Enju Tanaka
(田中槐, Hamamatsu-shi, Shizuoka, Japón 1960) es una reconocida practicante de tanka y fue, durante años, crítica de poesía en el Asahi, uno de los mayores diarios de Japón.
Enju Tanaka: Humedad
湿度
Qué insoportable
esta humedad de junio
en que me enredo.
Voy caminando en fila,
con los brazos cruzados.
Hace ya mucho
caminaba del brazo
de un hombre
y sobre mi caía
una lluvia excesiva.
Parecería
que a oscuras la humedad
se hace más densa.
Estiro cuanto puedo
las piernas en el cuarto.
Siempre que baja
la presión atmosférica
es doloroso.
Sólo se oye un sonido:
es el de tus pulmones.
Ah, cómo pesa
en el cuarto la ropa
puesta a secar.
Me llegan los murmullos
de lo que hice a un lado.
Parecería
que tuviera otra piel
bajo la piel.
Y tal vez en los ojos
un doble cristalino.
Por todos lados
huellas de pies desnudos
y pegajosos.
Bien pisoteada esa
armonía doméstica.
De las rodillas
para abajo desnuda,
qué largos huesos,
qué cuerpo tan extraño.
Vamos a pelar nísperos.
Toda la ropa
del invierno, tan gruesa,
se ha vuelto inútil
y ahora hay que llevarla
a la tintorería.
Suda uno a chorros,
no deja de chorrear
un solo instante.
Qué humedad espantosa
es la humedad de junio.
Te regalaron
una copa de vino:
como en su caja
de terciopelo en una
grieta la guardas.
Tú ya no eres
la de todos los días:
temperatura
del cuarto regulada
y una manta en los hombros.
Está en la sala,
levemente sudado
y sin embargo
durante el sueño siempre
desprotegido el cuello.
Tanta humedad
le llega hasta a los muertos.
Como una suave
mentira va envolviendo
el agua de tu cuello.
Control remoto:
aire acondicionado:
dos grados menos.
Y la temperatura
es la misma en mi pecho.
Ginebra, vodka,
ronrico y luego otras
espirituosas.
Alcoholes tan fuertes
que nos duela beberlos.
Peptobismol
antes de emborracharse.
En días claros
también llevar paraguas.
Esa clase de vida.
Voy a pensar,
con la temperatura
del cuarto al minimo,
mientras me voy secando,
qué cosas increíbles.
Ropa arrojada
al suelo, como escamas.
Duele quitárselas,
tal vez porque así estamos
más cerca de los muertos.
Tanta humedad
no nos deja siquiera
salir del cuarto.
¡Con llave, sí, con llave,
cerrar, cerrar con llave!
Versión de Aurelio Asiain
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