sábado, 4 de julio de 2015

CRISTINA LACASA [16.461]


Cristina Lacasa 

(Tarrasa, Barcelona, 1929 - Lleida, 2011). Publicó La voz oculta (1953), Los brazos en estela (1958), Un resplandor que perdonó la noche (1961), Con el sudor alzado (1964), Poemas de la muerte y de la vida (1966), Encender los olivos como lámparas (1969), Ha llegado la hora (1971), El viaje (1981), Ópalos del instante (1982), En un plural designio (1983), Ramas de esperanza (1984), Pleamar de silencio (1990), Sin lastre en la cascada (1995), Del arcón olvidado y de otras huellas (1999), La infinitud del pétalo (2003), Despertando la rosa y el instante (2006), Seis voces que han perdido puerta y eco (2006) y Hoguera, manantial y paraíso (2008). También editó las antologías Mientras crecen las aguas. 1953-1976 (1977), Antología de la poesía cósmica (2000) y Los candentes enigmas (2003). Logró un accésit del Premio Ágora (1963) y los premios Ciudad de Barcelona (1964), Ciudad Mudéjar (1972), Ciudad de Lérida (1973), Hermanos Argensola (1973) y Juan Alcover (1974).





de PLEAMAR DEL SILENCIO (1990)

"Pleamar del silencio" es un homenaje a sus padres y por extensión a todos los padres.

"A mis padres, que no sólo me dieron sangre y ruta, sino tesoros de ternura, alas y sol".

Cristina Lacasa.


PLEAMAR DEL SILENCIO

Ganando una espiral de singladuras,
desde remoto origen, navegaron.

Un resplandor de zodiacal promesa
les procuró tenacidad y aliento,
transmutando su etéreo volumen
en certeza de huella y de simiente.

Hebras de sol rompiendo embozos plúmbeos,
en la brasa vital hallaron dársena
y recalaron sin temor, al cósmico
conjuro obedeciendo; en tanto el ritmo
del infinito devenir grababa
una estrella en su frente, nimbo y brújula.

Sabían que su tiempo era en el Tiempo
menos que una pavesa o un latido,
pero vivieron, prestos,
la floral oriflama del instante
y su escondida almendra; perpetuaron
lo transitorio. Intensidad del rapto
consagrando su unión como un altar.

Culminada su órbita y llamados
a otro convés, su física envoltura
se quedó en la ceniza.
Libres ya del reloj y de la herumbre
se fundieron, arroyos que retornan,
en la más insondable
pleamar del silencio.



FUSIÓN SUPREMA

Él había partido. Fue en verano,
cuando los aires hablan de cosechas,
transportando en su lengua libre y cálida
la olorosa dulzura de los frutos
y gana el sol quilates y los astros
refulgen más. Cuando los días visten
sus prolongadas túnicas de luz
y su alegría de vivir proclaman
las sustancias vibrantes, esos reinos
de la Naturaleza en ascensión.
No volvimos a ver sus tutelares
ojos, sendos caminos sin revueltas.
conduciendo a la paz y al bienquerer;
ni su frente sin nubes en su arcano
encumbró pensamientos. No supimos
en qué viaje, en qué órbita, en qué oculto
resplandor moraría desde entonces.

Ella le amó en la vida y en la muerte,
sin desfallecimientos y sin treguas.
Una certeza de infinito henchía
su átomo de lo eterno, permanente
heraldo de sutiles inmanencias;
se mantenía tenazmente alzada,
en vuelo zodiacal, hasta el eclipse.

Y esperó que las lluvias y los vientos
hicieran su labor. En la armadura
de los años fue hilando su pasaje.
Pero también bordaba la parábola
de sus días vitales, en rendida
y cuidadosa vela, para izarse
sobre la ausencia y el pesar, paliando
el inicial clamor con eslabones
de esperanza. Imprimió incansables huellas
por cimas y por cauces, en jornadas,
aunque largas, voraces de su tiempo.
Fermento humano que creció y declina.
Un implacable día del otoño
pero acaso clemente y no eludible,
llegó al final de ruta, tuvo acceso
a otra realidad, selló sus labios
con la oblea candente del Enigma.
Alcanzó la medida del abrazo
definitivo y diáfano. Él y ella
de nuevo una Unidad bajo el Albor.




