miércoles, 18 de abril de 2012

6546.- MANUEL PADORNO

Manuel Padorno Navarro (Santa Cruz de Tenerife, 30 de septiembre de 1933 – Madrid, 22 de mayo de 2002) poeta, pintor, editor y académico español.
De niño vivió temporalmente en diferentes ciudades de las Islas Canarias, norte de África y Barcelona, antes de que su familia se estableciera en 1944 en Las Palmas de Gran Canaria, donde estudió Bachillerato. Desde muy joven se inició en sus grandes pasiones: la poesía y la pintura. La muerte prematura de su padre le obligó a ocuparse del mantenimiento familiar y a abandonar sus estudios universitarios, por lo que su formación fue de carácter autodidacta.
En 1954, con Elvireta Escobio, Manolo Millares, Martín Chirino y José María Benítez, formó el grupo de artistas y escritores vanguardistas de Las Palmas. Con Millares editó la revista manuscrita Astil y realizó el letrismo para una serie de dibujos figurativos de Manolo.
En 1955, tras la publicación de su texto lírico-dramático Oí crecer a las palomas, con portada y retrato de Padorno realizado por Millares, el grupo se trasladó a Madrid, donde convivieron y se relacionaron con los pintores y poetas que más tarde formarían el grupo "El Paso". Al año siguiente, por motivos familiares, regresó a Las Palmas, donde continuó su incesante actividad.
En 1957 escribió Salmos para que un hombre diga en la plaza y Queréis tañerme (inéditos), de marcado tono social, que daría a conocer en revistas y periódicos y en "publicaciones orales".
En 1959 fue cofundador del grupo "Teatro y Poesía" y de la revista radiofónica "La Cometa". Fue uno de los miembros más activos en la lucha por conmutar la pena de muerte de Juan García Sánchez "el Corredera". Escribió Coral Juan García, el corredera (impublicable hasta 1977 en Madrid).
En 1961 se casó con Josefina Betancor. De 1961 a 1963 vivieron en Lanzarote, donde pintó guaches de planimetría constructivista y escribió A la sombra del mar, libro de gran influencia en la poesía española. En 1962 nació su hija Ana Teresa.
Residieron en Madrid desde 1963, donde nació su hija Patricia en 1965. Desde ese año dirigió con Luis Feria la influyente colección "Poesía para todos", núcleo aglutinador de poetas y pintores de la "Generación del 50". En 1969 hizo su primera visita a Nueva York. A partir de ese año se sucedieron frecuentes viajes con Josefina por Europa, Estados Unidos, Cuba, Jerusalén, etc.
De forma esporádica, a partir de los 70 comenzaron sus exposiciones pictóricas.
En 1970, Juana Mordó editó la carpeta Torquemada, con seis serigrafías de Manolo Millares y el poema de Padorno que le da nombre.
Escribió Charing Cross en Londres, 1971.
Su trabajo en poesía y arte fue continuo y fecundo, equilibrada su obra por una autocrítica normativa y violenta; sus breves publicaciones Papé Satàn, Torquemada, Forjario y Charing Cross, propusieron, indefectiblemente, en un tiempo de censura y silencio, una ruptura con los esquemas mentales tradicionales e inauguraron, con su meditativo rigor y su misterio, uno de los procesos dialécticos más personales de la poesía española.
En 1972 creó con Josefina Betancor la editorial Taller Ediciones JB, realizando una importante labor, en la que cobró especial relevancia la difusión de los autores canarios, asistiendo anualmente desde entonces a la Feria Internacional del Libro de Frankfurt (Frankfurt Buchmesse). Escribió textos, diseñó y editó para Juana Mordó libros y catálogos de artistas de la galería (Rivera, Farreras, Canogar, Chirino, Mompó, Equipo Crónica...).
En 1976 participó activamente en la redacción del "Manifiesto del Hierro".
A partir de los años 80 expuso con mayor asiduidad su obra pictórica en Madrid, Barcelona, Canarias, Oviedo, Alicante, Sevilla, París, Estocolmo, Jerusalén...
En 1983 expuso (del 9 de junio al 5 julio) "Nómada urbano" en la Galería Aele, Madrid.
En 1983 fundó "La Banda", grupo artístico, con los pintores Don Herbert y Francis Warringa. Su texto “Palabras al son de un contrabajo”, se convirtieron en el manifiesto del grupo.
Como gran dinamizador cultural, a lo largo de toda su vida propició la creación de proyectos de gran calado sociocultural. En 1985 fue nombrado por el Gobierno de Canarias asesor de la Consejería de Cultura, desde la que desarrolló una intensa labor durante dos años, resultando un revulsivo que convulsionó el espacio cultural de las islas, dinamizando y motivando la creación en todos su ámbitos: literatura, pintura, fotografía, música, moda, teatro, etc, poniendo las bases y plantando las semillas de lo que sería un "inquieto despertar" de la Cultura en Canarias. Consiguió entre otros logros la adquisición de la antigua fábrica de tabacos "La Regenta", reconvirtiéndola en Centro de Arte y sala de exposiciones.
Creó el grupo musical Nocturna Free en 1987 y comenzó a colaborar habitualmente con la prensa canaria y nacional; codirigió el suplemento cultural "La Fábrica Atlántica" del periódico Canarias7, colaboró en el programa de radio "Bajo la Luna" en Radio Cadena Las Palmas de RNE.
En 1988 montó el Happening: "Paseo de Don Domingo Rivero por la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria", con la colaboración del Dr. D. Juan Oliva.
En la década de los 90 escribió y pintó intensamente ya instalado junto al mar, en su casa de Punta Brava, Playa de Las Canteras, además de continuar con otras múltiples actividades como lecturas, conferencias, viajes, dentro y fuera del país.
En 1992 fue nombrado Asesor de la Fundación César Manrique, Lanzarote.
En 1993 formó parte del jurado del Premio Montblanc a la cultura en Canarias y leyó el discurso de presentación del Premio Especial a Josefina de la Torre.
Fue uno de los principales promotores de la Academia Canaria de la Lengua, de la que fue nombrado vicepresidente en 1999.
En 2001 viajó a Cuba, donde participó en unas lecturas poéticas con Cintio Vitier.
A lo largo de su vida creó una extensa obra pictórica (paralela a su obra poética) en la que se distinguen varias etapas y series como “Nómada urbano”, “Nómada urbano: Toro”, “Nómada marítimo”, entre otras, y nueve carpetas de obra gráfica realizadas entre 1970 y 2001.
Murió en Madrid el 22 de mayo de 2002.
En 2003, coincidiendo con el 70 aniversario de su nacimiento, se presentó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, su libro de poemas Canción atlántica; se inauguró una exposición, de la que da fe un extenso catálogo: Manuel Padorno 1933-2002, en la que se mostró parte de su obra poética y pictórica (que nunca se habían presentado juntas), parte de su trabajo editorial, trabajos para prensa, y también objetos personales y curiosas colecciones que mostraban una visión del Manuel Padorno más personal. Así mismo se celebraron unas jornadas sobre su obra con amplia participación de importantes personalidades de la cultura española. En 2004 se presentó en Las Palmas de Gran Canaria y en Santa Cruz de Tenerife.

