José Ramón Trujillo (Madrid, 1966) es traductor y profesor universitario. Especialista en literatura Comparada y en Comunicación, ha realizado numerosas ediciones, entre las que destacan La Demanda del Santo Grial, de 1515. Como poeta ha publicado: Cinco poemas morales (Madrid, 1995), Arte del olvido (Huelva, 1997), El Reino (Ed. Visor, 2002), Pasar la página (Ediciones Olcades, Cuenca, 2000), GRIAL (Ediciones UIB). Su obra se recoge en numerosas antologías y ha sido traducida al italiano, alemán, portugués, francés y árabe.
V
Estaba allí, dormida, en las pequeñas cosas,
en el tacto amargo de la luz sobre los ojos,
en la respiración sobrecogida del día
en el minuto oscuro anterior a la tormenta.
Estaba allí, agazapada, como esperando
algo, no sé, quizá un descuido, agazapada
en el grano de sal de las noches y en la cal
debajo de las uñas tras arañar el tedio.
¿Estaba allí? ¿O acaso fui a su encuentro? No sé.
Era una voz (como el amor) espléndida e inútil.
"Abandona tu casa", me dijo. ("¿Era una voz?")
Vino a buscarme y era (como el amor) inmerecida.
de El Reino. Ed. Visor
Centinela
Todo es esencial en el paisaje:
las columnas de humo fingiendo ser
la estela de un cometa; la bóveda
de la tarde con sus nervios de sol,
su guadaña de sombra en el trigal
de piel de cebra; el bosque espeso, inmóvil
miniado de pájaros y de vientos;
la línea de cristal del río que une
en su zig-zag el aire transparente,
los álamos en llamas junto al Burbia,
la altura que ofrece la atalaya;
cada una de esas cifras precisas
y el ojo que mira, y su distancia.
Todo es esencial en el paisaje
y todo es único: la ambigüedad
es la sombra que nutre la mirada.
Pasar la página (Ediciones Olcades, Cuenca, 2000).
Ciudad del corazón
Las horas son aquí como las olas;
van royendo sordamente la piedra,
pudren las vigas de madera, lamen
sus mármoles, deshacen con sus dedos
de tiniebla las sedas, los encajes.
Es ésta una ciudad bajo la lluvia.
Sobre los frescos, dibuja el moho
jeroglíficos, un óxido azul
esponja las verandas y las rejas,
anida en la médula de los muebles,
envenena los goznes, las cancelas.
Es ésta una ciudad bajo la lluvia;
y es el triunfo del mar sobre el deseo
de los hombres, sobre su corazón
(oropel vacío roído por las horas),
sobre lo que aún no es del todo, aunque
la vida ponga allí todo su empeño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario