Archibald MacLeish
(Estados Unidos-Glencoe, Illinois, 7 de mayo de 1892 – Boston, 20 de abril de 1982), fue un poeta modernista y escritor estadounidense. Ganó en tres ocasiones el Premio Pulitzer.
Su padre, Andrew MacLeish, era comerciante de ropa. Su madre, Martha Hillard, era profesora universitaria. Creció en una estancia cerca del Lago Míchigan.
Asistió al Hotchkiss School, desde 1907 hasta 1911, luego estudio en la Universidad de Yale, donde obtuvo la licenciatura en Literatura inglesa y fue elegido Phi Beta Kappa y seleccionado para la sociedad Skull and Bones. Luego ingresó a la Escuela de Leyes de la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard.1 En 1916 se casó con Ada Hitchcock.
Sus estudios fueron interrumpidos por la I Guerra Mundial, en la cual sirvió primero como conductor de ambulancia y luego como capitán de artillería. Se graduó en Derecho en 1919. He enseñó Leyes por un semestre para el departamento de gobierno en Harvard y trabajó brevemente como editor en The New Republic. Ejerció luego como abogado durante tres años.
(Estados Unidos-Glencoe, Illinois, 7 de mayo de 1892 – Boston, 20 de abril de 1982), fue un poeta modernista y escritor estadounidense. Ganó en tres ocasiones el Premio Pulitzer.
Su padre, Andrew MacLeish, era comerciante de ropa. Su madre, Martha Hillard, era profesora universitaria. Creció en una estancia cerca del Lago Míchigan.
Asistió al Hotchkiss School, desde 1907 hasta 1911, luego estudio en la Universidad de Yale, donde obtuvo la licenciatura en Literatura inglesa y fue elegido Phi Beta Kappa y seleccionado para la sociedad Skull and Bones. Luego ingresó a la Escuela de Leyes de la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard.1 En 1916 se casó con Ada Hitchcock.
Sus estudios fueron interrumpidos por la I Guerra Mundial, en la cual sirvió primero como conductor de ambulancia y luego como capitán de artillería. Se graduó en Derecho en 1919. He enseñó Leyes por un semestre para el departamento de gobierno en Harvard y trabajó brevemente como editor en The New Republic. Ejerció luego como abogado durante tres años.
En 1923 MacLeish dejó su firma de abogados y junto con su esposa se trasladó a París, donde se unió a la comunidad de literatos expatriados, que incluía a Gertrude Stein y Ernest Hemingway. Regresóa a Estados Unidos en 1928.
Entre 1930 y 1938 trabajó como escritor y editor de Fortune, tiempo durante el cual llegó a ser políticamente muy activo, especialmente en la causa antifascista.
Fue gran admirador de Franklin D. Roosevelt, quien lo nombró bibliotecario jefe de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 1939. Según MacLeish, Roosevelt lo invitó a almorzar y le comunicó que quería que fuera el Bibliotecario del Congreso, cargo que mantuvo durante 5 años. Aunque tuvo la oposición de la Asociación de Bibliotecarios, debido a que su entrenamiento profesional no era como bibliotecario, su labor es recordada por haber dirigido la modernización de la Biblioteca.
Durante la II Guerra Mundial MacLeish también sirvió como director de la Oficina de Hechos y Figuras del Departamento de Guerra y asistente del director de la Oficina de Información de Guerra. Este trabajo lo vinculó fuertemente con la propaganda, para la cual demostró su talento y aportó las habilidades que le dejó su vinculación a la política en los años anteriores.
Laboró varios años como asistente para asuntos culturales del Secretario de Estado y representó a Estados Unidos en la fundación de la Unesco, después de lo cual se retiró del servicio público para retornar a la academia.
A pesar de haber criticado al marxismo, en la posguerra MacLeish estuvo bajo el fuego de los políticos conservadores, como J. Edgar Hoover y Joseph McCarthy, debido a su activismo en las organizaciones antifascistas y a que fue miembro de la Liga de Escritores Americanos y amigo de prominentes escritores de izquierda.
En 1949 MacLeish llegó a ser el Boylston Profesor de Retórica y Oratoria en Harvard, cargo que mantuvo hasta su jubilación en 1962. En 1959 su obra J.B. ganó el Premio Pulitzer de Drama.
Entre 1930 y 1938 trabajó como escritor y editor de Fortune, tiempo durante el cual llegó a ser políticamente muy activo, especialmente en la causa antifascista.
Fue gran admirador de Franklin D. Roosevelt, quien lo nombró bibliotecario jefe de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 1939. Según MacLeish, Roosevelt lo invitó a almorzar y le comunicó que quería que fuera el Bibliotecario del Congreso, cargo que mantuvo durante 5 años. Aunque tuvo la oposición de la Asociación de Bibliotecarios, debido a que su entrenamiento profesional no era como bibliotecario, su labor es recordada por haber dirigido la modernización de la Biblioteca.
Durante la II Guerra Mundial MacLeish también sirvió como director de la Oficina de Hechos y Figuras del Departamento de Guerra y asistente del director de la Oficina de Información de Guerra. Este trabajo lo vinculó fuertemente con la propaganda, para la cual demostró su talento y aportó las habilidades que le dejó su vinculación a la política en los años anteriores.
Laboró varios años como asistente para asuntos culturales del Secretario de Estado y representó a Estados Unidos en la fundación de la Unesco, después de lo cual se retiró del servicio público para retornar a la academia.
A pesar de haber criticado al marxismo, en la posguerra MacLeish estuvo bajo el fuego de los políticos conservadores, como J. Edgar Hoover y Joseph McCarthy, debido a su activismo en las organizaciones antifascistas y a que fue miembro de la Liga de Escritores Americanos y amigo de prominentes escritores de izquierda.
En 1949 MacLeish llegó a ser el Boylston Profesor de Retórica y Oratoria en Harvard, cargo que mantuvo hasta su jubilación en 1962. En 1959 su obra J.B. ganó el Premio Pulitzer de Drama.
Entre 1963 y 1967 fue Conferencista John Woodruff Simpson en Amherst College. En 1969 se conoció con Bob Dylan, quien narra este encuentro en Chronicles, Vol. 1.
Obra literaria
MacLeish admiraba mucho a T. S. Eliot y Ezra Pound y sus obras muestran la influencia de ellos. Las primeras obras de MacLeish siguieron cercanamente al Modernismo y aceptaron la concepción modernista tradicional, de un poeta aislado de la sociedad. Su más conocido poema, "Ars Poetica", tiene un verso: Un poema no debería significar / Sino ser, un tema clásico del modernismo ascético, con el que más tarde rompió, cuando participó activamente en la vida pública y consideró que ello no sólo era apropiado sino inevitable para un poeta.
Premios
1933: Premio Pulitzer de Poesía por Conquistador
Obra literaria
MacLeish admiraba mucho a T. S. Eliot y Ezra Pound y sus obras muestran la influencia de ellos. Las primeras obras de MacLeish siguieron cercanamente al Modernismo y aceptaron la concepción modernista tradicional, de un poeta aislado de la sociedad. Su más conocido poema, "Ars Poetica", tiene un verso: Un poema no debería significar / Sino ser, un tema clásico del modernismo ascético, con el que más tarde rompió, cuando participó activamente en la vida pública y consideró que ello no sólo era apropiado sino inevitable para un poeta.
Premios
1933: Premio Pulitzer de Poesía por Conquistador
1953: Premio Pulitzer de Poesía por Collected Poems 1917–1952
1953: National Book Award por Collected Poems, 1917–1952
1953: Premio Bollingen en Poesía
1959: Premio Pulitzer de Drama por J.B.
1959: Tony Award for Best Play por J.B.
1965: Oscar al mejor documental largo por The Eleanor Roosevelt Story
1977: Presidential Medal of Freedom
Ars Poética
Un Poema debe ser palpable, y mudo
Como una fruta redonda
Sin voz
Como viejos medallones contra el pulgar
Silencioso como la piedra gastada por las mangas
En el alféizar donde ha crecido musgo;
Un poema debe ser sin palabras
Como vuelo de pájaros
Un poema debe estar inmóvil en el tiempo
Mientras la luna asciende
Dejando, como la luna suelta
Ramita tras ramita los árboles enredados por la noche,
Dejando, como la luna tras las hojas de invierno,
Recuerdo por recuerdo la mente;
Un poema debe estar inmóvil en el tiempo
Mientras la luna asciende
Un poema debe ser igual a:
No es cierto
Por el amor
Las hierbas inclinadas y dos luces sobre el mar:
Un poema no debe significar
Sino ser.
Otoño inmortal
Recito este poema con voz grave y monótona
en alabanza del otoño, del lejano y sinuoso otoño,
alabo sus campos sin flores, alabo sus nubes, sus altas
/ ramas silenciosas
donde el viento arranca sonidos, músicas sombrías.
Alabo el otoño, ésta es la estación del hombre,
ahora el extraño sol no se entromete en nuestra tierra
no vigoriza el verde, ni deshiela el suelo escarchado
y el invierno todavía no habrá de agobiar con su silencio
/las ramas del pino.
En el otoño compartimos los días con los negros cuervos,
el extendido mundo del año susurrante se ha marchado
hay más espacio para vivir el una vez secreto amanecer
y la tarde llega con la luz del día y la oscuridad camina
/indefensa.
