domingo, 4 de septiembre de 2011

4601.- MARTHA RIVERA


MARTHA RIVERA
(Hato Santo Domingo, República Dominicana, 1960).
Poeta y novelista. Ha publicado los poemarios Twenty Century (aún sin título en español) y otros poemas (1985), Transparencia de mi espejo (1985) y Geometría del vértigo (1995). Su poesía figura en las siguientes antologías: Reunión de poetas: poetas de la crisis, Antología histórica de la poesía dominicana del siglo XX, Sin otro profeta que su canto, Al filo del agua y Juego de imágenes. En 1995 obtuvo el Premio Internacional Casa de Teatro por su novela He olvidado tu nombre, la cual fue publicada en 1997.







Gigante azul

…la pena del agua es infinita.
Gaston Bachelard

Anoche soñé con un ahogado
Era azul y flotaba de espaldas en el mar negro
sobre sus cadenas se balanceaban un pájaro marino
y un racimo de nenúfares
el cielo agitando el cabello azul era su rostro
y en él las playeras pignoraban sus hechizos
lento el cadáver viajaba hacia su definición
era el único sobreviviente del naufragio.









Instantánea única

Deja
no levantes esa luna por encima
de mi cabeza gris
déjame quejarme que este amor me duele
voy a acomodarme para que me arrastres
con ese aliento tuyo de huracán sin tiempo
no existe nada que no sea este poema
al que los dos le hacemos el amor
déjate permanecer para siempre
en este instante eterno del ser
oscuro frágil
debajo del ruedo de mi niñez rodada
enciende todas mis lámparas
escribe tus versos alrededor de mi pubis
que tanto humedeces
invoca los muertos enredados a mi lengua
y arrepiéntete mucho de lo poco que somos
después de esta noche en que hemos sido todo.








Por los caminos de periclis yanopulos

Bellísima en su sueño se tendió la mar…
Odyssas Elytis

…la mar en torno hasta el sol, muerte entre las muertes
Costas Cariotakis

Más lejos del mar cuando más cerca
(porque lejos del movimiento de la sombra
están los cuerpos que contemplan sus espejos).
Lejos de esa cifra de estrellas filosas,
caracoles de cristal,
peces blancos y dorados,
algas pequeñas que se ensartan
a los corales oscuros y monumentales,
mar que inventamos
para creernos salvados de lo que somos
entregado mi cuerpo al abandono de los barcos
cerca de olas que chocan en mi carne
y descienden lentamente
sin memoria sin olvido
olas que limpian mis pupilas de otros rostros
aguas espesas y negras
yo el cadáver azul
amanecido el pecho en el insomnio del faro
escuchando el sonido de un mar que me bebe
rota una estatua contra la pelvis
lámpara frágil que oscila entre el ser y el no ser
yo el cadáver azul soy río
y he descubierto al fin
que el mar siempre es ajeno.








Borges

Y al final de su vida
infatigable en las tinieblas
sólo la luz del oro de los tigres
poblaba el laberinto
(su universo)

Paradoja de sombras amarillas
es la sombra.









Lo que nombran las palabras

Muy pronto en mi vida, para mí fue muy tarde.
Marguerite Duras

Mi mujer se está muriendo aquí,
en este dedo oscuro que pone nombres a las cosas,
en el árbol, dejado ya de ser olvido y pesadumbre.

Sola estoy comiendo los pedazos
que van quedando de mí,
mientras intento recuerdos en el cofre,
pequeños gajos de papel.

Yo mujer, estoy fumando mi tristeza,
expío mis ojos, mentiras que soñé,
infieles en el juego del amor.

Mis senos fueron las piedras de las ruinas,
tizones que quemaron las manos del poema.
Y sola voy dejando los espejos a mis otros;
incendiada, mi mujer se murió de morir.

De la misma forma en que me prolongué,
con vértigo, con terror al odio en la sonrisa,
he amado.

(Los hombres olvidan el agua que los limpia del infierno.
El rostro que me alerta en los cristales es el mío).

Soy
esta mujer de aire,
esta pupila imbécil
que despierta las sirenas y los pájaros,
este número de plomo
que me entierra en el cráneo.

Soy también
una mueca que va mojando sílabas,
garabato pequeño que se escurre
y entra al sueño del poema.

El poema siempre está solo.
La soledad es palabra
en el instante de la muerte.









Mujer #2

para Sandy

Todos los hombres que he amado están aquí.
Todos me hacen doler las piernas
y desnudar la ternura de vez en cuando.
Todos contemplan la logicidad de mi caos,
desenredan los internodios de mis cabellos
y cabalgan
todas las veces del amor tantas
cual son.
A todos amo con mi virginidad eterna.
A todos celo con mi pecho blando y sediento.
Todos golpean en mis encierros
con sus cuchillos y sus miserias
todas las veces del mar tantas
cual son.
Todos están aquí, amontonados sobre ti,
multiplicando tu aliento,
humedeciendo tu sexo,
sobre ti, que ahora descansas
sobre la muerta
que ahora soy yo.









Llueve

¿Qué hacer ahora,
si yo pensaba que el verso de nuevo
de nuevo
se convertiría en espada?
¿Cómo encontrar la palabra?
¿En qué ojos oscuras se vuela?
Es tarde ya,
llueve,
...y yo aún no he comprendido.









De carne y hueso

carne
(vivir el poema es transitarlo)
hueso
Yo estaba sentada una mañana sobre la
hierba de mi pubertad cuando descubrí
un sol oscuro que me mojaba las piernas
y comprendí el paso de una paloma salada
que agitaba sus alas sobre el tiempo
verde de los deseos nocturnos
pobladas de
Si hacen un trecho largo las palabras
y las conviertes en algo
de carne y hueso
medios gritos geométricos y espectáculos
de luces difamadas y entonces te apareciste
en el medio de mis oraciones y las
barquillas de fresas que nunca llegaron
a derretirse realmente y eras un reflujo
de algo muy lejano que desabotonaría mis tardes
agitando los brazos,
destapando los labios
y que al fin ha descubierto de acentos
bien colocadas mis mejores sonrisas y
mis aperturas de muslos muchos años después
anunciando que la hora llega
sin puntos
ni apartes.

http://www.obsidianapress.com/martha_rivera.htm







No hay comentarios:

Publicar un comentario