Isla Correyero
(Miajadas, Cáceres, 1957)
Premios de Poesía: Cráter, Colección Provincia, 1984, Diario de una enfermera, Premio Ricardo Molina, 1996, La Pasión, Finalista Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, 1999, Amor Tirano, Premio Hermanos Argensola 2002. Otras publicaciones: Lianas, 1988, Crímenes, 1993, Feroces, 1999. Incluida en las Antologías de Poesía: Las Diosas Blancas y Ellas Tienen La Palabra. Lecturas significativas y eventos literarios: Palacio Real, Madrid, 2000, Fundación Monasterio de Yuste, 2004, Festival Poetry Internacional de Rotterdam, junto a Seamus Heaney, 2005, Cumbre Iberoamericana, representando a Cáceres: Patrimonio de la Humanidad, Salamanca 2008.
Del libro Cráter (Cráter, León, Institución Fray Bernardino de Sahagún, 1984, Colección Provincia).
Un poema en prosa:
MI RETRATO A LÁPIZ
Soy melancólica. Melómana. Trapecista en la cuerda de los sueños y el arte. Cumplo con mi destino de guerrera. Canto lo bello y lo perfecto. Bebo, fumo y snifo (sic). Mi mente es un río caudaloso que nadie ha dominado. Soy perversa, cruel y me bañan las lágrimas a solas. Adoro la justicia y los bienes perdidos. Bramo de odio en lo alto de las cumbres si no consigo lo que busco. Esquizofrénica, locuaz e impertinente. Me gustan los licores y las sedas. Amo el destierro, los bosques y la danza. Mis aventuras escandalizan a los necios y con el dedo me gusta tocar los labios de la noche. Idolatro la luz que expresa Kubrick y el tormento exquisito de Visconti. De mí se dice que no me harto de belleza y que bebo a destiempo de los cuerpos. Vomito internamente ante lo vulgar y lo ridículo y desgarro mi pecho ante lo feo. Me gozo en soledad como un diamante y brillo entre celajes como nutria. De niña coleccionaba tréboles y olores, insectos y lecturas. Nunca mi espalda está enfundada y he aprendido el arte de la esgrima. Me gustan las hierbas y la magia y busco el grial para mi amo. Soy heroica, altanera y distraída. Me cobijo en mansiones de alquiler y no obedezco leyes ni partidos. Me gustan los vaqueros y las pieles, el lino y los trajes ajustados. Mido uno sesenta de estatura y ochenta mal contados de busto confidente. El tacto de la nieve me enloquece, el gusto de las fresas me subyuga, oír a Bach me iza y me conmueve, oler a piel me excita doblemente; ver una toma en treinta y cinco de Murnau me hace comprender qué es la poesía. Como el Vesubio, expulso lava incandescente al recordar a Italia. Llevo siempre carmín rojísimo en los labios y altos zapatos de tacón granate. Tengo arrebatos de amor hacia cualquiera y el sexo para mí es una sombra.
¡Y me gusta jugar a lo que sea!
SIN SER ESCLAVA ESCLAVIZADA
Mi amigo es una estatua de fuego prehistórico,
desnudo guerrillero con luto planetario en las mejillas.
Voluntariosa boca. Pulso enguantado para mi tristeza.
Tres días paso esperando su dulce estampido hasta mi lecho
y en tres minutos escribo con su piel pájaros y animales.
Yo le traigo a mi amigo el corazón salvaje que me da su hermosura,
la pálida fatiga de haber sido su amada en las noches
de caza cuando bebíamos juntos.
Mi amigo es triste, estético y dramático.
Ordena. Disimula. Convive con la luz. Es pueril, enigmático,
sediento, simple o simplemente un hombre,
tórax de Rodin
para mis brazos.
Cráter (1984)
A UN BELLO MUCHACHO CON LENTES
Con el abanico te abanico los tenues matices de la luz que proyectas
y, decididamente, te sublevas a pertenecerme.
¿Por qué, sensible y adorado muchacho de bucles malinterpretados,
me conduces a esta pena y enrojeces inflamado de nocturna osadía,
si henchida estoy como un alero
en donde se posasen todas las aves a copular en mayo?
No acepto tu desdén de virtud frágil
ni el tormento prolongado a que me tienes sometida,
con tus manos suaves y delgadas
o ese otro suplicio procurado a que me expones,
cuando, la camisa, ligeramente abandonada,
me muestra la cruel fruta improbada de tu vientre.
Muchacho de jazmines en la aurora callada de este acerbo
dolor que me sustenta, dime:
¿Qué hay tras esos lentes, redondos cual ciruelas
brillantes no mordidas
o qué lugar te doy en el planeta
para saberte libre y enjoyarme de luces y azahares
y perderme una hora en la incomprensible pregunta
de tus ojos?
Cráter (1984)
Lianas, Madrid, Hiperión, 1988, Poesía Hiperión(1988)
Las grietas de la fruta
Toda la noche estuve
ordenando papeles y jacintos.
Me perdí entre las cartas y los nombres
por los brazos ruinosos de las letras,
signos cerrados que en otro tiempo fueron
cofres de luz y espejo, en donde se agitaban
las lánguidas mareas del amor.
¿Dónde el suspiro largo que cobija la sombra,
la negrura secreta de las moras y el agua?
Hoy, un muro de cera aprisiona mi casa
y en las tardes sombrías se incendia todo y arde
con ese melancólico color que da el crepúsculo,
ese azogue de ámbar que se acerca a las casas vacías
y las cubre de nieve y de luciérnagas
escalando paredes de zarzas y saúcos,
ávidos aros blancos
que en el tiempo se asientan implacables,
tiranos mostos de tristeza y tábanos.
Sola estoy con un pájaro anidado en el pecho;
en los durmientes patios, dulces heliotropos,
peces abatidos de adolescencia y cal,
murmullos en las arcas florales
y en las gotas trémulas de los vidrios y el bruno.
Crece la hierba y alza las uñas afiladas
al umbral de mi casa
esperando el religioso perfume del alazor y el pino.
Detrás de los cristales humean las hogueras,
los vientos, los piñones,
el turbio y sonrosado atardecer.
Han entrado las moscas en mi casa
y ya esparcen sus huevos por mis libros;
de las esbeltas copas del ajuar
saldrán las larvas sigilosamente
aguardando en la noche que mis guantes de malla
descansen junto a ellas.
Cubro con paños blancos los muebles y el sofá.
Enredo entre los cuadros duraznos y cerezas.
A veces me detengo pensando en los milanos,
algo sutil y absorta,
insensible al tejido de mi piel
y a los cálices tibios de las mamas.
Mas mi corazón está derrumbado y oscuro
y nada hay que me mueva la carne y me consuele.
Ruinas y adelfas yerran por mis piernas
y junto al muro, víctimas de ensueños,
renacen los manzanos.
Descorrí las cortinas de la melancolía
y a mis brazos he visto secarse de tristeza,
laceradas las manos, endeble la memoria;
¡si volvieran los días dispersos de la infancia!,
los calderos al fuego, las altas graderías,
los rastrillos, las hoces, el cántaro de leche,
los canastos flotando en la ausencia de lluvia,
o desnudos los cuellos de las muchachas brunas...
Ya semejo una selva de olvidos y cantú,
sólo un rostro de niña
en el reflejo de una palangana.
¡Oh, sí!, mi desmemoria es grande y silenciosa,
naranjas esparcidas en un barranco gris.
Distante estoy mirando los desmayados sauces,
el carrizal del río, las grietas de la fruta.
Y en mi boca penetra la culebra del mal
con la manteca rancia de los dulces;
mi boca escrupulosa,
rezumando ciruelas granates en almíbar,
o grosellas guardadas en dulceras
cuyos bordes calados vierten sangre.
¡Tantos años creyendo en los reflejos
que mi rostro emitía desde el agua,
tan esquivas las ondas,
tan sensual el gozo de sentir las ojeras,
rápidamente deshacerse y caer!
Y ahora ni un hisopo de junco ahuyentaría
la máscara pasmada que en el fondo envejece,
ni el anillo encarnado que mis ojos circunda
más allá del dolor:
la frontera negruna del agua del aljibe
que la infancia cancela
y los portones cierra estrepitosamente
sellando con cedría
y a las frutas blanquísimas descuaja
de los tristes jardines interiores
cuando los sueños suben
por las leves lianas.
GÉNESIS
Bajo la yerta bóveda celeste
las bichas y los perros se aparean,
humos exhalan de las bocas ambos
y agrándanse los falos de los mulos.
Un líquido caliente enciende el fango
y de los termiteros surge
una vegetación salvaje de equisetos.
Rompen el mar las hembras del escualo
y los peces de luz se adentran en la sombra.
Arde el amor en los cañaverales
y en el iglú los esquimales arden.
El hueco del volcán precisa un órgano,
extremidad, vapor, espasmo y concordancia.
Una guarida el oso y un prado recogidísimo el antílope.
Preservad a la rana la intimidad del charco,
el grito sideral de los conejos,
la vigorosa sazón de los capullos
y la explosión final de las bellotas.