ELEGÍA ANTE EL RETRATO DE Ml PADRE

Ahora me miras siempre desde un rostro
que no envejece; estás a mis espaldas,
cuando esbozo recuerdos entre pluma y cuartilla,
revestido de un marco dorado, con los hombros
rompiendo en su moldura y esos ojos
parados en un punto, centro de gravedad
de un segundo, quién sabe por qué viento impelido,
indefinidamente prorrogado
en esa imagen plana que nos da
el blanco y negro de la fotografía.
Proyectando el instante, que es medida,
cambio y limitación,
casi fuera del tiempo; proclamando
una versión de ti, opaca y única.

Tu hermosa frente amplía la nobleza
de tu faz, detenida
en lo inerte, en la sombra
que arroja una huella cualquiera.

Y, sin embargo, tú
que no existes para mis manos, que no ocupas
tu lugar en la mesa y has dejado
tan pronto la pequeña alegación
del latido, te agrupas tras la clave de mis sienes
tienes parte fundamental en cada una
de mis células; naces con mi voz
de nuevo, en la palabra que pronuncio
tributaria de amor; y está tu sangre
aunque en mí combativa, alimentando
también alguna fría víscera
de cemento y ladrillo, tierra al fin,
que en cuadrilátero custodia,
el secreto de tu substancia,
hueso y aire oxidándose;
mientras aquí tu imagen aún perdura
en claroscuro, con la frente
libre del pulso de los días, de su arruga
implacable. Velando desde un cuadro,
pájaro disecado que en su ficción pervive,
tu propia pena o tu sonrisa, el fuego
en que me extingo, prolongada herencia de ti
por tu beso posible, y arreciada
como corriente de aire que la tormenta empuja.

Eres un marco y un retrato, estampa
impresa con los rasgos humanos, solamente
para todos los ojos que, franqueándote,
no nivelan la lágrima dulcísima
que su raíz de agua incrementa en los míos
al herirme en tu nombre, silenciado
tanto tiempo para los labios, padre.




De Ópalos del instante, 1982


Dónde voy con un libro de poemas

Si yo tuviera veinte años y una guitarra
me iría con vosotros
a cantar mis poemas.

Pero me encuentro al filo
del medio siglo.
Mi tiempo ya pasó entre alambradas
y sin canción.
Sólo pude susurrar entre dientes.
Mi voz está ahora ronca
por haber intentado socavar
ocho lustros de muro
sin nunca conseguir
el acompañamiento; una cordada
a que asirse. No puedo ya cantar
más que en voz baja, en queja y arropada
entre las hojas de algún libro
que casi nunca nadie lee.

Dónde voy con un libro de poemas,
con una mercancía
que no goza el favor de la publicidad.
Si no tengo guitarra dónde voy;
si mi voz se quebró en la soledad
y en las prohibiciones;
si tuve que gritar por los pasillos
del alma y entre sombras.

No tengo juventud, ni guitarra ni tiempo,
ni una sola palabra que no lleve raíces
de esa larga mordaza.

Esa es mi historia: una contradicción
sumida entre dos luces y dos sombras.





DE Hoguera, manantial y paraíso (2008)



UNA IMAGEN TOTAL DEL UNIVERSO

Hay un tiempo de siembra, la labranza
puso a la tierra en trance, y en barbecho
esperó a la semilla; trecho a trecho
dispuesta a la acogida y la alianza.

Un tiempo de cosecha y de bonanza,
ya Salomón lo dijo; un derecho
y un deber; un perjuicio y un provecho,
un trabajo que agobia y una holganza.

En ese tiempo dual nos encontramos,
mas tántricos y puros nos amamos
bajo el fulgor sin sombra de los dioses.

Entre ambos no hay distancias ni hay adioses.
Somos cuerpo y esencia en este verso;
una imagen total del Universo.





de DESPERTANDO LA ROSA Y EL INSTANTE(2006)


LA MÚSICA

La música es candor y es añoranza
del cielo y de sus ángeles; es dado
de tornasoles múltiples; alado
potencial, del milagro remembranza.

La música es hermana de la danza
y al ruiseñor excelso le ha otorgado
el más hermoso canto. En lo sagrado
comulga, redoblando la alianza.

La música transfiere a las esferas
el don de su armonía, su secreto
onírico, que amansa hasta a las fieras.

La médula enaltece del sonido,
de la Belleza es fúlgido decreto,
del éxtasis corcel, corona y nido.





