ITZIK FEFER
Nacido en 1900 en Spole, provincia de Kiev, Ucrania, en el seno de una familia proletaria. Participó en la revolución de octubre, se afilió al PC y fue uno de los líderes de la Escuela Revolucionaria en la poesía ídish. Durante la primera guerra luchó en el ejercito rojo y durante la segunda fue secretario del Comité Judío Antifascista de Moscú, en cuya representación viajó en 1943 por Europa y America en busca de apoyo judío para la URSS. Fue condecorado con la Orden de Lenin y en 1948, en el marco de la liquidación estalinista de la cultura ídish, fue arrestado siendo asesinado en 1952.
Poeta yiddish. Nacido en Shpola, Ucrania, Itsik Fefer tenía 12 años cuando comenzó a trabajar en una imprenta. En 1917 se incorporó a la Federación y se convirtió en un activista sindical. Comunista desde 1919, sirvió en el Ejército Rojo. Comenzó a escribir poemas en 1918, y en 1922 se unió a Vidervuks (Nuevo crecimiento) en Kiev, un grupo de literatos Yiddish jóvenes cuyo mentor fue Dovid Hofshteyn. Ese mismo año, la aparición de pequeña colección de Fefer Shpener (astillas) lo estableció como una estrella literaria naciente. Su poesía amalgamó las Kultur-lige 'romanticismo revolucionario con los objetivos propagandísticos del movimiento de los trabajadores poetas.
Itsik Fefer, poeta en yiddish nacido en Ucrania fue ejecutado en 1952, durante una de las purgas estalinistas junto a otras figuras del Comité Antifascista Judio que existió en la II guerra mundial. el disco de Chava Alberstein junto a los Klezmatics, que pueden escuchar entrando al vínculo de YouTube más abajo, musicaliza la obra del poeta en Yiddish.
Itsik Fefer fue ejecutado el 12 de agosto de 1952, después de permanecer cuatro años en la temida cárcel de Lubyanka en Moscú, tras un juicio secreto junto a trece grandes figuras judías soviéticas acusadas de espionaje, nacionalismo burgués, "la falta de verdadero espíritu soviético", y traición a la patria, incluyendo un complot para entregar la Crimea a los imperialistas norteamericanos y sionistas. En el grupo había escritores famosos, como Peretz Markish, David Bergelson y Itsik Fefer. La fecha del asesinato de estos grandes artistas e intelectuales judíos sovieticos ahora es conocida como la Noche de los Poetas Asesinados - pero entre los asesinados también había un actor, un ex viceministro de Relaciones Exteriores , un científico, y un general. Uno de los acusados murió durante los cuatro años, el grupo sufrió en la temida prisión de Lubyanka de Moscú, y otro el quinceavo fue condenado al exilio.
La terrible experiencia de detenciones que sufrieron, como intentaron quebarlos con confesiones forzadas bajo torturas de cargos fabricados y juicios era prácticamente secreta en el momento, pero de acuerdo a las muchas páginas de testimonios que se hicieron accesibles en la década de 1990, incluso los propios jueces parecían incómodos con los cargos.
Di Krenitse El pozo.
EL POZO (Traducción del Idish al Castellano)
Donde la hierba crece muy húmeda,
En las gradas perdido en sus pensamientos.
Cada noche las muchachas vienen por el agua
Con baldes en sus manos.
Debajo del sol, como los osos polares,
Los días germinan en el huerto.
Y en la lejanía de las estrellas
Los muchachos están bailando una ronda.
Desde las estepas las brisas soplan
Y brota un poco de fuego de las llamas.
Las muchachas están caminando sobre la hierba
Con baldes en sus manos.
La luna se pone pálida, más pálida.
En algún lugar en la noche alguien toca la batería.
Donde la hierba crece bastante húmeda
En las gradas perdido en sus pensamientos.
Hace un minuto aproximadamente
UN POEMA PARA LEÓN BAUM
En el humo de Barcelona
en el fuego de Triana
detrás de la montaña,
se acuesta una luna sangrienta.
Madrid está enfurecido
y entrega lo mejor de sí
frente a las bombas italianas,
y los explosivos que le envía Berlín.