Obra

Literaria
Libros Publicados
Publicada en Canarias, Madrid, Barcelona y Valencia, la producción poética de Manuel Padorno se compone de:
Oí crecer a las palomas, Tipografía Lezcano, Las Palmas de Gran Canaria,3 (1955)
Antología inédita, 1959, Pliegos de Poesía San Borondón, Las Palmas de Gran Canaria, (1960)
A la sombra del mar, Rialp, Madrid, 1ª ed. (1963)
Papé Satàn, Inventarios Provisionales, Las Palmas de Gran Canaria, agosto, 1ª ed., octubre, 2ª ed., (1970)
Coral Juan García, el corredera, Taller Ediciones JB, Biblioteca Popular Canaria, Madrid, (1977)
Una bebida desconocida, Colección Banana Warehouse, Taller Ediciones JB, Las Palmas de Gran Canaria, (1986)
A la sombra del mar, Cabildo de Lanzarote, Arrecife, Lanzarote, 2ª ed. (1989)
El náufrago sale (1981-89), que incluye: Una bebida desconocida (1985-86), El animal perdido todavía (1980-87) y En absoluta desobediencia, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, (1989)
El nómada sale, antología que incluye, además de poemarios conocidos, una muestra de libros inéditos: A la sombra del mar (3ª ed.), Conejera (1963), Código de cetrería (selección), Ética (selección), Una bebida desconocida (2ª ed.), El animal perdido todavía (selección), En absoluta desobediencia (selección), Loor del solitario (selección) (1987) y El hombre que llega al exterior (selección), Biblioteca Básica Canaria, Ediciones Vice consejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, Islas Canarias, (1990)
El hombre que llega al exterior, Editorial Pre-Textos, Valencia, (1990)
Sobre la indiferencia y el ocultamiento: la indefinición cultural canaria, en prosa, Fundación Mutua Guanarteme, Las Palmas de Gran Canaria,(1990)
Desnudo en Punta Brava, Ediciones Hiperión Poesía, Madrid, (1990)
Una aventura blanca, Ediciones Libertarias, Madrid, (1991)
Égloga del agua, que incluye el texto en prosa El contenido vacío, Edirca, Las Palmas de Gran Canaria, 1ª ed., (1991)
Égloga del agua, Ediciones Libertarias, Madrid, 2ª ed.,(1992)
Éxtasis, Editorial Pre-Textos, Valencia,(1993)
Efigie canaria, Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, LPGC, (1994)
Siete poemas para llegar al desvío, Café Central, Barcelona, (1995)
Desvío hacia el otro silencio, Colección Péñola Blanca, nº 1, Fundación César Manrique, Lanzarote, (1995)
La Guía (Antología poética personal, 1963-1994), Ediciones del Bronce, Barcelona, (1996)
Canteras del pájaro de agua, Ed. Carlos José Cardoso Guerra, (1996)
Para mayor gloria, Editorial Pre-Textos, Valencia, (1997)
El pasajero bastante, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, (1998)
Hacia otra realidad, Tusquets Editores, Barcelona, (2000)

Publicaciones Póstumas
Canción atlántica, Los cuatro libros de poesía 1997-2002: Para mayor gloria, Hacia otra realidad, El otro lado y Fantasía del retorno, Tusquets Editores, Barcelona, (2003)
Poemas, InterSeptem Canarias, Santa Cruz de Tenerife, (2004)
El Oleaje, Galería Estampa, Madrid,(2004)
Bestiario atlántico, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, (2006)
Edenia, Tusquets Editores, Barcelona, (2007)
La palabra iluminada (Antología 1955-2007), Ediciones Cátedra, Colección Letras Hispánicas nº 672, Madrid, (2011)







LUZ


Tantos ojos de luz,
tantas manos de luz,
hombros cargados de luz,
barcos
se entierran por la luz,
brazos con luz corriendo,
frentes,
labios,
espaldas encorvadas
de no poder,
hilos,
cuchillos,
niños,
todos de no poder,
ahogándose.
Todos alucinados,
en busca de los abismos,
pozos,
rendijas,
tumbas.
Tanta luz,
tanta luz
y no poder
mantenerla arriba, arriba
en lo alto,
como un racimo celeste,
colgado,
para que pueda
untarse la sien el niño
afilador de esperanzas.




