José Luis Tejada Peluffo
Poeta español de la Generación del 50. Nace en El Puerto de Santa María el 4 de agosto de 1927 y muere en Cádiz el 11 de mayo de 1988.
Con apenas 3 años queda huérfano de madre. A partir de 1933 realiza sus estudios entre El Puerto de Santa María y Cádiz hasta finalizar el bachillerato.
A partir de 1942 empieza a publicar sus versos en distintas revistas y en 1950 forma parte del grupo refundador de la revista gaditana de poesía Platero y a partir de 1955 se incluyen algunos de sus poemas en varias antologías.
En 1961 es cofundador de la agrupación cultural «Medusa» de El Puerto de Santa María.
En 1965 resulta finalista del premio Leopoldo Panero con el libro Razón de ser, publicado por el Instituto de Cultura Hispánica, de Madrid, dos años después.
Entre 1965-70 estudia como alumno libre en la Universidad de Sevilla. Termina su licenciatura con un trabajo de investigación sobre Marinero en tierra, de Rafael Alberti.
Durante el curso 1966-67 es Lector de Español y Profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad de Nantes (Francia).
En 1968 comienza su actividad docente con tres cursos de Literatura Española como Profesor Colaborador y Ayudante de Clases Prácticas en la Universidad de Sevilla. Al igual que en el caso de Nantes, desarrolla esta actividad antes de obtener su licenciatura por su conocimiento de la literatura y por su prestigio como poeta.
En 1969 ejerce como profesor de Español para Extranjeros de la Universidad de Sevilla y a partir de 1970 imparte clases de Literatura Española en el Colegio Universitario de Cádiz, adscrito a la Universidad de Sevilla.
En el verano de 1972 ejerce como profesor del Curso Superior de Investigaciones Científicas del Patronato «Miguel de Cervantes», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Málaga.
En 1973 se doctora por la Universidad de Sevilla con un estudio monográfico sobre la poesía del primer Alberti. ese mismo año se funda en Cádiz la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)siendo profesor tutor desde su fundación y directos adjunto entre los años 1974-1976.
En 1975 gana una plaza de Profesor Adjunto de Literatura Española, por concurso oposición, en Madrid. Renuncia a las vacantes existentes.
En 1980 se crea la Universidad de Cádiz y toma posesión como Profesor Adjunto Numerario.
PUBLICACIONES
En 1962 publica su primer libro, Para andar conmigo, en la colección Adonais y en 1966 publica la plaquette Hoy por hoy.
En 1968 Publica El cadáver del alba, poemario central que muestra «de cuerpo presente y desangrado lo que queda de un hombre. Expuesto a las miradas de los otros por si alguno le encuentra el sentido a la ceniza...».
En 1977 publica el poemario Prosa Española, libro que constituye una llamada a la reconciliación nacional. En el mismo año sale a la luz su estudio sobre Rafael Alberti, entre la tradición y la vanguardia, con prólogo de Francisco López Estrada.
El Puerto de Santa María, en 1978, le dedica la Feria del Libro y le publica Del río de mi olvido, poemas de juventud de carácter popular.
En 1985 publica Poemía, una antología de sus primeros libros. En el mismo año se presenta y gana el I Premio de Poesía «Rafael Alberti», con el libro Aprendiz de amante, una recopilación de lo que ha sido su vivencia personal del amor editándose un año después. La caja de Ahorros de Jeréz también edita una grabación "Así canta nuestra tierra por sevillanas" en la que se incluyen sevillanas de José Luis Tejada.
En 1987 la Diputación Provincial de Cádiz publica su trabajo sobre Marinero en tierra, de Rafael Alberti (Estudio de su primera edición).
Tras su muerte se han ediado en 1997 el libro de poesía falmenca Cuidemos este son. por la Editorial Renacimiento y en 2001 Lagar fecundo por la Consejería de Cultura de El Ayuntamiento de El Puerto de Santa María que recoge una antología poética sobre la vid y el vino traducida al inglés.
Pueblo futuro
Tú, pueblo mío, seguirás creciendo
sobre mi tumba, hasta rascar los cielos,
encaramándote en mis huesos.
Entre tus lindes seguirán naciendo
niñas con alas. Seguirá latiendo,
tremendo, el turbio amor. Seguirán yéndose
agotando y muriendo,
añadiendo sus muertes a la mía,
los hijos de mis hijos. Hijos tuyos
darán quizás también sus cuerpos
para tu elástico esqueleto y el roce de sus pies te habrá ido haciendo
-y su peso pequeño- cada vez más y más humano, pueblo.
Crisol, al sol, de almas
de muertos vivos y de muertos muertos
que te alimentas de miradas, de palabras
y de sombras sagradas y sangradas. Misterio
voraz, que nutres tu no ser apenas
con tantos seres verdaderos.
Eternidad
¿Y he de resucitar tal como hoy vivo
con este mismo cuerpo y esta cara,
tan sólo con la frente nueva y clara
y no ya el pobre corazón cautivo?
Y... ¿cómo, cómo ya sin tiempo esquivo
florecerá la rosa rosa para
no morir nunca, como si negara
su connubio al instante fugitivo?
Sin flor, en la otra cara de la muerte,
ya no habrá versos... ¿Para qué, sin ellos?
Ni habrá esperanza pues no habrá futuro.
O habrá rosas de un mármol ciego, inerte
o mujeres y versos como estrellas
que alumbrarán mi sueño eterno y puro.
El padrenuestro de los poetas
(...)
Padre Nuestro que estás en los secanos
y en los vergeles, danos cada hora
el poema nuestro con que aupar la aurora.
Vengan hasta nosotros tus arcanos
y, para más santificarte, danos
la palabra mejor, la más sonora.
Haznos según tu voluntad, que sea
nuestra sólo la voz, tuya la idea,
no nos dejes plagiar, perdona el ripio,
así como nosotros perdonemos
a quien nos deba el verbo que le demos;
Tú que eras Verbo ya desde el principio.
(El cadáver del alba, 1968; Poemía, 1985).
Pueblo futuro
Tú, pueblo mío, seguirás creciendo
sobre mi tumba, hasta rascar los cielos,
encaramándote en mis huesos.
Entre tus lindes seguirán naciendo
niñas con alas. Seguirá latiendo,
tremendo, el turbio amor. Seguirán yéndose
agotando y muriendo,
añadiendo sus muertes a la mía,
los hijos de mis hijos. Hijos tuyos
darán quizás también sus cuerpos
para tu elástico esqueleto y el roce de sus pies te habrá ido haciendo
-y su peso pequeño- cada vez más y más humano, pueblo.
Crisol, al sol, de almas
de muertos vivos y de muertos muertos
que te alimentas de miradas, de palabras
y de sombras sagradas y sangradas. Misterio
voraz, que nutres tu no ser apenas
con tantos seres verdaderos.
Eternidad
¿Y he de resucitar tal como hoy vivo
con este mismo cuerpo y esta cara,
tan sólo con la frente nueva y clara
y no ya el pobre corazón cautivo?
Y... ¿cómo, cómo ya sin tiempo esquivo
florecerá la rosa rosa para
no morir nunca, como si negara
su connubio al instante fugitivo?
Sin flor, en la otra cara de la muerte,
ya no habrá versos... ¿Para qué, sin ellos?
Ni habrá esperanza pues no habrá futuro.
O habrá rosas de un mármol ciego, inerte
o mujeres y versos como estrellas
que alumbrarán mi sueño eterno y puro.
El padrenuestro de los poetas
(...)
Padre Nuestro que estás en los secanos
y en los vergeles, danos cada hora
el poema nuestro con que aupar la aurora.
Vengan hasta nosotros tus arcanos
y, para más santificarte, danos
la palabra mejor, la más sonora.
Haznos según tu voluntad, que sea
nuestra sólo la voz, tuya la idea,
no nos dejes plagiar, perdona el ripio,
así como nosotros perdonemos
a quien nos deba el verbo que le demos;
Tú que eras Verbo ya desde el principio.
(El cadáver del alba, 1968; Poemía, 1985).
TIEMPO
Tiemblo
cuando pienso
en lo que no es el Tiempo…
Que el momento no existe, prisionero
entre el Antes y el Luego…
Que cuando digo “ahora”, estoy mintiendo
porque ese “ahora” ya se ha muerto…
¡Que un día dejaremos todo esto
sin llevarnos si quiera ni el recuerdo.
ESTO ES AMOR
QUIEN LO PROBÓ LO SABE
Esto es amor, lo noto por la aroma.
Me da en el centro, túmbame y me eleva
y en andas de su vuelo tráeme y lleva
y en gustos de su azar me deja y toma.
Bien me sé yo el sabor, la añeja poma
retoñada a un milagro de la gleba.
Pero qué vieja ya, pero qué nueva
al ventanal la faz que la alma asoma.
Si esto no fuera amor, no me tendría,
tan viejo ya, tan niño todavía,
naciendo y me muriendo de este modo.
Que él y nada más que él ignora y sabe
y cabe la alma en él y en la alma cabe,
virgen amor después y antes de todo.
PASIÓN ASUNTA
Asumiste mis túrdigas de ganas,
estas agrias piltrafas del deseo
y con ellas erguiste un mausoleo
donde dar tierra a tantas y tan vanas
protuberancias de vapor. Lejanas
se apagaban las hebras del zureo
y en su vez nieves músicas de Alfeo
paliaron la adustez de mis besanas.
Albañila de mí, remendadora
de cuánto siete del amor, de cuánto
zancajo de penuria y carestía.
A saco entraste por mi azar y ahora
soy tan cosa de ti, me has hecho tanto
que ni es decente que te llame mía.
FRUTA
Qué sabes tú las llamas que tú llamas
ni a cuáles precipicios precipita
tu volumen frutal, tu olor de cita,
tu sangre en forestal rumor de ramas.
Tú vas y no te ves, te me derramas
y no te mojas tú, solo en mi cuita,
un verdor de delfines me visita
y se deja en tus peñas sus escamas.
Risueñamente tú, como si nada,
me retienes el látigo moreno
de mi mano en la nata de las tuyas.
No la sueltes que está, desorbitada,
amagando en el lampo de tu seno
un trallazo de garfios y de puyas.
LA PRIMERA PALABRA
Te debo esa palabra :
posibilitadora.
El niño que uno es siempre
necesita la concha
de tus manos, el techo
de tu bondad redonda.
El que sepa valerse
por sí mismo, que rompa
a andar según le guíe
su gana poderosa.
Pero quien esto escribe
gracias a la amorosa
soledad en que erguiste
por mí, silencio y sombra;
quien toda esta paz íntima
-imprescindible alfombra
donde posar de lleno
la palabra y la obra-
recibió de tu cuido
de ave-madre afanosa,
de tu redor de mimo,
de tu celo y tu colcha;
quien se encuentra en la mano
la pluma abierta y pronta,
la página delante,
la luz detrás felposa,
y gracias a las tuyas
liberadas sus horas;
quien, como yo, te debe
la ocasión creadora,
el cerco de lo bello,
la caza de la forma,
no paga aunque te entregue
las briznillas de gloria
que vendrán, si es que vienen,
cuando Dios lo disponga.
Lo menos que hacer puede
es buscar la más honda
palabra, las más fuerte,
más exacta y hermosa
que, si no pague, al menos
la deuda reconozca.
Y afinándose el labio
por darla más sonora,
signando y santiguando
la intención y la boca,
llamarte simplemente
posibilitadora.
III
DICE LA MISTERIOSA ADECUACIÓN
ENTRE SU AMADA Y SU CARENCIA
Eres tan grande como mi carencia,
tan imponente como mi agonía,
tan nada tuya como toda mía
y tan, como yo culpa, tú inocencia.
Se me ve a tu través, tu transparencia
le otorga resplandores a mi umbría.
Por llenarte de mi, quedas vacía
o plena cundes contra mi indigencia.
Cómo encajas en mí, cómo es mellizo
tu amor gigante de mi amor enano,
misterios son de gracia, que no azares.
Pregúntaselo al mismo Dios que hizo
tu pecho a la medida de mi mano
y tamaña mi sed con tus mares.
ROMANCITO DE SOLTERO INSOMNE
Madrugada sin sueño.
Cuanto toma la almohada
la silueta de un cuerpo
de mujer. Cuando el viento
suena en nuestra nostalgia
con chasquidos de besos.
La polilla obstinada
perfora nuestro tedio
y el reloj agiganta
la crueldad del desvelo.
Acuden en bandadas
los dolientes recuerdos:
¿Cuánta novia frustada!
!cuánto amor por el suelo!
María de la Lágrima,
Soledad del Misterio,
la de la cinta blanca
y el jazmín sobre el pecho.
La que más nos besaba...
La que besamos menos.
¡Cualquiera! ¡Todas!... Nada.
Fantasmas del deseo.
Sólo un alma, nuestra alma,
de espaldas al ensueño...
Y, solo, entre las sábanas,
un cuerpo, nuestro cuerpo.
Eres tan grande como mi carencia,
tan imponente como mi agonía,
tan nada tuya como toda mía
y tan, como yo culpa, tú inocencia.
Se me ve a tu través, tu transparencia
le otorga resplandores a mi umbría.
Por llenarte de mi, quedas vacía
o plena cundes contra mi indigencia.
Cómo encajas en mí, cómo es mellizo
tu amor gigante de mi amor enano,
misterios son de gracia, que no azares.
Pregúntaselo al mismo Dios que hizo
tu pecho a la medida de mi mano
y tamaña mi sed con tus mares.
ROMANCITO DE SOLTERO INSOMNE
Madrugada sin sueño.
Cuanto toma la almohada
la silueta de un cuerpo
de mujer. Cuando el viento
suena en nuestra nostalgia
con chasquidos de besos.
La polilla obstinada
perfora nuestro tedio
y el reloj agiganta
la crueldad del desvelo.
Acuden en bandadas
los dolientes recuerdos:
¿Cuánta novia frustada!
!cuánto amor por el suelo!
María de la Lágrima,
Soledad del Misterio,
la de la cinta blanca
y el jazmín sobre el pecho.
La que más nos besaba...
La que besamos menos.
¡Cualquiera! ¡Todas!... Nada.
Fantasmas del deseo.
Sólo un alma, nuestra alma,
de espaldas al ensueño...
Y, solo, entre las sábanas,
un cuerpo, nuestro cuerpo.
¡ESE FLUÍDO...!
Aún no sé cómo asirlo, cómo usarlo y regirlo.
Se me va de los ojos como ayer de los dedos.
Lo contemplo galápago y se me exalta mirlo
a un luego inexistente donde cunden los miedos.
Ya debe quedar poco y aún no empecé. Mentira,
yo no viví cincuenta, ni cuarenta, ni veinte.
Como el de aquella fábula miro hacia atrás con ira
y revientan de lástimas las venas de mi frente.
Ayudadme vosotras, las que aupáis la mañana
con sesenta macetas de fruto a cada hora.
Tú que surtes la mesa, amante, madre, hermana,
tú que peinas los astros, novia, musa, señora.
Yo sólo hago estas flores de papel y aun las pierdo,
las de ayer no sé donde las puse y estas mismas
se habrán ya mismo huido del mueble del recuerdo
y de sus brotes sólo me quedarán estigmas.
Torpe de manos, burdo, caótico y cegato,
no acierto a hacer un libro con pliegos divergentes.
Se me han entrenredado las cuerdas del zapato
y no encuentro los lentes con que buscar los lentes.
Aún no sé cómo asirlo, cómo usarlo y regirlo.
Se me va de los ojos como ayer de los dedos.
Lo contemplo galápago y se me exalta mirlo
a un luego inexistente donde cunden los miedos.
Ya debe quedar poco y aún no empecé. Mentira,
yo no viví cincuenta, ni cuarenta, ni veinte.
Como el de aquella fábula miro hacia atrás con ira
y revientan de lástimas las venas de mi frente.
Ayudadme vosotras, las que aupáis la mañana
con sesenta macetas de fruto a cada hora.
Tú que surtes la mesa, amante, madre, hermana,
tú que peinas los astros, novia, musa, señora.
Yo sólo hago estas flores de papel y aun las pierdo,
las de ayer no sé donde las puse y estas mismas
se habrán ya mismo huido del mueble del recuerdo
y de sus brotes sólo me quedarán estigmas.
Torpe de manos, burdo, caótico y cegato,
no acierto a hacer un libro con pliegos divergentes.
Se me han entrenredado las cuerdas del zapato
y no encuentro los lentes con que buscar los lentes.
SOLEDAD DE DOS
."la soledad de dos en compañía"
Campoamor.
Se nos van y otra vez nos dejan solos.
Bordas la casa mientras yo te escribo;
los hijos, a lo suyo y a lo nuestro
nosotros, huérfanos de hijos.
Charla el teleinvasor inatendido,
envejecemos lenta y quedamente.
La mejor música es ruido
al lado de tus ojos y en mi frente.
Dicen que el tiempo nunca para, pero
yo sospecho que ahora se ha parado
a vernos, pura envidia, ser entero
yo, tú rota por mi. Los dos a un lado.
Al margen de su furia que no es nada
más que miedo y la fe que le prestamos;
por esta vez, mujer, somos y estamos
en paz, contra su rueda encadenada.
Me levanto y apago. Ya no escucho
más que el latir de dentro. Todavía
por un silencio más silencio lucho,
nos queremos y enciendo la alegría.
Llevamos medio mundo malvividos
por afanes ridículos y ajenos,
pero sanseacabó. Que por lo menos
el resto del morir nos coja unidos.
ASUNTA MÍA
«Asunta tú de Dios, yo asunto tuyo»
Sentirte envejecer, Ver como el seno
declina su turgor y aprueba el día,
cada vez más del páramo y más mía
comprobarte mujer, gloria del heno.
Pero amor, cada vez más y más lleno,
mientras cribando va tu anatomía
te me abre, cada vez más, la franquía,
la donación, el alma, el intraseno.
Aquella espiga y rosa tuyas, bellas,
se han transcendido y son, las mismas, ellas,
cáliz del corazón, tallo de altura.
Oh, cómo en tanto el cuerpo se despide,
el Dios se asienta: olvido impide y pide
alas de eternidad, paz sin fisuras.
COMO EL GRANIZO
¡Esta vez si que estás! Como el granizo
que, de niño, cogía en mi azotea
concretísimo, esférico,
casi ni blanco ya de tanto blanco
y... ¡qué modo de arder de tanto frío!
¡Esta vez sí que no te irás!
Y se abre al fin mi mano en flor de anhelos
y ya no estás allí. Como unas lágrimas
me resbalan la piel tres gotas tuyas
tibias de mí.
Y a mí me queda un frío
-¿Tu presencia? ¿Tu fuga?-
en el cuenco del alma pensativa...
RELOJ
Llevo un reloj encima de mi pulso
como si fuera cierto este latido.
No lo miro: lo escucho. He traducido
la letra de su voz:
Tic, tac, qui-zas, qui-zas...
Cuando se estanque esta corriente mía
Dejarme esta fingida moneda sobre el pecho.
-¡Pasar el Lago Grande, con la brújula,
ya estéril, de mi duda! –
Y que un arcángel blanco me libere
de este "qui-zás" del Tiempo
con el beso certísimo,
en mi frente,
de Dios ...
DECLINACIÓN DE DIOS
Nominativo, Dios. El genitivo
de Dios: Yo soy de Dios, la cosa es clara.
Dativo, a, para Dios, yo nací para
Dios y para su gloria escribo y vivo.
Que me muevo hacia Dios, acusativo,
si no fuera verdad no lo acusara
y nadie, al saludarme, pronunciara
ese “a Dios” que me torna transitivo.
Vocativo, yo llamo a Dios a voces,
con la boca: ¡Oh mi Dios! ¿No me conoces,
si tengo ya tus casos declinados?
Y ablativo, que tanto te hablo y nombro,
cabe, con, por, tras ti, sobre tu hombro,
y aun contra ti, por mor de mis pecados.
AHORA
Ahora que pesa el corazón cansino,
mohino de no andar ni amar por nada,
ahora que la ilusión desalquilada
reclama huella y sombra de inquilino.
Ahora que ayuno de candeal y vino
y cuelgan las arañas mi posada
ahora es la hora para tu llegada
al hostal de mi amor, Huésped divino.
Aquí; sí, por aquí, conmigo, amarra
la mula aquí. Por más que no la tienes...
¡Ay mis ojos descalzos por la aurora!
Cierra por dentro y dame de esa jarra
que hace antigua la sed. ¡Oh Dios que vienes
ahora que huelga el corazón, ahora!
ORACIÓN POR LOS CONDENADOS
En vano. Justamente con el derroche que supone
regar una flor muerta,
con toda la locura suficiente para acunar a un pájaro podrido,
con la fiebre capaz de numerar las gotas del mar todo,
con eso y más lo cierto es que hoy vengo hasta tus lindes,
Dios que hiciste posible tanta culpa,
audacísimo Artista que forjaste
semejantes a ti, tus enemigos.
