Esther María Osses (PANAMÁ, 1916-1990), nació en la provincia de Chiriquí en 1916. Realizó sus estudios secundarios en la Escuela Normal de Institutoras de Panamá. Obtuvo el titulo de Profesora de Español en la Universidad de Panamá y realizó estudios de Literatura en Buenos Aires, Argentina, y en Guatemala. Fue Maestra de enseñanza primaria y profesora de la Universidad de Zulia, Venezuela.
Como periodista, colaboró en "La Nación", en "El Hogar", en "Critica", en "Clarín" y en otras revistas argentinas especialmente con poesía. Realizo giras por varios países latinoamericanos, en la Casa de la Cultura de Quito, en el Departamento de Extensión Cultural de Bogotá, en Uruguay, en Chile y en Perú ofreció conferencias por radio y recitales poéticos.
La Universidad de Zulia publico dos poemarios suyos. uno de ellos es "Crece y Camina", dedicado a los niños, está ilustrado por niños preescolares y de primaria del Colegio Cantaclaro, de Maracaibo. Basado en él se grabó un disco de canciones infantiles, "Canción del Barco Velero", cuya composición musical estuvo a cargo del músico Enrique Hidalgo.
Sus poemas, al decir de Miguel Amado, prologuista de Mensaje, "son los reflejos de un espíritu a veces aristocrático y a veces popular; regional y panameño; pragmático y lírico; místico y libertino; apasionado y glacial; profundo y liviano. Como en el agua clara de sus ríos, en esta sensibilidad politeísta reverbera la infinita variedad del mundo". Y agrega: "Sin recurrir a las frases más o menos sonoras; sin buscar jamás un efecto fácil o barato; sin tener siquiera que rechazar figuras más o menos artificiosas, ella representa, translúcido y tremendo, el enigma del mundo, valiéndose de expresiones y de insinuaciones que son una absoluta novedad en la poesía panameña".
Esther María Osses dejo obras inéditas como "El Rastro de Fuego", obra con la que obtiene el segundo lugar del Concurso Literario Ricardo Miró, en 1958; en esta obra presenta una poesía con el tema de cada uno de los países americanos incluyendo USA.. También nos dejó monografía como "investigación y Cibernética", trabajo de año sabático bien calificado por el jurado. Un ensayo "La novela del imperialismo en Centroamérica" y obras dispersas entre reseñas y artículos en diversos periódicos y revistas de América.
Al margen de su obra de creación, realizó una plausible tarea de animadora de jóvenes talentos fomentando la creación de grupos literarios, como el grupo Gaspar Octavio Hernández, y la publicación de revistas. Fue, asimismo, una esforzada divulgadora de nuestros valores literarios en el exterior.
En El Rastro de Fuego hay amor, profundo amor. No el amor de los sentidos sexuales. Sí el amor del ideal, el amor del sentimiento humano y, sobre todo, del sentimiento americano, transido de emoción conmovedora. Y hay calidad poética, dignidad literaria, honestidad intelectual, entusiasmo creador, para formar un libro que habrá de merecer de la critica desapasionada, libre de prejuicios lugares o de grupos, un reconocimiento caluroso.
Mario Augusto
Fragmento del articulo Un libro de poemas: "El rastro de fuego" de Esther María Osses,
publicado en el Diario Panamá América, Panamá, enero 18, 1959.
Los poemas de Esther María Osses sólo tienen compromiso con su pasión personal. Llenos de un lirismo, son giros de una conversación soñada, de un diálogo con su esperanza. Por eso su poesía es Confidencia. Fieles a su angustia, a su mundo cautivo, sus versos nacen rebeldes a la clasificación, íntimos, personales, exentos de embelecos formalistas, sin la temática intelectual tan dura al sentimiento y tan frecuentemente empleada en nuestra lírica contemporánea. Hay en todos sus poemas eglógicos cuando cantan al árbol, al cholo triste, al río; introvertidos y llorosos cuando nos dan su queja del mundo y de la vida un tono cariñoso, una voz confidencial que nos conquistan. Me atrae sobre manera su naturalidad, su sencillez, su espontaneidad, asuntos que se me antojan substanciales en la poesía. Acaso si son la poesía misma. Trabaja los temas con elegancia y facilidad y así, leyéndola, armando la conversación que Esther María inicia, uno se olvida del ejercicio intelectual y se deja a la emoción.
