Gordon Mason nació en el Reino de Fife, Escocia, en 1954. Divide su tiempo de escritura entre Edimburgo, Escocia y Alhaurín el Grande, España. Ha sido miembro de la Escuela de Poetas en la Biblioteca de Poesía de Escocia en Edimburgo. Su primera colección de poesía titulada "Catapult to Mars” fue publicado en 2006 por Poetry Monthly Press. En 2010, dos colecciones fueron publicados – “Black footprints in the frost" por Catapult Press y “Thunnerplump" por The Red Ceilings Press. Se traduce la mayor parte de su poesía en castellano y sus poemas han sido publicados en publicaciones castellano, así como publicaciones en inglés.
Poemas seleccionados por Gordon Mason
para esta antología
Alfred Stieglitz
Un jilguero revolotea de Hoboken
a Berlín y retorna de coger imágenes
tales como huellas negras en la escarcha
y las meter en una caja dentro de una caja
conteniendo un lente, un diafragma y
un obturador. Él atrapa a las personas
como un coleccionista, rápidamente
para no perder la timidez, la infancia,
la magia que dura sólo unos segundos
pero que se inscribe en la eternidad.
Agarrados por una luna blanca,
copos vellosos de nieve emborronan
esbozos de pincel en su cuaderno,
fotografías vaciadas de sangre.
Amor
Su amor es una mascarada en una escena;
dos actores en su propio teatro. Él se pregunta
cuál mano detrás de ella agarra
el sol y cuál el relámpago.
Ella lleva sus zapatos de película con la esperanza
de besos de cine. Él deja que los anillos salgan
de sus dedos con la canción de ella. Ella retiene
la luz del día en su pelo mientras cierra las cortinas
para excluir a las estrellas. Ahora están emparejados
con la vida o la muerte, únicamente la música puedan
ellos distinguir: con manos de cristal de un pianista
asustado del fortísimo, él quita el escalofrío
del pelo de ella. Sus emociones tiemblan
una fracción debajo del barniz de sus ojos.
Él puede ser tan transparente como que ella es anárquica
en el desnudo natural del otoño.
Manolete
Manolete se oculta más profundo
en su traje de luces
que en su disfraz apropiado de fama
en sus ojos el margen fino
entre tristeza y superioridad
debajo de su montera
una arruga de irritación
en su temor de mariposas
los dedos mortales de Manolete
son como una aguja en contemplación
un hábito absorbido
en el seno de su madre
en la pausa larga de una sombra
Manolete busca en el silencio
de su cabeza
la sangre de los toros
que he coloreado su vida
y manchará su última verónica
Desnudo Frente Al Espejo
¿Cuántas veces
la cara
en tu espejo
te pregunte el camino donde
no conociste a nadie?
¿Busca tu reflejo
el amor perdido,
una promesa rota
en una perspectiva distinta?
Ese pensamiento se fue,
entumecido en el viento
que sopla lejos de casa.
Está vacío en los brazos
de una vieja agenda,
un pasaporte viejo
borroso en los márgenes.
Es un sueño
que tú no solicitaste,
volando al lado de ti
pero invisible
cerca de las sombras
Lola Flores
Un sobre sellado,
sin dirección,
sus labios son sangre pintada.
Si abrieran
ellos liberarían
palabras en cursiva,
abarrotadas con promesas
y mentiras adornadas de piedras preciosas,
cada sílaba efímera.
Cada segundo
una cuerda de guitarra la rompe.
Llorando,
sus lágrimas están dentro,
diluidas
con besos.
Voluntad
Un herido de vida,
por el claro
yo recojo una hoja de otoño;
marrón, gris, muerta.
Tiro hoja tras hoja
como un niño:
palabras desviadas por el viento.
Extiendo mi mano
como un ala,
esquirlas en un mosaico de arrugas.
Vacío,
un cuerpo haría de esta voz
una desconocida.
Soy el viento que ondea,
agarrado por el destello azul
de sus ojos.
¿Puedes pintarme
a través mi voz?
Después del Baile
La hoja de plátano mengua
sobre un pino caduco,
un guante de encaje
quitado con prisa
al desnudarse para su amado
después del Baile de Acción de Gracias.
Disfrutó la libertad de
Septiembre, pero ahora,
deshilado y desgastado,
las venas color sepia
de una mano artrítica
estampadas en el guante,
dedos en gesto vacío.
Privado de su pulso,
el encaje de luto
es transparente, libre
de la mano,
mariposa que le guiaba.
Todo su pasado
es expuesto
por un cordón umbilical de revelaciones.
El guante se ha vuelto
tan delgado como la piel
de su mano.
En el tormentoso deshielo
de una ventisca de Marzo,
se disuelve en copos.
Arena Blanca de la Isla de Barra
Es la hija de la finca
que ha vivido por la tierra
y tiene canción propia que cantar.
Es la canción escrita
entre las cuerdas de la arpa
que se inclina suave entre sus muslos.
Es el equilibrio delicado sobre arena
que cambia con cada luna
y se vuelve a reunir
en notas que bajan y ritmos que fluyen.
Es el rastro de los huecos
entre sus dedos que le cura las tensiones
con pellizcos de alba arena.
Estos granos incrustados para siempre
en las suelas de sus pies en medias
que jamás dejarán estas orillas.
Juanar
Un toldo de sombreros,
de mantequilla batida, de fragante limón:
mariposas bailan samba en camisas de Brasil
Las libélulas se quitan el abrigo.
Libre de una cuerda que me sujete
camino por senderos yermos
sujetos por colinas en nudillos.
La sombra de un halcón nada debajo de mí;
las corrientes de silenciosas alas
me levantan de mis pies.
Humo de azul pálido silba
desde las cenizas de los olivos,
burbujas de pensamiento:
¿Quién soy
cuando muere el sol?
¿Quién soy
bajo chocolate negro
y guirnaldas de vivas margaritas?
Aire de verano atrapado en la claustrofobia
de árboles, aroma de pimientos;
gotas de agua sobre pedrusco, silencio enclaustrado;
en boca de piedra, un beso se forma, aliento profundo.
El domingo aún se siente entre mis dedos.
El Guarnicionero de Álora
Estoy seguro que oí el suspiro de un ermitaño,
en el fondo de la cadena de habitaciones.
Un frutero de melocotones empolvado,
amenazante como granadas de mano.
Los ojos del guarnicionero sangrando rojos,
su cara arrugada como el lino.
Diseños descolorados en papel artrítico.
Atrapasueños, arreos
colgando de clavos de metal en una barandilla.
Un hueco derramando piel
suave como el olfato de dulce jerez
frente a la chimenea abierta:
lavanda, terracota, marrón claro,
azul andaluz.
Su depresión echándose una siesta
a través de la débil luz
filtrándose por la cortina medio corrida.
Una columna de platos palpitaba
al ritmo del reloj de pared.
El eco confundiendo su cabeza,
rastreando su calva
en busca de algún pelo superviviente.
Si me hubiera quedado más tiempo
hoy hubiera sido ayer.
El tiempo es un terremoto
El tiempo es un terremoto,
un caos maravilloso de direcciones
que baila en el papel,
en las grietas entre palabras.
Las flechas saquean sombras,
como estrellas cazadoras
donde la tranquilidad se pasea
y el cielo suda.
Los besos del mediodía,
suaves y triunfales,
acarician bocas de plata,
bocas que a veces se burlan,
pero comienzan dúos fluidos.
Las notas están de juerga en el azur,
serpenteando para siempre en su camino,
a través de óperas de laberintos de oro
inmensos e hipnóticos.
La verdad se esconde en barrancos
donde los vientos del juicio
se agitan como búhos sabios.
Un desprendimiento en el tiempo se sacude
en geografía morada y verde,
y el mundo se detiene
durante quince minutos de olvido.
Fani Rigobalti, la escultora
Helsinki, Munich, Roma:
Quiero preguntarte cómo
quitas a las ciudades sus líneas de vida
y creas notas musicales
para pasar un día bailando en la ciudad.
Pero mientras nuestros mundos conectan,
nuestras palabras llevan alrededor:
mi francés, tu inglés.
Trazas las venas de una ciudad:
una circulación de sangre fuerte como acero.
En poesía de siluetas, forjas
un esqueleto de la caja torácica de una ciudad
con un corazón imaginado.
Tuerces los vientos de una ciudad
y bates aire en los huesos
para eliminar el aroma a contaminación.
Dejas libre el río de la ciudad
de mordazas y grilletes
para ofrecer el poder de la verdad.
Cada ciudad es una telaraña geométrica;
sombras que susurran en piezas de luz.
Yo me paro en tu ciudad: mis pies
resuenan por su cuerpo entero.
Helsinki, Munich, Roma.
Testigo
La noche está en una encrucijada
que huye por encima del horizonte.
Mi vecino toma su camino
pisando las piedras
a través del arroyo.
Él está diciendo adiós
en otro país:
un mapa poco fidedigno
y un pasaporte viejo.
Yo recuerdo los viejos tiempos,
cuando el mundo estaba nuevo,
opaco, despierto.
La visión se ha ido,
no hay nada que perder,
el placer vendrá.
Soy mi propio testigo,
tomo mi camino
sin saber nunca cómo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario