lunes, 1 de junio de 2015

EDUARDO REYME WËNDELL [16.160] Poeta de Perú


Eduardo Reyme Wëndell

(Lima, Perú   1984) Concluyó sus estudios de literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal. El 2005 ganó los X juegos florales de poesía organizados por la Universidad Ricardo Palma. El 2006 su poemario “Tránsito” quedó como finalista en el concurso “Esquina de papel” organizado por la Municipalidad Metropolitana de Lima. El 2007 luego de ser uno de los ganadores del concurso organizado por la Municipalidad de Miraflores publicó su primer libro de cuentos titulado “Duerme tranquila, Rebecca”. El año 2010 publicó de forma virtual con la página Oh Cultos, el texto “Épocas de radio”. El cuento enviado para esta web quedó en tercer lugar en el I concurso de cuentos “Salvemos el Palais Concert”


SOLEDAD

Me he librado de mi cabeza sin acordarme
que en ella guardé esos nudos semejantes a
las raíces de los árboles.
Para entender como florece la soledad
he atado esperanzas sobre cuadros
inexactos que me reflejan a través del alba
He atrapado peces dorados que se escabullían de
mis errores
y he rosado cuchillos de plata en las paredes
para que emerjan olas, blancas y saladas
Como las que cargan las playas
O quizá como las que traen los barcos que
anclan en las costas
transformando la arena gris en una boca de barro y estiércol.
He interrogado el silencio de los hombres y nadie ha
respondido porque escribo de la forma como escribo.
No siento como pueblan tus miedos mi mirada
No siento el ruido de cómo dar inicio al final en
medio de este camino que me conduce a un paraíso falso
como si fuera mi piel una vía o un precipicio
como si al final estuviera Dios
con una inmensa pregunta y una venda en los ojos a punto de lanzarse por una ventana,
como si no fuese necesario seguir de pie o como
si todos los deseos del mundo se convirtieran cada uno
en los últimos
para que entonces de verdad nos preocupemos y mirásemos las salidas no como simples puertas cerradas,
decoradas con estrellas y flores anunciando un nuevo camino.
Ni el hechizo de vivir me languidece los poros cubiertos de esperanzas
Ni las ciudades más hermosas ni el cielo ni el fuego ni siquiera esa palabra llamada amor que grabaron dos ingenuos muchachitos en las venas del árbol me recuerdan a mí mismo,
sentado,
tomando una taza de café,
repasando una frase de Stevenson y fulminado de palabras como de días
con una inmensa agonía capaz de resistirlo todo
de soportarlo todo
de creer que se puede contra todo.
Ya no existe duda alguna
Ya no hay susurros entre mis sábanas para saber tu distancia
las nubes en medio de la noche oscilan tras los árboles y las raíces que son la idea más exacta de mi memoria me rodea como fantasma como tierra húmeda como un canto
entonces me sostiene como si fueran mis huesos los que están dispuestos
a seguir recorriendo los mares y ver que tan lejos
podemos llegar y ver que tan solos estamos.


Canción de Alejandra

Y naciste mi dama y yo tu caballero
Antonio Cisneros

Quién se llevó ha Alejandra con tormentas & mentiras
atando sus cabellos como heliotropos dirigidos a la noche
Quién rompió las fotos de la sala que capturan su sonrisa
la postura de su madre iluminada
la mirada de su abuelo inocente como un árbol que reposa en medio de la casa Observando con destreza el borde de su pregunta, anterior a sus años.

Quién espantará sus fantasmas detrás de las cortinas
Si ya no estoy ni está ni estamos
Quien romperá el silencio brillante de la noche con una piedra
ahora que sencillamente
no puedo señalarla en medio de la nada

Quién le enseñará que el norte queda justamente detrás de sus pasos y estará dispuesto a caer con ella como el alba no una sino muchas veces como lo tenía señalado el origen de mi nombre.

Quien le preguntará por el tiempo a Alejandra
si ya no hay espacio ni para llorar con las cebollas de la cocina
si no está aquí mirándome Si nunca hubo fotografías en la sala Si solo hay pensamientos más que conciencia en el aire en el cielo en su pelo encadenado a la tuerca de mi nombre y su voz.