Ramón H. Jurado
Fragmento de "Esther María Osses, La Poesía Confidencial",
publicado en La Estrella de Panamá, abril 27, 1946.
Obras de Esther María Osses
Mensaje. Tipografía Nacional de Guatemala, Ciudad de Guatemala. 1946
La Niña y el Mar. Talleres de Artes y Oficios, Panamá, Ciudad de Panamá. 1954
El Rastro de Fuego. Segundo Premio de Poesía Ricardo Miró, Panamá, Panamá. (No editado; publicado parcialmente en revistas y periódicos) 1958
Poesía en Limpio. Editorial Universitaria de la Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela. Colección Arte y Letras, No. VII. 1965
Crece y Camina. Editorial Universitaria de la Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela, septiembre, 1975. 1975
Para el Combate y la Esperanza. Poesía política en El Salvador. Antología poética. Selección de 19 poetas Salvadoreños. República Dominicana. Mayo, 1982 1982
Poesía en Limpio. Editorial Panamá, 1986. Imprenta Franco S.A., Panamá, República de Panamá. Selección de poemas de otros libros y algunos inéditos. Esta edición contiene poemas no publicados nunca y otros que salieron publicados en revistas, periódicos y antologías.
Cielos Viajeros
De tan hermosa pesca, pescadora,
¿qué más pedir? Ya vi la primavera.
Ya me dijo el enigma de la aurora
la noche en mi barquilla, prisionera.
¿Qué más pedir? ¡Morir! Morir ahora,
Nahuel Huapí, besando tu ribera.
Ser ese lampo que tus albas dora,
ser esa flor perdida en tu pradera.
Pero no. Más allá de este paisaje,
señalados me son otros senderos.
¡Al mar, al norte! ¡Proseguid el viaje!
Cielos australes, en mi red viajeros,
bogando váis conmigo hacia el oleaje
que no sabe de inmóviles luceros!
Del libro: La Niña y el Mar
Nostalgia
Ahora sé que es tu mar el que me llama.
Tu mar azul, tu rojo mar, tu verde mar,
tu mar de mil colores,
el que me sigue en puertos y ciudades
taladrándolo todo hasta la ausencia.
Sé que es tu sol. Tu rojo sol,
tu sol azul, tu verde sol, tu sol de mil colores,
el que disperso y uno, sobre el aire,
me sigue y me persigue por el sueño.
Tu sol, tu mar, tus mares me reclaman.
Como al grano de arena las arenas,
como a la gota el manantial reclama,
sé que me espera el mar, el sol me llama.
¡Yo soy la estrellamar que supo de alas!
Del libro: Poesía en Limpio
La Lluvia y el Barco
Aquí nació la lluvia entre higuerones.
Nos trajo a los portales la alegría
en su potro de crines relucientes.
Iba por los barrancos, impetuosa,
iba por las llanuras, reposada;
iba dejando espigas en la loma,
en los rastrojos huella de alhelíes.
Trajo a la puerta un diminuto río
un río de juguete, navegable;
al son de las goteras ya crecía,
plantaba sitio en puertas y ventanas,
se enroscaba en la luz, bajo los mirtos,
¡ay, el cañaveral, cómo lo amaba!
La niña estaba allí. Rubias las trenzas.
Descalza. Con un sueño entre las manos.
Una temprana angustia por el sueño,
y suspenso, ese adiós entre los labios.
Pequeña diosa, de la nada un mundo
hizo bajo la lluvia, luminoso.
Soltó su sueño en el caudal efímero.
¿A dónde irá sin brújula en la noche?
Qué rápido, qué alegre entre las hojas,
sin boga retozaba, inverosímil;
única mariposa solitaria,
¡qué blancas alas nuevas para el viaje!
Así, jugando, un día y otro día,
este era un río, un puerto, nunca el mismo.
Siempre la misma niña entre los árboles.
Y con cada alborada repetida,
en sueños, con la lluvia, navegando,
este era un barco que jamás volvía,
un barco de papel en el que siempre
un viajero de niebla naufragaba.
