Masaki Ikei
[Kagawa, 1953], luego de recibirse en la Universidad de Nishogakusha trabajó en diversos oficios y destinos, uno de ellos como librero, está casado y tiene dos hijos.
Algunos de sus libros han merecido premios como el Rekitei, Touson, Hanatsubaki, etc. Entre ellos Noche despejada, Un rebaño debajo de la luna, El niño, Antología poética de Masaki Ikei y El viajero que duerme.
Traducciones de Mutsuko Komai.
DE UNA MANO A OTRA MANO
Uds., que nacieron entre
un padre cariñoso y una madre cariñosa
son niños cariñosos,
y por lo tanto
Uds.
llevarán una vida desdichada
de un padre cariñoso
y una madre cariñosa
sólo fueron entregados al cariño
quedaron perplejos,
caminarán
un camino pedregoso y escarpado
aunque sus padres sean tan cariñosos,
no pueden acompañarlos
porque regresarán a algún lugar,
porque terminarán regresando en fi n
y no podrán ayudarlos
no podrán darles
ninguna ayuda
desde ahí
a solas
el padre cariñoso
y la madre cariñosa
no tendrán cómo revelárselo
a sus sonrisas inocentes
aunque llegue el día en que sus mejillas aún bellas
y brillantes las tengan hundidas
y en que sus ojos aún claros se tornen fríos
no teman
no odien
no se arrepientan
hijos cariñosos,
recuerden
que el cariño
es un testigo ensangrentado
y es heredado
aún más lejos del padre
y aún más lejos de la madre
no se deshagan de éste
hasta que llegue el día para entregarlo
aunque no tenemos manera cómo confesarlo
a las caras risueñas aún inocentes
hijos cariñosos,
que son hijos de la misma sangre del padre cariñoso
y la madre cariñosa
cuando quieran abandonar su cariño
y dejarlo en alguna parte
y si no lo hicieran no pudieran avanzar
tanto les pese el cariño
tanto les sufra el cariño
entonces
recuerden
y vuélvanse hacia la luz
Ya estoy aquí
vuélvanse hacia la luz
que les hizo poner caras risueñas
hasta que quieran
y no aparten la mirada en
un rayo de luz
que entra de lo más lejos
del padre
y de la madre.
CATORCE MIL SEISCIENTAS NOCHES
desde hace algún tiempo
aunque lo dijeran
de todos modos
ya no me acuerdo
desde hace
tiempo
alrededor de catorce mil seiscientos días
estuve ausente de mi casa
hace poco me di cuenta
desde hace
un momento
que llevo unas catorce mil seiscientas noches aquí
me acomodo en un lugar extremo para dormir en el viaje
y ellos, los que están viajando conmigo
sin saber desde cuándo,
se han fi jado en mí;
yo, el que miraba desde la ventana unos techos llenos de sol,
como si fueran mi esposa y mis hijos;
ella corta verduras en pedazos
y ellos me dicen hola con sus voces todavía infantiles
un día, yo, que
me fui con lo que tenía puesto
sin cerrar con llave
la puerta de la casa
cuyo techo también llenaba el sol
esperan, como el suelo, la pared
y el ganado sin su amo
aunque no importan ni el suelo
ni la pared
en la casa que he dejado
durante unos catorce mil seiscientos días
hay alguien que espera mi vuelta,
alguien,
que no puedo recordar quién es,
en un día sin viento, ante la luz del sol
en el fondo del corazón,
verdaderamente
es claro,
sonríe,
y va a confesarme algo todavía
ese alguien
va a desaparecer fundiéndose con el sol
pienso que debo regresar de prisa
debo partir de aquí tan pronto como pueda
cuando me revuelco sin mover el cuerpo
aquellos que viajan conmigo sin saber desde cuándo
como si fuera mi esposa que
está cortando verduras en pedazos en silencio
en la pileta de la cocina sin prender la luz todavía
y como si fueran los niños pequeños
hace rato,
me están mirando,
en fila, en silencio ¿Se acuerdan, hijos,
de aquella noche en la que viajé por primera vez
con ustedes, chicos tiernos
y mamá llorona?
yo, papá, estaba tan alegre
que bebí sake y no cabía en mí de gozo
y que los llevé sobre los hombros
a unos y a otros sin ninguna difi cultad
hasta salí de la fonda
diciendo que Oo-joi-joi, oo-joi-joi
era una locomotora hermosa
con la yukata abierta abajo
sin hacer caso a la gente que se burlaba viéndome
y hacía unos recorridos de callejuela en callejuela
del pueblo de aguas termales
al principio ustedes, que se divertían,
se iban calmando
¿ya llegamos, papá?
¿todavía no?
agarrándose a mi nuca
en fi n, pobrecitos, se pusieron pálidos
tendrían miedo
perdónenme
Se me alivia el corazón por
no haberles herido en ninguna parte
pero ya tengo el pecho adelgazado,
los hombros se me han vuelto estrechos lentamente
el padre ya es un viejo apergaminado
y sin que sepa él
sus hijos han crecido y se han hecho niños bellos
antes con las bocas siempre abiertas
me miraban a lo alto con sus ojos grandes
que llegarán a tener la misma altura que
la del padre
oo-joi-joi, oo-joi-joi
ya no puedo
llevarlos sobre los hombros
éste, ya no es ninguna hermosa locomotora
por más que me vean
hijos,
recuerden
que su padre decaerá más y más,
que un día perderá la compostura
y que levantará los ojos brillantes hacia sus ojos
hasta que la nueva luz les llegue
no exista ya
a lo mejor
hijos,
recuerden
oo-joi-joi, oo-joi-joi
mucho tiempo después de que su padre desaparezca
otra vez escucharán aquel silbato
y sabrán que aún estarán agarrándose a aquella nuca
y se darán cuenta de que son
llevados sobre los hombros de un ser peludo
que se parece algo a papá
aunque este ser ya no es papá
pero sí es papá todavía
sin embargo, no es papá
oo-joi-joi, oo-joi-joi
Los papás que llevaron a sus hijos sobre los hombros
verán que a sus hijos ser padres
que llevarán a sus hijos sobre los hombros…
un servicio enristrado toda la noche
que no tiene fi n en su trayecto en ninguna parte
con alegría
con alegría
sin remedio
empiezo a girar
continúo girando
Las estrellas, la luz que va por la noche sin dejar de girar
los miran silenciosamente desde lo alto
haciendo guiños
habrán visto en alguna parte las miradas
que les hacen guiños y más guiños de una vezcomo ustedes nunca imaginaron
Los poemas incluidos en esta antología fueron traducidos por Mutsuko Komai.
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