Mariana Rinesi: 1981, Corrientes. ARGENTINA. Profesora en Letras. Abogada. Integra “La Nueva Literatura Correntina” (N.L.C.) - grupo de escritores que organizan encuentros culturales con el fin de contactar a los escritores del interior de la provincia con las poéticas de la capital-. Además coordina, junto a Alejandro Mauriño y José Ignacio Oviedo, el Ateneo Omar Khayyam, ciclo de poesía donde los autores dicen sus poemas en vivo. Publicó los siguientes libros de poesía: El Mondongo Ataráxico I (palabras desde el interior de mi mondongo), publicado junto a Nicolás A. Quaranta, Ramiro A. Gauna y Alejandro E. Zvedeñiuk, 2001.El Mondongo Ataráxico II (digestivos para el alma), publicado junto a Nicolás A. Quaranta y Ramiro A. Gauna, 2003. De cuerpo(s) y alma(s), exposición fotopoética itinerante, junto a Matías Benítez Medina, 2005. El ombligo de Eva, 2008. Y el libro de cuentos Lapsus Linguae, publicado junto a Kevin Oviedo y María Eugenia Melzner, 2008. Participó en las siguientes antologías: Ida y Vuelta, antología de la poesía actual de Chaco y Corrientes, y Nuestrario de la Nueva Literatura Correntina, 2007.
ACTUALIDAD
Según fuentes fidedignas
el mundo no existe,
nos mintieron desde siempre
nos mintieron nuestros padres y nuestros abuelos,
nos mintió la iglesia, la escuela, la televisión, la policía,
la filosofía, la moral, las ciencias,
las radios, el cine, las modelos, y los modelos,
nos mintió el estado y la historia,
el arte, la industria, los bancos,
los yanquis y maradona,
nos mintió el sexo y el anarquismo,
nos mintió el capital y la bolsa,
nos mintió el espejo
y nos mentimos así, cada día,
barnizando la ilusión desteñida de las horas.
Según fuentes fidedignas,
estamos jodidos.
Milagro
“ángeles bellos como cuchillos que se elevan en la noche/ y devastan la esperanza”
Prilutzky Farny
Doy vueltas en la casa. Me están creciendo, como callos emplumados, las alas. No sé si serán de cuervo o de gaviota. Si servirán para volar o sólo me quebrarán el espinazo.
Parecen maltrechas. Como si pudiese esperar alguna otra cosa.
Dios (tú que sabes de estas triquiñuelas), no me vuelvas un ángel, un consolador de los que perdieron la fe (en caso de que existas), una imagen de estampitas, una maestra de jardín de infantes.
Dios, vuélveme caballo o alcornoque.
Pero no ángel.
O hazme llorar sangre como las vírgenes, que no otra cosa vengo llorando hace años.
O una mujer de sal. Si te sirve.
Pero no ángel. No estas alas encarnadas que se resisten a dejar su condición de huesos, de piel sudorosa, de pararrayos terrestre.
Hazme judas, si sirve a tu milagro.
(yo también lo espero, te espero; llevo años puteando tu discreción y tu avaricia)
Pero no me hagas ángel.
Hay tantos pollos con hormonas y los niños buenos nunca llegan a nada. Salvo a maestros y lustrabotas.
Y no tengo fe. Se derretirá la cera cuando alcance tu diestra.
Caeré. Es cierto, también ya estoy caída.
Pero haré ruido, despertaré a los niños, los perros se darán cuenta que soy una intrusa, los gorriones comprenderán que soy una simuladora. Y estaré sola.
Estoy sola, es cierto.
Pero no creo en designios, Dios. No me des uno.
Que esto no sea más que una lumbalgia, la paranoia de la gripe aviar, un tumor benigno.
Abandóname, Dios.
Es que tengo tanto miedo.
Escrituras
Ah, dios, pero nunca dijiste de tu boca
que este infierno acabase.
Y yo que creía en tus silencios:
en tus historias antiguas,
en la destrucción de tus ciudades
(donde al menos encontrabas pecadores
y no mentiras, cuestiones de seguridad, intereses de estado),
en tus padres borrachos,
en tus reyes enloquecidos,
tus hijos pródigos,
en tu pan y tus peces
y toda esa sarta de fábulas.
¿Qué Escritura se escribirá con nosotros?
Dios, ¿qué moraleja brotará de nuestra sangre?
¿Dónde encontrarás la serpiente que expiará nuestras culpas?
Dios, dime que no somos el pueblo elegido
(elige mejor, date otra chance)
Dime que ésta no es la tierra prometida.
No he visto tus ángeles.
(No los traigas)
No quiero más profetas.
(están en la televisión, en las radios,
brotan de los desagües como ratas).
No te quedes callado, Dios.
No hagas de tu palabra
sólo un slogan de trasnoche.
Zoológica I
(o una poesía tónyca, por así decirlo)
Formicar,
es decir, hacerlo como las hormigas:
hasta quedar coloradas por el agotamiento
del calor que nos calcina el cuerpo
y nos hace ir
unas tras otras
en fila
a poblar el mundo
pero antes
a poblarnos nosotras
hasta que no quede un tallo
de este edén abandonado y sin propósito
en que no hayamos hincado el diente
probado la savia
explorado los túneles
que nos crecen por dentro
hasta palpar el mundo
e ir haciéndonos
poco a poco
pequeñas
peligrosas
invisibles
Anoche murió el hombre que amaba
de sida
de contra natura causa
De amor hubiese muerto –y lo hizo por cierto: o de lujuria, placer o
desatino-.
Y yo me tomo el café en la madrugada
pensando en el entierro al que no fui
en las miradas furtivas de amante
-que sólo yo conocía-
-y que a él no le importaban-
Pensando en que uno muere instintivamente
-como come instintivamente-
-como suda a cuarenta grados de calor, instintivamente-.
Como nace sin su consentimiento
y después acumula cultura libros religiones morales
y luego se rebela
-pero ya es tarde-.
Pensando en su carne encajonada se enfrió el café entre mis manos.
Se enfriaron mis manos también, y esta cajita de resonancia indiferente
que tamborilea tras mis costillas.
Indicaciones para mi muerte
A JuanFer, querido por todos
No quiero esa primavera de muerte a mi costado
esa tumba de olvidos aun antes de que me entierren
el mausoleo compungido
los pésames de circunstancia
Ni velorio abierto las 24 horas
donde se compre mi recuerdo
entre café y café
para pasar el rato
Mientras in corpore presente
me aterrizan,
como granizos
como parientes
las moscas.
Si me voy a morir que sea de veras
con cualquier sol amaneciendo en tu ventana
con un cd de stravinsky en la compactera
para sentirme un poco más literaria
sabiendo que
después de todo
no somos más que pedazos rotos y poesía.
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