AQUÍ SE VIENE A LLORAR


Aquí se viene a llorar,
quien no esté convencido que no entre.
Aquí se viene a rabiar,
a comer pelos por señas,
a comer tortas por panes.
Quien no esté convencido que no entre
que siga con su rebaño,
que siga contando estrellas,
que siga mascando espigas,
que siga soñando vivo.
Aquí nadie viene a convencer a nadie,
aquí nadie convence a nadie,
aquí se entra por suerte,
por suerte de haber llorado.
Los presos que estamos dentro,
por suerte,
sólo por suerte
de haber cometido llanto.
Por suerte, sólo por suerte
estamos encarcelados,
por suerte de haber llorado.
Aquí se viene a llorar,
a no salir del velorio,
a no salir de los ojos,
a no salirse del llanto.
Por suerte
de convencerse,
quien no la tenga
no entre.






DEJADME


Dejadme vivir
venas mías,
huesos míos,
costillas, vasos,
cuerdas
tocad
a vida aún,
tocad a siembra,
a besos,
tocad a que me lleve
otra mano a mi mano,
tocad aún el arpa
en esta
habitación sencilla,
dejadme vida
aún,
no por ti, vena,
hueso,
no por mí,
mano, labio,
tocad por la alegría de ser dos,
de ser dos todavía,
de ser pueblo
de dos.
Tocad venas del hombre
un nuevo día
en esta habitación
de tierra
tan sencilla.
Tocad, tocad aún
a sangre por el cuerpo,
tocad que ya está cerca
la alegría.










5 SEPTIEMBRE 1492


El silencioso Teide descendía
a la espumosa costa, larga rueda
la orilla de la playa blandamente.
El palmeral en llamas: Torre, lengua.
La barraca da al mar, silente nave
levanta la ventana de la lejanía,
el viento calmo, a franjas, racheado
remonta la bahía, que florece
desmoronada cal quema la cumbre,
el humo que lentísimo voltea
en el patio, la puerca gruñe rosa,
la manzana labrada por el suelo,
las gallinas escarban la terraza,
vuelan alto, detrás la balaustrada.
Aguada que se cumple, cuánto sitia
el estrellado día proceloso,
tiene delante la llanura inmensa,
desalojadas todas las distancias
feraz habitación, la mula sube,
flotan los muebles, silla que se aleja.
El oleaje cuece, arrastraría
nocturna luz el cielo solamente
agrandada la casa, el otro lado,
por debajo, detrás, en el abismo
comienza a verse desde entonces
a quién pertenecía la luz mía.
La lámpara que rueda en mí, tan torpe,
también alumbra lo desconocido.








Libro: Bestiario Atlántico.


LAS HORMIGAS DISTINTAS


Hace días que noto las hormigas
muy alteradas. Sin saber qué pasa.
Hasta que son crecidas como ovejas
que sólo me hacen compañía; rozan.
No caben en mi casa; se amontonan
en las habitaciones, pasillos,
suben a mi escritorio, donde balan
estrepitosas, comen mis papeles
y las convierten en corral. Entera.
Antes de echarlas fuera, de obligarme,
−no sé qué hacer con ellas- trataría
de que entendieran, de domesticarlas
para evitar mayores infortunios.
Pero no caben en mi casa. Ruego,
por mutua conveniencia vuelvan, tornen
a su estado anterior, a reducirse.
Algunas se rebelan, pero hay otras
que me prometen decrecer, al tanto
mientras salgo al periódico. De acuerdo.
De vuelta suelo verlas, fila india
llevándose la miga de este día.










(Fragmento)


MUJER NEGRA


Es la vela maldita de la poesía
en la carrera implacable de la mente
donde el dolor no significa nada.
Tu gran pecho de amor
oh, poeta
me arranca las entrañas.
Mis entrañas de azafrán.
...me marcho. Hacia los árboles rojos.
Llamadme 36947001






POETA NEGRO


Adiós. 58740209. Esperaremos tu llamada.
(La mujer negra sale de escena)




POETA BLANCO
CRISTO CRISTO CRISTOCRISTO
CRISTO CRISTOCRISTOCRISTO
CRISTO cristo cristo
cristo
...CRITO CRITOCRITOCRITO
CRITO CRITO CRITOCRITO
crito CRITO cristocristo
crito
GRITO GRITO GRITOGRITOGRITO
GRITO GRITO GRITO
GRITO grito
grito
GRITAMOS GRITAMOS GRITAMOS GRITAMOS
GRITAMOS GRITAMOS
gritamos
gritamos GRITAMOS
gritamos
Andrés nació en Judea.
Antonio nació en Constantinopla.
Juan nació en el Cairo.
Emilio nación en París.
Roberto nació en Londres.
José nació en New York.
Francisco nació en Cartagena.
Pedro nació en Munich.
Los hombres hicieron la multitud.
y tenían en sus manos llenas de muerte un nombre.
Los labios comenzaron a pronunciar Cristo.
Pero todos los nombres son inútiles en la vida.
Y se perdió por los caminos de trigo
aquella fantasía que los hombres
fustigaron a ser Rey.
Luego se quedaron con las manos
llenas de hormigas
y aquél grito que no sabían
de donde procedía.






EL NÁUFRAGO SALE.