Entre el bravo y turbulento arder de las hojas
y el invierno que cubre con su pesada nieve
/nuestros corazones
estamos solos y no hallarás a las aves nocturnas.
La luna las estrellas giran alrededor de nuestra casa.
Ésta es la estación humana en el aire estéril,
las palabras pueden transportar el aliento y el sonido se arrastra
/ y continúa resonando,
oímos los gritos de un hombre muerto
desde un otoño que se ha ido hace mucho tiempo.
Te llamo y mi súplica se extiende mucho más allá de este aire amargo.
(versión Esteban Moore)
El fin del mundo
Inesperadamente, mientras Vasserot
el prestidigitador sin brazos encendía
un fósforo entre los dedos del pie,
y Ralph el león, al redoble de los tambores,
ocupaba sus colmillos en el cuello de madame Sossman
y Teeny estaba a punto de toser
al ritmo de un vals meciendo a Jocko del pulgar:
inesperadamente, el techo de la carpa se voló.
Y allí, allí en lo alto, allí, colgado
sobre miles de rostros blancos, sobre miles de ojos
deslumbrados, allí en la oscuridad sin estrellas,
suspendido, revoloteando, allí, cruzando
con vastas alas el cielo anulado,
allí en la negrura repentina, el paño mortuorio
de nada, nada, nada en absoluto.
(versión Esteban Moore)
Psique con la linterna
El amor, que es el misterio más difícil,
busca de cada joven una respuesta
y más de los más ardientes y más hermosos —
El amor es un pájaro en un puño:
atraparlo lo esconde, mirarlo es dejarlo ir.
Girará desatado si levantas demasiado un dedo.
Se quedará si lo cubres —se quedará, mas ignoto e invisible.
Guárdalo para siempre con el puño cerrado
o déjalo volar
cantando en fervor de sol y en la canción desvanecido.
No hay respuesta otra para este misterio.
VIAJE A LA LUNA
PRESENCIA entre nosotros,
errante en nuestros cielos,
reflejo de plata en nuestras hojas y
plata en nuestras aguas,
Oh
Evasión de plata en nuestros más lejanos pensamientos –
“la luna visitante” . . . “vislumbres de la luna”
¡Y te hemos tocado!
Desde el primer instante,
Antes del primer instante, antes de
que el primer hombre saboreara el tiempo, nos acordamos de ti.
Eras un asombro para nosotros, inalcanzable,
un anhelo inasequible a nuestros anhelos,
una luz más allá de nuestras luces, nuestras vidas – tal vez
un propósito para nosotros . . .
Ahora
nuestras manos te han tocado en tu profundidad de noche.
Viajamos tres días y tres noches,
Gobernados por las estrellas más lejanas, nos alzamos a lo exterior,
Cruzamos la marea invisible de resaca en la que el polvo flotante
cae en un sentido u otro en el vacío intermedio
que precedió a otro descenso, encontramos
al frío, el rostro de la muerte – vacío inconmensurable. . .
Después, en la tarde del cuarto día, descendimos
lo hicimos rápido, pusimos el pie en el amanecer de tus playas,
tamizamos tu fría arena entre los dedos.
Detenidos aquí en el anochecer, el frío, el silencio . . .
y aquí, como en el comienzo del tiempo, alzamos las cabezas.
Sobre nosotros, más bella que la luna, una
luna, un asombro para nosotros, inalcanzable
un anhelo inasequible a nuestros anhelos,
una luz más allá de nuestras luces, nuestras vidas – tal vez
un propósito para nosotros . . .
Oh, ¡un propósito!
Sobre nosotros en estas silenciosas playas la brillante
Tierra,
presencia entre nosotros.
[NY Times, 21 de julio 1969]
RETRATO AL ÓLEO DEL ARTISTA COMO ARTISTA
EL rechoncho M. Plíf está lavándose las manos de América.
El rechoncho Mr. Plíf pintado en ocre con semejante pelo.
América en azul-verde-gris, color arena.
América es continente muchas tierras.
El rechoncho Mr. Plíf está lavándose las manos de América.
Retratado en Pau en el propio lugar y le brillan los ojos.
Él se ve a sí mismo como exilado de todo esto,
como emigré de su tiempo a la historia.
(Siendo la historia una casa vacía sin dueños,
un hombre práctico puede meterse por las secretas lápidas.)
Los muertos son excelentes anfitriones;
no ponen objeciones.
Y ya dentro,
bien puede condenar el postigo para el próximo,
y vivir una vida de clásico en un aire viciado consigo
mismo para el Pasado y su rostro en el espejo de
la Posteridad.
El Cinquecento no se parece para nada a Nome,
o Natchez, o Wounded Knee,
o el Shenandoach.