MAYA

Tú siempre estás conmigo, me acompañas
con tu latido adicto. Tu presencia
es un bálsamo, presto
a aliviar soledades.
Maya te llamo y llegaste a mí
tras, en tu corta vida, haber sufrido
de bárbaro abandono.
Maya que es ilusión en un idioma
sagrado y legendario.
Y para mí tú, Maya,
sí eres ilusión
mas no irrealidad.

Tus despiertos sentidos al servicio
de una total defensa
de nuestro territorio, acreditan
tu linaje de can, esa conciencia
sutil de comprender a un ser humano.
Te mueves con presteza, amas los viajes,
y te emocionas cuando vuelvo a casa,
regreso que esperaste con paciencia,
pero con tu impagable alerta a punto.
Eres braco alemán por raza, eres
femenina y muy dulce por tu género.

Nunca podré pensar que eres mentira,
un espejismo por llamarte Maya,
porque ilusión también es esperanza
que embellece la vida.
Tu certitud palpable
(si bien es temporal, como es el mundo
que nos sustenta a todos),
derrama arrobo y júbilo.
Tu mirada translúcida me ampara
en toda luz, de día o de noche.

Eres feliz ahora y lo agradeces
con todas las potencias de tu ser,
que se vuelca a mi paso a cada instante
para decirme en tu lenguaje único
que tu amor es tan grande e irradiante
como el fulgor de un astro.





ENCUENTRO

Te encontré y me encontraste en el sendero
cuando una buena parte de la vida,
con los dados marcados, su partida
había prolongado. Yerto acero.

Yo paciente esperaba en el otero,
del encuentro el milagro, una salida
que me llevase al cielo; enardecida
te vi llegar de pronto: un gran viajero.

Viajabas incansable por las rutas
de Aragón, con sus ríos y sus frutas.
En tu equipaje grávido tus ciencias.

Encendimos antorchas en la tarde
y, de ese fuego sin hacer alarde,
fue un raudal nuestra charla de vivencias.





LOS HILOS INVISIBLES

Hay hilos invisibles que nos unen:
el Alcanadre, Sariñena, el pulso
de una tierra tan recia como noble.
El nombre de María en nuestras madres;
la Virgen del Pilar siempre presente
en la familia; el Pueyo, el Pirineo
regentando escarpados miradores,
desde Ordesa a Benasque, con su Aneto,
y Panticosa, impresionante y fúlgida.

El viaje semanal, para nutrir
nuestros anhelos con el pasto ansiado
y poder recibir del sol el ósculo
bravío, sin desplomes ni ataduras.
El cierzo con sus huestes, atacando
toda impureza y polución, el báculo
de los fuertes aromas de los montes
abatiendo nostalgias.

Y, sincronías redoblando pálpitos,
el manantial de la Paúl prolonga
su casto beso de agua hasta la calle
donde se alza la casa
de mis antepasados.
Cuando también tu identidad es Paúl,
tierna impronta legada por tu madre.

Dije Benasque y pude decir otro
nombre de población que el Pirineo
aragonés cobija. Luego supe
que tu raíz paterna se hizo árbol
allí precisamente, en que reposan
junto al Esera huesos de tu estirpe.
Ellos desde la fuerza de la herencia
te convocan a amar aquel paisaje,
sueño de Eternidad, el esplendor
de su cielo, la nieve culminante
de nitidez; las múltiples cascadas,
con Batisielles, hontanar de magia;
las cándidas auroras
despertando a las cumbres.

La música en sonidos inefables;
la cristalina lengua, otro prodigio
musical, donde hallara
Juan de la Cruz sustento y a su mística
confirió un alto grado de belleza.
Servet, los Argensola, otros ilustres
hijos, de antes y ahora,
que escapando a los límites
de un territorio, inmarcesibles honran
horizontes más amplios.
María Moliner y el monumento
que con palabras erigió, inmortal.
Ballobar y sus ripas milenarias
y el encuentro imprevisto aquella tarde.

Hay otros hilos misteriosos, lábaros
que orbitan tierra y aire,
circulan por los ríos y propulsan
hacia un cósmico fuego
dos latidos hermanos.




de LA INFINITUD DEL PÉTALO (2003)


EL HOMBRE Y LA MUJER

"El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino, el género se manifiesta en todos los planos"
HERMES. El Kybalion.


