sábado, 25 de diciembre de 2010
2652.- RENÉ DEPESTRE
RENÉ DEPESTRE. Escritor haitiano de habla francesa y española, fundador de la revista Ruche, que se comprometió con la lucha contra la dictadura y fue un ferviente militante de la negritud. Este poeta precoz fue, en cierto modo, el niño pródigo de la independencia haitiana a comienzos del siglo XX. Sus primeros libros de poemas, Centelleos (1945) y Haz de sangre (1946), le dieron un cierto prestigio, con tan sólo diecinueve años. A finales de 1945, fundó con algunos colegas una revista artística de vanguardia, Ruche. André Breton, antes de regresar de su exilio en Nueva York, dio una serie de conferencias en Puerto Príncipe; la acogida de estos jóvenes artistas de Haití, encabezados por Aimé Césaire al surrealismo fue enormemente entusiasta, por lo que Ruche dedicó un número especial a Breton, que fue censurado por la policía dictatorial. Mientras tanto, Depestre estaba en la cárcel. Esta historia ocasionó varios disturbios que paralizaron Haití, el poder estuvo inestable durante unos días, pero enseguida el Ejército restableció el orden, y Depestre se vio condenado al exilio. Desde entonces se afilió al movimiento cultural Negritud, fundado en París por iniciativa de Césaire, Damas y Senghor. Después de esta fecha, Depestre continuó su trayectoria poética en Francia, con Vegetación de claridades (1951), Traducido a lo ancho (1952), y Mineral negro (1957).
Tras un breve regreso a Haití, de donde huyó enseguida perseguido por el régimen de Duvalier, se exilió en La Habana, donde enseñó durante veinte años. Si bien en sus libros de poemas explora en el inconsciente surrealista (Diario de una animal marino, 1964; Un arco iris para el Occidente cristiano, 1966), su intención es claramente militante (Cantata a Octubre, publicada en 1968, dedicada a la muerte de Che Guevara). René Depestre escribió también excelentes textos en prosa, como la Cucaña (1973) o Hadriana en todos mis sueños (Premio Renaudot, 1988). Sus ensayos son claros exponentes del tema de la negritud (Buenos días y adiós a la negritud, seguido de Trabajos de identidad, 1989).
Poesía:
Centelleos (1945)
Haz de sangre (1946)
Vegetación de claridades (1951)
Traducido a lo ancho (1952)
Mineral negro (1957)
Diario de un animal marino (1964)
Un arco iris para el Occidente cristiano (1966)
Cantata a Octubre (1968) dedicada a la muerte de Che Guevara
Cucaña (1973)
Novelas:
El palo ensebado (1975)
Hadriana en todos mis sueños (1990)
Ensayos:
Bonjour et adieu à la négritude (1980)
Trabajos de identidad (1989)
Relatos:
Alléluia pour une femme-jardin (1981)
Eros en un tren chino (1990)
CAPITÁN ZOMBI
Soy el Capitán Zombi
Bebo por las orejas
Escucho con los diez dedos
Tengo una lengua que ve todo
Un olfato-radar que capta
Las ondas del corazón humano
Y un tacto que percibe
A distancia los olores
Mi sexto sentido
Es un detector de muertos
Sé dónde están enterrados
Nuestros incontables cadáveres
Soy responsable de sus huesos
Soy responsable de su sangre
Estoy poblado de cadáveres
Poblado de estertores agónicos
Soy una marea de llagas
De gritos de pus de coágulos
Alimento los pastos
Con miles de mis muertos
Soy pastor de terror
Cuido un rebaño de huesos negros
Son mis ovejas mis bueyes
Mis cerdos mis cabras mis tigres
Mis flechas y mis lanzas
Mis lavas y mis ciclones
Una gran artillería negra
Que se pierde de vista
En el cementerio de mi alma!
II
Escucha mundo blanco
Los salves de nuestros muertos
Escucha mi voz de zombi
En honor a nuestros muertos
Escucha mundo blanco
Mi tifón de bestias salvajes
Mi sangre quebrando mi tristeza
Sobre todos los caminos del mundo
Escucha mundo blanco!