NUNCA SERÁN LOS DÍAS TAN PROPICIOS


Nunca serán los días tan propicios:
el aire alegrado,
la granazón de la ceniza, todo
lo que en un tiempo fue ternura.
Quede el amor por testimonio.
Las montañas tendidas, los volcanes,
la amarillenta arena caminera,
tierra oscura atravesé callando;
la trabajosa viña, la hondura
del garbanzo, los sables relucientes
de la cebolla atravesé callando.
Las olas suben dentro de mis ojos,
el jurel afilado,
el rojo cantarero.
Chillan las nubes, las gaviotas grises,
el cernícalo pasa encandilado
bajo celestes aguas luminosas;
tiembla la luz por la caleta clara;
sobre peñas doradas, por las hoyas
blancas entra la luz temblando;
hermoso taller el mío: la isla.
MI CASA EL MAR
El mar mi casa, muro
blanco por el que bajo a las orillas.
El mar mi casa arriba por la tierra.
¡Qué verde y qué crecida viene, cuánto
mueven los vientos
la blanda hierba de sus valles, cómo
despunta blanca su flor de cada ola!
¡Cómo viene mi mar con cada día
en que varamos! ¡Toda albeada
blanca, toda de blanco como un pueblo,
calles de piedra azul y verde, cómo
cruzan los bueyes a vela, cómo hunden
sus arados a popa!
Mi casa el mar; no quiero
bajar del mar a pozo hondo, a cueva
oscura, a tierra negra.
Dejadme aquí en el mar subido, aquí
en el palo mayor de la mañana.
Dejadme aquí en el barco de esta tierra,
aquí en el mar; no quiero
desembarcar en esa cueva oscura,
en ese caletón sombrío.








EUROPA


La noche repta y sirga, cabecea
por entre el empedrado de las sílabas
oscuras, vira y tuerce poderosa
hacia el pie y se pliega y se sumerge
en el largo canal, nocturna bebe,
rumia hilo, pace pasta, tendida yace
cerca de la estación donde el lector
salta del tren, se apea del caballo
en marcha, y sube, entra en la claridad;
el bulto, afuera, agita su volumen
y muge largamente y, cuidadoso,
salitrosa pezuña posa en el cristal.
Al fondo se lee el sueño, la muchacha
europea novelada que llega, aparca
su bicicleta contra el barandal, corte
del puente, y en mitad de la calle un pliego
de reluciente lámina fingida muestra
atropellados signos, la luz mate.
Fin ni principio tiene la lectura
del viajero en su ventana infinita
Hotel Acro de Amsterdam; ya rejuvenece
la vieja Europa y leva y su belleza
prende el lomo nupcial, voraz se aferra
a la página y el clan de su hermosura
se desparrama hacia el interior
de la novela, frente al museo.
Cerca de la estación y sobre el muelle
de la escritura brota un agujero
sin luz donde relampaguea el Norte,
la noche silba, el viajero dormita
y la muchacha sube ya, monta; debajo
se atora voluptuoso el bulto, lame
el pie desnudo con su lengua viva,
abandona este texto y se consuma
libre, real, por el espacio el rapto.






NÓMADA URBANO


Estanques de pintura en La Plazuela,
la brocha decidida en el barranco.
El mediodía caldeado transparece.
Qué espesa luz, qué inmensa brocha arrasa,
chorrea por la calle Muro, anega
la gran barca de piedra anclada, lisa,
de la Plaza Cairasco las raíces,
el pelo sumergido labra, flota
qué espesa luz, inmensa brocha amansa,
baldea la barcaza inmóvil, funda
por la Alameda de Colón la piedra
empapada de luz borra el espacio,
tallada casi centenaria, tiembla
la atmósfera en su límite, caída
también en la bahía desemboca
el muelle circular y la bocana
cerrado Guiniguada abajo, seco.
El fuego soleado bulle: entalla
la brocha, arrecia azul, cala, bracea
el barrio, la calzada presurosa,
empapado salitre, el palo enristre,
embadurne de cal, sacuda el aire
el lienzo El Gabinete Literario
(la tarta encristalada, recoleta)
lenta crema pastel rosa y dorada
en el azul más pálido y lechosa
encalle la fachada en su presencia,
qué verde espeso, moteada luz
emborrona el laurel indio aceitoso,
las baldosas, la lámina del agua
el oleaje en que se baña (corre
la muchacha desnuda) el amarillo
espumoso, feraz, unta la guagua
(el oro viejo se recuece dentro
del cazón seco) y con el palo atiza
el tronco, la palmera que se espliega
la cresta verde y el trasluz finiza.
Largo mural el malecón urbano
prepara su materia colorada, pringa
el Hotel Madrid de rojo inglés,
fregotea su muro y la memoria
la plaza troquelada, con el busto
ceremonial en medio, alicaído.
Al fondo de la Iglesia San Francisco
corre el mural tapiado, fresca sombra
también de la alameda terminada.
Hondo brochazo largo el Puente Piedra
y la calle Malteses. Es, entonces
cuando el pintor contempla, desde arriba,
Risco San Nicolás que se desagua
tallado lienzo echado mientras tensa
(la tarde retrasada, en pie) empuñando
el largo mango que la brocha humea.








DESNUDO EN PUNTA BRAVA


OÍR LA OLA DISTINTA


El ruido que hace la ola esta noche
no es el que se ve. Se ve romper
encrespada (en ella misma), ola que bate
el infinito. Pero yo que vengo caminando
frente a ella, que la oigo, que la sé,
parece que me dice en su arboladura
floreal y por la arquitectura de su espuma
que ese trallazo suyo (por primera
vez) se oye distinto: oí distinto.
¿En dónde vivo? ¿Qué mar es éste?
La región bondadosa deja oír
cómo aprender a oír de nuevo todo.