El campesino abandona su labor,
el forjador su martillo,
todos marchan en la noche
para defender Madrid.
Debe batirse contra los moros
a vida o muerte.
Rojos navíos le ayudan,
llenos de amor y pan.
Ebrias saltan las bombas,
y se oscurece el sol.
Cerca de la sangre de Federico
está la sangre de León Baum.
Él ha venido
desde el tumultuoso París
Él ha entregado
Su rojo y joven corazón.
El espíritu de la Comuna
le ha acompañado.
Segado por la muerte
el sol le ha abrazado.
En la lejanía se escucha un murmullo,
con su mirada firme,
un jovencito madrileño
le llora en el campo.
Con cada golpe de viento él regresa
para vencer al enemigo.
En sus ojos extinguidos
Sigue el combate.
León no será olvidado,
como del día, es la luz,
la victoria de Dolores,
será su monumento
En la batalla, en la más dura,
el odio nunca será el cimiento.
En los más lejanos países escuchan
la voz de José Díaz.
Desde las tinieblas se arrastra una fuerza
con sables, con veneno,
con el espíritu de Torquemada,
que será aniquilado en la llama.
Y tan importante demonio
llorará bajo el plomo
de Asturias y Toledo,
que serán liberadas.
El campesino de la vieja Castilla
cantará su canción.
Y sobre los muros de Madrid
Ondeará la bandera roja de la primavera
(Traducción libre del poema de Itzik Fefer)
Publicado en La Presse nouvelle el 11-10-36
Itzik Fefer fue un poeta que escribió casi toda su obra en lengua yiddish, “la lengua del proletariado”, tal y como algunos la habían llamado tras la Revolución rusa, fue uno de los principales literatos soviéticos en lengua yiddish
León Baum, obrero parisino de Belleville, nació el 03-04-1906 en Lodz (Polonia) emigrante por Alemania, Bélgica, Francia, Fundador del Belleviller Arbeter Club (club obrero de Belleville) Cae muerto en combate el 24-08-1936 en el Hospital de Irún. Más detalle en el libro de Miguel Usabiaga “Flores de la República, los olvidados de Pikoketa” publicado por Editorial Catarata.
http://www.deia.com/2015/05/17/sociedad/historias-de-los-vascos/flores-de-la-republica-fusiladas-en-pikoketa
Mártires y héroe
Baruj Tenembaum
Hace cincuenta años, en agosto de 1952, Josef Stalin ordenó fusilar a varias de decenas de intelectuales judíos por motivos que aún se desconocen y que probablemente nunca sabremos. La excusa de turno rebosaba de argumentos falaces. Se los acusó de intentar separar a Crimea de la Unión Soviética para establecer una república judía, burguesa y sionista, con la complicidad de los servicios secretos de los Estados Unidos.
Estas fantasías propias de la paranoia más galopante, así como burdas excusas para sembrar terror, tuvieron su correlato en otro extremo del mapa político y geográfico. En Argentina, notorios nacionalistas denunciaron una conspiración judía, de nombre ”Plan Andinia”, con el objeto de fundar un Estado judeo-marxista en la Patagonia.
O sea que mientras los rusos acusaron a los judios de conspirar con el capitalismo mundial para destruir al marxismo, en sudamérica se los acusaba de ser agentes del marxismo para destruir el capitalismo. En rigor de verdad, demás está decirlo, las repúblicas de Crimea y de Andinia sólo existieron como producto del más visceral antisemitismo que unía por igual a soviéticos y fascistas del hemisferio sur.
Stalin, al igual que Lenin, esperaba que los judíos soviéticos desaparecieran gradualmente a medida que el régimen les ofreciera la zanahoria de la modernizacion junto al palo de la asimilación forzada. Pero hacia el final de su vida no pudo dominar su virulento antisemitismo y comenzó un asalto sistemático sobre los líderes de la cultura Ydish. Esta campaña culminó con las ejecuciones múltiples que tuvieron lugar en el sótano de la prisión de Lubyanka, tristemente célebre pues allí también permaneció cautivo Raoul Wallenberg, el diplomático sueco secuestrado por el Ejército soviético en 1945. Wallenberg es el primer desaparecido de la era moderna, por causas que tampoco conocemos y que esperamos develar algún día.