III
La sangre negra abre sus válvulas
La bodega de los negreros
Se derrama en el mar
La espuma de nuestras miserias
Las plantaciones de algodón
De cafetos de cañaverales
Los rieles del Congé-Océan
Los mataderos de Chicago
Los maizales el añil
Los ingenios azucareros
Los collados de sus navíos
Las compañías mineras
Las carracas de sus imperios
Las fábricas las minas de hierro
De nuestros músculos sobre la tierra
Es la espuma del sudor negro
Que desciende esta noche al mar!
Escucha mundo blanco
Mi rugido de zombi
Escucha mi silencio de mar
Oh canto doliente de nuestros muertos
Tú eres mi destino mi África
Mi sangre derramada mi corazón épico
El pulso marino de mi palabra
Mi bosque de ébano mi chirimoya
El grito de árboles muertos en mí
El eco de su savia en mi voz
Mi raza como un gran sollozo
Que busca en mí el brazo de mar
Donde África descerraja su corazón
Escucha mundo amargo mundo blanco
Mi canto de agonía mi vida este canto
Que enlaza en mi cuerpo el viento
Y la ola, el cielo y el infierno!
EL REGGAE DE BOB MARLEY
Una guitarra y un balón de fútbol
pacen la hierba de mi jardín de invierno.
Bailan al nombre de Robert Nesta Marley:
el hombre que libera las locuras del cuerpo
en las olas del reggae, el hombre negro
visionario del gueto de Trench Town.
Son su balón y su guitarra
los últimos testigos rastas de mi otoño.
Su presencia resiste todo el dolor
de este universo que nos han hecho.
Su mensaje musical entero cabe
en el juego alocado de un balón y una guitarra.
El reggae cicatriza en las colinas
las heridas que nos hacen a navaja
los dueños omnipresentes del mundo.
Principio macho es el reggae: está
en erección de sueño de la fiesta de amor
que vive una guitarra con un balón de fútbol.
FLORES EN TU BUZÓN
I
Esta mañana, una mano puso flores en tu buzón:
¿será acaso un sol que te escribe
desde una cárcel de tu país?
¿O es un telegrama —SOS de la luna—
que de repente ve venir
las amenazas del hombre?
¿Será el último árbol romántico
de Nueva Zelandia que quiere
intercambiar sellos contigo?
¿Desde cuándo la lluvia envía
mensajes cifrados a sus amigos?
Puede que sea la carta certificada
de un ruiseñor necesitado de dinero.
¿Y si fuera la carta anónima de un
cocodrilo, alcalde de una aldea tenebrosa?
¿o la carta de algún maldito presidente
vitalicio de la república?
¿o la de un tiburón notario de un país racista?
¿Quizás sean flores explosivas, dotadas
de un maravilloso mecanismo de acción
retardada, flores cultivadas
en los invernaderos del Ku Klux Klan?
II
Las llevo a mi oficina
para descifrar sus olorosos mensajes:
son flores del fondo del mar. Un olor
de marea alta invade mi casa. En la firma
de alga marina. Estas flores son
los besos de una princesa de alta mar,
es el alfabeto de su vida, la morsa
gloriosa de su sangre en flor.
Es el violento misterio de su cuerpo
cuando el orgasmo la proyecta conmigo
a la cima del reino vegetal. Ella,
desde el fondo de las aguas, me envía
las noticias de las hierbas inocentes
del mundo. Me da los buenos días de las
primeras mariposas del año, los buenos días
de los primeros peces y los primeros besos
de adolescentes que reclaman un poco de ternura,
de paz y dignidad, con una luz fresquísima,
para todos los ojos que acaban de llorar.
EL NEUMÁTICO INCENDIADO
A Laënnec Hurbon
A Hans Christophe Buch
¿Conocéis la receta del tío Lebrun?
buen solomillo de haitiano a la plancha,
entrecot con patatas de nigromantes,
ola de historia humana azulona
de tanto sangrar en leña de infamias.
Haitiano-bistec viviendo el infierno
en un tercio de isla donde circula el destino
lejos de los convidados a la comedia,
sometidos los músculos, subastados en el templo
de los mercaderes negros y blancos de la globalización.
