque (1946)
Primo Conti (1947)
Pasado remoto (1948)
Santos y poetas (1948)
Vida de Miguel Ángel en la vida de su tiempo (1949)
Las locuras del poeta (1950)
Descubrimientos espirituales (1951)
El libro negro (continuación de Gog) (1951)
El Diablo (1953)
Concierto fantástico (1954)
El espía del mundo (1955)
Extrañas historias (1955)
La logia de los bustos (1955)

Póstumas:

Las felicidades del infeliz (1956)
El muro del jazmín (1957)
Juicio universal (1957)
Poesía y fantasía (1958)
Segundo nacimiento (1958)
Ciudad feliz (1960)
Testimonios y polémicas religiosas (1960)
Dante y Miguel Ángel (1961)
Escritores y artistas (1961)
Filosofía y literatura (1961)
Autoretratos y retratos (1962)
Cristo y santos (1962)
Diario (1962)
Informe sobre los hombres (1977)

En colaboración:

La cultura italiana (con G. Prezzolini) (1906)
Viejo y nuevo nacionalismo (con G. Prezzolini) (1914)
Poetas de hoy (con P. Pancrazi) (1920)
Diccionario del hombre salvaje (A-B) (con D. Giuliotti) (1923)
Prosas de católicos italianos de cada siglo (con D. G. De Luca) (1941)








HAY UN CANTO EN MÍ
(«C'è un canto dentro di me»)


[traducción de Ricardo R. Laudato, 2003]


Hay un canto en mí que mi boca jamás pronunciará - que no escribirá mi mano en ningún trozo de papel.

Hay un canto en mí que debo escuchar yo solo, que debo padecer y soportar solamente yo.

Hay un canto preso en mis venas como los celestiales adagios del argentado órgano - hay un canto que como la raíz del gladiolo no florecerá bajo el alud.

Hay un canto en mí que estará siempre en mí.

Si este canto saliera de mi corazón, quebraría mi corazón.

Si este canto escribiera mi mano, ninguna otra palabra escribiría mi mano.

Este canto no se dirá sino en la última hora de mi vida; este canto será el inicio de una feliz agonía.

Hay un canto en mí que no puede salir de mí porque no se han creado aún las palabras necesarias.

Un canto sin medida y sin tiempo; sin ritmo y sin leyes.

Un canto sin ningún sosiego y que astillaría cualquier lenguaje.

Un canto inatendible sin que el alma se intimide por la sorpresa y se coloree de otro sol.

Un canto más respirado que dicho, más presentido que expresado: son de luces, rayo de acordes.

Un canto sin ansias de música porque sería más melodioso que cualquier otro instrumento conocido.

En mi corazón inmenso, que por días abarca el universo, a este canto, le cuesta quedarse adentro. En los minutos más angustiantes de la vida, este canto querría derramarse de mi corazón demasiado estrecho como el llanto de los ojos de quien se llora a sí mismo. Pero lo rechazo y lo engullo, pues junto a él también la sangre de mi corazón se derramaría con la misma furia voluptuosa. Lo encierro en mí mismo porque no quiero morir aún.

Soy una víctima dulce de este canto divino y homicida. Debo cerrar el corazón como la puerta de una cárcel y sofocar sus latidos sobrehumanos como si fueran remordimientos. Y ser, con toda mi ternura, el hombre feroz al que no se acercan los débiles.

Porque mi canto sería un aterrador canto de amor, y ese amor abrasaría todo lo que toca.

El amor que solo cobija es apenas tibio, pero el verdadero amor en el mismo soplo besa y destruye.

Este amor resplandecería tanto de candente avidez que ese día la tierra iluminaría al sol y la medianoche sería más ardiente que el mediodía más ardiente.

Pero yo no cantaré jamás este canto terrible que me consume sin que nadie tenga compasión de mi tormento.

Yo no cantaré jamás este canto maravilloso del que mi temor reniega y que espanta mi debilidad.

No cantaré este canto porque nadie podría sustentar la infinita, la desgarrante, la dolorosa dulzura.


(de Opere di Giovanni Papini. Volumen decimoséptimo que incluye: Poesia in prosa. Cento pagine di Poesia - Giorni di Festa. Nueva edición aumentada. Vallecchi, Firenze, pp. 273-276. Originariamente en Cento Pagine di Poesia, 1915, con alguna ligera modificación).




C'È UN CANTO DENTRO DI ME


C'è un canto dentro di me che non potrà mai uscire dalla mia bocca - che la mia mano non saprà scrivere sopra nessun pezzo di carta.

C'è un canto dentro di me che devo ascoltare io solo - che devo soffrire e sopportare soltanto io.

C'è un canto chiuso nelle mie vene come gli adagi celestiali nelle canne argentate degli organi - c'è un canto che non fiorirà come la radice del giaggiolo sepolta sotto la frana.

C'è un canto dentro di me che che resterà sempre dentro di me.

Se questo canto uscisse dal mio cuore romperebbe il mio cuore.

Se questo canto fosse scritto dalla mia mano nessun'altra parola più potrebbe scrivere la mia mano.

Questo canto non sarà detto che nell'ultima ora della mia vita; questo canto sarà il principio d'una felice agonia.

C'è un canto dentro di me che non può uscire fuori di me perché non furono ancor create le parole necessarie.

Un canto senza misura e senza tempo; senza ritmo e senza leggi.

Un canto che non può adagiarsi in nessuna forma e che spezzerebbe qualunque linguaggio.

Un canto che nessuno potrebbe ascoltare senza che la sua anima fosse sgomenta dalla sorpresa e ricolorata da un altro sole.

Un canto più respirato che detto, più presentito che manifestato: suono di luci, raggio d'accordi.

Un canto che non desidera nessuna musica perché sarebbe più melodioso d'ogni strumento conosciuto.

Dentro il mio cuore così grande che a giorni contiene l'universo questo canto è così grande che ci sta a gran fatica. Nei minuti più angosciosi della vita questo canto vorrebbe traboccare dal mio cuore troppo stretto come il pianto dagli occhi di chi piange se stesso. Ma lo respingo e lo ringhiotto perché insieme a lui anche il sangue del mio cuore traboccherebbe con la stessa furia voluttuosa. Lo rinchiudo in me stesso perché non voglio ancora morire.

Son la vittima docile di questo canto divino e omicida. Debbo serrare il cuore come la porta di una carcere e soffocare i suoi battiti soprumani come tanti rimorsi. Ed essere, con tutta la mia tenerezza, il feroce a cui non s' accostano i deboli.

Perché il mio canto sarebbe uno spaventoso canto d'amore e quest'amore brucerebbe tutto quello che tocca.

L'amore che riscalda soltanto è appena tiepido ma il vero amore nel medesimo soffio bacia e distrugge.

Quest' amore sarebbe così splendente d'infocata bramosia che in quel giorno la terra illuminerebbe il sole e la mezzanotte sarebbe più ardente del più bruciato meriggio.

Ma io non canterò mai questo terribile canto che mi consuma senza che nessuno abbia compassione del mio tormento.

Non canterò questo canto meraviglioso che la mia paura rinnega e che fa tremare la mia debolezza.

Non canterò questo canto perché nessuno potrebbe sostenerne l'infinita, la straziante, la dolorosa dolcezza.


(da Opere di Giovanni Papini. Volume diciassettesimo. Poesia in prosa. Cento pagine di Poesia - Giorni di Festa. Nuova edizione con molte aggiunte, Vallecchi, Firenze, 1932, pp. 273-276. Originariamente in Cento Pagine di Poesia, 1915, con qualche leggera differenza).










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