Tu vulgaridad, Tennessee; tu violencia, Texas;
las rocas en vuestros campos, Ohio, Connecticut;
tu barro, Missouri, tu barro; vosotros echasteis,
le ensombrecisteis su vida, purpúreos montes Apalaches;
ya es demasiadamente demasiado tu fluir, Mississipi.
Él prefiere una más nítida corriente con terraza
para pase antes y cipreses mencionados en Horacio
o Henry James.
Él prefiere un país donde todas las cosas lleven
el nombre de una condesa o verdadero rey,
o un palacio de verdad, o alguna cosa en prosa
y las cotizaciones en italiano. 223
Hay mejor sombra para un artista bajo una higuera
que bajo toda la maldita hilera (piensa) de los Big Horns
Epístola para ser dejada en la Tierra
... Ahora hace más frío,
hay muchas estrellas,
flotamos a la deriva
Al norte de la Osa Mayor,
las hojas caen
El agua es piedra en las rocas excavadas,
hacia el sur
Sol rojo, aire gris:
lentamente vuelan los cuervos
Con sus torcidas alas,
las chovas nos abandonaron:
Desde que dejamos atrás los resplandores de Orión,
En su corazón cada hombre piensa que habrá de morir.
Muchos escribieron sus últimos pensamientos y cartas.
Ninguno sabe si nuestras muertes son pasajeras o eternas:
Ninguno sabe si esa errante tierra será hallada.
Yacemos y la nieve cubre nuestras vestiduras.
Les ruego a ustedes
a ustedes (si alguien abre este escrito),
Que formen en sus bocas las palabras que fueron nuestros nombres.
Les diré todo lo que hemos aprendido:
les diré todo:
La tierra es redonda,
hay manantiales debajo de los huertos.
La arcilla se corta con un cuchillo romo,
cuídense
De los olmos cuando truena,
las luces del cielo son estrellas...
Pensamos que no nos ven,
pensamos también
Que nos árboles no nos conocen, que las hojas de la hierba no nos oyen:
También los pájaros son ignorantes.
No escuchen.
No se detengan en la oscuridad en las ventanas abiertas.
Hemos oído esto antes que ustedes:
son voces:
No son palabras sino el viento que se levanta.
Tampoco ninguno de nosotros ha visto a Dios.
(... A menudo hemos creído
Que las ráfagas de sol en el tardío y violento temporal
Señalaban un árbol, pero no era así.)
En cuanto a las noches, les advierto que las noches son peligrosas:
De noche cambia el viento y llegan los sueños.
Hace mucho frío,
hay raras estrellas cerca de Arturo,
Voces gritan en el cielo un nombre desconocido.
William Shand y Alberto Girri, Poesía norteamericana contemporánea, Distribuidora Mexicana de Libros, Ciudad de México, 1976
Epistle to Be Left in the Earth
...It is colder now,
there are many stars,
we are drifting
North by the Great Bear,
the leaves are falling,
THe water is stone in the scooped rocks,
to southward
Red sun grey air:
the crows are
Slow on their crooked wings,
the jays have left us:
Long since we passed the flares of Orion.
Each man believes in his heart he will die.
Many have written last thoughts and last letters.
None know if our deaths are now or forever:
None know if this wandering earth will be found.
We lie down and the snow covers our garments.
I pray you,
you (if any open this writing)
Make in your mouths the words that were our names.
I will tell you all we have learned,
I will tell you everything:
The earth is round,
there are springs under the orchards,
The loam cuts with a blunt knife,
beware of
Elms in thunder,
the lights in the sky are stars——
We think they do not see,
we think also
The trees do not know nor the leaves of the grasses hear us:
The birds too are ignorant.
Do not listen.
Do not stand at dark in the open windows.
We before you have heard this:
they are voices:
They are not words at all but the wind rising.
Also none among us has seen God.
(...We have thought often
The flaws of sun in the late and driving weather
Pointed to one tree but it was not so.)
As for the nights I warn you the nights are dangerous:
The wind changes at night and the dreams come.
It is very cold,
there are strange stars near Arcturus,
Voices are crying an unknown name in the sky
La oveja entre las ruinas
para Learned y Augustus Hand*
Ustedes, amigos míos, y ustedes, extraños, y todos,
acérquense a mí un poco entre las murallas,
o donde las murallas alguna vez estuvieron.
Aquí estuvo el puente, y más para allá la ciudad:
ahora no existen ni ciudad ni puente.
Un pasadizo donde el techo está bajo
se abre a una escalera gastada por pisadas
que lleva, después de tres pasos, al aire vacío.
(¿Qué pie estuvo ahí?)