Del libro: Poesía en Limpio
Sonetos a Guatemala
(Ante la actitud de las jóvenes patriotas guatemaltecas
durante los inverosímiles días de junio, invasión de 1954)
"Se os preguntará por los señores de Xibalba acerca de nuestra muerte, que están concertando y preparando por el hecho de que no hemos muerto ni nos han podido vencer, ni hemos perecido en sus tormentos, ni nos han atacado los animales. Tenemos el presentimiento de que usarán la hoguera para darnos muerte. Todos los de Xibalba se han reunido, pero la verdad es que no moriremos".
Popol Vuh, Capítulo XII.
Atala
Voz de la selva herida, flecha y ala,
rebelión ancestral, soplo de fuego,
incitaba, ferviente como un ruego,
a vencer o morir la voz de Atala.
Anunciaba otra vez la noche mala
un ilonel iluminado y ciego.
Iba ya desvelada, sin sosiego,
la sombra de Tecum en Guatemala.
Alom, Kaolom. El templo profanado,
el grito del hondero amordazado,
Atala sin saberlo redimía.
Atala, con su luz enarbolada,
Atala por la tierra, tierra amada,
la tropa juvenil enardecía.
Marta Lydia
Otra vez extranjero, rubio auriga,
los nativos maizales pisoteaba.
Marta Lydia era un cáliz, una espiga,
que Chahal amoroso custodiaba.
Por esa antigua pena que fustiga
la estirpe de Balam, muda y esclava,
no doblegó la ráfaga enemiga
su verde corazón de cielo y lava.
Infalible, segura, el pulso fuerte,
una sola consigna de odio y muerte,
ella, tan frágil, ¡ay! tan sensitiva.
Ella, la flor, celeste guerrillera,
abatirá, conquistador, certera,
tu sien, la del Tonathiu, rediviva.
Gabriela
Era en ella el amor. La edad del trino.
La clara diosa, Atit, besó su frente.
Ella, vaso sagrado, limpia fuente.
Casa de oro, Gabriela, miel y vino.
Pero la noche que Iztayul previno
cayó de pronto a medio sol naciente.
Oscuro pacto de águila y serpiente
vendió la flor, la casa y el camino.
¡Adiós amor, querida primavera!
Atormentado sueño de obsidiana
tiñó de sangre la canción primera.
Ella, de pie, sonriendo todavía,
del héroe herido silenciosa hermana,
cortando nieblas esperaba el día.
Del libro: Poesía en Limpio
Entre jazmín y ave
- El nombre por la mar se le ha perdido.
Delfines, madreperlas ¿Quién lo sabe?
- Cómo perder – increpa el viento suave -
cómo perder el nombre por olvido?
- ¡Volved a tierra! Por la mar no ha sido.
¿No veis su forma entre jazmín y ave?
Id a los montes. Indagad. Acabe
esta zozobra de no haber nacido.
No es por el aire, mariposa exacta.
No es por el agua con el pez, intacta,
donde amanece su primer asombro.
Tal vez aquí, bajo la herida tierra,
al pie del árbol Panamá se encierra
en este grito con que yo la nombro.
Del libro: El Rastro de Fuego
Segundo Premio de Poesía Ricardo Miró, 1958.
(No editado; publicado parcialmente en revistas y periódicos)
El Girasol
"A distinguir me paro
Las voces de los ecos"
Antonio Machado
Sobre la costa abre la tarde,
rosa polícroma de mar,
Dispersos pétalos de fuego
tiñen la cresta del palmar.
El girasol, misterio vivo,
al Occidente da su vista.
Su sed de sol es insaciable
como los sueños del artista.
Funde el pintor en la penumbra
vivos y pálidos matices:
polvo de estrellas en las hojas;
sombras torcidas las raíces.
Tras el cristal de su ventana
se descomponen los celajes;
muere la luz y resucita;
evolucionan los paisajes.
El hombre mira, piensa, sufre.
Hay un enigma cerca de Dios.
Pobre del arte de los hombres
que siempre es eco. ¡Nunca voz!
El girasol, tragedia viva,
cumple en silencio su destino.
De cara al sol sueña con alas,
¡clavado siempre en el camino!
Del libro: Mensaje
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