EL AVE EJEMPLARIZANTE


No hay nada más engañoso que la mística
al Sur del mar Atlántico. Un ave, por ejemplo,
vuela el aire, pero parece incierta
en su fundamental designio verdadero
mueve sus alas blancas en mecánica
conjunción, las dos a un tiempo.
Algo se ve desde aquí certeramente.
Pero al bajar un poco más abajo
sombreada África parece, en la oquedad
el sitio donde puede contemplarse
el vuelo ejemplarizante. De la copa
de un árbol a otro. Vuelo límpido,
azul espíritu del hombre. Mirada
virginal, pobre y concisa, lenta
mirada que se echa al mundo. Un ave
vuela sin recorrido alguno, de árbol
en árbol pacientemente el aire
en el paisaje un sol desconocido.






EL BAÑISTA Y LA BESTIA


He bajado a la playa solamente
para palpar el agua, ver el agua
de cerca, estar con ella un rato viéndola.
He bajado desnudo y entro en ella
desnudo y amansándola: una bestia
increíble. No tiene fauce alguna,
garra alguna; es dulce, poderosamente
dulce, tendida, espumeante, clara,
transparente: me cubre con su lluvia.
Entro en su cuerpo vivo. Ah, braceo
su cuerpo vivo incandescente, dentro.
Palpo el agua: una bestia infinita.
Muge el oleaje: una bestia infinita.
Estoy bañándome en su belfo cálido,
en pura lengua clara, en su dicción
espumeante, braceo su lenguaje
para abrir los ojos en ti y oírte
por dentro. Tú que sabes dulcemente
a la sal de la tierra, bestia mía,
hermosa bestia mía el mar el agua.










EL BUFÓN


Tu cabeza es la plaza de un pueblo
y tu pelo es de crin, tus ojos de cristal
negro y dentro una gota de agua puesta
por Dios, tus brazos cortos y tus manos
grandes, tus piernas cortas y tus pies
grandes, tu boca abierta o prieta como
la puerta que se abre y cierra cuando
le dan los aires de tu pensamiento.
Y gruñes, gimes, pataleas, llamas
la guardia de palacio; vienen, miran
mi tiempo, mi existencia, y se alejan,
nos dan la espalda y entonces ríes
y saltas, me haces gracia, dices tonterías,
te revuelcas por el suelo, trepas, subes
a una mesa alta en donde cantas, cantas
la miseria de tu tiempo y el mío.


(Código de cetrería, inédito)








UNIVERSAL, CANARIA EPIFANÍA


Hoy tocan sin piedad. Incandescentes.
Tocan «Beirutz». Un tema dedicado
a la ciudad que aman. Un estándar
dentro del repertorio sospechoso.
Pero es siempre distinto. Suena siempre
de manera cambiada, algunas notas
se parecen por ser tan desiguales.
Siguen temas, también apetecibles
que desconocerán, como es costumbre.
Encajan masas, libran llamaradas,
atenúan la fe, dan rienda suelta
a las más puras claridades. Juntan
lo contrapuesto con lo que salía
en esta su tercera, que ejecutan
en conjunción feliz. Pues siempre tocan
cinco piezas y alguna cortesía.
Ya son las once y media. Y arremeten
con la pieza final: la marejada.
Ellos tocan la noche. Palpan luz.
Nuestro día estrellado. El más azul.
Apoteosis, canaria epifanía.


(Nocturna free, inédito)








EL OLEAJE


EL OLEAJE


Por mi memoria tardes encendidas,
manzanas rojas por el mar del aire,
garzas iluminadas en la orilla,
en hondo gozo, sencillez por donde
la luz furiosamente se tendía.
Todo lo que recuerdan las palabras
azules por el cielo silencioso.
Esto es lo que aprendí, lo llevo siempre
como si fuera el oleaje mismo.
Alrededor la claridad erguida,
el silencio elevándose, las alas
sobre las rocas verdes, los sembrados
por donde crece solitario el viento.
Salgo de lo redondo de este fruto,
de la mañana, el aire, la alegría;
salgo y camino hasta mí mismo, entro
por donde pueda yo asomarme y vea
dónde terminaría la corteza
de luz, dónde comenzará la piel
del alma, el oleaje en que me vivo.






(Weltanschauung)


El mar cae en la orilla, desde arriba,
la espuma que florece, la blancura
del aire, el barco azul del cielo
rodeando vivir.
La claridad tornándose lo oscuro,
cayéndose otra vez los frutos altos
sobre sus mismos sitios.
Encendidas de oscuridad tiento
las aguas, las estrellas, siento
el oleaje que también me arrastra.
El mar cae en la orilla, desde siempre,
giran en llamaradas las gaviotas;
voy silenciosamente hasta los bordes
donde no se ve nada más que luz.








EDENIA


LA CONSTRUCCIÓN


Mi casa construida con el agua,
líquido cimentado que, entremedias
deja pasar un río desde siempre.
Una ventana da a la parte baja,
otra a la parte alta y otras, antes,
a las partes que dan a la barranca.
También algunas de ellas, por su cuenta
dan a copas salvajes, y otras tantas
dan a la carretera que pasaba.
Abrí también un muro para ver
la colina de enfrente, y otro y otra
para mirar encima, en la distancia
la larga cordillera de la nieve.
Según se entra va, abriéndose despacio
la sala enorme y flota, (allí recibo
las visitas, dejadas del caballo),
sentándonos después, por cortesía
alrededor de fuegos invernales,
con los pies los veranos en el agua.
Ofrezco té primero; luego vamos
a los máximos vinos inconscientes.










