jueves, 20 de octubre de 2011

4984.- MARTÍN LERMA MOLINO


Martín Lerma (en primer término) con el poeta Antonio Checa




MARTÍN LERMA MOLINO
Nació el 1 de septiembre de 1959 en Villargordo (Jaén). Diplomado en profesorado de E.G.B. por la Escuela Universitaria de Profesorado de E.G:B. de Jaén. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Cursos de Doctorado en Literatura por la Universidad de Jaén. Estudios de Licenciatura en Historia sin terminar. Actualmente trabaja como Profesor del Centro Público de Adultos “El Olivo” de Villatorres.

Algunos aspectos y claves para hablar de la obra de Martín Lerma molino
Entiendo la poesía como un lugar para la reflexión, un espacio vital y artístico donde están presentes el amor, el odio (entendido como una forma de amar), el desasosiego, el dolor y también la esperanza.
La poesía es concebida como un ojo abierto para la verdad y esa veracidad poética puede ser la estética utilizada para transmitir la verdad humana que conlleva cualquier hecho artístico.
En la veracidad poética está plasmada la falta de impostura personal y artística.
En mi obra hay un aliento doloroso, de derrota, de catástrofe personal y colectiva, pero también de alegría, a la que se llega muchas veces desde el dolor, camino poco habitual, pero sí personal y poético.
Al lector le resultará difícil entablar un idilio confortable, la tensión interna de los poemas le hará desistir. El lector no podrá mostrar pasividad ante el texto, porque el poema es concebido como una grieta abierta en la mañana.
 Entiendo que la poesía es el vértice del dolor y de la ternura, la poesía es el grito más nuevo y la verdad más antigua.
Entiendo que cualquier hecho artístico debe llevar un planteamiento ético y en mi obra, mientras aflora la ira, el dolor, el olvido, el silencio, la ternura, se ve asomar un hombre.
El poeta es un ser que ama la vida, pero la vida es un cuerpo con aristas, con espinas, con sol y con sombras.
El hermetismo que se pueda ver en mi obra hay que entenderlo como propio de un lenguaje sugeridor, rico, arriesgado, aunque austero en sus propios planteamientos.
Intento arriesgar en el lenguaje, porque en el territorio del lenguaje está patente la vida.
A través de ese lenguaje, el poeta nombra las cosas y las odia, las maldice, las persigue y las ama. A través de ese lenguaje el poeta es un ser desamparado, hundido en la incertidumbre, desvalido frente al mundo, pero a la vez es un ser que ama el silencio y la belleza.




MI PADRE HA MUERTO

        Duele el sabor a paladar podrido.
Duele feroz el inquietante
vigor de la mañana.
Este calor de julio
enturbia las verdades
y hace estrictamente terrible
lo acumulado:
el frío metálico
donde cruje el odio.

     Duele el sabor a paladar podrido.
El silencio acaricia
y revienta el ojo carnoso
de las horas vacías.
Cálido, frágil, el ácido residuo
de los años gastados
duele también.

     Duele el vértigo
como una mano lenta y amarga
como duele la soledad de un hombre
total y oscuramente solo.

(DESHORA. JAÉN 2.003)






AMENAZA

     Voraz como el ojo que miente
la vida día a día.
Como el miedo tosco
que escupe en la tristeza
de los otros.
Como el cristal vacío
de la palabra muerta.
Como una promesa fabricada
con  luz sucia
y cuerpos conocidos
y amargos.
Como un trazo de agua
que conoce el oscuro
gesto de la muerte.

Así es la amenaza:
el desafío abierto del instante.

(DESHORA. JAÉN 2.003)







PERDEDOR

     Tornar al diario pavor de la ternura.
Agarrarse al latido del tiempo.
Contemplar la emoción del desastre.
Encontrarme pequeño y solo:
transparente.
Ser vencedor imposible y vencido sosegado.
Cada segundo volver de la inocencia,
de las palabras tristes:
Ser vencido trae a la postre un halo de nobleza.


(DESHORA. JAÉN 2.003)






DOLOR

El laberinto de las horas
enfermas revienta
en las flores de cieno
de la voz.

En la pereza que sobra
en los abrazos
se ha refugiado
el hueso de la tarde.

Bajo la luz austera
de septiembre,
solo, contemplo
el tiempo detenido
en el dolor.

(ÁRBOL NEGRO. MADRID 2.004)







MIEDO

El sonido del miedo
duele como la lluvia
en el corazón del triste.
Es un cuchillo
que bebe ruidos miserables
y ojos donde la ira
ha ido dejando rostros olvidados
y las tinieblas de la supuración.
El sonido del miedo
es un vaso lleno de abismo,
la piel ennegrecida de la confusión,
el eje frío donde suspira el llanto

(INÉDITO)





Hay un vacío pegajoso
que no me deja ser aire,
soledad, pensamiento, grito.
En su estertor están
los huesos del desasosiego,
el bostezo de un gesto
como un tiempo de ruina,
el sabor a ceniza
crujiendo en la obscena
suavidad del desastre.

(INÉDITO)






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