Sibisse Rodríguez Sánchez nació en Oviedo (España) el 11 de junio de 1979, en el mismo hospital donde a su tío le extrajeron los hierros que formaban su cuerpo después de aquel horrible accidente de tráfico en el que casi pierde la vida. De madre asturiana y padre canario, pasó su niñez dividida entre esas dos islas. Escribe poesía desde que tiene uso de razón, por tradición familiar y porque es el único lenguaje que considera verdadero.
Su poética afincada en valores clásicos se transformó el día que escuchó a Roger Wolfe recitar Contra Jaime Gil de Biedma, lo mismo que su conciencia estética dio un giro al encontrarse con las esculturas de Alberto Giacometti en un museo de Venecia, o su amor por el jazz empezó el día en que puso un disco de Billie Holiday.
Estudió Filología Hispánica, pero no se integró en ninguna de las corrientes estéticas ni filosóficas de la universidad. A los 17 años descubrió internet y se puede decir que ha llevado una doble vida desde entonces.
Antes de convertirse en un ser completamente nómada, nació y vivió 23 años de su vida en el Norte de España. Se dormía casi siempre escuchando la Sonatina de Rubén Darío y Las Mil y Una Noches. Ha ganado algún que otro premio y ha publicado algún que otro texto, pero no estamos aquí para escribir sobre premios ¿Verdad?
ACCIÓN MUTANTE
POR JORGE GARCÍA COLMENAR
La puedes encontrar correteando por la complu para refugiarse apenas de la lluvia, con el pelo revuelto y destartalado, o pateando las calles de Tribunal en busca de un lugar donde tomar el té a deshoras.
Pero también la encontrarás escribiendo, en unos grandes almacenes, una hamburguesería o un aeropuerto. Acaso muchos hemos dejado nuestras letras en esas cafeterías tumultuosas o silenciosas, de luces bajas, en el campo, en la mar. Nos hemos dejado parte de la visión ofreciendo a cambio un bello cuadro. Pero por qué no escribir mientras la agresiva publicidad te acosa, anuncian las siguientes salidas por megafonía o alguien derrama un refresco en la mesa contigua… ¿?
La fuerza que tenemos en nuestra pluma se pregunta si somos capaces de penetrar en la oscuridad de la empresa, dejar fe de nuestro paso por el mundo, actualizar y reciclar el cliché de escritor bohemio. Cito, con todo el respeto:
Yo también seré obvia. Esta vez no me vais a pedir originalidad, ni lucidez, ni nada. A la mierda los jodidos románticos, los geniales, los del siglo XIX. Voy a ir al supermercado de la esquina y voy a comprar una rosa roja, una vulgar rosa roja y voy a hacer cola en la caja de la cajera más guapa para pagarla con un billete azul. Nada de regalos que se preparan con tiempo, con astucia, con una tarjetita escrita para la ocasión. Nada de olvidar fechas o decir que una sólo hace regalos cuando le salen del corazón y no cuando lo manda El Corte Inglés.
Aquí está, mamá, con dos días de antelación, mi estúpido regalo obvio y vulgar, mi rosa roja del Carrefour, mis ganas de llevártela a la tumba.
Ella cita y nombra títulos que son hechos y que suelen ser rehuídos por asco. No nos gusta escribir el nombre de una empresa en nuestra obra. No queremos darles publicidad. Bastante poder tienen ya. Y sin embargo, ¿no es nuestra escritura superior? ¿No están ellos bajo nuestras reflexiones, pues son parte de la realidad de la que escribimos? Es una batalla dura, y Sibisse nos demuestra que callando no ganamos nada.
Por otro lado, y si seguimos leyéndola, encontraremos feministas reivindicaciones, ya que es mujer en lucha por las mujeres.
EL MANIFIESTO DE LAS MUJERES MUTANTES
Nos transformamos
Con una ráfaga de viento, las ondas de radio
O una exposición prolongada a sustancias tóxicas
O simplemente bellas.
También en esos días de calor extremo
O después del orgasmo.
Crecen escamas y colmillos
En nuestros cuerpos
Que dejan de ser suaves
Y de estar disponibles.
Graznamos con voces aprendidas
De viejas brujas que cantaban historias sin final.
Entonces, animales brutales,
Dejamos que un león nos coma el pecho izquierdo
Para no someternos a operaciones quirúrgicas,
Pasar sin anestesia por el dolor y el trauma
de no permanecer enteras.
Somos las que acunamos
A los seres deshechos
A los despojos
Al aire
A las ganas de amarnos unas a otras.
Es un feminismo no desaforado pero rayante en el insulto, a veces, para los hombres que, sin vernos directamente atacados, apreciamos con facilidad cómo admira Sibisse a las mujeres. Su cuerpo. Su esencia. Su poder creador y destructor. Aboga por un avance sistemático en la batalla, una carga frontal contra el remilgamiento hipócrita de las mujeres sumisas, más que contra el bruto asesino.