MIS FRUTAS


Las frutas del país, durante el valle
les cuesta desprenderse de las ramas;
pero cuando lo hacen, ya maduras,
fatigado el azúcar, desgarradas
del nudo vegetal que las sostiene,
comienzan a pudrirse velozmente
si no las tomo con la mano, un poco,
un poco antes de llegar al suelo.
Desde la rama al suelo: la distancia
que las oxida sin remedio, al tanto.
Entonces la humedad, al recibirlas
abre todos los ácidos azules,
trituradores fuegos residuales.
Pero hay algunas, de las más recientes
que esperan todo el año, hasta que ven
hasta que ven llegar la piel, el soplo.
Ellas perciben, a través del palpo
que es el momento de maduración.
Comienzan a guisarse, por adentro
según sus apetencias naturales.
Ninguna se retrasa desde entonces.








Y LA SELVA DESPIERTA


Y la selva despierta, clamorosa.
Llega el mono aullador, y las gaviotas
gañen desesperadas, aúlla el perro,
silban serpientes, hienas sucesivas;
el inmenso ramaje balancea,
el jaguar brama entonces, la chicharra
coral, las ranas juntas, los caballos,
el guacamayo, el loro, los turpiales;
bullen los humedales, desperezan;
estallan frutas, brotes sarmentosos,
gotas que se deslizan golpeando;
insectos incesantes, grillos, cerdos;
árboles que respiran, estremecen
las frondas de raíz, despliegan hojas,
las ramas alargándose, deprisa,
rompen las marejadas, los vapores
sacuden tallos, hierbas braceantes,
una orquesta comienza, naturales
animal, vegetal, palos del agua,
despertados aullidos, vuelos, roces,
el silbo, el alear, el clamoreo.










Libro: EL PASAJERO BASTANTE.




DÉCIMA 7


El pasajero bastante
(de lo invisible): el gran viaje.
Todo transcurre durante
el tiempo que va al lenguaje,
(o del éxtasis); parece
que también le favorece
no sé qué, que acredita
el rigor de la aventura.
Entonces la solicita
aunque le sea insegura.




DÉCIMA 8


Extraño espacio desierto
cruza el viajero de día,
sobrecubierta despierto
donde se acomodaría.
El sueño dormido tiene,
su cabeza lo sostiene;
es una sombra que pasa
a lo largo, enfebrecida,
un jirón, de blanca gasa
sin cerebrales salida.




DÉCIMA 9


Es el viajero perfecto
que a ninguna parte llega;
un nómada del afecto:
su religión, la que envega.
Abierto declara ahora
navegación, sin demora;
mayor correrá la brisa
a toda vela llanura
donde surcará, más lisa
azulmarina blancura.








Libro: Canción Atlántica.


COMIENZA EL TRASVASE


Los sentidos según, van trasvasándose
unos en otros, por sus mismos cauces,
aprovechando las antiguas venas,
viejos emplazamientos, los lugares
donde moraron siempre. Así aprovechan
viejas instalaciones de la carne,
arterias renovadas, venas, nervios
ruinosas conexiones interiores,
músculos aparentes, endormidos
ramales que conducen energía.
Los oídos se avienen, se colocan
donde los ojos (es un gran trabajo).
Sutil ingeniería, minuciosa
ir colocando en el lugar del ojo
un oído y su oreja terminada.
Y en un lugar del oído y de la oreja
el ojo con el párpado debido.
De manera excelente, puede verse
si quiere comprobarse, con detalle
el trabajo final, el resultado.
Con toda imperfección. De puro encaje.






CIUDAD PINTADA


Camino lienzo adentro, rodeado
de espesa niebla y laca, algún barniz.
Me adentro por las calles pinceladas
llevándome tan sólo por mi tacto,
pues palpo las paredes, el pigmento,
las huellas de pinceles, rasgos, trazos;
un aire que se empasta densamente
cubriendo zonas altas, la colina.
Y atravieso las plazas, desde el punto
donde escasea la pintura; aparto
las pocas casas hechas todavía.
Camino lienzo adentro, por la acera,
desconocidas calles que desaguan
a la orilla del mar, sobre la playa
el campo de color se difumina
al llegar al final los arenales.
Y me bajo del lienzo, por el otro
lado ya de la tela atravesada,
pisando manchas de pintura secas,
los pinceles usados, y los tubos
tirados por el suelo del estudio.




YA ESTOY EN CASA


Hace tiempo que vivo en ningún sitio.
Ya me son familiares (sin rozarlas)
paredes que no tiene, levantadas
sin volumen alguno, transparentes;
hechas con materiales apoyados
unos lejos de otros imposibles.
Sus muros no terminan ni su techo
se logran ver; ignoro a qué distancia
debe hallarse la puerta del verano
y las ventanas de hojas otoñales.
Y lo intenté saber. Nada les deja.
Es un atrevimiento; pero vivo
en la casa que sé que no existía.
Jamás podré abarcarla, indefinida.
Yo podría afirmar (siempre inseguro)
que mide lo que yo he caminado,
lo que me falta por andar y ver,
lo que pensé y vi, y lo impensable.
Podría claudicar, condescender
a esas dimensiones; me contiene
rabiosamente dar tan pobre idea.




