Antonio Cubelos Marqués
Ponferrada (León), 1974
Libros publicados:
-La mitad de la luz. Ediciones Vitruvio. Col. "Baños del Carmen". Madrid. 2009
-Julia, agosto, septiembre. Ediciones Vitruvio. Col. "Baños del Carmen". Madrid. 2013
-Hablo contigo, Ediciones Tigres de Papel, Madrid 2016
De La Mitad de la Luz
La Casa Oscura
Es la justa certeza
de estar sólo ante el mundo
hay tanta gente que huye,
que sostiene
después de tanto tiempo
una excusa en las manos.
Es la justa certeza
Esa llamada que nunca recibimos; ese dolor
de los espacios hostiles.
Porque no hay refugios
sino tan sólo pronósticos.
Esta necesidad de luz.
La casa oscura, el niño
que todavía ama.
Dados (de hielo)
El juego de conversaciones repetidas
de ojos negros al fondo
de los bares
el instante aquel
el horizonte crítico de las esperas
y una vuelta a casa
con el miedo a los cuerpos
de la noche
Qué fácil
el vacío
Sonríen algunos ángeles
caminando de espaldas
El deseo
es contundencia también
Y el olvido
tu mayor fortuna.
Ángel
Hay quienes piensan que es
como el viento,
como la súbita luz
en la tormenta
al final del verano: no sabemos
y nunca
durará en la memoria.
Solamente una vibración, un aleteo;
acaso, el fulgor
de un aliento, unos cuantos pasos
más atrás. En la luz aún palpitante
del abismo, al fondo en la pupila,
es el más solitario.
Es solamente un guerrero;
conducido por el ardor
y la resurrección.
Epílogo
Hubo más muertos.
La fe pública en silencio esperaba
al borde en los caminos.
Pero no hay tiempo;
hay nieve negra cayendo en las palabras.
Y aquí, alzada la memoria,
derribo el corazón
buscando
para nunca jamás el paraíso.
(regreso a Es Baluard)
Como un juego, medirse
en las alturas: frente al mar
-aquella lámina- buscar equivalencia
en la marea, las mismas piezas
en un orden distinto. El aire
no es demasiado cómplice: esparce
solamente brasas, rescoldos
llamemoslos fugaces, que arden
todavía al azar, que lo alimentan,
contra toda lógica,
avivando
una neblina densa, un dispersar ciego
sin acaso ambición. La ciudad, mientras,
se oscurece en su historia, encuentra
laberintos nuevos, nuevas paradas
donde cerrar los ojos. El orden,
nunca escrito,
se cuela por los poros
de la piel. Por ello,
otra forma de estar, de asumir
el presente: como el agua
la misma dictadura;
mirar, sin tanto vértigo,
la costa modelada
a su capricho.
(De "Julia, agosto, septiembre)
Caminar descalzo
Es la hora
de las puestas de sol,
el deterioro de un ritmo
lleno de fotos fijas.
El tiempo pasado es nítido;
madurado en la boca,
el tiempo, concebido sin música,
puede imaginarse
adherido a la piel.
Derraman
fragilidad las horas.
La luz, no complaciente,
a la que llaman costumbre.
Los párpados, las cortinas abiertas,
dejan pasar la brisa. Cualquier
pensamiento ahora
tiene olor a madera.
Caminar descalzo
por un suelo ya antigüo: también
la memoria cruje;
y da confort.
En otra memoria
Sin lazo alguno
este tiempo se agota
como en fotos
no reveladas por la lejanía
pero sí en otra memoria
de quienes pudimos ser
aquí
sin desatarnos.
Nunca
Nunca ha cesado
en realidad, sigue ahí,
el silencio, solo esa charca
sucia, que nunca
desemboca. Sigue ahí.
Alimentada
de sí misma, engullendo
cadáveres de ruidos, risas,
pieles. En sorda
o pesada digestión. Nunca
un lugar maloliente
tuvo un nombre
tan claro:
memoria.
Huellas en el bosque
Las huellas en el bosque son el hambre,
son deseo, tal vez, de una manzana,
el animal herido es solo un fruto.
Mientras tiemblan las hojas todo ocurre:
si resbala la sangre es ya de noche,
si alcanzase hasta el día era poema.
Acuérdate
Mira por la ventana, y aprende
de la lluvia: tantas gotas
iguales, cayendo
en la misma dirección,
no pueden estar equivocadas.
Observa este aire limpio,
el sendero del agua
que dura
entre los charcos; mira
este suelo brillante donde pisas.
Como si la calle
se asomara a tus ojos, apenas
por primera vez.
Acuérdate de esto; ese mar
de tu infancia,
los ríos de juventud,
tienen el mismo origen:
el más tormentoso
de los días.
-Hablo contigo, Ediciones Tigres de Papel, Madrid 2016
(acuérdate)
Mira por la ventana, y aprende
de la lluvia: tantas gotas
iguales, cayendo
en la misma dirección,
no pueden estar equivocadas.
Observa este aire limpio,
el sendero del agua
que dura
entre los charcos; mira
este suelo brillante donde pisas.
Como si la calle
se asomara a tus ojos, apenas
por primera vez.
Acuérdate de esto; ese mar
de tu infancia,
los ríos de juventud,
tienen el mismo origen:
el más tormentoso
de los días.
*
Luna vaso de leche
para las voces puras sin paraguas:
bebed aquí,
bebed del seno oscuro,
esta noche os cobija el animal sagrado.
En el vaho soñoliento en vuestras bocas
toda la luz que exhale cada labio:
sean los ríos que engendren cada noche,
oraciones sin huella, mientras dure caliente,
sea camisa abierta, luciérnaga, pecado.
.
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