PASAJE
Las niñas pierden su virginidad en el hotel Pasaje, junto al puerto deportivo, en la habitación del Dr. Freud.
Allí nacen nuevas mujeres valientes, que compran predictor, píldoras y condones en la farmacia de debajo de mi casa y ya no usan maquillaje Margaret Astor ni beben solamente Cocacola.
Las niñas pierden su virginidad en el puerto, con hombres que llegan de muy lejos, del mar del otro lado, para arrebatarles el tesoro que su mamá custodió tan firmemente.
Atraviesan la frontera observando los barcos que se marchan.
Desde la habitación del Dr. Freud se divisan los barcos y el horizonte. Las niñas miran por la ventana mientras se terminan de quitar la ropa.
Es portadora de uno de los tesoros más bellos que se pueden heredar: una revista de arte y literatura. Su nombre es Lúnula, y Sibisse participa en su dirección y redacción. El último número, presentado en el Ateneo Obrero de Gijón, está dedicado a la Risa. En este marco, incluyó algunas adivinanzas escatológicas, que me parece bueno rescatar para este artículo:
Si me enfurezco y escupo
no te lo tomes a mal
tanto puedo por delante
como puedo por detrás
Le damos nuestro alimento
sólo a los que estaban dentro
La polla Las tetas
Sibisse Rodríguez Sánchez nació en Oviedo el 11 de junio de 1979, en el mismo hospital donde a su tío le extrajeron los hierros que formaban su cuerpo después de aquel horrible accidente de tráfico en el que casi pierde la vida. De madre asturiana y padre canario, pasó su niñez dividida entre esas dos islas. Escribe poesía desde que tiene uso de razón, por tradición familiar y porque es el único lenguaje que considera verdadero.
Su poética afincada en valores clásicos se transformó el día que escuchó a Roger Wolfe recitar Contra Jaime Gil de Biedma, lo mismo que su conciencia estética dio un giro al encontrarse con las esculturas de Alberto Giacometti en un museo de Venecia, o su amor por el jazz empezó el día en que puso un disco de Billie Holiday.
Estudió Filología Hispánica, pero no se integró en ninguna de las corrientes estéticas ni filosóficas de la universidad. A los 17 años descubrió internet y se puede decir que ha llevado una doble vida desde entonces.
Antes de convertirse en un ser completamente nómada, nació y vivió 23 años de su vida en el Norte de España. Se dormía casi siempre escuchando la Sonatina de Rubén Darío y Las Mil y Una Noches. Ha ganado algún que otro premio y ha publicado algún que otro texto, pero no estamos aquí para escribir sobre premios ¿Verdad?
MÁS POEMAS DE SIBBISSE
OLFATO
Pelo ajos
pensando
en la capacidad que tiene la carne humana
para absorber olores
de todo tipo.
A ajo, por ejemplo
a nivea o perfume, a jabón para
las manos de los urinarios públicos.
A otras pieles
A sexo, a sangre de la que nace entre las piernas.
Y luego, mientras sigo pelando ajos, me pongo
a pensar en lo difícil que es deshacernos
-cuando se acaba el ajo, la comida
la visita al urinario público
o el sexo- del olor
que en la carne ha dejado la vida.
SANGRE
Aquel hombre nos había engañado. Ya sospechamos algo cuando los perros comenzaron a caer enfermos de aquellos parásitos que eran como cucarachas. Sí, el hombre escondía algo, no nos estaba diciendo toda la verdad.
Lo descubrimos al analizar su sangre. Su sangre estaba tan degradada que había perdido el color rojo. Ël la teñía a propósito para que nadie se diera cuenta de la burla, pero allí mismo, dentro de los tubos de ensayo, su sangre lechosa y blanca, casi como semen, quedaba al descubierto.
No hubo explicación. La falta de colores no tiene explicación. Simplemente no nos podemos fiar de alguien con la sangre blanca. Habrá que tomar cartas en el asunto. Eso es todo.
EL PADRINO
Lararí larará, hay un loco en la ventana.
Lararí larará, hace juegos con su espada.
Baila desnudo
Con las nalgas apretadas
Los abdominales apretados
Los muslos apretados
Los puños apretados
En tu muñeca.
Lararí larará, el loco es muy bajito.
Lararí larará, si no se esconde grito.
Aaaaaaaaaaaaahhhh aahhhh aaahh ahah ah
Pega puñetazos
Con su espada reluciente
Y su cráneo reluciente
Y su sexo reluciente y diminuto.
Lararí larará, el loco baila y te tira del pelo
Lararí larará, te enseña a soportar el dolor y el miedo.
Se acuesta con su mamá
Pega a su mamá
Sueña con su mamá
Mastica a su mamá.
Lararí larará ¡Putes! ¡Putes! ¡Putes!
¿Dónde estáis?
[http://www.revistalamasmedula.com.ar/nro3/valencia.htm]
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