CANCIÓN ATLÁNTICA


He trabajado en una carretera.
También he construido un árbol. Una
gaviota. Un pez. La luna al mediodía.
Tallé la nube rosa. También tuve
que edificar un vaso. Fabricar
algunos animales invisibles,
el pájaro de vidrio, enjalbegar
los cielos amarillos más azules.
Frecuenté lo infrecuente, decidido.
Y liberé mis manos, pies, orejas.
Construí sobre el agua. Cuerpo de agua.
Una patria oceánica. Una playa.
Fui a trabajar en lo que no se ve.
En otras realidades: el desvío.
Una luz diferente. Y tuve fiebre;
enfermé saludable, estremecido,
de la fiebre más sana todavía.
Trabajé la canción. Envida misma.
Una canción atlántica. Salubre.
El más dulce salitre, el más salado
de todos los azúcares azules.








Libro: Desvío hacia el otro silencio




ENTRADA AL DESVÍO


Atravesé la puerta. Al otro lado
no estaba el mundo. Ya, todo distinto.
Por lo que tuve que empezar siquiera
a descifrarlo. ¿Qué se parecía?
Nada. Absolutamente nada. Nunca.
Para nombrarlo como era, entonces
debía utilizar otro lenguaje
(que deberé aprender), y es por lo que
trazo unos signos, formo algunas letras,
vuelvo palabras lo que vi, sabiendo
que con ellas no puede referirme
con toda exactitud a aquéllo, el otro
lugar en donde entré, donde salí
hasta ver, borroso, lo invisible.




EN LA OTRA APARIENCIA


Pudiera parecer que el otro lado
es este mismo; que termina aquí;
que salir es llegar al mismo sitio.
Y no es cierto. No sigue siendo cierto.
Para entonces se sabe (y no se sabe)
ya de vuelta, que aquél es otro mundo
(por seguirlo llamando así), que nada
tiene que ver con la naturaleza
dejada atrás (pues ya no hay paisaje),
nada es alto, ni ancho, ni profundo,
que no tiene camino dibujado
y que se llega a él (si es que se llega)
después de atravesar la puerta, luego
de echar, con fe, hacia el desvío.






Libro: Hacia SOY QUIEN PONE EN MARCHA LA MAÑANA




Así que pongo en marcha la mañana
atlántica, con todo su engranaje,
las compuertas se abren, estruendosas,
los grandes portalones celestiales,
levantados paneles invisibles,
émbolos infinitos que remueven
los espacios cerrados, los desplazo
ahuyentando las sombras, con violencia
hacia zonas azules, que penetre
en grandes cantidades oceánicas
la luz por todas partes cada día.
Un inmenso trabajo, indescriptible.
Aparte de cumplir todos los pasos
soy también quien los goza, pues me entrego
a su contemplación, su turbulencia,
la cantidad más grande concebida,
inmensa maquinaria puesta a punto
cada mañana, desde mi ventana.
Insólito espectáculo. Para luego
dejar que todo marche, que transcurra
según los apetitos espaciales.








EL VOLUMEN ENTERO DEL ESPACIO


Un volumen tan grande necesita
plena dedicación, total entrega
donde cualquier variante, por extraña
pueda reconducirse. Es mi trabajo.
Hay cilindros enormes, desmedidos,
que necesitan émbolos distintos,
anchas masas vacías, amplios cubos
que se desplacen lentamente, y fijen
las zonas más abiertas, desiguales
sin que terminen en ninguna parte.
Hay también otras zonas, más azules
unas dentro de otras cavidades
que atraviesan las vigas superiores
y se van a perder fuera del cielo;
flotan libres, generan transparencias.
Un volumen tan grande necesita
plena dedicación. Es mi trabajo.
La mañana restalla jubilosa.
La mañana infinita. Su armonía.
Por la ventana abierta puede verse
el espacio fluyendo a toda luz.








DÍAS QUE DURAN UN MINUTO


Hay días, como hoy, que sólo duran
un minuto. Lo sé. Blancos hachazos.
Cuando bajé a la playa, tan temprano
me di cuenta de que hoy era un día de esos.
No terminé de recorrerla, abierta
cuando cayó la tarde. En el paseo
era noche cerrada. Unos segundos.
Tanta velocidad, caí en la cuenta:
después de amanecer anochecía.
Vertiginosa fuga, volteada.
Apenas cruza la mañana funde
el mediodía; sale la tarde; entra
la noche sideral, rueda vacía.
Hay días, como hoy, que sólo duran
un minuto. Te sajan velozmente.
Un hachazo sin más; como si el tiempo
fuera el filo veloz que te descarna.
Tajo de tiempo, soplo fulminante
que te reduce escasamente a un rato,
vivido hoy, fugaz relampagueo
entre el día, la noche de la gloria,
otra realidad














ECHAR LA PALABRA


(María Zambrano)


Una jugada ruede palpadora línea, que silbe
Una recta que sople, el ángulo abajo que respire
La torre que llamea rehilada y nocturna, calma
A la orilla del mar, entre columnas de agua
La cal, poderosa armadura que dispone su lanza,
El animal espera allá en el roque, cría palabras
Desmonta llamas del incendio vacío y rumia
El tiempo que convoca secretas nupcias ¿dónde?
El palmeral conduce al racimo derretido de uvas
Trota el río embridado, desciende mansamente,
Cruza el monte, la barranca, el muro, la ceniza,
Y en la desembocadura nace ya nívea, a la intemperie
Sobre la playa deslumbradora que se abre
Una jugada, al fin, que no sea lógica parecería
Echarse fermentado en el séptimo piso letra h,
En la Plaza Cairasco número 3 o en Punta Brava
Acabarse de echar fuera de la palabra ahora
Allí vive él, terminado soplo, respiro, silbo.