Nada en esta ciudad que tuvo mil campanarios
vive ahora; sólo estos rebaños
de ovejas que comen las pasturas amarillas donde ladrillos
yacen, muertos, en el fondo:
hay perros que los guían con la brutalidad de sus dientes.
¿Puede algo más que ovejas vivir aquí, con los muros destrozados?
¿El tiempo de la oveja inicia y el del hombre terminó acaso?
¿Y aquí nos sentaremos como dolientes en un cerro de estiércol,
llorando agudamente con lenguas melodiosas,
desfigurando nuestros rostros con las uñas del desamparo?
(¿Qué polvo es éste que nuestro cabello ha abordado?)
Porque un mundo nos es arrebatado como los camellos fueron al hombre de Uz,
¿hemos de sentarnos llorando por el mundo que una vez fue
y maldecir a Dios y así pareceremos?
¿Habrán de ser césped los monumentos y herencia de las ovejas?
¿Será que perros gobernarán los destrozos de las arcadas?
Consideren, consideren pues, lo que somos.
Consideren lo que significa ser hombre,
aquél que hace su viaje al borde del brillo de un cirio;
aquél que descubre una palabra entre sus dientes, en su lengua;
cuyo corazón puede soportar el silencio de las estrellas: esa carga–
aquél que viene con sentido en la ceguera de una piedra;
el hombro de una jovencita, ¡armonía perfecta!
Incluso hablar de tales cosas nos llevaría mucho tiempo.
Las maravillas que ha hecho el hombre, tantas, y tan breve
nuestra respiración: nuestra muerte, que espera–
¡Maravillas entre maravillas! Grandes trabajos–
¡La imaginación de la forma del orden!,
la puerta de cedro, trabajo de gran belleza,
perfectamente alineada a un muro de basalto.
Trabajos perfectos:
la ceremonia al entrar a la casa de un extraño,
a la vida de un extraño: la novia entre las llamas de una caricia desesperada.
Trabajos del alma–
peregrinajes por el desierto hacia la piedra sagrada:
a través de la media noche al golpe de la misma.
¡Trabajos de gracia!, ¡trabajos de encanto!
Todo esto hemos hecho, y tanto,
y visto… ¿qué cosa no hemos visto?
A un hombre debajo del sol y con sentido
a un hombre, uno solo, a solo un hombre.
Aquél viajante ha descendido bajo la tierra por sus abismos,
con la sombra de su mente en las montañas.
Se ha vuelto lejana aquella palabra que una vez dijo,
y la semilla se mantiene y la tierra la resguarda.
Piedras– Incluso las piedras lo recuerdan:
también las hojas– su imagen está en ellas.
y ahora porque la ciudad es una ruina en el deshecho del aire
nos sentamos aquí, y desesperamos.
Porque las ovejas nos miran en la pradera agonizante
y nuestro día se acaba.
Debemos terminar
porque la plática de sobremesa en el crepúsculo ha terminado,
porque los dedos de las diosas han sido hallados
como piedritas de mármol en la grava del suelo
y nada más que un chacal en el desierto responde,–
¡el viento habla porque la nube propone!
Porque las ovejas paran donde yacen las estatuas que observan
mientras nos sentamos sobre la arena, en silencio,
mirando cómo el sol aparece y cambian las sombras.
Escuchen, amigos, y ustedes, todos, extraños,
escuchen: el trabajo del hombre, tan esplendoroso
nunca ha terminado ni terminará.
Incluso cuando las ovejas demuelan la escalera con pisadas
y los perros sean los dueños– incluso entonces
el círculo será delineado por el dedo de un hombre en el polvo.
Incluso entre las ruinas comenzará el trabajo,
amplio en la mañana nivelada de la luz
y bello con cisternas donde emblanquezca el agua,
pasando sobre los labios del mármol, y derrame
guíada por los árboles su esencia, y los albañiles
excaven para formar los cimientos, y la grava
en un mortero solar se haga cemento, y en la mañana
los olores de madera quemándose, de cuerda y de cera,
de sudor de caballo, de pino cortado, y de los hombres
y de hojas de menta aplastadas a un lado del abismo.
Un hombre solo debajo del sol
camina entre el silencio, entre las piedras:
la ciudad emerge de sus huesos, de su carne.
*Juego traducible como “Para La Mano Experimentada y Augusta.”
La traducción es de Sergio Eduardo Cruz
The Sheep in the Ruins
for Learned and Augustus Hand
You, my friends, and you strangers, all of you,
Stand with me a little by the walls
Or where the walls once were.
The bridge was here, the city further:
Now there is neither bridge nor town—
A doorway where the roof is down
Opens on a foot-worn stair
That climbs by three steps into empty air.
(What foot went there?)