Hasta tus bordes, dije, vengo yo a mendigarte un imposible
porque a quién sino a ti puede pedirse tanto.
Y es que no vayas contra tus hechuras,
que no deshagas con tu dedo izquierdo
lo que engendraste con el otro y nunca
hagas trizas de sombra aquel espejo
que azogaste tú mismo con polvillo de estrellas
para sentirse aún más infinito.
Porque engendraste para amar. ¿No acierto?
para mirarte en frutos parenciales,
para ensanchar tu oído imponente con gritillos minúsculos, ajenos,
de musarañas no serviles, sino gustosas, libres y entregadas.
¿He dicho mal, Patrón?
Y pizcaste a la Nada, tan eterna
casi como tú mismo
con tu pulgar fatídico, fosforoso y exento
y con tu índice doblado al rojo blanco, trepidante,
para que de la cruza de la Nada y tus dedos,
del beso de esas dos eternidades,
reventáramos ínfimos, pero conscientes y señores,
a la gran playa de existir. ¿Estamos?
Y algunos esgrimimos, esgrimieron,
porque les fue posible y deseado,
esa herramienta doble y de diez filos,
y mientras con los cinco sentidos niños de su cuerpo
cortaban la manzana de una dicha,
ay, ocurrió que con los otros cinco,
ciegos del alma y la ignorancia,
rasgaban el pellejo de ese lago
donde te miras y te encuentras todo.
¿Pero qué? Nunca nadie pensó, quiso,
-¿Lo digo? Sí, lo digo pues lo siento
y mentiría si callara-.
Nunca nadie de veras pensó ni quiso hacerte daño,
ir siquiera en tu contra,
desbaratar tus filas de armonía.
Nunca nadie, Maestro; yo respondo
por todos, Tú respondes por todos. El responde
por El y por nosotros, nunca nadie.
Nadie nunca, ya digo, nunca nadie.
¿O alguien alguna vez? ¿Sí? ¿Tú lo crees?
¿Tú lo sabes, amigo? Yo pensaba
que no merece el hombre tanto cielo
ni tanto inf. .. ¿Te lo digo?
Sí, lo digo, ni tanto, tanto infierno.
Eso, ni tanto infierno, ya está dicho.
Tan inmenso rechazo,
esputo tanto y tan viscoso,
portazo tan desesperante,
«no» tan definitivo.
Digo, porque si bien puede ser cierto
que no supieron o quisieron
tu bien, igual es cierto y muy más cierto
que no tu mal quisieron ni sabían.
¿Cómo iban ellos a saber?
Unos, porque tu hijo aún no hubo hablado;
otros, porque después de hablar tu hijo
¿qué podía faltar a sus rescates?
¿Quién iba a poder más?
Por todas estas cosas y otras más que no pongo
es por lo que esta noche, en que nadie nos oye ni nos mira,
me he parado a pedirte, no explicaciones, sino sangre,
pues por lo visto falta sangre,
hace falta aún más sangre,
no fue bastante sangre
la que lloró tu niño sobre todos.
Y por eso yo ahora
vengo a pedirte parte de la tuya,
sí, de la esencia tuya;
sólo la gota suficiente
para que quede bien del todo
limpia la plana y enmendada,
todo cabo en sazón.
Y no por ellos solos te lo pido
sino también por ti y por mí, ya sabes.
-Y que conste que no llamo a la Madre-.
Antes por mí que necesito
seguirte viendo en lo más alto
puro y sin sombras, Capitán, perfecto,
inmejorable y si no perdonaras
podría mejorarte y sublimarte
un último perdón definitivo.
Y ayudarías a mi fe tan niña,
tan indecisa y asustada entre
un corazón de quien el mar es átomo
y una espada de fuego ...
Pero también he dicho y lo mantengo
que lo pido por ti. Porque me consta
que hay una nube en tu alegría
no tan redonda ni perfecta, Padre,
reconócemelo. (Nadie nos oye.)
No tan redonda porque alguna grieta,
mínima, pero grieta,
labra sobre tu piel, MISERICORDIA,
esa Madre del tiempo y de la lluvia,
tu identidad, amigo, tu sustancia,
tu manera de ser...
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