AMERICANA LENGUA


(José Lezama Lima)


El patio de cristal apalabrado y liso
Y la silla arenosa, luz que se vacía
El ojo que te mira silencioso, en alto
Allá en el dormitorio donde ciego acude
El mar, el animal echado que se fundamenta
Y cuaja en tu interior vivido en el lenguaje
La lámpara de luz parsimoniosa entonces
Derrama en el fanal la pulcra fiebre nítida
Araña la profunda lluvia espesa, espacía
La ventana larguísima, el bigote ralo
El árbol amarillo caribeño, la mejilla
Posada al borde del espejo verdecido
Yerba facial, el pelo cuando cristaliza
La flor enjabonada, la mano que embadurna
De espuma azul el pómulo, el labio rosa
La miel enjalbegada y la guayaba pía
Deslumbrante trasluz (el vaso de agua solo)
El oloroso patio blando donde se humedece
El aromoso puro habano que chupa, humea
La floreciente brasa calda y la respira
El asma caudalosamente hebrea, el habla
Silbada, el instrumento susurrante,
Feraz, la planta oleaginosa y la saliva
Desnuda en el lenguaje descosido fresa
Americana lengua dada te posee dulce, fiore
Cuando la lagartija vegetal entera lame
La estalactita estalla en el labio vacío
Como si fuera todo lo que amé algún día
Mientras el belfo te olfatea hospitalario.








Caminos paralelos


La nube rosa


Aquel color encima la entretiene
deslizada en el mar, la nube rosa,
palo de batear, cabezas tiene;
en sus extremos vuela despaciosa.


Rosada nube sobre el mar (conviene
no perderla de vista), vaporosa
podría desguazarse, si retiene
su calado La Barra sigilosa.


Encima de la playa como barca
fondea alrededor, su sombra llega
tirada por un hilo de mi mano.


La nube rosa sideral abarca
el espacio, la sombra que me anega:
su figura paseo sombreado.








Efigie canaria, 1994






Giotto.
El vaso igual


En Asís vi cómo la realidad
se torneaba en manos religiosas.


En Asís vi que la paloma
se posaba en el azul del lienzo, al pie.


En Asís vi la catedral entretejida
a la historia. El paseo


al hacerla, contemplándola,
y al que cedí entonces


delante de los hechos,
frontalmente. Había


que hacer girar
los acontecimientos,


llevarlos hasta el fondo,
instalarlos a la vista


de todos parecidamente.
Él, que trabajó en ello,


todavía vemos el vaso igual
sobre la mesa: como él lo vio.




En absoluta desobediencia, 1981








El vaso de luz


Él vive solitario en una playa.
Punta Brava sin fin, canteras de agua
donde germina el mar, tendida orilla
y edifica la sed, funda la luz,
el árbol de la transparencia, el vaso
luminoso, bebida de la llama.


Allí vive por dentro de la llama
solar, la llamarada de la playa,
encima de las ascuas, dulce orilla
el sitio de la sed, lagar del agua,
del incendio invisible, de la luz
adonde pisa líquida la orilla.


Asir, tomar el vaso de la orilla,
llevárselo a la boca, beber llama
líquida, azul, el agua de la luz,
el vaso contenido de la playa
donde saciar la sed, beber el agua
de la mañana: el invisible vaso.


El solitario llega: trae un vaso.
El cristal terminado de la orilla,
inmenso recipiente, cabe el agua
infinito edificio de la llama
líquida y toma, curva de la playa
el gran vaso oceánico de luz:


el vaso transparente de la luz.
Y lo bebe despacio, como un vaso
que contiene silencio, dulce playa
desde un extremo a otro afuera, orilla
del recipiente líquido la llama
desconocida, blanco vaso de agua.


Y todo el interior del vaso de agua
se lo bebe de golpe, bebo luz
el incendio invisible de la llama
que de la mano llevo; tomo el vaso;
siente el labio el cristal, posar la orilla
toda bebida líquida la playa.


El solitario tiene un vaso de agua
en sus manos (la orilla de la playa)
donde bebe la llama de la luz.




La Guía, 1996






Lunado mediodía la seduce


Una mujer tendida por la arena,
al sol, declara la mañana abierta,
alta pirámide de fuego, en plena
abandonada dejadez desierta.


Una barca de blancas llamas llena
fondea siempre al exterior, a cierta
distancia de La Barra: laxa, ajena
una mujer desnuda se despierta;


se incorpora en la luz y, recostada
contempla las gaviotas; sueña, vira
sus ojos a la lejanía. Luce


perdida, azules, toda su mirada
cuando gozosa se levanta y mira:
lunado mediodía la seduce.




Efigie canaria, 1994
















El lienzo entrañable


Manolo Millares


Debajo de la puerta se vacía
un cubo encinta: la arpillera alada;
que la aguja de saco convertía
en una criatura homunculada.


El nervio teje ahora el blanco día
inquisidoramente y, dibujada
alta firma barroca el sol cubría
el exterior, Segunda luz sellada.


Pintor del arañazo; da la brocha
al aire todo el pelo derramado:
acuchilla arpillera tan sonora.


Un palo llameado, punta mocha
rasguea y embadurna, endemoniado
la violenta ceniza cegadora.




Efigie canaria, 1994




ÁRBOL DE LUZ


Allí delante estaba en todo su vigor
el árbol que nunca se veía. El árbol
de la luz, el árbol blanco. El árbol
de ascendencia vegetal luminosa y visible.
Solamente visible para alguien dormido.
Alguien que palpa el sueño del fuego,
la llama del agua, el agua temblorosa
en la vegetación del hondo día azul.
Crece delante, delante de tu casa
(sin tronco, ramas, frutos, hojas)
allá fuera en el mar, en el incendio.







No hay comentarios:

Publicar un comentario