Nothing in this town that had a thousand steeples
Lives now but these flocks of sheep
Grazing the yellow grasses where the bricks lie dead beneath:
Dogs drive them with their brutal teeth.
Can none but sheep live where the walls go under?
Is man’s day over and the sheep’s begun?
And shall we sit here like the mourners on a dunghill
Shrilling with melodious tongue—
Disfiguring our faces with the nails of our despair?
(What dust is this we sift upon our hair?)
Because a world is taken from us as the camels from the man of Uz
Shall we sit weeping for the world that was
And curse God and so perish?
Shall monuments be grass and sheep inherit them?
Shall dogs rule in the rubble of the arches?
Consider, Oh consider what we are!
Consider what it is to be a man—
He who makes his journey by the glimmer of a candle;
Who discovers in his mouth, between his teeth, a word;
Whose heart can bear the silence of the stars— that burden;
Who comes upon his meaning in the blindness of a stone—
A girl’s shoulder, perfectly harmonious!
Even the talk of it would take us days together.
Marvels men have made, Oh marvels!—and our breath
Brief as it is: our death waiting—
Marvels upon marvels! Works of state—
The imagination of the shape of order!
Works of beauty—the cedar door
Perfectly fitted to the sill of basalt!
Works of grace—
The ceremony at the entering of houses,
At the entering of lives: the bride among the torches in the shrill carouse!
Works of soul—
Pilgrimages through the desert to the sacred boulder:
Through the mid night to the stroke of one!
Works of grace! Works of wonder!
All this have we done and more—
And seen—what have we not seen?—
A man beneath the sunlight in his meaning:
A man, one man, a man alone.
In the sinks of the earth that wanderer has gone down.
The shadow of his mind is on the mountains.
The word he has said is kept in the place beyond
As the seed is kept and the earth ponders it.
Stones—even the stones remember him:
Even the leaves—his image is in them.
And now because the city is a ruin in the waste of air
We sit here and despair!
Because the sheep graze in the dying grove
Our day is over!
We must end
Because the talk around the table in the dusk has ended,
Because the fingers of the goddesses are found
Like marble pebbles in the gravelly ground
And nothing answers but the jackal in the desert,—
Because the cloud proposes, the wind says!
Because the sheep are pastured where the staring statues lie
We sit upon the sand in silence
Watching the sun go and the shadows change!
Listen, my friends, and you, all of you, strangers,
Listen, the work of man, the work of splendor
Never has been ended or will end.
Even where the sheep defile the ruined stair
And dogs are masters—even there
One man’s finger in the dust shall trace the circle.
Even among the ruins shall begin the work,
Large in the level morning of the light
And beautiful with cisterns where the water whitens,
Rippling upon the lip of stone, and spills
By cedar sluices into pools, and the young builders
String their plumb lines, and the well-laid course
Blanches its mortar in the sun, and all the morning
Smells of wood-smoke, rope-tar, horse-sweat, pitch-pine,
Men and the trampled mint leaves in the ditch.
One man in the sun alone
Walks between the silence and the stone:
The city rises from his flesh, his bone.
La oveja entre las ruinas
para Learned y Augustus Hand*
Ustedes, amigos míos, y ustedes, extraños, y todos,
acérquense a mí un poco entre las murallas,
o donde las murallas alguna vez estuvieron.
Aquí estuvo el puente, y más para allá la ciudad:
ahora no existen ni ciudad ni puente.
Un pasadizo donde el techo está bajo
se abre a una escalera gastada por pisadas
que lleva, después de tres pasos, al aire vacío.
(¿Qué pie estuvo ahí?)
Nada en esta ciudad que tuvo mil campanarios
vive ahora; sólo estos rebaños
de ovejas que comen las pasturas amarillas donde ladrillos
yacen, muertos, en el fondo:
hay perros que los guían con la brutalidad de sus dientes.
¿Puede algo más que ovejas vivir aquí, con los muros destrozados?
¿El tiempo de la oveja inicia y el del hombre terminó acaso?
¿Y aquí nos sentaremos como dolientes en un cerro de estiércol,
llorando agudamente con lenguas melodiosas,
desfigurando nuestros rostros con las uñas del desamparo?
(¿Qué polvo es éste que nuestro cabello ha abordado?)
Porque un mundo nos es arrebatado como los camellos fueron al hombre de Uz,
¿hemos de sentarnos llorando por el mundo que una vez fue
y maldecir a Dios y así pareceremos?
¿Habrán de ser césped los monumentos y herencia de las ovejas?
¿Será que perros gobernarán los destrozos de las arcadas?
Consideren, consideren pues, lo que somos.
