sábado, 15 de septiembre de 2012

7843.- MARCELA ALMEIDA CISNEROS



MARCELA ALMEIDA CISNEROS (Quito-Ecuador)
Poeta y narradora.
Es ganadora de varios e importantes premios literarios a nivel nacional y latinoamericano.
Ha publicado veintitrés obras en poesía y narrativa entre los que se destacan: Limoncito… diario de un tiempo sin olvido, La misión, Tú… mi sombra, Exultante y A rajatabla (entre otras)
Su poesía ha sido antologada en varios países de lengua hispana.
Forma parte de la Sociedad Ecuatoriana de Escritores, el Taller Cultural Retorno, el Club de Poesía La Delicia y el Grupo Rapsodas 3000 Poetas.






CANTO POR MI RAZA

Estoy aquí,
Sigo siendo,
Soy.
Desde el principio
Hasta el final del tiempo.
He venido
A reivindicar mi sangre
En la blasfemia,
A navegar
En este manicomio de lágrimas,
A rebuscar un lugar
En la parodia del esperma.
Soy aquel
Que cumple su penitencia
En este circo infernal,
Holocausto
Hecatombe
Museo de muerte
Genocidio.
Soy ángel
Rescatado del bestiario
Bitácora
De unos ojos sumidos
En la hondonada del desconcierto,
Palabras
Que descifran el erario
De guerreros antiguos
Memoria cierta de los astros,
Salmo escrito en la catedral
Del sol equinoccial.
Las huellas de mis cenizas,
Develan la resaca
De indelebles cicatrices
Jamás mi espíritu
Sucumbió del todo
Ante el escarnio,
Y aunque endémicas visiones azuzaran,
Se atizó la diosa de la música
En la garganta de churos, bocinas,
Flautas y ocarinas.
No soy pasado,
Mis tréboles aún alimentan
Todos los caminos,
Por tu sangre corre
La tinta de mi furia,
Te pertenezco desde siempre
Y tú me perteneces,
Como la clorofila a la sangre,
Como la derrota a la gloria,
Como la sal al océano,
Como la dicha a la pena,
Como el amor al odio.
Juntos abriremos
Las últimas ventanas,
En los ojos de las ciénagas
Sembraremos luciérnagas
Y renaceremos
De un surco de espinas
Con el puño cerrado
Gritando rebeldía.
La semilla joven
Calcinará todos los presagios,
Enmudecerán las aves agoreras
En su silbido de llanto,
A nadie se le negará
El pan y el agua,
A nadie se le negará
La paz y el cielo.
El pez multiplicado
Cantará los cantos aprendidos
A la escama azul de las ballenas.
Y de nuestros despojos
Soplará armonioso
El aliento de la vida
Aguardando retornar
Al alba de perpetuos soles.
Hemos nacido del humo
De mil fogatas proféticas,
Bajo la noche
Donde el tiempo
Solo era referencia,
Nuestra piel dibuja el alfabeto
Del risco, el puma,
El cóndor,
Las praderas.
En el silencio reposan
Las señas de nuestros antepasados,
Sus raíces, su tronco,
Sus hojas y sus ramas
Arrojados al tiempo y a las aguas.
Somos una curva matemática
En el ovillo de cronos,
Herida en las tinieblas,
Atado de ausencias y de sombras,
Cobijados por una misma aurora
Reprochamos el duelo
Que interrumpió nuestra alegría,
La espada del invasor tirano
Y sus crucifijos de sangre,
Verdugos,
Inquisidores sonrientes,
Puñado de sal sobre las llagas
Destazando látigo a látigo el anhelo.
Y anocheció a la mitad del día,
Le llamaron América
A la posesión del Inty Raymi,
La palabra se tornó mordaza
Y la mordaza hiel amarga
Para contar la historia,
El fiero carnicero
Se instaló en nuestra casa,
La hizo suya con mujeres y todo,
Con animales y todo,
Con dignidad y todo.
Hasta que llegó el día
En que los invasores primeros
Se tornaron ancianos,
Nubarrones negros de dominaciones nuevas
Nos acechan,
Descarnadas falanges de soberbia y codicia
Otean y apetecen lo que queda,
Y lo que queda todavía es mucho.
He venido
A ofrendar mi corazón
A los cañones.
Porque el mundo también
Es nuestra patria,
Porque el universo también
Es nuestra pacha,
Y así como a la siembra,
Defendemos nuestro protagonismo
En este cuento que nunca ha de acabar.
De norte a sur,
De este a oeste,
Nuestra genética estalla repoblando el futuro,
No seremos nunca más esclavos y vomitaremos maldiciones
Sobre los amos perversos.
Trémulos perpetuamos
El amor que transcurre liviano
Entre los espectros selváticos,
Nuestras manos amasan el aire
Y edifican esculturas
En el huracán genésico,
Sobre nuestros hombros
El fuego y la fuerza del abismo,
Galopan hasta llegar
A la estrellada altura.
Nieve, rocío, mar de sustancia desodorante,
Hechizos antiguos se resbalan
De la lengua de los shamanes.
Tierra, agua,
Piedra angular que repta en la ojera de cualquier pesadilla
Somos aroma de canela
Navegamos en oloroso verdor,
Bóveda de salud amapola, coca, ayahuasca,
Que devuelven la voz de los ancestros,
La dentadura de las quebradas,
El rostro de dios o del demonio.
Sueño grato de la tierra.
Congoja de la sotana infame,
Hermoso panal, fructífero elemento,
Amamos amar
Por sobre todas las cosas.
Nada detendrá
El milagro de este influjo,
Se equivocaron aquellos
Que confiaron en la mansedumbre,
Se equivocaron aquellos
Que confundieron humildad
Con servilismo,
Nobleza con cobardía
Todo, absolutamente todo
Batallará contra el destierro y la indolencia,
Contra los gusanos que riega la muerte
Contra los vampiros usureros
Bebedores de sangre
Contra los tratantes de blancas
De conciencias y de almas,
Odiados jinetes del Apocalipsis
Banco mundial, F. M .I
Opus Dei, capitalismo, imperialismo,
Terrorismo económico
Maquiavélico tío Sam
Y todos sus engendros y secuaces.
Nuestro pueblo
Reconquistará las lejanías,
Y al galope de truenos
Zurcirá los nuevos sueños estelares,
Allá, más allá,
Sobre este mismo suelo,
Bajo este mismo cosmos,
Seremos......
Eternamente seremos.