Quién le construirá un edificio con tres azoteas con demasiadas mentiras y será el maestro tutor de sus primeras clases de baile
testigo de sus primeros cánticos susurrados por la aves
Quién estará dispuesto a leer los labios de Alejandra
anclar a tierra como velero de invierno
como tulipán garúa o recuerdo
Quién escribirá la más corta palabra apelando solo a la luz
ahora que sus párpados avanzan entre las líneas
imaginarias de su propia nostalgia ─justamente ahora─
que yazgo clavado al lado de sus sueños rodeado de maderos como un cristo que no respira ni sueña
Oliendo el nido que mi mujer ha circunscrito para la soledad
Sintiendo como se evapora el cariño del pasto húmedo
Recordando
que pude atrapar a Alejandra y no bastó la palabra
Recordando
que falta mucho para ser una leve sinuosidad
que ronde segura -cual centinela-
su futuro hogar.


Retorno a mi ciudad

Todo el mundo huye de mí
porque mi corazón parece un cocodrilo
Jorge Eduardo Eielson

Y las preguntas han muerto como la noche y el caos.
Y Los relojes han muerto ¡Oh Sofía! porque mi rostro transfigurado en el espejo insiste en el tiempo.
Es por ello que encamino la luz, recóndita y senil de mis ojos hacia los tuyos
Hacia las orillas de nuestra Ciudad o hacia las arenas de cualquier otro lugar.

(Ha retornado querida Sofía, no temas,
Ha vuelto sin fecha de partida en los ojos para vivir sobre el bosque azul y silencioso de tu mirada)

Tener que volver a mi ciudad, infinita cual laberinto, en tu búsqueda, con las manos perforadas de preguntas
esquivando los reflejos de las dalias y los malos días
dibujar mis pasos con finos pinceles y tomar de sorpresa
al espacio destinado para tus mentiras expresadas con la misma fiereza con que el mar asesina a su víctima.

(Quién postuló la teoría de los círculos concéntricos en mi voz,
en esta ciudad que calcula la recóndita armonía de mi retorno)

Detengo tus respuestas en un alarido contenido
antes de caminar entre los objetos que ambos tocamos en nuestra ciudad y que aún recuerdan nuestro aliento.

(Los pasos detrás de tu cuerpo han rugido como señalando la altura del sol)

¡Sofía, Sofía!
Bendita tú que esperas que no pese el nuevo día sobre tus manos
Bendita tú que desconfías de las llaves azules que guardas en tu zapato,
en las orillas desfiguradas por la espuma del mar enrojecido y
no lloras cuando la lluvia cae y moja tus labios empapados de silencio.

Dime si aún muestras el brillo de tus voz o si el encanto
al que conduce tu viejo oboe danza inextricables lamentos.

Tú Sofía
que desprendiste las palabras de mis ojos como cometas y esperaste ansiosa el cambio de mi piel cual serpiente el color de la arena que duerme en mis uñas ya no vives más.

La noche, idónea como el suspiro aniquilado favorece tu sombra y tu oficio de vieja mentira.
Elaborado con el tenue movimiento de tu cuerpo sobre el peldaño que alcanza tu corazón.

(Todavía existe pequeña
preguntas en medio de la distancia)

He sentido ¡Oh Sofía! fundiéndose en mí a nuestra ciudad
en donde concebimos nuestro primer hijo esperamos al crepúsculo
y pasamos lo que hubo de ser la última noche juntos
con un silencio semejante a este triste lugar.


A Lucho Hernández que optó por morirse
de vida y no de muerte.

Tan difícil como aceptar que te extraño cuando escribo en los vidrios de los autos.
Tan difícil como negar el pavor que le siento a la noche cuando se apaga la última luz.
Tan difícil como domesticar caballos en el patio de la casa y llevarlos a pasear.
Tan difícil como escribir con besos lo que siento en tu espalda
Tan difícil como ovillar palabras al borde de tu corazón
Tan difícil como establecer el silencio en el éxtasis del amor.
Tan difícil como un alarido en el fondo del mar
Tan difícil como criar peces amarillos para gatos azules.
Tan difícil como negarme a prepararte, llegada la noche, una taza de té.
Tan difícil como capturar un ángel con alas de papel.
Tan difícil como llorar de pie sobre un tejado en pleno verano
Tan difícil como hacer un poema y hablar de los dos
O hablar de los dos sin la necesidad de hacer un poema.
En fin
este es mi oficio y debo seguir intentándolo.



EDUARDO REYME WENDELL
LECCIÓN DE LAS AVES 


APRENDIZAJE

                          Las aves trinan en idiomas de oro
                                           Josmári Recalde

 ME PREGUNTAS Y YO AÚN en silencio respondo
 me he librado de mi cabeza sin acordarme
 que en ella guardé esos nudos semejantes a
 las raíces de los árboles
 para entender a la soledad
 he atado esperanzas sobre cuadros
 inexactos que me reflejan a través del alba
 he atrapado peces dorados que se escabullían de
 mis errores
 he rozado cuchillos de plata en las paredes
 para que emerjan olas
 blancas y saladas
 como las que cargan las playas
 o quizá como las que traen los barcos que
 anclan en las costas
 transformando la arena gris en una boca de barro y estiércol
 he interrogado el silencio de los hombres y nadie ha
 respondido porqué escribo de la forma como escribo
 mi cuerpo hecho trizas no siente cómo tu mirada me puebla
 no siente el ruido de cómo dar inicio al fi nal en
 medio de este camino que me conduce a un paraíso falso
 como si fuera mi piel una vía o un precipicio
 como si al final estuviera Dios
 con una inmensa pregunta y una venda en los ojos a punto de
lanzarse por una ventana
como si no fuese necesario seguir de pie 
–a pesar de ya no tener piernas–
o como si todos los deseos del mundo se convirtieran cada uno
en los últimos
para que entonces de verdad nos preocupemos y mirásemos
las salidas no como simples puertas cerradas
decoradas con estrellas y guirnaldas

Los hombres se sienten seguros
cuando no abren puertas cuando todo es seguridad
le temen a las puertas que pueden abrirse porque
ahí radica el vacío,
Guillermo decía.

 me preguntas y es inevitable decirte la verdad
ni el hechizo de vivir me languidece los poros cubiertos
de esperanzas
ni las ciudades más hermosas ni el cielo ni el fuego ni siquiera esa
palabra menor que grabaron dos ingenuos muchachitos en
las venas del árbol me recuerdan a mí mismo
sentado tomando una taza de café
repasando una frase de Stevenson y fulminado de palabras
como de días
con una inmensa agonía capaz de resistirlo todo
de soportarlo todo de creer que se puede contra todo
con una valentía de torero y una imagen poética que podría ser
la de una isla y un náufrago
buscándose eternamente en la vida y encontrándose
solo en la muerte
 me preguntas y es mi boca rota la que anuncia
 que ya no existe duda
 y es mi boca rota ahora convertida en un pico que grazna
 que son incapaces de decirte que ya no hay susurros entre mis 
 sábanas para saber tu distancia
 y que ya no hay nubes oscilando en medio de la noche tras los
 árboles
 y que las raíces ya no son la idea más exacta de mi memoria

 las aves me rodean como fantasmas como tierra húmeda como
 un canto
 soy una más entre la negrura de su danza,
 me silencian me dan valor me sostienen como si fueran mis
 propios huesos dentro de mi cuerpo

 Esconden sus formas junto a mis líquidos oscuros
 han borrado todo menos mi fe, así halla quienes duden del suceso
 han hecho de mi cuerpo luz aire fuego tierra y agua
 ha llegado el día y estoy seguro que conoceré la constelación de
 la Osa Mayor
 que me enseñará a distanciarme de los mamíferos más oscuros
 del planeta
 he de extrañar solo los veranos en La Herradura y los cuerpos
 morenos tendidos bajo el sol
 solo entonces posaré mis manos en tus manos
 y haré una pulsera como un árbol encendido en tu vientre
 surcaré la coraza de tus caderas y como una onda
 vibratoria y pura
 anclaré en tu cuerpo tus muslos harán juego con mis costillas y ya
 no existirá el temor a la muerte porque nosotros mismos
 habremos pasado a convertirnos en ella
 el soplido del viento formará huracanes que llevarán tu nombre y
 seremos capaces de escribir nuestras iniciales bajo ese túnel donde
 nos besamos
 nadie lo sabrá pero
 nos pelearemos con las gaviotas será domingo en las costas del
 mar se esconderá tu mirada 
y pensaré solo en ese instante en lo maravilloso que sería volverme
completamente material solo para tocarte por última vez
me recostaré bajo sombas y seremos
dos cangrejos dos peces dos gaviotas dos pelícanos dos cosas
urgentes de amor
los años ya no se refl ejarán en tus pestañas
no tendremos vejez nuestras tazas de café y nuestros cuerpos ya
no serán simples manchas
que bordearán las calles de esta ciudad
tú y yo entonces habremos atrevidonos a vivir sin pensar en las
peleas del sábado ni en la reconciliaciones de los domingos
ya no más caminar como un loco por nuestra ciudad con
ojos niños como si fuera una esfera de luz en medio de este infi erno
poblado de ladrones
habitar el refl ejo de tus pupilas y ovillarme en tu cuerpo como un
pez
Ya no más creer que el amor picotea nuestras manos y que
puede caber toda la mar en tu simple mirada triste pura purpúrea
púbíca
sucios vientos inundaron mi viaje en medio de la noche
mi mirada caída se anunciará a través de las luces que cobijan mi
derrota
refl ejada en los centros comerciales que bordean
el Jirón de la Unión
como si fuera una góndola mis brazos avanzarán en esta Venecia
plagada de ratas
cruzaré los cielos
las calles
los edificios envilecidos
contemplaré a los ladrones que en otrora saquearan tus alforjas y
frente a los cuales tuve que batirme entre palos y piedras
ahora me mirarán como un ave rara como ese príncipe nocturno
elegante que dicen que soy
 me espantarán
 me escupirán
 me largarán
 y se le oirán a la ciudad desde todos los rincores mis nuevos
 alaridos...
 y en mi mirada trastocada el vuelo de las aves no habrá sido en vano
 notarán ahora cierta maldad en estos cuchillos grabados que
 llevo por ojos
 en estos tristes cuchillos grabados que llevo por
 ojos y que se descuelgan de mis retinas como cascadas que
 cortan que hieren que hacen esquirlas que horadan la piel
 y se proyectan hacia esos cuerpos tatuados con el mismo filo
 y el mismo dolor
 en días tristes he intentado con mis graznidos preguntar
 a los hombres
 qué es esta soledad acompañada que cultivan bajo los faros
 de los parques y que desarman las ganas de volver a creer en la
 pureza