Ambas historias, la de los poetas judíos y la de Wallenberg, se conectan en el absoluto desprecio por la vida y el avasallamiento de las libertades individuales de los regímenes totalitarios. Cuando desaparecen las instituciones democráticas las puertas de la arbitrariedad quedan abiertas.
El caso de los escritores judíos es perfectamente significativo: eran judíos pero también prosoviéticos, proselitistas del marxismo stalinista, feroces antisionistas y opositores acérrimos al idioma hebreo, al extremo de oponerse al movimiento hebraista renacentista cuando, ironicamente, algunos de ellos habian iniciado sus carreras literarias escribiendo en la lengua sagrada.
En los años posteriores a la revolución el Partido Comunista mantuvo una actitud hostil a la lengua y cultura hebrea, pero apoyó oficialmente al Ydish, la ”lengua del proletariado”. La maniobra pretendía conquistar a las ”masas judías” para la causa de la revolución, al tiempo que justificaba la destruccion de los auténticos valores del pueblo judío.
Muchos, aún notables, cayeron en esta trampa divisionista. Bajo el pretexto de trabajar a favor del desarrollo de una cultura ”productiva y antioligarquica” y contra la religion, ”el opio de los pueblos”, se convirtieron en colaboracionistas del régimen, contra los judíos que bregaban por una sociedad pluralista cimentada, ante todo y por sobre todo, en la libertad.
Itzik Fefer (aparentemente un infiltrado, según documentos revelados posteriormente) , Der Nister, Isaac Nusinov, Biniamin Zuskin y Shlomo Mijoels, entre muchos otros corifeos de la literatura Ydish en la Unión Soviética, hacían propaganda a favor del régimen, vivían gracias a las facilidades que les proveía el sistema y hasta escribían canciones de cuna que alababan al comunismo y rendían culto a la personalidad de Stalin. Los versos de Fefer en su poema ”Canción de cuna a un niño judio en Birovillan” hablan por sí solos:
Shlof main kind, farmaj di oign
Duerme mi niño cierra los ojos.
Bizn Kreml geien grisn
Hasta el Kremlin llega la noticia
Vegn dir main kind
Referente a ti, mi niño.
Zol der javer Stalin visn
Para que el companero Stalin sepa
Az du schlofst atzind.
Que ya estás durmiendo.
También son elocuentes los versos de su poema dedicado a Stalin:
Zog ij Stalin, mein ij shein
Al decir Stalin digo hermoso.
Mein ij eibik gliklej zain
Quiero decir felicidad eterna.
Mein ij kein mol schoin nit visn.
Quiero decir que nunca ya sabré
Schoin nit visn fun kein pein.
No sabré de ningún dolor.
El único interés de Stalin era conservar y aumentar su poder utilizando todo lo que estuviera al alcance de su control omnímodo sobre el Estado.
Cualquier otro elemento que no tuviese que ver con la acumulación de su poderío político era circunstancial y por lo tanto desechable. Desechables fueron, entre muchos otros, los intelectuales judíos que en algún momento creyeron que su presencia, su prosa y su inteligencia podían tener algún valor en sí mismos.
Tan importante como rendir homenaje a las víctimas de la barbarie stalinista es no olvidar la trágica metamorfosis de los intelectuales que ayudaron a atizar la hoguera que los consumió al renunciar tanto a su identidad como a su dignidad. Muy distinto al caso de Wallenberg, víctima del terror pero por haber luchado a favor de la vida y la libertad, valores despreciados por el comunismo soviético y sus acólitos.
Sombras del gueto de Varsovia
(fragmento)
Disparan hacia el gueto y el gueto responde
al odio con odio y al fuego con fuego.
Fusiles se echaron a hablar con fusiles
y el gueto arde con nuevos incendios.
