miércoles, 18 de abril de 2012

6551.- JUAN JIMÉNEZ



JUAN JIMÉNEZ (Ingenio, Gran Canaria, 1940) Licenciado en Historia por la Universidad de La Laguna y autor de los poemarios Canción necesaria con María C (1966), Y no es por el peso del sol por lo que cae (1968), Itinerario en contra (1980) y Epigramas (1995).
Es uno de los poetas canarios más interesantes de la segunda mitad del siglo XX. Vivió su infancia y primera juventud en el árido sur de la isla de Gran Canaria, y este ambiente de pobreza material campesina y de rebeldía impregna buena parte de su obra. Juan Jiménez es un poeta severo y duro, pero de esa severidad rigurosa nace el juego del lenguaje, y de la dureza la ternura. Siempre curioso y necesitado de saber más, es poseedor de una cultura amplísima, que hurga en los orígenes de la civilización occidental. Por su procedencia y sus acciones en clara oposición al poder y sobre todo a la dictadura franquista, parecía estar destinado a escribir poesía social, combativa y política. Ha escrito poemas en esa clave, pero sin duda Juan Jiménez va más allá y sabe entender muy pronto que la vida son acciones y la poesía debe ser ante todo literatura. “Escribir bien es revolucionario”, escribió Julio Cortázar, y algo similar podríamos decir de Juan Jiménez. Sus temas son la esencia del ser humano, la soledad, el viento como metáfora del alma y el amor, sobre todo el amor. Es un poeta amoroso, pero no al estilo almibarado de los cartelistas del siglo XIX, sino de amor con mayúsculas, que es dolor, fuerza, pasión y a veces odio. Su obra poética comienza con La Canción necesaria con María C, continúa con libros como Poemas señalados con el signo más por el odio y el rencor en contra, Para bajar con las palabras hasta la humillación, Y no es por el peso del sol por lo que cae e Itinerario en contra, que es también el título que reúne en un volumen todos los anteriores en 1980, y que significa un mojón en el camino de la poseía canaria. Poeta remiso a publicar a la ligera, publica en 1995 el libro Epigramas, en el que hace un arriesgado y exitoso ejercicio de lenguaje. En su escritorio hay varios libros en proceso de creación, y sin duda muy pronto volverá a sorprendernos con otra publicación que, como todas las suyas, será punto de referencia. Juan Jiménez es sin duda uno de los poetas canarios más interesantes de la segunda mitad del siglo XX.






FÁBULA NARRA

Sobre el tiempo que fue que ya no vuelve
ya no se hable. Mejor, olvídalo.
Olvida que un día te enterraron. A todos enterraron
y todos viven. No trates al mundo
como si tú lo hubieras hecho.
La vida, cuanto nos rodea
no estaba antes. Acomódate, pues, y haz por trabajar
en lo que sepas. Haz palmos tus deseos,
haz decímetros largos por seguir enamorándote.
Consulta en la mujer el peso de tus caricias.
Recapacita sobre el abrazo sólo brevemente
y abre la tierra,
ábrela
firme tendido en sus senos ardiendo.
Prepara la paz para la guerra.
Narra tus besos. Bien,
narra el pan
y el vinagre. Cuanto se te apetezca.

Condúcete noblemente entre los pendejos de tu amada.
Demuestra todo lo benévolo en sus caderas
benévolas y escasas.
No te dejes parar por el odio.
No te pares (no te dejes). Páralo tú. Nárralo tú. Nárralo infalible.
Pero prepara la paz para la guerra.
Y sueña, no te importe. Sueña.
Lucha.
Pero prepara la paz para la guerra.
Prepara la paz para la guerra.

(Del libro Para bajar con las palabras hasta la humillación,
contenido en el ciclo Itinerario en contra, 1980)





Somos dos seres solos por amor, dos solos.
Dos suspiros gritando.

Por donde vamos a salir, por donde.
Somos dos y seremos
más. Pero siempre enjaulados.

Para siempre enjaulados.

Es necesario decirlo gritando.
Somos cantos rodados, labios del sol.
Las piedras que el barranco
levanta contra el aire.

Los que nunca llegan porque estamos solos.

Los perseguidos, los ilusos.
Los que no se detienen.

pero siempre enjaulados.






En este tiempo el campo
siempre estuvo vacío.
Entre tu rostro y el
rostro mío
no galopa el agua ahora.
Sólo el barranco ardido.

Entre tu rostro
y el
rostro mío
está el barranco hundido.






Tu cuerpo arriba eres el cielo y das que tienes
un largo olor de millo rebosando.
Bajo tu falda
el mes de mayo es hembra.

Es hoy el primer día del verano
y mayo
queda en ti, clavado
contra tu frente,
clavado a pedazos contra tu frente
como el dolor de amar cuando se ama
después de mucho tiempo.
Pero para nosotros no.
Ni nunca eso.
Ni tú ni yo estamos para olvidar
que al tiempo muerto va a yacer la hora
la hora y el día entero, el hombre
y su mujer,
la cabra, lo otro y lo otro, y la mirada
más alta.
Y, más al sur de nosotros, el deseo
y el olor del azufre, el tomatero
y el ron
quemado, ronde rones mi señor proletario.
para nosotros sólo de noche el mar viniendo de la tumba, doblando
guitarrón y metalúrgico.

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