¡En el país primer productor mundial
de desdichas y de zombis,
voto en contra el neumático incendiado,
en contra del espacio y del tiempo locos
que nos hace la llama del tito Lebrun!
Yo voto por Toussaint Louverture
en contra del eterno retorno del látigo a mi lomo.
Salgo huyendo del viejo
orden gemelo bárbaro/civilizado;
a todo correr dejo para siempre
la casa en llamas de las barbaries:
soy un matinal volver a empezar,
mi carnaval madruga para ir
a-votar-al-sol-de-un-arte-de-vivir-juntos.
OMISIÓN DE SOCORRO A POETAS EN PELIGRO
La ternura de los poetas viaja
en ballena azul alrededor del mundo:
ayudadnos a salvar esta especie
en vías de extinción.
EL CAOS HAITIANO
A Yvonne Bador
Abierta está una desdicha-tigre
entre la vida y yo: ¿puede uno
dominar el caos haitiano de sus días?
¿puede uno contener en sus venas de nómada
el flujo existencial de tiempos de soledad?
todo el ultramundo mundial de nocturna desolación
sigue ofreciendo brazos de mar que cruzar.
Un mal-estar no interrupto se enrosca sin fin
en adiós de ternura al golfo de Jacmel.
Uno puede pasar su vida de poeta vencido
exiliado en los siete días de la semana.
Teniendo ante mí los años contados,
soy el caballo sudoroso de mis raíces.
INTEMPERIES 99
A Pierre Tournier
Más allá de las viñas naufragadas
más allá de las casas reventadas
y de los sueños esfumados,
más allá de los ojos que todo lo perdieron,
más allá de las vidas que la lluvia humilló,
en la herida más viva del espíritu
la cicatriz va haciendo su obra de ternura:
los inocentes pájaros aprenden a cantar
de nuevo en el silencio de las gentes.
Lézignan-Corbières,
noviembre 1999
RALENTIZAR, OBRAS NOCTURNAS EN LA BAHÍA DE NUEVA YORK
La casa propia haitiana y la casa ajena,
americana y potente, juntas alumbran
mi travesía de la rosa fervorosa de los vientos.
La barbarie de los tiempos ya no me espanta.
La libertad, estrecha en su jaula de hierro,
baja a prestar su sortilegio a la noche en vela
del poeta que trabaja en la bahía de Nueva York.
La estatua neoyorquina es huésped conmovida
de mis manos de alfarero: alegre y grave
bajo mis caricias de animal marino, el hada
de la pasta se abre a mi periscopio maravillado.
Mi cabeza detectora sitia su cuerpo de sirena:
metal caliente bajo el júbilo de mi honda,
eje húmedo y tierno, entre risas mudamos
la piel en la puerta donde renace la libertad.
MITOS ESFUMADOS
A Henri Bangou
Mis viajes de alegre nómada antillano
me condujeron hasta mi abismo natal:
amo su espacio y su tiempo marinos en duelo,
su vida hecha añicos sobre mi desierto.
Lejos de mi infancia maravillada en Jacmel
mis rebeldías de loa de la poesía
son en mis viejos días estrellas muertas.
La ternura de la leche ha dejado de subir
a los pechitos de las hadas de mi generación.
En un muelle expuesto a los tsunamis de la tarde
mi odisea cabe en un pañuelo remendado
que agita todo un país que se esfuma.
Aquí está, presa de su autodestrucción,
vive a temperatura de su suicidio,
en mi corazón todo su azul sin norte
en torno a mis ensueños de poeta en pedazos.
¡Ay, perdiz mía, siempre en rumbo fijo hacia
un ultrasufrimiento demente del sufrir!
¡Ay, dulce loa de la paz y las armonías,
concede a mi poema su última gira
en esta hora del naufragar donde el ocaso haitiano
enciende su quinqué en mi frente desolada.
CEREMONIA DE LOS ADIOSES
A Sophanna y Miguel Igout
He aquí su vida llevada por el flujo magnético
que regula sus días y sus viajes de poeta;
un trote de burro en camino de cabras
un vuelo espiral de aeroplano sobre
el viejo cementerio marino de infancias
un tratado de erotismo chino justo antes
de irse en los gritos de amor de las mujeres,
de la campana basilical al carillón
vaciado en el metal en fusión de la mujer.