Consideren lo que significa ser hombre,
aquél que hace su viaje al borde del brillo de un cirio;
aquél que descubre una palabra entre sus dientes, en su lengua;
cuyo corazón puede soportar el silencio de las estrellas: esa carga–
aquél que viene con sentido en la ceguera de una piedra;
el hombro de una jovencita, ¡armonía perfecta!
Incluso hablar de tales cosas nos llevaría mucho tiempo.
Las maravillas que ha hecho el hombre, tantas, y tan breve
nuestra respiración: nuestra muerte, que espera–
¡Maravillas entre maravillas! Grandes trabajos–
¡La imaginación de la forma del orden!,
la puerta de cedro, trabajo de gran belleza,
perfectamente alineada a un muro de basalto.
Trabajos perfectos:
la ceremonia al entrar a la casa de un extraño,
a la vida de un extraño: la novia entre las llamas de una caricia desesperada.
Trabajos del alma–
peregrinajes por el desierto hacia la piedra sagrada:
a través de la media noche al golpe de la misma.
¡Trabajos de gracia!, ¡trabajos de encanto!
Todo esto hemos hecho, y tanto,
y visto… ¿qué cosa no hemos visto?
A un hombre debajo del sol y con sentido
a un hombre, uno solo, a solo un hombre.
Aquél viajante ha descendido bajo la tierra por sus abismos,
con la sombra de su mente en las montañas.
Se ha vuelto lejana aquella palabra que una vez dijo,
y la semilla se mantiene y la tierra la resguarda.
Piedras– Incluso las piedras lo recuerdan:
también las hojas– su imagen está en ellas.
y ahora porque la ciudad es una ruina en el deshecho del aire
nos sentamos aquí, y desesperamos.
Porque las ovejas nos miran en la pradera agonizante
y nuestro día se acaba.
Debemos terminar
porque la plática de sobremesa en el crepúsculo ha terminado,
porque los dedos de las diosas han sido hallados
como piedritas de mármol en la grava del suelo
y nada más que un chacal en el desierto responde,–
¡el viento habla porque la nube propone!
Porque las ovejas paran donde yacen las estatuas que observan
mientras nos sentamos sobre la arena, en silencio,
mirando cómo el sol aparece y cambian las sombras.
Escuchen, amigos, y ustedes, todos, extraños,
escuchen: el trabajo del hombre, tan esplendoroso
nunca ha terminado ni terminará.
Incluso cuando las ovejas demuelan la escalera con pisadas
y los perros sean los dueños– incluso entonces
el círculo será delineado por el dedo de un hombre en el polvo.
Incluso entre las ruinas comenzará el trabajo,
amplio en la mañana nivelada de la luz
y bello con cisternas donde emblanquezca el agua,
pasando sobre los labios del mármol, y derrame
guíada por los árboles su esencia, y los albañiles
excaven para formar los cimientos, y la grava
en un mortero solar se haga cemento, y en la mañana
los olores de madera quemándose, de cuerda y de cera,
de sudor de caballo, de pino cortado, y de los hombres
y de hojas de menta aplastadas a un lado del abismo.
Un hombre solo debajo del sol
camina entre el silencio, entre las piedras:
la ciudad emerge de sus huesos, de su carne.
*Juego traducible como “Para La Mano Experimentada y Augusta.”
La traducción es de Sergio Eduardo Cruz
The Sheep in the Ruins
for Learned and Augustus Hand
You, my friends, and you strangers, all of you,
Stand with me a little by the walls
Or where the walls once were.
The bridge was here, the city further:
Now there is neither bridge nor town—
A doorway where the roof is down
Opens on a foot-worn stair
That climbs by three steps into empty air.
(What foot went there?)
Nothing in this town that had a thousand steeples
Lives now but these flocks of sheep
Grazing the yellow grasses where the bricks lie dead beneath:
Dogs drive them with their brutal teeth.
Can none but sheep live where the walls go under?
Is man’s day over and the sheep’s begun?
And shall we sit here like the mourners on a dunghill
Shrilling with melodious tongue—
Disfiguring our faces with the nails of our despair?
(What dust is this we sift upon our hair?)
Because a world is taken from us as the camels from the man of Uz
Shall we sit weeping for the world that was
And curse God and so perish?
Shall monuments be grass and sheep inherit them?
Shall dogs rule in the rubble of the arches?
Consider, Oh consider what we are!
Consider what it is to be a man—
He who makes his journey by the glimmer of a candle;
Who discovers in his mouth, between his teeth, a word;
Whose heart can bear the silence of the stars— that burden;
Who comes upon his meaning in the blindness of a stone—
A girl’s shoulder, perfectly harmonious!
Even the talk of it would take us days together.
Marvels men have made, Oh marvels!—and our breath
Brief as it is: our death waiting—
Marvels upon marvels! Works of state—
The imagination of the shape of order!