Bálanos, sangre,
cataratas de semen, corran en la Historia
por el peritoneo universal de las especies.
Un diluvio de leche y de semillas
exista para el toro,
el caracol, la mantis.
Caigan esporas, dispérsense vilanos,
que las danzas del sexo y el cortejo
despierten del sueño invernal con regocijo.
Estacas, árboles y alambres,
para todas las aves y sus huevos.
Vuelcos para las gatas, lentitud al arácnido.
Las vehementes efímeras hinchadas y sonoras
giren sobre la luz central del foco de la luna.
Las lunaciones muevan las aguas infinitas.
Frecen los peces y abaniquen los huevos.
Tenga la bonelia mil machos en su entraña.
El elefante marino, su báculo en las hembras.
La almeja, en soledad, jadeos y fusión.
En las exuberantes selvas de Tanzania
la elefanta se doble y caiga de rodillas.
El ácaro, en el útero materno, inserte a sus hermanas.
Desentierre la pallida a una recién nacida y la fecunde.
Salga el escorpión buscando amor y muerte
en el frío y nocturno burdel de los desiertos.
Germinen la cebada y las glicinas,
el pino y las higueras,
el baobab, el yaro, la cebolla,
el lino, el estramonio,
el liquen y los hongos,
la coca y el anís, la rosa
en las cales ruinosas de lo muros.
Galanteo nupcial, ayuntamiento,
en los vaivenes granados de la tierra.
Silvos y olor, penumbra,
territorios teñidos de polen y de orina.
Fornicación trasera en todo el orbe.
Floración inacabable de la savia y de las venas.
Canto de celo alzado por la vida.
Reserva, provisión, maná metálico
en el planeta preñado eternamente.
Lianas (1988)
UNA TAZA DE CALDO
A mi señora, María Victoria Atencia.
Amnón andaba por ella atormentado, hasta
enfermar por Tamar, su hermana.
(2 Samuel, 13, 2-3)
Cuando yo era muy niña
una mujer amada me cantaba un romance
en las tardes altísimas del final del verano.
Pretendía dormirme con aquella canción
que contaba la historia
de dos hermanos moros cautivos en Granada:
Ella estaba con fiebres malignas en el lecho
y él, un guapo muchacho,
le llevaba una taza de caldo
oculta en la chilaba.
Yo jamás me dormía
porque jamás historia alguna me pareció tan bella.
La ternura corría caliente por mi sangre
como el caldo que a ella le calentaba el cuerpo.
y cerraba los ojos
y veía acercárseme a mi hermano
al que amaba más que a mi propia vida.
¿Cómo podría el tiempo disipar la memoria
de aquellas escaleras
pintadas en un ocre maravilloso y cálido,
y el mandil de la yaya
con el pañuelo siempre guardado en un bolsillo,
o aquella porcelana colgando en las paredes,
y los relojes viejos con esmaltes gastados,
y los paños de hilo componiendo figuras,
y aquellos reposteros de seda descrudada
cubriendo los pasteles?
¡Soñaba tantas veces con ser aquella mora
enferma palidísima!
Quizá para sentirme, como ella,
asistida, por el hermano amado.
Un día de tormenta partimos de viaje.
Y en el coche mi hermano jugaba con un coche.
Una vez más cerré los ojos húmedos
y me metí por dentro del juguete de plástico.
La penumbra y los rayos caían a mi boca
como cayera el caldo de la historia en la Historia.
No sé qué es el incesto.
Pero si alguna vez amé con amores carnales
a alguien de mi sangre,
fue aquella tarde hermosa de truenos y de lluvia,
en el asiento azul de un coche de juguete.
Lianas (1988)
LA DERROTA
Está sentado al fondo del salón
y su carne despide frías llamas.
Sorbo tras sorbo bebe lame la copa vagan los dedos
con intenso placer mira y se inclina.
El hocico de mármol lentamente aplastado
contra el cristal
tiñe de rojo el líquido
los cubos transparentes
la cereza.
Locura son los ojos bajo el cabello negro
ojos de vengador
ojos rasgados
indescriptibles ojos de piedra curva y verde.
Caín salvaje corzo sorprendido
sostiene un cigarrillo
donde el labio flotante deja inmóvil la sonrisa.
Insondable palpita el corazón
lo aprieta
amargo témpano
resbala
desgarrador el fuego de la nieve.
Exhala el humo
brilla la dentadura bajo la lila lámpara
huracanes de luz vapor y polvo.
Así la lengua esconde desdeñoso el mohín
huyentes los oídos
en el rincón su imagen se refleja en un plato
de porcelana azul.
Mancha la perla de los gemelos con la saliva
muerde los nácares gira los dientes
y grácil pósase la mano sobre el muslo.
Músculos tensos punzantes astas
el ropaje no impide la vibración secreta
de las brasas en él.
Piernas abiertas
potentes venas
cruzan la orilla de la epidermis
sedienta y rosa.
Oye el adagio de Albinoni en la orquesta
melancólico agita los pies y las pestañas
e intensamente le sube hasta el rostro
un verdino color de sufrimiento.
De los ojos las lágrimas tibias caen a la mesa
a la copa al reloj.
Son las tres y las dalias se deshojan dejando
uno a uno
lo pétalos
sobre una bandejita de plata y un mensaje:
“Llegaré hacia las doce.
No estoy serena hoy. Tuya, tu Isla.”
Un camarero
de blanquísimo delantal hasta el tobillo
sumisamente enhiesta la cabeza
se acerca a él y sirve
otra copa de lima con ginebra.
Y al volverse
las ruedas
del botellero crujen
y un gesto de desorden a los dos hombres une.
-“Mozo, estrújame la mano y siéntate a beber.”-
Huele el ambiente a tabaco y a invierno.
Con las dos manos juntas y un murmullo de cera
mi presencia anotaba
en este cuadernillo
tal historia de amor.
La noche se ha parado. Mi corazón también.
Lianas (1988)
LAS MEDIAS BLANCAS
Tengo unas medias blancas de seda que me pongo
cuando me visto el traje negro de los recuerdos.
Son unas medias finas, hambrientas de fantasmas
que hacen juego con pájaros interiores, oscuros.
Las piernas, penetradas por estas bocas blancas,
levemente se abren con signos vegetales.
Los hilos amanecen en mi piel,
brotan, perdiéndose,
entre los elevados pensamientos más íntimos.
En derredor: imágenes de ocupación pelviana,
soberbias latitudes desde el puente atestiguan
la entraña y las enaguas levantadas al vuelo.
¡Qué holgada está la tela de la falda de flores,
la rodilla suavísima con olor a naranjas!
Por los muslos se agrandan los dibujos henchidos,
son copos invisibles calcinando altas cumbres.
Me infunden sobresaltos, me clavan dulces flechas,
tan finas son las mallas que asaltan los engarces
y hasta el ocre desierto los poros me rezuman
feroces destinos, presagios entreabiertos.
Siento flores y manos crecer entre las piernas
y más arriba el musgo
tapando el azulón vellón de la albufera.
No podría ponerme estas medias sabiendo
la gracia que se esconde, generosa en tu boca.
Espumosas persisten, sin causa me rodean,
temibles de tu roce, sin fatiga,
explorando.
Lianas (1988)
Esta historia
El poeta no retiene lo que descubre,
una vez transcrito, lo pierde en seguida.
En eso reside su novedad, su infinito
y su peligro.
René Char
Esta no es una historia que se pueda medir. No es una historia
de amor ni de dolor ni de silencio.
Está reservada para el corazón del asesino y para los ardientes
ojos del poeta que busca una memoria.
No tiene lectura para nadie más.
Se ha escrito con el afán inmaduro de un corazón enfermo.
No simula generosidad ni confianza; es una historia de arena y
de vacío. Pobre historia que buscará su espacio y el símbolo
y las gafas de quien crea buscar la corrupción o el paso de
un poeta.
Sólo una luz humilde, un resplandor lejano, avisará.
Los solitarios
Sabemos de los corazones solitarios porque tienen la misma
conducta de los asesinos.
Son corazones salvajes que no obedecen leyes. Tienen el
pérfido don de la mirada y nos contemplan a través de su
silencio.
Hay más revelación en sus manos que en su lengua.
Por su actitud inmóvil conocemos la desesperación, la so-
ledad y el sobrecogimiento.
Han nacido callados y vigilantes como rocas, acurrucados
en la existencia para reconocernos.
Suelen ser hermosos como la oscuridad y pálidos y dulces
como los secretos de las niñas.
Es inútil penetrar en su reino: somos espectadores, nada
más, de sus actos veloces.
Ellos poseen el corazón y la conciencia, al acecho, para
caer sobre nosotros con un gesto en el aire.
Jack
Jack está de golfas con su capa negra,
maletín de haya, delantal de cuero,
chistera de raso lacado, azabache,
un traje de rancio paño español.
Y en la madrugada de la mala muerte
Mary Kelly, abierta, sobre su colchón.
La paja empapada de sangre y de niebla,
el útero encima del aparador.
PONTE DE RODILLAS, TÍO
Ponte de rodillas y dime que no me has olvidado.
Ponte de rodillas tío y pídeme perdón.
Como cenizas como metal como ciruelas negras
me he transformado sobrellevando el paso de tu sombra.
Te he visto al alba con una cadena de palidez
en torno de tu inmovilidad
y he permanecido en una silla de leche y de madera
mientras te miraba la enfermedad del corazón
y el temblor respiratorio que tienes tío.
Violentamente preparada y desmedida
me he levantado de mi muerte y mi deseo
para desplomarme ante tu indiferencia.
La cantidad de destrucción que me has causado tío
es como un saco de piedras atado
a mi brazo derecho.
He acumulado venganzas y pasiones que no son de este
mundo. Solitarias y desobedecidas.
Mitigar mi dolor es tan imposible
como una conspiración en contra tuya.
Mis enemigos
son tus más patológicos amigos.
Si trabajo es por ti tío
y tú jamás has resucitado mi trabajo.
Sin resurrección y sin aliento sigo
a pesar de la calcinación en que me has devorado
y hecho humo.
Pon distancia entre tu gris vestidura
y mi ascético espacio
y déjame respirar cruzando el mundo
definitivamente tío pidiéndome perdón
soltándome
como a una perra
alada.
Amor Tirano (2002)
CINTA DE MOEBIUS
Yo vengo de perder una batalla
de la vida
y otra más y otra más
y otra.
Pero mi espíritu está indemne
y aún puedo saltar sobre todas las pérdidas
aunque sé que sin más flexibilidad
y menos exactitud que
en los 20 ó 25 metros de edad que tuve
y ahora ya no tengo más que predicciones presagios
de lo que va a ocurrir
según veo a los tipos que se acercan a mis ojos
según huelo sus preocupaciones
según cómo sé empeñan en agradarme
o en desagradarme.
Eso veo. Ya lo tengo claro estoy preparada
para perder
y distinguir cuál será la ventaja que yo saque
o cuál la captura
qué parte de mi corazón se llevará
quien me persiga y observe
cuánto soy de vulnerable.
Lo tengo claro todo eso de las pérdidas y las
ganancias afectivas o las otras
y no me importa perder el beneficio
porque yo vengo de una habilidad de penitenciarias
y en los correccionales en donde estuve
siempre me dejaron muy exactamente claro
que el modelo de mi conducta
iba derechito a los peligros y que ganar
en ellos
sería una suerte ingrata para mí.
De todos modos a veces he ganado
una chuchería una bola o la pieza de un zapato.
Y una vez sólo una vez gané
algo complicadamente bueno algo grande y
prodigioso que ahora con los años
valoro más que nunca.
Pero hoy ya sé que no volverá
la buena estrella
ni el azar
a mi vida
porque mi sublevación y mi trastorno están
conspirando para que
me hunda:
Y a eso no le pondré freno ni me doblegaré.
Ya tengo bastante con mi suficiencia
para el dolor
y una superioridad colérica
para subsistir y
todavía asombrarme de cómo
entre el perder y el ganar
he preferido siempre la sutil y
constante ingenuidad que producen las pérdidas.
Así como si esto fuera un dulce
me ahorro el terror
del desengaño.
Amor Tirano (2002)
PERFECTUM EST
Con ese perfecto brillo de triunfo en el fracaso
me despedí de él
mortalmente grotesco parecía
semisentado en la cama como ajeno o maligno
quién sabría decir la auténtica razón
el sentimiento
a través de una leve sonrisa que era mueca
mitad vulgaridad mitad venganza.
Siete minutos antes yo había sido ultrajada ofendida
oralmente violada en mi desnudo pecho maltratado manchado fulminado
por su mísero sucio esperma insoportable
sus vomitivas palabras reclinadas
en mi femenino cartílago glorioso.
Y no sé qué pasó un segundo después
yo me secaba tres lágrimas feroces a escondidas
me enjugaba los pechos sin pecado
dignísimos los hombros judicial la garganta
sin lenguaje
me reía del mundo mansamente
me reí de la muerte con cinismo
cruel lo comprendí
incompatible mi enorme tristeza con la vida
mi estilo con su estéril deterioro.
Mi humillación fue un milagro de inspirada poesía disidente.
Me levanté con calma de vidente actualizada
pródiga en plenitud de alumbrada terapéutica.
Me investí de infinita mujer que avanza sola.
De rodillas se alteró el universo masculino.
Transportándome fui cerré la puerta
sonriendo lloré
mi corazón sabiendo.
Amor Tirano (2002)
ANORÉXICA
Entre las bellas anoréxicas hay una
lanzada al aire de la muerte elevándose.
Obstinada la austera
se cuenta las costillas y la pelvis
se duerme en pie
para no digerir.
La bella es sangre de esqueleto
translúcido
es aire y huevo de lo ido
de la histeria es aire
de lo fugaz
de la velocidad agujereada.
Tensa la hermosa
y rígida la cuerda de su cuerpo
es cáustico
vómito y nervios autoenvenenadores.
Es como un arco a medio enloquecer
prohibido
sedienta
hambrienta
el dibujo de su estructura
es sólo un pensamiento.
No hay sustancia en su máquina
es artificio de la crueldad
su libertad su boca
el estómago blanco
el recto loco de sacrificio
y éxtasis.
Es la bella anoréxica lujosa
que va a morir mañana
sin desayuno
con la privación de la hermosura.
Amor Tirano (2002)
TALENTO
Dicen que sólo tiene curvas y belleza
dicen de ella.
Que sólo sabe caminar como los tigres
hacia el gamo herido.
Sólo marcar figura y arrogancia dicen.
Dicen sólo impostura y gloria física en el aire.
Yo digo
que hay talento en esa mano
en tales orejas de fosfórica pregunta transparente
en esa mariposa craneal que parpadea
y hace el cálculo exacto de su tiempo.
Así digo que el éxtasis que causa
no puede ser fulgor cosmético y vacío
no puede ser respiración de tigre hambriento o loco
no es impostura sus temibles rasgos
no lo es
no lo es
la encadenada raíz de su cabeza.
Hay talento y secreto en esta bella
limpia fascinación
y enigma del prodigio.
Sólo hay que olerle el rostro y la memoria
medirle los latidos y los hilos
de conexión
de un dedo a otro
ponerla vertical
profundizada
y oír su boca germinando el mundo.
Yo digo que es mujer y eso
es relámpago.
Amor Tirano (2002)
Diario de una enfermera, Madrid, Huerga & Fierro, 1996, Fenice Poesía
28 de septiembre de 1993
Inclino la cabeza para que nadie sepa que ya no soy hu-
mana.
Debemos pasar inadvertidos.
Todos los enfermeros provenimos de una raza de autómatas.
Afuera, llueve sobre la clínica.
Un polvo pegajoso, negro y denso, cubre los coches y los
impermeables.
Dentro, cada gramo de antibiótico es aplicado con indi-
ferencia.
Un buscador de oro recorre la zona de los mortuorios.
Los científicos vacían a los animales.
Ya no conozco a nadie que pueda ser humano.
¡Hay tanta muerte y tanto olor a muerte!
Esta mañana han enterrado a un mono y a un hombre...
Aquí sólo existe la lluvia negra de la muerte en los pa-
sillos.
EMBRIÓN. 17 de enero de 1994
Es un embrión varón el ser que extrajeron los médicos.
Sabemos que crecerá con una luz violeta en una máquina y
que su madre vendrá todos los días.
Sabemos que el corazón pequeño del durmiente está agita-
do como una nube negra y que se chupa el pulgar y juega
con los líquidos.
Tiene un ojo sin párpado con sueños estelares y centellea
su piel como la de los peces.
Sabemos que domina el blanco en su cabeza y un manantial
azul resuena en su cianosis.
Sigilosamente, alguien desconecta la máquina y la luz.
Ha muerto dulcemente envuelto en unas heces más negras
que la tinta.
Su madre le ha traído un pañal y un trajecito de hombre.
TERMINAL. 12 de febrero de 1996
Sé que voy a morir antes del próximo invierno. Pero he
sembrado las patatas, el trigo y las cebollas. Sigo dan-
do de comer a las gallinas y a los cerdos, aunque sé que
voy a morir antes de las heladas.
Limpio meticulosamente la casa y los corrales. Me levan-
to y me acuesto cada día a mi hora. Sigo haciendo la co-
mida y el café.
Me limpio los dientes después de las comidas. Sigo le-
yendo el periódico y cosiendo ropa. He comenzado una bu-
fanda y unos calcetines para el próximo otoño.
Salgo a la calle a hablar con los vecinos. Estoy pintan-
do la fachada de la casa y las paredes de la casa. Me
tomo las medicinas que me ha mandado el médico. Perseve-
ro en el rezo de mis oraciones.
He reanudado una amistad que tenía perdida. Canto de vez
en cuando. Lloro de vez en cuando.
He plantado las flores de mi tumba.
Todavía me enfado con mis hijos si no han hecho los de-
beres.
De vez en cuando voy a la peluquería y una vez al mes voy
a mirar zapatos.
He contratado un viaje a la ciudad de Viena y un entierro
sencillo.
Tengo mi cama preparada y la ropa que me pondrá el amigo
que he recuperado.
Cada noche, pienso en las cosas que aún no he podido ha-
cer y, si recuerdo algo, lo hago al día siguiente.
Creo que cuando lleguen los azules momentos del invierno,
estaré todavía trabajando.
Flagelación
Duele el dolor
y es una mariposa negra
que cruza delante de los ojos
y los llena de piedras.
A veces, no hay lágrimas ni gritos,
pero duele tanto la amargura
como un colmillo gigante abriendo el corazón.
ORACIÓN EN EL HUERTO
Triste está mi alma hasta la muerte.
El ángel viene a mantener mi angustia
y duda de las lágrimas de sangre
que corren hasta la tierra.
¡Padre! ¡Apártame este cáliz negro!
No me abandones ahora
en esta madrugada.
Tengo miedo, Judas, tengo miedo.
Pero no se haga mi voluntad amarga
sino la tuya, Padre,
azul.
La noche está inclinada.
Las estrellas se han movido definitivamente.
La Pasión (1999)
María a Jesús
Dame un lugar en tu cabeza, hijo.
Dime dónde puedo quedarme para verte,
oírte, vacilar, beber tu sangre cálida de
hijo pálido en un cuenco.
Saber de ti como una lumbre sabe donde está la ceniza.
Préstame tus ojos en mi oscuridad.
Lo que acaba de ti y a mí regresa,
lo que renace,
tu silencio,
la boca con que comes las piedras y la
fruta,
el sueño, la sangre de tu madre, mi sangre que
está en ti.
La tristeza que tienes y me ocultas.
Hijo...
Género humano. Murcia; Ed. Inspirar-Expirar, 2014.
‘Género humano’ está compuesto por su reconocidísimo ‘Diario de una enfermera’ (ampliado) y por un libro nuevo que se llama ‘Occidente’. Dos por uno. Sobredosis de poesía en más de 300 páginas.
Dejo hoy aquí algunos poemas de ese segundo libro, ‘Occidente’, en el que Isla va diseccionando tanto la frágil condición del ser humano como la sociedad en la que vivimos; una crónica sarcásticamente lúcida, tan elegante como brutal, pero sin estridencias, de una conciencia crítica con nuestro entorno.
EMIGRANTES
Llegamos al atardecer. Hacía frío.
Había esa luz dorada y como triste que va extendiéndose sobre los sentimientos de quien va buscando la misericordia de la vida.
Mamá nos hablaba con voz frágil colocándose el pañuelo de caballos y monedas, muy sensible, tal vez sentimental, recordando lo que habíamos dejado, con un brillo terriblemente oscuro en las pestañas.
Mi hermano, con sus gafas de niño antiguo y bueno nos miraba, callado, con aquella expresión de asombro y de tristeza que algunos hombres conservan para siempre.
Habíamos bajado del coche –el primer coche rojo que papá se compraba– y habíamos mirado alrededor
translimitando la realidad y la amargura.
Sólo mi padre, aparentando ilusión iba y venía, entusiasmado, de su coche al círculo de mi madre y los niños.
Iba y venía como mágico de la radio a mi cabeza, acariciándola, diciendo:
“Ven, mater amantísima, aquí está nuestro futuro. En este lugar tendremos muchos amigos y seremos felices. Ven.”
Yo, siempre dispuesta a dejarme convencer por la alegría, me fundí en mi padre imaginando el mundo lleno de regalos
que nos esperaba…
Ahora, apenas puedo recordar todos los años tristes lejanos que vinieron.
Éramos un grupo, aquella tarde, de emigrantes perdidos, de fantasmas ingenuos junto a un coche.
OCCIDENTE
Occidente se hunde lo mismo que Venecia. Lentamente hace siglos se queman sus modas su moral. Sus ciudades sus signos epilépticos. Sus ruinas sólo sudan turistas con sus tópicos.
La belleza pervive dicen los que lo han visto. Visitar residir en Praga / Salamanca / en Quito o en Sao Paulo / en París, / New York, / Lima, / Ciudad México / Málaga / Barcelona / Cáceres / Luxemburgo / Madrid / ir a Sevilla / Bruselas / Rotterdam a Santiago de Chile / Boston, San Petersburgo / La Antártida, Cracovia o los Fiordos o Géiseres… es un ballet de sueños estadísticos que algo tienen de mí.
Un jugueteo rápido de media clase a plazos. Un bien resplandeciente de la curiosidad humana.
Pero ya están ardiendo sus siglos imperiales. Su vejez ensombrece la excesiva opulencia de los avariciosos.
La vanidad humana oscurece sus leyes de codiciosa amante.
Las religiones turbias obscenas y canallas. Las nieves y los mares están ennegrecidos.
Otros mundos cercanos están abriendo Europa.
Rogaría que todo esto se hundiese velozmente.
La belleza es de todos y ha de ser repartida
la belleza es bondad justicia y equilibrio.
La ley de Dios magnánima no mira hacia nosotros.
Que venga otra humildad para mis hijos nietos
la nieve el agua / sal / para mis semejantes.
LA BULA DE ORO
El autor presenta al emperador Carlos IV de Luxemburgo el acta sellada con cápsula de oro del sello imperial 1356 eliminando así con ella la intervención de la Santa Iglesia en la elección y corona de los Reyes xSus vestidos son de intenso brocado en color borgoña y verde bordados en oro y alguna plata poca
unos 600 gramos.
Lo que pesaba
un Imperio
por entonces
no se puede medir:
Las medidas de ahora
son tristes como voces de barco
campesinos / carros de
labranza, reyes y ricos
se confunden con una
manada de ovejas
religiosas.
TRIUNFADOR
No le pidáis una sonrisa si no es tirana cínica o salvaje a ese divino.
No vayáis a abrazarlo para decirle que él es el gran modisto de Occidente.
No le beséis en su cara roja y blanca o en su altivez de rubio que fue rubio y ahora es un hombre cano. No. Nada de eso hagáis.
Rajadle cada tela que escribe y a ver qué tienen dentro sus palabras punteadas el diccionario que usa el vocabulario del amor y de la calle.
Abridle el estómago a ver cómo digiere el verbo caminar. Abridle la cabeza a ver cómo dispone la sintaxis de los pantalones qué tiene dentro además de sangre bombeada y viejas arterias y vávulas hundidas.
Miradle en esa foto que se ha hecho para el programa cultural y está coqueto con la manita tocándose la cara con un dedo estirándose el moflete y otro rozándole el labio inferior que ya sabemos que es el labio de la concupiscencia el labio del deseo el de besar otra boca y otro labio inferior que esté escrito en su signo del zodíaco.
Miradle qué provocativo a sus 58 años caminando como el rey de la selva y la lujuria con esa chaqueta cruzada azul marino con esa doble fila de botonadura como un almirante de la vieja Europa que hubiera nacido para mandar el barco colosal de las puntadas.
No os acerquéis a él clientes y modelos desconocidos y curiosos. Es un amargo él uno de los personajes turbadores que se preserva destruyéndose en el profundo sitio de su desgarradura.
Acercaos a él solo cuando esté muerto
y vuelva a ser humano
y ya no pueda ver las lágrimas de nadie
que causan su costura y su estilazo.
DINERO
Es oro plata cobre papel plástico se toma y da nos cubre / pudre / nos baja y nos rebaja nos eleva y matamos destruimos nos mata con máscara sin máscara desperdiciamos ahorramos escondemos abusamos robamos adoramos fusilamos jugamos negreamos jusgamos soñamos ¡ay! acariciamos hacemos leyes las firmamos compramos acosamos se debe/ se presta por dinero se roba / se miente buenamente
se ama se odia seduce lucimos deshacemos y hacemos guerras por él se hace todo lo bueno con todos sus contrarios.
Es un dios tan honrado como dios. Es un objeto tan inherente al hombre como el hombre. Activo siempre está no hay moda modo espacio que no lo represente. Amigos da fortuna fama y héroes. Si no lo tienes tira este papel. Pasea. Canta.
Ni lo sueñes.
PEQUEÑOS ULTRAJES
Son esos pequeños terribles actos por los que no puedes quejarte tan callados minúsculos tan lentos esos ultrajes mínimos hieren más aún que los grandes.
Por los grandes puedes reclamar ofenderte defenderte llorar pedir tus cuentas información justicia. De los pequeños ultrajes qué vas a decir ni siquiera tú sabes qué es exactamente lo que te han hecho lo que ocurrió qué vas a argumentar te tomarán por loc@.
Realmente tú mismo@ te crees loc@ demasiado sensible, susceptible, es que miras con lupa demasiada agudeza visual o táctil para vivir en el mundo que vivimos.
Tienes que tolerar te dices y te dicen sigue poniendo cara de ángel da las gracias la ofensa estaba en ti.
Eres tú quien ofende finalmente.
Y sigues aguantando esos humildes dolores microscópicos agudos.
Te morirás sin saber por qué aguantaste tanto dolor toda la vida sin justificación sin objetivo. Realidad.
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