 a la mejor de todas
 las plumas bajo la noche le traerán recuerdos a tus cabellos
 tus garras laceran el reflejo de la madrugada sembrada de
 licoreados
 me preguntas mientras vemos la ciudad desde arriba
 qué recuerdo surca mi mente
 estamos posados sobre esa escultura que muestra a un ángel
 caído sobre el asfalto
 qué oración rezaste en silencio por mí mientras caminabas ave
 solitaria convertida en uno de esos seres con un cigarrillo entre
 los labios
 oyendo aquella canción que te llevarían al bar Trilce
 antes de ser un ave capaz de evocarte
con un silencio que sostuve mientras caminaba en este infierno
en donde lo único que aprendí fue a volar y a caer de tu lado
donde lo único que aprendí es que por tenerte a mi lado
fui capaz de dejar de ser el hombre que soy y pasar a ser ave que
surca los aires
así tu cuerpo flote sobre este río que es al fin y al cabo
nuestro reino. 



PARTIDA DE ALEJANDRA

QUIÉN SE LLEVÓ A ALEJANDRA con tormentas & mentiras
atando sus cabellos como heliotropos dirigidos a la noche
Quién rompió las fotos de la sala que capturan su sonrisa
la postura de su madre iluminada
la mirada de su abuelo
inocente como un árbol
que reposa en medio de la casa observando con destreza el borde
de su pregunta anterior a sus años
Quién espantará sus fantasmas detrás de las cortinas
Si ya no estoy ni está ni estamos
Quien romperá el silencio brillante de la noche con una piedra
ahora que sencillamente
no puedo señalarla en medio de la nada
Quién le enseñará que el norte queda justamente detrás de sus
pasos y estará dispuesto a caer con ella como el alba
no una sino muchas veces como lo tenía señalado el origen de mi
nombre
Quien le preguntará por el tiempo a Alejandra
si ya no hay espacio ni para llorar con las cebollas de la cocina
si no está aquí mirándome
si nunca hubo fotografías en la sala
si solo hay pensamientos más que conciencia en el aire en el cielo
en su pelo encadenado a la tuerca de mi nombre y su voz
Quién le construirá un edifi cio con demasiadas mentiras y será el
maestro tutor de sus primeras clases de baile
testigo de sus primeros cánticos susurrados por la aves
Quién estará dispuesto a leer los labios de Alejandra
anclar a tierra como velero de invierno 
como tulipán garúa o recuerdo
 Quién escribirá la más corta palabra apelando solo a la luz
 ahora que sus párpados avanzan entre las líneas
 imaginarias de su propia nostalgia
 justamente ahora
 que yazgo clavado al lado de sus sueños
 rodeado de maderos como un Cristo que no respira ni sueña
 Oliendo el nido que mi mujer ha circunscrito para la soledad
 Sintiendo como se evapora el cariño del pasto húmedo
 Recordando
 que pude atrapar a Alejandra y no bastó la palabra
 Recordando
 que falta mucho para ser una leve sinuosidad
 que ronde segura cual centinela su futuro hogar













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