Llegaron como hordas esteparias
con veneno en los ojos y hocicos diabólicos,
como bandoleros que vienen por bienes ajenos,
y cayeron como cabezas desmenuzadas de repollo,
como ratas envenenadas, como liebres despavoridas,
como carroña que envenena el aire por los caminos.
Llegaron como viejos bandidos al primer seder
para refrescar la memoria: “fuimos esclavos”…
pero se los recibió con rayos y relámpagos;
llovía plomo en el gueto de Varsovia.
Los pálidos reyes en blanco ropajes;
las esbeltas reinas con altas pelucas; ricos y pobres
se arrojaban sobre tanques enormes
con furia de hierro y manos desnudas;
y muchachos, recién cumplidos sus trece años,
formularon a sus padres las preguntas rituales
y esa misma noche, desde silenciosas buhardillas
llevaron en bolsitas de filacterias
la muerte a los alemanes;
lavaron las calles con llamaradas,
araron con incendios al salvaje ejército
que había retozado por Bruselas y Niza, por Cracovia y Praga.
Los tanques alemanes ardían
como bosques resecos en julio.
Ellos creyeron que perseguirían liebres,
viejos vencidos, tribus esclavizadas,
pero aquí soplaban vientos del norte,
se sentía aquí el encendido aliento
de las noches de Stalingrado…
Donde había una casa, nacía una fortaleza;
donde había una ventana, se disparaba con furia,
desde cada rincón brotaban llamaradas,
a cada paso brillaban cuchillos…
Con plomo y muerte se echaron a discutir el mundo:
los muchachos se erguían sobre los tejados
y desde los tejados llovían disparos,
cada chimenea se volvía un refugio,
los enemigos se freían en incendios,
cada patio escupía con furia;
y quien no tenía un fusil en sus manos
tejía fuego en fábricas subterráneas:
ya nadie se guardaba de la muerte.
Y quien no tenía un cuchillo en su mano
preparaba las uñas para estrangular;
ya nadie permanecía en su casa.
Donde hubiera un cuarto, donde hubiera un altillo
en el Gueto de Varsovia, en la capital de Polonia,
ya no querían más una esclavitud silenciosa;
aquí hasta ancianos de cabeza blanca
enviaban al enemigo tiros envenenados
y caían con maldiciones y plegarias en la boca.
Ahora era el viento quien decía “descarga tu ira”
y ríos ensangrentados corrían,
y estrellas se echaban a llorar como ojos,
y la Agadá se leía a ella misma…
Fuego
Cada cual tiene predestinado su poco de fuego
que calienta, fortalece y purifica.
Feliz de aquel cuyo encendido aporte
a las generaciones venideras no escatima.
No todos quieren darse el lujo
de arder por el mundo de mañana.
Son solo un vaho en el amanecer,
apenas una humareda sobre la batalla.
En algunos centella un rayo azul,
un solo rayo bajo helada ceniza.
Y es todo. Su apagado ánimo se encierra
en el negro marco de la melancolía.
Otro muestra una llamita tibia,
tranquila como una vela sobre un ropero;
otoños se marchitan, transcurren primaveras,
la llama no se ve. Queda en secreto.
Un tercero chisporrotea como una mecha seca
y apesta con humo creyendo arder;
pobre y oscuro se ve un temblequeo
sobre los silenciosos muros del atardecer.
Un cuarto hace estruendo con una llameante nada,
disparando fuego hasta por los codos;
pero solo provoca frío y no te impresiona,
¡son fuegos artificiales que brillan, eso es todo!
Un quinto echa humo como un cardo mojado,
sin vitalidad, sin inquietudes, sin meta;
sus días y sus años languidecen
como tristes carbones en una chimenea…
Quien necesita del jinete que concluyo so carrera
y oculta su pequeño fuego bajo llave;
alabados aquellos que marchan ardiendo
sabiendo por que y para que lo hacen.
¡Alabados aquellos que arrojaron
a los campos de lucha su fuego;
que hicieron su aporte enardecido
a las generaciones, al país y al tiempo!
1943
EL RESPLANDOR DE LA PALABRA JUDÍA
Antología de la poesía ídish del siglo XX
Selección y versión de ELIAHU TOKER
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