El porvenir pereció en la frente del viajero.
El horizonte se fue, quedó solo en el mundo:
¿qué tiempo de esperanza hará en el país natal?
Un radiante otoño de sabiduría responde
al espíritu protegido contra la morriña.
Muy de mañana corre a lomos de rucio
por tortas de yuca y leche del recuerdo.
Con el cuerpo cerrado a utopías de presa toma
la senda de la vida donde todo se envida.
Un gran jardín de ensueño aporta a sus trabajos
el embeleso de un perpetuo mes de junio.
Es memoria de la vida y de la muerte.
Es el acmé adulto culmen de la madurez.
En la tarde del retorno al polvo
la poesía de un eterno sol del membrillo
abre sus exequias al adiós de las mujeres.
Brillará su sol largo tiempo en sus cenizas.
Retorna al limo loco del bien y del mal:
a su vez se extingue en el lecho de tinieblas
sobre sus islotes de sombra cae sin piedad la noche.
EPITAFIO
Cuando vuelva su canto al polvo
de los caminos, plántenle un jardín
con frutas mañaneras de un abril imposible.
HEGEL EN EL CARIBE
Papá Hegel es savia soberana
en el olmo de la filosofía:
sus germanas palabras de filósofo
aún viajan triunfales
en torno a los seres, a las aves
y a las cosas bellas de la vida,
mientras su faro sigue ciego
al naufragio de los Negros del mar Caribe.
¿Acaso por esto el mar
es un poeta trágico?
Papá Hegel se sabe de memoria
como su pupitre, la dialéctica
del ser y parecer en sociedad
de plantación: amo y esclavo
colono/indígena
santo cristiano/loa vudú
francés/criollo
blanco/negro/mulato
no obstante sus palabras forman sombras en torno
a los problemas de la máscara y la verdad.
¿Acaso por esto mi vida
no es escalera de cristal?
Papá Hegel tiene fuertes manos videntes
de carpintero para alumbrar a giorno
leyes y secretos de la gran historia
de las humanidades, mas no tiene ojos de hermano
para las venas que corren, alocadas,
desoladas, por el bosque de la desdicha negra.
¿Acaso por esto, mi negra,
comemos y bailamos en la cocina
cuando es noche de fiesta en Occidente?
FLORES EN MI BUZÓN
Esta mañana, una mano puso flores en tu buzón:
¿será acaso un sol que te escribe
desde una cárcel de tu país?
¿O es un telegrama -SOS de la luna-
que de repente ve venir
las amenazas del hombre?
¿Será el último árbol romántico
de Nueva Zelandia que quiere
intercambiar sellos contigo?
¿Desde cuándo la lluvia envía
mensajes cifrados a sus amigos?
Puede que sea la carta certificada
de un ruiseñor necesitado de dinero.
¿Y si fuera la carta anónima de un
cocodrilo, alcalde de una aldea tenebrosa?
¿o la carta de algún maldito presidente
vitalicio de la república?
¿o la de un tiburón notario de un país racista?
Quizás sean flores explosivas, dotadas
de un maravilloso mecanismo de acción
retardada, flores cultivadas
en los invernaderos del Ku Klus Klan?.
Las llevo a mi oficina
para descifrar sus olorosos mensajes:
son flores del fondo del mar. Un olor
de marea alta invade mi casa. En la firma
de alga marina. Estas flores son
los besos de una princesa de alta mar,
es el alfabeto de su vida, la morsa
gloriosa de su sangre en flor.
Es el violento misterio de su cuerpo
cuando el orgasmo la proyecta conmigo
a la cima del reino vegetal. Ella,
desde el fondo de las aguas, me envía
las noticias de las hierbas inocentes
del mundo. Me da los buenos días de las
primeras mariposas del año, los buenos días
de los primeros peces y los primeros besos
de adolescentes que reclaman un poco de ternura,
de paz y dignidad, con una luz fresquísima,
para todos los ojos que acaban de llorar.
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