Works of beauty—the cedar door
Perfectly fitted to the sill of basalt!
Works of grace—
The ceremony at the entering of houses,
At the entering of lives: the bride among the torches in the shrill carouse!
Works of soul—
Pilgrimages through the desert to the sacred boulder:
Through the mid night to the stroke of one!
Works of grace! Works of wonder!
All this have we done and more—
And seen—what have we not seen?—
A man beneath the sunlight in his meaning:
A man, one man, a man alone.
In the sinks of the earth that wanderer has gone down.
The shadow of his mind is on the mountains.
The word he has said is kept in the place beyond
As the seed is kept and the earth ponders it.
Stones—even the stones remember him:
Even the leaves—his image is in them.
And now because the city is a ruin in the waste of air
We sit here and despair!
Because the sheep graze in the dying grove
Our day is over!
We must end
Because the talk around the table in the dusk has ended,
Because the fingers of the goddesses are found
Like marble pebbles in the gravelly ground
And nothing answers but the jackal in the desert,—
Because the cloud proposes, the wind says!
Because the sheep are pastured where the staring statues lie
We sit upon the sand in silence
Watching the sun go and the shadows change!
Listen, my friends, and you, all of you, strangers,
Listen, the work of man, the work of splendor
Never has been ended or will end.
Even where the sheep defile the ruined stair
And dogs are masters—even there
One man’s finger in the dust shall trace the circle.
Even among the ruins shall begin the work,
Large in the level morning of the light
And beautiful with cisterns where the water whitens,
Rippling upon the lip of stone, and spills
By cedar sluices into pools, and the young builders
String their plumb lines, and the well-laid course
Blanches its mortar in the sun, and all the morning
Smells of wood-smoke, rope-tar, horse-sweat, pitch-pine,
Men and the trampled mint leaves in the ditch.
One man in the sun alone
Walks between the silence and the stone:
The city rises from his flesh, his bone.
Razones para la música
Para Wallace Stevens
¿Por qué insistimos en el poema,
Era tras Era -incluso en una era
como ésta, cuando la roca viva
ya no vive y la piedra labrada perece-?
La pregunta de Hölderlin: ¿por qué ser poeta
ahora, cuando los significados no significan,
cuando la forma de piedra es piedra moldeada
-Dürftiger Zeit-, tiempo sin interioridad?
¿Por qué yacer en nuestras camas de noche
conteniendo una bocanada de palabras, exhaustos,
más aun por la ausencia del adversario?
¿Por qué ser poeta? ¡Por qué ser hombre!
Muy lejos, en lo más remoto de los Andes,
se encastran y se apilan piedras enormes.
¿Qué es el hombre? El que encuentra un poema
en los escombros de un agreste mundo desierto.
Mi tarea: el acropolis de la eternidad
que se desmorona una y otra vez.
La necesidad del corazón me compele.
Soy hombre, poeta debo ser.
El trabajo del orden no tiene descanso:
es el de imponer sobre el confuso, fortuito,
flujo del mundo, la Forma -
calma, fresca, limpia, obstinada.
Permanente, o al menos
duradero, un precario monumento
que promete inmortalidad, porque mueve
al vuelo y en el movimiento equilibra.
¿Por qué insistir en el poema?
De la turbulencia del mar se alza
en frágiles flores, una tras otra,
el arrecife de coral que calma el agua.
Generaciones de moribundos
fijan las sales disueltas del mar
en la piedra, árboles de ramas inmóviles,
significando
el movimiento del mar.
Versión de J. Aulicino
Reason for music
For Wallace Stevens
Why do we labor the poem /Age after age -even an age like / This one, when the living rock / no longer lives and the cut stones perishes? // Hölderlin's question: Why be the poet /Now when the meanings do not mean?- /When the stone shape is shaped stone?- / Dürftiger Zeit -time without inwardness? // Why lie upon our beds at night /Holding a mouthful of words, exhausted /Most by the absence of the adversary? / Why be the poet? Why be man! // Far out in the uttermost Andes / Mortised enormous stones are piled. /What is man? Who founds a poem / In the rubble of wild world-wilderness. // The acropolis of eternity that crumbles / Time and again is mine -my task./ The heart's necessity compels me. /Man I am, poet must be. //The labor of order has no rest: / To impose on the confused, fortuitous /Flowing away on the world, Form - /Still, cool, clean, obdurate, // Lasting forever, or least /Lasting: a precarious monument /Promising inmortality, for the wing /Moves and in the moving balances. // Why do we labor at the poem?/Out of the turbulence of the sea, /Flower by brittle flower, rises /The coral reef that calms the water. //Generations of the dying /Fix the sea's dissolving salts /In stone, still trees, their branches immovable, /Meaning/ the movement of the sea.
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