AMÉRICA VIVA

India, mestiza, blanca, negra,
Cósmica conjunción de iridiscencias,
Rebullicio genético en la bocana azul de las premoniciones.
Creces como el huracán en la matriz del aire,
Entre los estertores púrpura del crepúsculo
Planificas la noche sempiterna.
Las estacas invisibles de la lluvia
Recogen en sus manos lúdicas
Espasmos de sal de los desiertos
Y se quedan sentadas
Bajo el sol equinoccial
En las mejillas morenas de los tótems,
Resguardando con ojos ávidos
La magia de las lunas de marzo,
El cauce cierto hacia los espejismos.
La Femenina desnudez
De tus lagunas
Ataviadas con el manto de espuma
De las largas cascadas
Cabelleras de brujas viejas
Con prendedores de estrellas,
Evocan el sueño celeste de los astros
El vientre de las nubes pare tempestades,
Y despiertan de su pesadilla de fuego los volcanes.
Todo es verde,
Las miradas de agua,
La piel de agua,
Los besos y las caricias de agua y clorofila,
En ti llueve el empeño
Desde la ondulada ola de tu pollera de agua,
Sendero, pisada, cuerpo de agua,
Estallido de vida y esperanza.
Tu sabana de fuego en el crepúsculo
Abrazando el pálpito del vuelo
Tocando tinieblas
Derramando jazmines,
Girasoles y jazmines como estrellas.
La línea primordial de tu cintura
Burbuja de amor que toca el cosmos
Trigo que besa el hambre y la mitiga
Delirios de sol
Alma de arcilla
Humedad sin nombre
Sin tiempo y sin olvido
Merodeando en todos los retornos.
Los sirios sembrados en el horizonte verde,
Se detienen a soñar en los pasos silentes de los astros,
Se pinta de hielo la noche
Y desde los altos hornos de la marga amada,
La voz del silencio se hace música
En la garganta feliz de los ancestros,
En ocarinas de barro adormecido
Entonan melodías sin tiempo,
En churos cantores y sollozantes bocinas
El rastro vacío del adiós se pierde
Con el ritual alegre de la danza
Y se teje una quietud sin nombre
En la inmutable luz de las arañas.
La tierra despierta antes del alba,
Los nidos de los pájaros
Se consagran en el sacramento amante de la vida,
Cada minuto,
Cada segundo,
Cada instante,
Se respira belleza,
Se mira belleza, se bebe belleza.
¡Oh América!
Mujer de nombre y de figura,
Cintura de hormiga,
Vocación de abeja,
Hechicera.
Vengo a ti ahogado en palabras,
Nada detiene este rió
Que me desborda hacia tu sombra,
Que me torna en osamenta milenariamente dormida
En el concierto de tu sideral esencia.
Quiero pernoctar en tu lecho para siempre,
Florecer en el fuego impetuoso de tu huella,
En el vuelo de los colibríes
Que beben tizanas en el vientre de las amapolas.
Quiero apoyarme en ti,
En tu ávida canción de ranas y escorpiones,
Desde Alaska a la Patagonia,
Desde el amazonas al colorado.
Desde el pacífico al atlántico
En la misericordia de la mazorca espléndida,
En la inmisericordia del aliento andino
En la bondad de dios multiplicada.
Tierra de nieve y sol,
Besada una y mil veces por
El ala oscura de la muerte,
Las huertas generosas como muslos de mujer lamidos por el bronce
Entregan su alma trémula al instante del gozo indescifrable,
El pan infaltable en las pupilas ansiosas
Derrota las tribulaciones.
Vives permaneces en nosotros,
Asciendes en la espera
Y te cobijas en el ojo ausente del cardumen celeste
En la comisura del beso de los astros núbiles
En la palabra inacabable.
No te detengas y arriba a mi puerto trayendo lejanía,
Errabundo polvo de cometas,
Corónate completa en el cenit de todas las visiones,
Inventa de nuevo todos los comienzos,
Y en la larga noche le los búhos,
Acompaña mi embriaguez
Con tus canciones.






LAS PEÑAS
Diciembre 2009

I

Una vez más voy detrás de la utopía,
Mil demonios socavan mi cabeza,
Pasan las horas…
Un abrupto griterío me despierta.
La estación apurada no da tregua,
Percibo el olor del mar que me recibe.
Está nublado, hay bruma,
Una sola nube se interpone al verdugo de fuego
Que hace meses sin piedad castiga
Y su pena sin final acompañó a la mía.
Hallé consuelo.
En lo infinito,
El esperma transeúnte de las ballenas
Llora al gigante de cal varado en la playa estática,
La espuma le acaricia, lo lame una y otra vez en pésame dolido
Y el plancton entona
La nota exacta de las lágrimas.
Una garúa tenue me pellizca el rostro
Llueve sobre el mar
¡Qué maravilla!

II

Saturada de ciudad,
He venido a parar a este retazo de poema,
Verso de vida desquiciada en pleno aguaje,
La piscina se ha tornado mezquina y peligrosa.
“Las Peñas”
Arroja su improperio de conchas huecas
A la estupidez humana,
Rebusca claves que liberen su voz encarcelada,
Intenta arrojar al monstruo que la ofende y devalúa.
Mas él, no entiende nada
E instala su renegrida nota en medio de este canto amable.
Canto que es,
Canto que viene,
Canto que da,
Que vive y sobrevivirá al neón,
A la mancha de veneno,
Al alambrón que encausa al destello vital.
Sólo soy un monstruo más,
que intenta sentir algo de vergüenza.

III

Son las tres
Y en medio del mercado de grillos y pájaros nocturnos,
Dios escuchó mi diminuta voz,
La nube liberó sus hijos de agua,
Tierna y dulce la lluvia
Lavó toda la noche hoja por hoja al tamarindo,
Al maracuyá, a los almendros.
Bajó por los toboganes de la caña
Ofreció a la tierra su humilde frescura
Y el gusano cantó regocijos en su recóndita cueva,
El viento esparce el ladrido sonámbulo
De un perro que añora la luna,
Las estrellas que no pudo roer en el insomnio,
El hielo fugaz de algún cometa
Se ha quedado varado en sus pupilas.

IV

Un zumbido impertinente me arrancó del sueño,
A pocos metros el mar todavía intercede por los hombres
Y les lega su maná sagrado,
Un cementerio interminable se extiende
Por la playa viva y larga
Osamentas de cal y sal,
Que exaltan los sentidos y comprimen el rumor del mundo.
Los murmullos de la vida se filtran por sus oídos,
Plantan su alfabeto inmortal en las neuronas,
La conciencia en mi pobre humanidad
No da tregua a las ideas,
Mas hay un vacío que circunda,
No puedo dormir,
Y me encuentro sin querer pariendo versos.

V

Hambrienta de soledad madrugo hacia la playa,
Me quedo anonadada,
Visiones de lo inmenso anegan la memoria,
Piedra, canto, sal,
Avidez de agua encolerizada por los astros
Carcome con voracidad el litoral largo y taciturno.
Olas, olas, olas,
Colisión de arena y pompas de efímera presencia
Estrujan el alma hasta el desamparo.
Y lloro, lloro por la pequeñez del hombre y su osadía ingenua,
Lloro porque a lo mejor la vida
Todavía pueda perdonarnos.

VI

El choque de las olas en el acantilado,
Me trae las visiones del origen del mundo,
Millones de cangrejos con su casa acuestas
Ocupan su lugar sin pedir permiso a nadie,
Ellos saben, tienen la certeza
Y sin detenerse a pensar ni un segundo
En el cómo o el por qué,
Derrochan la chispa que encendió su vida.
La vos pausada de la espuma
Inscribe su canto en el vacilante pentagrama de la playa,
Mi pobre humanidad se encausa en su caudal ufano,
Percibe la música serena orquestada por el viento y las gaviotas,
El velamen lejano de una quilla
Hace trizas el paisaje.

VII

Una pareja de jamelgos desmenuza las olas,
Párvulas ninfas de sal besan con gratitud sus pasos ancestrales,
En la lejanía sus cascos lentos parecen pisotear estrellas,
Su tránsito va sembrando huellas silenciosas
Que rápido devora el borrador de espuma,
Amanece,
En grito vivo el arrecife recibe a la aurora gris,
Mil espejismos se dibujan en el ulular distante,
Las alas enormes de los pelícanos destazan la ficción,
Comienza la llovizna a dejar sus lágrimas sobre los lomos de los ermitaños,
El viento arrecia fuerte,
Sopla a los oídos del tiempo que parece haber entrado en paro,
Parece que por fin llegó el invierno
En el poblado hay fiesta.

VIII

Avasallador el mar perturba todos mis sentidos,
La piel sufre los embates de la briza gitana y lúdica,
Los ojos acatan los sensuales contornos de las olas,
Que se hacen y deshacen una y otra vez,
Un aroma peregrino se filtra por mi olfato,
Y la sal eterna despierta las papilas.
No puedo más, conmovida caigo de rodillas
Ante aquella inmensidad que sobrecoge,
La orquesta lejana y triste de las ballenas
Se revela en mi conciencia,
Aguas a dentro
La vida da de lactar a sus nuevos hijos.

IX

El alba se quita su atuendo de luto
Y en una línea lejana se desparrama la luz,
Un enjambre de golondrinas se despierta
Y bulliciosa se despereza en los alambres
Las musas fueron arrastradas por la luna,
Que ojerosa y boqueando, entregó su último resuello,
La playa se presenta interminable y profunda,
Astillas de conchas quedaron desterradas,
Piedrecillas huérfanas pulidas por el eterno juego de las olas,
Caracoles que en su vientre enclaustra el cantar primario.
Nadie más que yo siembra sus pasos en la arena fría,
Ni un atisbo humano más transita,
¿Será por eso, que está tan feliz el mar?

X

Mi padre trajo el MAR a mis aguajes,
Agua que CELA, que fluye, que subyuga.
Siempre me sentí extraña entre los hombres,
Y rebusqué una espina que me aislara de su renuncia ser.
Por eso aguardo el hilo de agua que firmó mi origen,
La huella innegable de las saetas marinas
Que destazan el aire en su graznido,
Las nubes que forman peldaños
Para que los ojos puedan alcanzar el cielo,
Las facciones de Dios columpiándose en el péndulo preciso.
Mi padre se marchó hacia el otro lado,
Sin jamás declararme si me quiso,
Pero me heredó este mar
Y eso me basta.





2 comentarios:

  1. Excelente poesía, cargada de sentires y muy profunda en su contenido.

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  2. Es lo que yo llamo una poeta madura, con maravillosas imágenes y amor a lo propio.

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