sábado, 1 de septiembre de 2012

7655.- ROSA MARÍA PARGÁS





Rosa María Pargás nació el 10 de agosto de 1949 en Gualeguaychú, Entre Ríos, ARGENTINA. A los 20 años viaja a La Plata para iniciar su carrera de Sociología que más tarde continúa en Capital Federal, donde comienza a participar activamente en diversas agrupaciones políticas. En 1972 es detenida en Flores y trasladada al penal de Villa Devoto y más tarde al penal de Rawson. Allí conoce a su compañero Alberto Miguel Camps, uno de los sobrevivientes de la Masacre de Trelew. Trasladada nuevamente a Devoto es liberada gracias a la amnistía del gobierno de Cámpora. En 1974, se exilia junto a su pareja en Perú, México e Italia. Al poco tiempo regresan al país clandestinamente y continúan su militancia dentro de la organización Montoneros. El 16 de agosto de 1977, Alberto es asesinado en un operativo parapolicial y Rosa María secuestrada. Al día de hoy permanece desaparecida, siendo vista por última vez, en el CCD “El Vesubio”.





Hubiera querido

Hubiera querido traspasar tu cuerpo,
hasta diluirme en tu sangre somnolienta,
y conocerme al revés,
y salirme
y verme al verte.
Hubiera querido masticar la noche
y tragarla muy despacio
hasta vomitarla y detenerla.
Hubiera querido que tus pies helados
se quedaran atracados en la cama
y yo atracarme en tu cuerpo cálido
y hacernos esclavos infinitos de las ganas.
Hubiera querido muchas cosas
alargar la distancia de mi cuerpo
abarcarme y abarcarte más...
Entrar, ser vos,
salir, dejar de serlo.
Apretarte, apretarme.
Estar siempre mojada de tus hijos,
llenarme las manos con tu pelo,
recorrer con mi lengua las raíces de tus cosas,
todo muy rápido, ¡todo al mismo tiempo...! ...
pero el tiempo se viene y hay que caminarlo para hacerlo.
Porque desde allá, desde donde el carajo está siendo razonado,
y el fusil ya se abre paso entre los dedos
porque el hambre ya se transformó en bostezo largo
y el sueño, como el pan, en un misterio.
Se oye un grito gritando para todos.
El que no quiera escuchar, se irá muriendo…
Hubiera querido tantas cosas, dije,
y no me alcanzó el tiempo.

* Poema escrito dentro de la cárcel de Rawson, después de la Masacre de Trelew, pensando que su compañero Alberto Miguel Camps había muerto.





TENGO QUE ENTENDER

Tengo que entender
Que ahora estés horizontal y quieto,
Entonces busco la respuesta a una mano
Que se quedó media hueca, toda sola
Porque nos faltó una tarde cualquiera
En una esquina común
Porque nunca desordenamos juntos una cama
Pero aprendimos a desordenar bien nuestra imaginación
Para esperar mejor, así crecimos.
Hay un pueblo que espera al combatiente rubio
Hay un pueblo rápido que aprenderá mejor
La posibilidad de mis ojos
Me regala un cielo cuadriculado y chico
Más allá de las rejas las gaviotas juegan
A la tarde de viento esquivado.
Más acá, aquí adentro estoy yo
Aprendiéndote la muerte, ¡compañero!





La voz vino temprano...

La voz vino temprano, sonó de lejos,
rompió el silencio del encierro
pero uno le pone nombre a la muerte
o no le cree.
Al mediodía cantó el dolor
los nombres fusilados
cada uno de nosotros recogió
la bronca de los disparos por la espalda
asimiló la ausencia como pudo
y estamos aguardando.
Porque vino un hombre
mezclado entre nosotros,
porque las cosas van cambiando
y hay un señor que sin saber bien por qué
también está esperando.
Reviso la lista del combatiente muerto
y entiendo que el motivo irá grabado
en los dieciséis proyectiles que usaremos
o en las dieciséis combinadas formas
de matar lo que elijamos.
Miles de ojos te espían
no te escondas capitán.

* Al capitán Sosa, quien impartió la orden de fusilamiento 
en lo que fue la masacre de Trelew.






CUÁNTO HACE QUE NO TENGO TUS MANOS…



Cuánto hace que no tengo tus manos, 
y cuánto que me falta tu aliento. 
Por momentos te tengo a mi lado. 
Apareces borrando distancias 
y alborotando con tu cuerpo al tiempo. 
Pero hay otros que todo es nostalgia… 
y hay algunos que ya no te siento, 
te vas transformando en lejano 
y tu boca se me hace recuerdo. 
Sólo te pido que no tardes tanto 
porque el tiempo va borrando las cosas, 
y no quiero renovar con mi llanto 
la humedad que dejaste en mi boca. 

Poema dedicado a Carlos Alberto Quieto, compañero peronista, 
desaparecido el 20 de agosto de 1976. Visto por última vez 
en Superintendencia de Policía Federal. 



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