martes, 3 de enero de 2012
5586.- LUIS CARLOS LÓPEZ
Luis Carlos López fue un poeta colombiano (1879-1950).
Luis Carlos López Escauriaza nació en Cartagena de Indias el 11 de junio de 1879, el mayor de once hermanos, en una familia de comerciantes, distinguida pero de escasos recursos económicos. Estudió en escuelas locales hasta el bachillerato (escuela secundaria), a los que añadió estudios de dibujo y pintura. Inició estudios de medicina que tuvo que abandonar con motivo de la Guerra de los Mil Días, cuando fue apresado por el ejército conservador. Posteriormente se dedicó al comercio, en el familiar Almacén López Hermanos, actividad que nunca le satisfizo. Se casó en 1909 con Aurea Marina Cowan, con la que tuvo tres hijos. Tuvo una activa carrera periodística, siendo fundador del periódico La Unión Comercial, de fugaz existencia. Colaboró en diversas revistas como las literarias Líneas y Rojo y Azul, así como en los periódicos La Juventud y La Patria. Abandonado el negocio familiar vivió momentos difíciles desde el punto de vista económico. Ejerció cargos diplomáticos como Cónsul en Múnich desde 1928 y posteriormente, desde 1937, y durante siete años, en Baltimore. Siempre estuvo vinculado a los ambientes literarios de su ciudad natal, donde formó parte de varias tertulias. Muchos de sus contemporáneos le decían "El Tuerto" por su ojo con el que decía no poder ver, aunque en realidad era simplemente estrábico. Falleció en su Cartagena el 30 de octubre de 1950. Su ciudad le dedicó en 1957 como homenaje la escultura Los zapatos viejos esculpida por Tito Lombana, inspirada en su poema A mi ciudad nativa.
Obra poética
Publicó los siguientes libros de poesía:
De mi Villorio (Madrid, 1908),
Posturas Difíciles (Madrid, 1909),
Por el Atajo (1920),
Versos (1946)
También parte del libro Varios a Varios (1910) en colaboración con Abraham López Penha y Manuel Cervera.
Se pueden mencionar algunos de sus poemas: A mi Ciudad Nativa, Toque de Oración, A un Bodegón, Hongos de Riba, Se murió Casimiro, Canción Burgues, Campesina no dejes, Sepelio"…
Perteneció a la generación centenarista del postmodernismo hispanoamericano al igual que Porfirio Barba Jacob, José Eustasio Rivera, Eduardo Castillo y Leopoldo de la Rosa, llamados así por publicar sus primeros escritos desde 1910, año en el cual se conmemoraron 100 años de la independencia de Colombia.
Su poesía suele clasificarse como parte de la reacción post-modernista, más concretamente en la línea de reacción hacia la ironía sentimental y también tropical . Se trata de un poeta manifiestamente antirromántico, que no idealiza nada de cuanto toca, ni la mujer ni el amor ni la patria.
Por el contrario, Luis Carlos López se burla de sí mismo y de los demás. En sus escritos hay un melancólico tono de desilusión ante la vida, de mirar ante todo la fragilidad pasional del hombre. Escribe poemas sobre su natal Cartagena de Indias y siente simpatía por sus personas y cosas humildes: el cura, el juez, el barbero, el bollo limpio, la batea, su abuela, la tia, etc. Escribe también sobre la flora de su ciudad: el matarratón, la guanábana, el mango, entre otros. En su mundo plástico sobresalen los colores plata, ceniza, amarillo y pardo. Pero todo se contempla a través de la ironía, como sus descripciones perfectamente pictóricas de pueblos o de su misma ciudad, vistos con un aire irónico de ilustración.
Utiliza formas métricas clásicas, sobre todo endecasílabos, formando frecuentemente sonetos.
Tarde de verano
La sombra, que hace un remanso
sobre la plaza rural,
convida para el descanso
sedante, dominical…
Canijo, cuello de ganso,
cruza leyendo un misal,
dueño absoluto del manso
pueblo intonso, pueblo asnal.
Ciñendo rica sotana
de paño, le importa un higo
la miseria del redil.
Y yo, desde mi ventana,
limpiando mi fusil, me digo:
--¿Qué hago con este fusil?
Muchachas solteronas
Muchachas solteronas de provincia,
que los años hilvanan
leyendo folletines
y atisbando en balcones y ventanas…
Muchachas de provincia,
las de aguja y dedal, que no hacen nada,
sino tomar de noche
café con leche y dulce de papaya…
Muchachas de provincia,
que salen –si es que salen de la casa—
muy temprano a la iglesia,
con un andar doméstico de gansas.
Muchachas de provincia,
papandujas, etcétera, que cantan
melancólicamente
de sol a sol: – “Susana ven”… “Susana”…
¡Pobres muchachas, pobres
muchachas tan inútiles y castas,
que hacen decir al Diablo,
con los brazos en cruz: –¡Pobres muchachas!...
Sepelio
Cuantas mujeres, cuando muera
Se ocuparán, tal vez de mí!.
( A Inés la quise en la escalera,
y a Juana en un chiribitil).
Mas todo en vano!. Oh qué agorera
La última farsa hecha en latín,
Junto al cochero de chistera
Senatorial, ebrio de anís!.
Malos discursos, tres coronas
Y yo indefenso!. Las personas
Graves dirán: De qué murió?
Mientras que Luisa, Rosa, Elena
Podrán decir: Oh, que alma buena!
Pensando a solas: Fue un bribón!.
Medio ambiente
—"Papá, ¿quién es el rey?
—Cállate, niño, que me comprometes".
Swift
Mi buen amigo el noble Juan de Dios, compañero
de mis alegres años de juventud, ayer
no más era un artista genial, aventurero...
—Hoy vive en un poblacho con hijos y mujer.
… Y es hoy panzudo y calvo. Se quita ya el sombrero
delante de un don Sabas, de un don Lucas... ¿Qué hacer?
La cuestión es asunto de catre y de puchero
sin empeñar la "Singer" que ayuda a mal comer...
Quimeras moceriles —mitad sueño y locura;
quimeras y quimeras de anhelos infinitos,
y que hoy —como las piedras tiradas en el mar—
se han ido a pique oyendo las pláticas del cura,
junto con la consorte, la suegra y los niñitos...
¡Qué diablo!... Si estas cosas dan ganas de llorar
Fabulita
"¡Paz nobis!" Wilson
"¡Viva la paz, viva la paz!"
Así
trinaba alegremente un colibrí
sentimental, sencillo de flor en flor...
Y el pobre pajarillo
trinaba tan feliz sobre el anillo
feroz de una culebra mapaná.
Mientras que en un papayo
reía gravemente un guacamayo
bisojo y medio cínico:
-¡Cúa, Cúa!
Tedio de la parroquia
"¡Ay, qué vida!" Temístocles
La población parece abandonada,
dormida a pleno sol.
- ¿Y qué hay de bueno?
Y uno responde bostezando: -¡Nada!
¡Ni una sola ilusión inesperada,
que brinde ameno rato!...
Es un sereno vivir
este vivir siempre a plomada.
Porque ¡Ay! no surge un acontecimiento
sensacional. Apenas un detalle,
y eso de vez en cuando,
en la infinita placidez lugareña:
hoy no hace viento
y andan únicamente por la calle
cuatro perros detrás de una perrita.
Versos para ti
"Y, sin embargo, sé que te quejas" Becquer
Te quiero mucho. Anoche, parado en una esquina,
te vi llegar.. Y como si fuese un colegial,
temblé cual si me dieran sabrosa golosina...
-Yo estaba junto a un viejo farol municipal.
Recuerdo los detalles, cualquier simple detalle
de aquel minuto: Como si fuese un chimpancé,
la sombra de un mendigo bailaba por la calle,
gimió una puerta, un chico dio a un gato un puntapié...
Y tu pasaste.. Y viendo que tu ni a mi volviste
la luz de tu mirada jarifa como un sol,
me puse más triste, tan hondamente triste,
que allí me dieron ganas de ahorcarme del farol!
Versos a la luna
¡Oh, luna, que hoy te asumas al tejado
de la iglesia, en la calma tropical,
para que te salude un trasnochado
y te ladren los perros de arrabal!
¡Oh, luna!.. En tu silencio te has burlado
de todo!... En tu silencio sideral,
viste anoche robar en despoblado
... y el ladrón era un juez municipal!...
Mas tu ofreces viajera Saturnina,
con que elocuencia en los espacios mudos
consuelo al que la vida laceró,
mientras te cantan, te cantan, en cualquier cantina,
neurasténicos bardos melenudos
y piojosos, que juegan domino...
A un perro
¡Ah, perro miserable,
que aún vives del cajón de la bazofia,
-como cualquier político- temiendo
las sorpresas del palo de la escoba!
¡Y provocando siempre
que hurtas en el cajón pleno de sobras
-como cualquier político- la triste
protesta estomacal de ávidas moscas!
Para después ladrarle
por las noches, bien harto de carroña,
-como cualquier político- a la luna,
creyendo que es algún queso de bola…
¡Ah, perro miserable,
que humilde ocultas con temor la cola,
-como cualquier político del día-
¡y no te da un ataque de hidrofobia!
En tono menor
¡Qué tristeza más grande, qué tristeza infinita
de pensar muchas cosas!... ¡De pensar, de pensar!
de pensar, por ejemplo, que hoy tal vez, Teresita
Alcalá, tu recuerdo, me recuerda otra edad...
Yo era niño, muy niño... Tú llegabas, viejita,
cucaracha de iglesia, por la noche a mi hogar.
Te hacía burlas... Y siempre mi mamá, muy bonita
y muy dulce, te daba más de un cacho de pan...
Tú eras medio chiflada... Yo pasé buenos ratos
destrozando en tu casa, cueva absurda de gatos,
cachivaches y chismes... ¡Oh, qué mala maldad!
Pero ya te moriste... Desde a tiempo te lloro,
y al llorarte, mis años infantiles añoro,
¡Teresita Alcalá, Teresita Alcalá!
Noche truculenta
Para libar el jugo de agrios vinos
- no dejes ver la pierna,
muchacha - los marinos
vendrán dentro de poco a la taberna.
Son de brusco perfil, biceps de acero,
niños enormes de cuadrada espalda
y andar patojo. - Pero,
¿le arreglarás la falda?
Con sus jarrones de licor, sus dados
y sus cachimbas se darán al juego
carnavalescamente iluminados
por la epilepsia del candil. Y luego
terminarán rugiendo una salvaje
canción sensual. - Del cafetín me salgo,
porque - ¡bájate el traje! -
lo que es aquí pasa algo...
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