domingo, 16 de septiembre de 2012

7858.- JORGE LASERNA VARGAS


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Jorge Antonio Laserna Vargas. Nació el 12 de Noviembre de 1948 en Oruro Bolivia, primogénito de Gonzalo Laserna Franicevic y Nora Vargas.
Vive en Estocolmo, Suecia.

Bibliografía:
Antología Poética – Caminando por la Vida – 2003
Siguiendo Huellas – 2005 -  ISBN – 99905-78-95-8






El corazón y la muerte

Ayer la muerte toco a su puerta
la sintió que merodeaba desde muy temprano,
cuando soñó con su alma ya distante
y oyó que la muerte le llamaba.

En cada movimiento anunciaba su partida,
eran gritos que llamaban a su alma
las campanas deprimentes se tañían
la muerte impía estuvo con el casi todo el día.

Por la noche su corazón apenas latía,
se sintió herido por la guadaña asesina
y en la noche, cuando la vida apenas lo poseía
se echó a soñar para siempre esperando su compañía.






Gritos Sordos

Delirios, voces, ecos
se estremecen sutilmente
avivando a los muertos.
Voces apagadas
ahogadas vanamente
suplican y castigan mis sentidos.
Perfiles, sombras y memorias
están en mis quimeras amargas
y murmuran tu nombre en mis versos.
Componer versos furtivos
es mi desahogo lacerante
que agobian tus sombríos tiempos.
Y me preguntas ¿Cómo vivíamos?
yo te dejo en este olvido inmutable
donde los muertos son tan solo recuerdos.




Deseo

Deseo encontrar una senda de tus valles 
y traspasar la lumbrera de tus ansias. 
ese jardín de flores alegres 
que se ocultan bajo tus entrañas. 

Deseo ver tus ojos perdidos, 
hastiados por las noches, 
reposando del ansia ya vencida, 
efímera sutil, y quebrantada. 

Deseo sentir tus manos cansadas 
de diseños febriles en mi entorno. 
marchitos pétalos de rosa despojada 
que acarician tristes mi alborada. 

Deseo besar el cáliz de tus labios 
y sentir tu sombra entre mis brazos, 
penetrando ávido en el abismo 
de ese sensual sueño de tu alma.





Buscando vocablos

Rebusco sin hallar las palabras precisas
que den digno refugio a un corazón que agoniza.

Consigan extrañas, que no debilite mi aliento
sin conocer seudónimos y cicatrices del gran daño que me agobia.

Manchen de buena manera la vía crucis de mi locura,
relaten en surcos someros el intento de los sueños perdidos.

Salgan de mí los vocablos, librándose de trabas,
no admitan que yo les use como vulgares expresiones.

Y menos acaben consumidos, como lo fui en un momento,
viviendo ahí libertino, entre las astas del deleite.

Absorto en el leído juicio de su notable sutileza,
levantare el vuelo serafín del alma, curando mis llagas abiertas.






Ausencia

Ausencia,
que llenas las vidas de nada
ausencia,
que aclamas pegada a las puertas del alma,
ausencia,
que vas derramándote hasta que rebosas,
como el vino en cántaros azorados de amor,
ausencia,
que privas al campo de flores,
al hombre de amores,
y al cielo de estrellas,
ausencia,
eres la presencia absoluta del nada,
nombre de niña con los rizos desgreñados,
mujer perdida en las calles pobladas de almas
que lloran por ti, cuando se sienten solas
ausencia,
eres vida que vives al fin,
sin saber por qué,
y a cambio de nada.





Mis Versos

Ya no me atraen estos versos polvorientos,
tan manchados de mí como de espanto.
Sólo saben a ayer y a desencanto,
huelen a muerte, y a dolidos pensamientos.

Suenan tristes sus extenuados acentos,
cada estrofa me empuja hacia el campo santo,
y me sangran los ojos ya de tanto llanto
ahogados en clamores y lamentos.

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