Nací mujer, soy femenina y tierna;
soy ánfora y soy lumbre, llevo en mí
el principio divino de crear.

Con la tierra comparto
su barro primordial, germinativo.
Milenios y milenios se acumulan
en mi pecho nutricio y en mi vientre.
Y en mí también se alberga, vigorosa,
una porción de signo varonil,
que complementa mi perfil humano.

El hombre y su simiente son potencia
en busca de ser tronco, en la legítima
repoblación del tiempo y del espacio.
Quiere siempre sembrar el hombre y siembra;
y halla su beso pleno, enardecido,
la respuesta; fragmento necesario,
lo femenino integra su estructura.

El hombre y la mujer,
más allá de la química y del sexo,
somos sagrado género, suprema
correspondencia, dual peregrinaje,
el yang y el yin vibrando, una espiral
de gracia, donde oficia el Universo.





HACIA LA ESTRELLA

Voy desde el Polo Norte, como un dardo
a la Antártida, Polo Sur remoto,
y el hielo es hielo siempre, en ambos polos,
que se atraen, nutriéndose de opuestos;
alto y bajo, oscuridad y luz,
grande y pequeño, bueno y malo a escala,
en que la gradación va desde el odio
al amor, consiguiendo innumerables
matices en el viaje, hacia un extremo
o hacia el otro, la danza de corpúsculos
semejante a la danza de las horas,
a la de los inviernos y veranos,
a la que llameantes soles brindan.

Y yo, como un corpúsculo o un sol,
me polarizo, viro, busco el eje
en que pueda girar hacia el coraje,
el amor y su fuente de esperanza;
dejando atrás los nudos y los grados
que podían atarme al miedo, al odio
a su polo de leyes foscas, cuando
sólo acudo al reclamo de la Ley,
a la que ardientes soles reverencian.
Cambio de grado siempre hacia esa Llama,
transmutando palabra, acción, idea,
inserta en el principio
de la polaridad. Tiende hacia el polo
positivo la ruta, conduciendo
hacia arriba, a la estrella,
sin dejar de pisar la tierra grávida.

Tras peces, mariposas, dinosaurios,
entre vahos y aromas de florestas,
me alojo en pulso humano, me dispongo
a ganar el umbral celeste, escalo
los angélicos mundos con denuedo.

Desde eones de Tiempo, sometida
al rigor de una arcaica filogénesis,
mágicamente asumo una estatura
que me aproxima hacia la meta, siempre
luz y más luz polar.





DEL ARCÓN OLVIDADO Y DE OTRAS HUELLAS (1999)



CONCIENCIA DE UNIDAD

A Saturnino Torra Palá.

Me encontré con mi alma, ya lo he dicho.
Con todos esos cuerpos de energía
más sutil, en que viven tantos ángeles
dispuestos a imantarse a nuestro toque
de admisión a su mundo.

Son capas cenitales
esos llamados cuerpos,
que cubren nuestro cuerpo base, el centro
de las operaciones del destino.

Cuando el cuerpo causal da sus señales,
el cuerpo base pule desniveles
y se acerca al fulgor de lo indecible.

Ni el tú ni el yo, lo múltiple y diverso
es unidad, con luz reverberante.
Es paradigma de lo eterno
esa fulguración.
Desde mi nacimiento,
entre códices, brumas y quebrantos,
busco la rosa inédita
que custodia el instante intemporal.




de SIN LASTRE EN LA CASCADA (Tres laderas de un pálpito)(1995)



CADA ÁRBOL UN MIEMBRO DE LA ORQUESTA

Las hojas de los árboles son alas
en vuelo clorofílico,
Son ángeles guardianes amparando
a todo cuanto late.

Cada árbol es un miembro de la orquesta
de la Naturaleza, donde juego
un pequeño papel. Es mi instrumento
esta voz que repite, leitmotiv,
que el amor es palabra, pensamiento
y la mano que actúa en consecuencia.


EVERY TREE A MEMBER OF THE ORCHESTRA

The leaves of the trees are wings
in chlorophyllous flight.
They are guardian angels, sheltering
all that beats.

Every tree is a member of the orchestra
of nature, where I play
a small part. It is my instrument
this voice that repeats, leitmotiv,
that love is word, thought
and the hand that acts consequently.

(Autora de la traducción al inglés: Ángeles Pérez Arjona)


EL RUISEÑOR

A Isabel Piqué


Todas las noches del verano, amante,
un ruiseñor cantando a su pareja
me ha acompañado con tesón.

Un diamante con plumas, diminuto,
pero potente en su misión sonora,
un Hércules del canto y del amor.

Su musical entrega es un pasaje
para embarcarse en astronave onírica
y recorrer encuadres zodiacales
bajo un palio de pétalos de luz.

Él había anidado entre los árboles
y vertía hacia el mundo aquella mónada
que le configuraba a él y a todos
indivisiblemente
pero en diversidad, múltiples formas
portando chispas de una misma antorcha.

Como un sol penetrante y mitológico
tomó al asalto y desveló mi núcleo,
vinculando una a una mis estancias,
y desveló a mi ruiseñor interno
que estaba sesteando. Ya otras veces
se había despertado ante las olas
del mar, con el fulgor de las esferas,
entre huestes arbóreas, ungiéndome
con la irisada fuente en que su nombre
y su destino alcanza el arco iris.
Ahora ya sé que el ruiseñor está
siempre en mi centro último y despierta
si le permito ser uno conmigo.




de RAMAS DE LA ESPERANZA (Poemas ecológicos)(1984)



A la Tierra, mi génesis, mi nave espacial,
que me brinda oropéndolas y alerces,
el pródigo esplendor de arroyos y de cumbres,
caminos con retamas y sorpresas,
y me permite izar el arco iris.




EL SILENCIO

A Norma Suiffet de Moreira.

Se oye andar al silencio, alba calzando pétalos,
espuma del secreto de la nieve.
El silencio es un álamo en la tarde,
un polen planetario y germinante.




El abrigo de pieles 

Abrazo de tersura, ondulación de brillos,
suntuoso despojo que siendo muerte es halo
sobre impávidos hombros de damas prepotentes.
Llama sin fuego, fleco boreal, 
inocencia que paga su belleza
con la heredad suprema de la vida.






de ANTOLOGÍA GENERAL DE ADONAIS (1969-1989)


EL ARMISTICIO

He firmado la paz en olor de conformidad
con las rudas invasiones de las ortigas,
con la agresión de las aguas en pie de diluvio,
con la urticaria que me producen los vientos enardecidos.

El armisticio está sellado
con un poema frágil y perdido
entre las páginas de un libro casi anónimo,
aunque vaya arropado con mi nombre,
túnica feble sin poder de abrigo.

El huracán prosigue su labor en la penumbra,
atrapando delicadas esperanzas
en sus fauces insaciables.
El espino se empeña en militar en la vanguardia que avanza hacia mi vida,

frente que ya soporta todas las estrategias del venablo,
y las aguas barbadas no cejan, sin afeites.
de incrementar mareas amenazantes
en mi destino, tan sin armadura.

Pero no he firmado el armisticio
(nunca lo firmaré),
con el impostor o el tirano, estirpes de granito,
que siempre cercan los valles indefensos,
donde emboscando a la inocencia
la esposan mano a mano con la flor de los almendros,
declarándolas culpables
de contravenir las órdenes del hielo.

No puedo hacer las paces
con el lobo cebado con sangre de gacelas y de tiernos nenúfares.
No he firmado la paz
con la pantera del desamor.




de CON EL SUDOR ALZADO



MAPA NATAL

Nací un doce de mayo, con la aurora
acercando sus pájaros; ventanas
abriendo entre los astros, Tauro hundía
sus astas en el Sol, Piscis entraba
en mi horizonte, dándome este mar
de inquietud y de peces huidizos.

Con la Luna y Urano pidió Venus
albergue en mi primera casa, Aries
quemándole las alas. (Voy y vengo
del corazón en llamas a la puerta
cerrada del enigma.)

Tengo oscuros los ojos, como espejos
cedidos por la noche; sueño y ando
con mi columna vertebral crecida
y muy en su lugar. En toro llevo
mi destino; de frente miro al campo
como el toro, hincándome escorpiones
sus banderillas de traición; de frente
vuelvo a mirar a quien me hiere y hallo
en mis heridas lumbre hasta la muerte
si me condenan como al toro. Siete
son mis estratos de melancolía
y de mi ansia hacia la suerte y pierdo
siempre todas mis piezas en el juego
de la vida.

Nací un doce de mayo:
en Tauro el Sol (oh toro, toro en ti)
y mi estrella en los gallos eclipsada.




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