Abdelaziz Kacem
Nacido en Túnez en 1933, es un hombre cosmopolita y polifacético. Ha desempeñado diversos cargos de responsabilidad en el campo de la información y el periodismo.
Es poeta, profesor universitario, ensayista y conferenciante, varias veces laureado y miembro de prestigiosas instituciones literarias. Vinculado, por su formación, a la francofonía, es una de esas voces árabes que alternan el francés y el árabe como lenguas de expresión literaria y académica y, sin perder un ápice de su ‘arabidad’, se considera inmerso en la cultura occidental a la que ha aportado su voz poética y su pensamiento lúcido acerca de los retos contemporáneos, tendiendo puentes entre la ribera norte y la sur del Mediterráneo, reclamando la escucha de la voz árabe, en justa correspondencia por parte de una Europa en la que el mundo árabe se mira con frecuencia.
En su obra literaria, especialmente en la obra poética, ha alternado la producción en lengua árabe, como en dos de sus dos poemarios más conocidos: Hasad al-sams (La cosecha del sol), Túnez, 1975 y Nawba hubb fi `asr al-karahiyya, (Ronda de amor en tiempos de cólera), Túnez, 1991; con la voz poética en lengua francesa en: Le Frontal (El Frontal), Túnez, 1983, L’Hiver des brûlures, (El invierno de los ardores), Túnez, 1994. Mientras que sus ensayos de pensamiento o de análisis literario se han publicado en lengua francesa. Así, Tendences de la poésie tunisienne contemporaine (Túnez, 1970), Science et conscience des mots (Túnez, 1994), Culture arabe/ culture française: La parenté reniée (Paris, 2002), Les voile est-il islamique? Le corps des femmes, enjeu de pouvoir (Montpellier, 2004) y en colaboración con D. De Smet, Lumières du levant, Abu-l-`Ala’ al-Ma`arri et son temps (Bruselas, 2006).
Abdelaziz Kacem and his Bagdad Quatrains
Texto y Traducción:
Mohammed ABDELKAFI. Escritor y periodista
Montserrat ABUMALHAM. Dpto. de Estudios Árabes e Islámicos
Universidad Complutense
CUARTETAS PARA BAGDAD
1
De allá de donde viene mi voz, guardo una vaga idea,
está en algún lugar entre Atenas y Bagdad.
Sin embargo, puedo hablar del rumor de la ola
desde la que hice de intérprete entre Ulises y Simbad.
2
Si, a la patria de Homero, le alcanzara la desgracia
hacia el vil agresor y a falta de cañón,
yo apuntaría con mi índice. ¡Oh qué amargo pensamiento
al ver sangrar a Bagdad, sin que brote un verdadero NO!
3
En este tiempo, en que penamos por soldar nuestro ego,
cargo con dos YO: sin visado, sin rostro.
El espíritu piafa como corcel atacado por el vértigo,
mientras la estrella del Norte está, por ahora, fuera de uso
4
Era yo, no obstante, el barquero entre las dos orillas;
vieja Europa a la que el vínculo de la razón me une,
aparto los zaguales; no me importan las derivas,
lejos de los envilecidos puertos de los que me he exilado.
5
Aquí como allá, me duele mi ambivalencia.
En el Este, sigo siendo un erudito bagdadí;
un clásico, obstinado en poner rima a su poema.
En el Oeste, me vuelvo un sarraceno del Sur.
6
Sonríe, vieja Europa, ante mi fibra oratoria;
no he abjurado de la alquimia del discurso,
pero hurto el verbo a su laboratorio,
cuando la ciudad se inmola y se entrega a los buitres.
7
Nunca he llamado a las cosas por su nombre.
Me gustan los giros, siento amor por los rodeos.
Pero el verano es directo; tan puro, tan franco, aunque
haya hecho de Bagdad un nido de salamandras.
8
Desata el rigor del cual estoy inhibido,
déjame enarbolar el orgullo atávico
del mercader fenicio de púrpura y alfabeto.
Europa amiga, Europa amena y lacónica.
9
El equinoccio agita una muy triste mixtura:
La consagración de la primavera y el saqueo de Babel.
El otoño, bramando, llama a la vendimia,
Bagdad está sin uvas, pero rojo es su sello.
10
La más dura de las guerras en la pantalla se suaviza.
No es más que un juego, con naipes marcados,
sin cadáveres, los muertos no cuentan nada.
Con el as que uno tira, se descartan los corazones
11
¿Quién se acuerda de los malvados con instintos de fiera?
¿Quien socorre a las bellezas exclusivas,
al ser tomada al asalto, bajo la cobertura del G. I,
la casa donde los dioses conservaban sus archivos?
12
Se zahiere a Abu Gurayb, llamándolo cárcel.
Ese infierno temía ser dejado en desuso.
Boys y girls han venido a devolverle el oro a su blasón,
a gozarse en añadir obscenidad al suplicio.
13
En Bagdad, nadie sabe el peligro que allí se corre.
Hay cazadores de fotos que llevan lejos su tarea,
y, a menudo, son tomados por simples cazadores,
y muchas cámaras son tenidas por lanzacohetes.
14
Esta espalda árabe consagrada al garrote del pillo
soporta ella sola y sin jadear mil años de historia.
Me duele ver a los huérfanos del gran Saladino
cuya espada firmó su última victoria.
15
Holgadamente, un subsuelo que de ingredientes rebosa,
se mueve como un sub-país, como depósito grosero.
El Nuevo Orden está aquí, que os salte al cuello
y jalone de sangre su avalancha hacia el oro negro.
16
No saben soñar más que en peligros y barriles,
estos pendencieros con el mal del combate y la algarada.
Preguntadles, si por pura casualidad, saben algo
del país de Astarté y de Sherezada.
17
En este país tan viejo, que no sabe quién
allá en el principio del tiempo lo inventó, si poeta o apóstol,
la historia es tan cruel y el embrollo de tal calibre
que un osario que se destapa puede esconder otro
18
A falta de Bagdad, por medio del obús y del abuso,
han liberado, en cambio, a tejedores de telas.
Y la mujer, sumisa a la ley de los barbudos,
muerde el lienzo que le sirve de sudario y de velo.
19
Afganistán sobrevive. Magnánima, la guerra
deja allí intactos el opio del pueblo y la adormidera.
Una y otra riquezas, en estos lugares de miseria,
pertenecen, a menudo, al mismo hombre devoto.
20
En este Oriente mayor, donde el Occidente nació,
el niño reta al intruso que lo pone bajo tutela,
pues siente que es, al menos, unos cinco mil años más viejo.
Volved a vuestra casa, dice, vuestro psicoanalista os llama.
21
Tendréis la cosecha de una siniestra labranza,
vosotros que tenéis la muerte por única seña.
Sin juegos de palabras, que el corazón no está para retruécanos,
volved a casa, dejad a la morgue vuestra vanagloria.
22
He amado a Hemingway y sé discurrir
acerca del sueño y del largo insomnio de América.
El buscado hurón sigue corriendo
y Bagdad sigue pagando el diezmo evangélico.
23
Melómano afligido por un infernal alboroto,
este país alimentaba, en otro tiempo, la crónica.
Y el aprendiz de brujo comprueba, por su propio daño,
que ha reducido a la nada la esperanza laica.
24
Al salir de Bagdad, el mal de amor cortés
llega a Córdoba, crece y enardece a Aquitania,
la ley del trovador se impone a los reyes.
¿Podrías, Bagdad, ahorrarnos tu odio?
QUATRAINS POUR BAGDAD
1
L’ailleurs d’où vient ma voix, j’en garde une idée vague,
Se situe, quelque part, entre Athènes et Bagdad.
Mais je puis relater les clameurs de la vague
Où je fis l’interprète entre Ulysse et Sindbad.
2
S’il arrivait malheur à la patrie d’Homère,
Vers le vil agresseur, à defaut d’un canon,
Je pointerais l’index. O pensée si amère
De voir saigner Bagdad sans que fuse un vrai NON!
3
En ce temps où l’on peine à souder son ego,
J’ai deux Moi à porter, sans visa, sans visage.
L’esprit piaffe en coursier atteint de vertigo
Et l’étoile du Nord est pour l’heure hors d’usage.
4
C’était bien moi pourtant le passeur des deux rives.
Vieille Europe à qui un lien de sens m’unit,
Je range les pagaies, qu’emportent les dérives,
Loin des ports dégradés d’où je me suis banni.
5
Ici et là, j’ai mal à mon ambivalente.
À l’Est je suis resté le lettré Bagdadi,
Un classique obstiné à rimer sa romance,
À l’Ouest, je me fais Sarrasin du Midi.
6
Souris vieille Europe à ma fibre oratoire.
Je n’ai pas abjuré l’alchimie du discours,
Mais je soustrais le verbe à son laboratoire,
Quand la cité s’immole et se livre aux vautours.
7
Je n’ai guère appelé les choses par leur nom.
Je me plais aux détours, j’ai le goût des méandres.
Mais l’été est direct, si pur, si franc, sinon
Qu’il a fait de Bagdad un nid de salamandres.
8
Desserre la rigueur dont je suis inhibé,
Laisse-moi arborer la fierté atavique
Du Phénicien marchand de pourpre et alphabet.
Europe amie, Europe amène et laconique.
9
Et l’équinoxe agite un bien triste mélange:
Le sacre du printemps et le sac de Babel.
L’automne mugissant appelle à la vendange,
Bagdad est sans raisin, mais rouge est son label.
10
La guerre la plus dure à l’écran s’adoucit.
Ce n’est guère qu’un jeu, on biseaute la carte.
Sans cadavres, les morts n’y font aucun récit
Avec l’as qu’on abat, l’atout coeur qu’on écarte.
11
Qui se souvient des gueux aux instincts de bétail?
Qui a porté secours aux beautés exclusives,
Quand fut prise d’assaut sous couvert du G 1
La maison où les dieux conservaient leurs archives?
12
On lèse Abou Ghraib en l’appelant prison.
Cet enfer avait craint d’être mis hors service.
Boys et girls sont venus redorer son blason
Et savourer l’ajout de l’obscène au supplice.
13
A Bagdad, nul ne sait le danger qu’on y court.
Des chasseurs de photos poussant loin leurs enquêtes,
Y sont pris trop souvent pour des chasseurs tout courts,
Et bien des caméras pour des lance-roquettes.
14
Ce dos arabe acquis au gourdin du gredin
A porté seul et sans ahan mille ans d’histoire.
J’ai mal aux orphelins de ce grand Saladin
Dont l’épée a signé leur ultime victoire.
15
Aisément, un sous-sol, qui d’ingrédients regorge,
Se mue en sous-pays, en grossier réservoir.
Le Nouvel Ordre est là, qui vous saute à la gorge
Et jalonne de sang sa ruée vers l’or noir.
16
Ils ne savent rêver que périls et barils,
Ces baroudeurs en mal de rade et d’algarade.
Demandez-leur, par pur hasard, que savent-ils
Du pays d’Astarté et de Schérézade?
17
Dans ce pays si vieux qu’il ne sait plus lequel
L’a jadis inventé, le poète et l’apôtre,
L’histoire est si cruelle et l’imbroglio est tel
Qu’un charnier mis au tour peut en cacher un autre.
18
A défaut de Bagdad, par l’obus et l’abus,
Ils ont bien libéré les tisseurs de toile.
Et la femme soumise à la loi des barbus
Mord le drap qui lui sert de linceul et de voile.
19
L’Afghanistan survit. Magnanime, la guerre
Y laisse intacts l’opium du peuple et le pavot.
L’une et l’autre richesse, en ces lieus de misère,
Sont souvent détenues par le même dévot.
20
Dans cet Orient majeur où l’Occident est né,
L’enfant défie l’intrus qui le met sous tutelle,
Tant il se sent d’au moins cinq mille ans son aîné.
Rentrez chez-vous, dit-il, votre psy vous appelle.
21
Vous aurez la moisson d’un sinistre labour,
Vous qui avez la mort pour unique point d’orgue.
Sans jeu de mots, le coeur n’est pas au calembour,
Rentres chez vous, laissez votre morgue à la morgue.
22
J’ai aimé Hemingway et je sais discourir
Sur le rêve et la longue insomnie d’Amérique.
Le furet recherché continue de courir
Et Bagdad de payer la dîme évangélique.
23
Mélomane affligé d’un infernal ramdam,
Ce pays défrayait, autrement, la chronique.
Et l’apprenti sorcier constate, à son gran dam,
Qu’il réduit à néant l’ésperance laïque.
24
Au départ de Bagdad, le mal d’amour courtois
Gagne Cordoue, progresse, enfièvre l’Aquitaine,
La loi du troubadour s’exerçant sur les rois.
Puisses-tu, ô Bagdad, nous épargner ta haine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario