Jesús Llorente Sanjuán (Cádiz.1972)
Autor de dos libros de poemas, Lunahiena (Vitrubio,
1998) y Verano muerto (Renacimiento, 1999). Sus relatos cortos y versos
han aparecido tanto en revistas especializadas (‘Hélice’, ‘Reloj de Arena’,
‘Renacimiento”, ‘Babelia’) como en antologías (After Hours, Mondadori;
‘Renacimiento”, ‘Babelia’) como en antologías (After Hours, Mondadori;
Feroces. Radicales, marginales y heterodoxos en la última poesía
española, DVD; Yo es otro, DVD, Invasores de Marte, Mondadori).
También ha traducido al castellano a Philip Larkin, Raymond Carver
o Dennis Cooper.
Su último poemario se titula Ensayando una Mueca (Vitrubio, 2011)
Su último poemario se titula Ensayando una Mueca (Vitrubio, 2011)
y ha sido prologado por el músico Nacho Vegas.
Es fundador y director de la discográfica, editorial y promotora
Es fundador y director de la discográfica, editorial y promotora
de conciertos Acuarela desde 1993.
-Luna Hiena (1998)
-Verano muerto (Renacimiento,1999)
-"Ensayando una mueca", saldrá en 2011
TU VIDA EN SUPER- 8
El proyector escupe un rayo de luz
hacia la pared de tu cuarto
y en ella apareces con diez años menos
jugando con una calabaza,
escupiendo semillas como si fuesen chistes
que pudiesen romper un tremendo silencio.
Estamos en 1987, y tu hermana ya tenía
un gusano transparente escondido en el brazo
y en otra imagen os mira como un gato herido.
Ninguno de tus amigos creía en dios,
y la vida era, para el que pudiese comprender,
querer tirarse al agua sin saber nadar,
llegar hasta el final del trampolín,
y darse la vuelta muerto de miedo
y que alguien te empuje
y que no haya tiempo de taparse la nariz.
Aún te sabes de memoria
el teléfono de tu primera novia
y su sonrisa en blanco y negro
te transporta a un mundo que fue tuyo y se esfumó:
vespinos y baños nocturnos,
besos agitados y arena en los zapatos
y aquellos ojos inocentes
que tiraron la tristeza por la borda
ciegos de deseo en sábanas oscuras.
En los siguientes minutos de película
el tiempo celebra sus aniversarios:
primero tu cuerpo joven
comparte con otros cuerpos
un vino suave de cumpleaños,
la caja de puros robada a tu abuelo
y unas pastillas de colores
que encontraste en el botiquín buscando tiritas,
y os decís cosas con música de fondo
mientras en tus manos, bañadas en luz violeta,
sostienes el disco de Joy Division
con la portada de los árboles y el paisaje helado.
Luego una comida en familia
un domingo cualquiera,
con tus padres que dan voces
y se llevan muslos de pollo a la boca
y se pasan la sal y la miseria
y preguntan en voz alta,
mientras entras en el salón con un periódico:
¿qué va a ser de nuestro hijo?
Recuerda, cuando tenías dieciséis años
te sabias los nombres de todas las estrellas
y la vida era la postal de una puesta de sol,
bocadillos para merendar,
tartas que soplabais con orgullo,
bufandas que ocultaban marcas en el cuello
y canciones en las que se escondía
todo lo que entiende el corazón.
En la penúltima escena
(llevabas ya dos años con aquella chica)
estás drogado y no haces nada por disimularlo,
las puertas se abren y afuera es de noche
y tu boca parece de usar y tirar
sosteniendo un cigarrillo con la forma
de un enorme signo de interrogación.
Y después nada, dos imágenes borrosas,
una feria de provincias,
tus primos en el jardín, y Sire, tu perro,
ladrándole a alguien que seguramente
venía de muy lejos,
con los ojos como dos linternas encendidas.
Y después un clic, el silencio oscuro,
la silenciosa oscuridad de todos los the ends.
Si un hombre es lo que ha sido y poco más,
desde hoy sabes,
mientras guardas dos rollos de película
y dejas guiar tus pensamientos
como vagones de un tren nocturno sin paradas intermedias,
que eres lo que ya nunca podrás ser,
una tela que ha perdido su araña,
las armas de un ejército que ha huido a la desesperada,
el negativo mojado y volandero
de aquello que se marchó con viento fresco
y que ahora te deja agrio y malherido
con ganas de volver a aquel lugar extraño,
volver a tu tiempo y escribir en todas las paredes:
todo es mentira,
no cambiaremos nada,
nuestro verano ha muerto.
Verano muerto,1999
19. Variación de un poema fechado en diciembre de 1926
Una tarde de verano y un muchacho
que pide en el vagón del metro
unas monedas porque tiene hambre, dice,
y hace horas que no prueba bocado.
“Hasta aceptaría algo de comida”, dice
desde el mismo centro del estómago.
Tus ojos fijos en las úlceras de sus tobillos,
en sus dientes como piezas de máquina de coser,
y luego en su boca cuarteada por el sol
y en sus uñas negras de haberlo escarbado todo.
“Por el amor de dios”, dice, mientras
pasa su mano como una bandeja
y desviamos la mirada hacia un mundo
que no es el suyo pero tampoco el nuestro,
y cambiamos de conversación, y de Dios,
y enhebramos el pensamiento por una salvadora aguja
que nos devuelve a nosotros mismos
mientras las puertas del vagón se abren y se cierran
como las de un centro comercial
donde todo se devora y las pasiones son reflejos
de otras pasiones fósiles. ¿Y si yo fuera
este muchacho? ¿En qué atajo nos hubiésemos encontrado
tú y yo? ¿Qué serías entonces para mí?
¿Te habría visto jamás en algún pasillo del metro,
en alguna parada, encorvado en medio de la calle,
bebiendo agua de lluvia con mis zapatos rotos
y las ropas sucias y arrugadas,
viviendo nuestras vidas, o lo que fuese de ellas?
En tus sueños me he cortado el cuello muchas veces.
-Luna Hiena (1998)
-Verano muerto (Renacimiento,1999)
-"Ensayando una mueca", saldrá en 2011
TU VIDA EN SUPER- 8
El proyector escupe un rayo de luz
hacia la pared de tu cuarto
y en ella apareces con diez años menos
jugando con una calabaza,
escupiendo semillas como si fuesen chistes
que pudiesen romper un tremendo silencio.
Estamos en 1987, y tu hermana ya tenía
un gusano transparente escondido en el brazo
y en otra imagen os mira como un gato herido.
Ninguno de tus amigos creía en dios,
y la vida era, para el que pudiese comprender,
querer tirarse al agua sin saber nadar,
llegar hasta el final del trampolín,
y darse la vuelta muerto de miedo
y que alguien te empuje
y que no haya tiempo de taparse la nariz.
Aún te sabes de memoria
el teléfono de tu primera novia
y su sonrisa en blanco y negro
te transporta a un mundo que fue tuyo y se esfumó:
vespinos y baños nocturnos,
besos agitados y arena en los zapatos
y aquellos ojos inocentes
que tiraron la tristeza por la borda
ciegos de deseo en sábanas oscuras.
En los siguientes minutos de película
el tiempo celebra sus aniversarios:
primero tu cuerpo joven
comparte con otros cuerpos
un vino suave de cumpleaños,
la caja de puros robada a tu abuelo
y unas pastillas de colores
que encontraste en el botiquín buscando tiritas,
y os decís cosas con música de fondo
mientras en tus manos, bañadas en luz violeta,
sostienes el disco de Joy Division
con la portada de los árboles y el paisaje helado.
Luego una comida en familia
un domingo cualquiera,
con tus padres que dan voces
y se llevan muslos de pollo a la boca
y se pasan la sal y la miseria
y preguntan en voz alta,
mientras entras en el salón con un periódico:
¿qué va a ser de nuestro hijo?
Recuerda, cuando tenías dieciséis años
te sabias los nombres de todas las estrellas
y la vida era la postal de una puesta de sol,
bocadillos para merendar,
tartas que soplabais con orgullo,
bufandas que ocultaban marcas en el cuello
y canciones en las que se escondía
todo lo que entiende el corazón.
En la penúltima escena
(llevabas ya dos años con aquella chica)
estás drogado y no haces nada por disimularlo,
las puertas se abren y afuera es de noche
y tu boca parece de usar y tirar
sosteniendo un cigarrillo con la forma
de un enorme signo de interrogación.
Y después nada, dos imágenes borrosas,
una feria de provincias,
tus primos en el jardín, y Sire, tu perro,
ladrándole a alguien que seguramente
venía de muy lejos,
con los ojos como dos linternas encendidas.
Y después un clic, el silencio oscuro,
la silenciosa oscuridad de todos los the ends.
Si un hombre es lo que ha sido y poco más,
desde hoy sabes,
mientras guardas dos rollos de película
y dejas guiar tus pensamientos
como vagones de un tren nocturno sin paradas intermedias,
que eres lo que ya nunca podrás ser,
una tela que ha perdido su araña,
las armas de un ejército que ha huido a la desesperada,
el negativo mojado y volandero
de aquello que se marchó con viento fresco
y que ahora te deja agrio y malherido
con ganas de volver a aquel lugar extraño,
volver a tu tiempo y escribir en todas las paredes:
todo es mentira,
no cambiaremos nada,
nuestro verano ha muerto.
Verano muerto,1999
19. Variación de un poema fechado en diciembre de 1926
Una tarde de verano y un muchacho
que pide en el vagón del metro
unas monedas porque tiene hambre, dice,
y hace horas que no prueba bocado.
“Hasta aceptaría algo de comida”, dice
desde el mismo centro del estómago.
Tus ojos fijos en las úlceras de sus tobillos,
en sus dientes como piezas de máquina de coser,
y luego en su boca cuarteada por el sol
y en sus uñas negras de haberlo escarbado todo.
“Por el amor de dios”, dice, mientras
pasa su mano como una bandeja
y desviamos la mirada hacia un mundo
que no es el suyo pero tampoco el nuestro,
y cambiamos de conversación, y de Dios,
y enhebramos el pensamiento por una salvadora aguja
que nos devuelve a nosotros mismos
mientras las puertas del vagón se abren y se cierran
como las de un centro comercial
donde todo se devora y las pasiones son reflejos
de otras pasiones fósiles. ¿Y si yo fuera
este muchacho? ¿En qué atajo nos hubiésemos encontrado
tú y yo? ¿Qué serías entonces para mí?
¿Te habría visto jamás en algún pasillo del metro,
en alguna parada, encorvado en medio de la calle,
bebiendo agua de lluvia con mis zapatos rotos
y las ropas sucias y arrugadas,
viviendo nuestras vidas, o lo que fuese de ellas?
En tus sueños me he cortado el cuello muchas veces.
SOLUCIÓN FINAL
" Esto no es un poema. O al menos no es un poema
sobre otro poema en el que escribes
sobre la imposibilidad de escribir. Esto es la única salida
después de tantos atajos y pasos en falso.
Cada frase cruje como esos calcetines
con los que se masturban los viejos en los asilos.
Cada frase parece la primera pero también la última,
un collar hecho con palabras que ya no cuentan,
palabras que una vez te suspendieron en el aire
como en el clímax de un ahorcado
pero que ahora te aferran al suelo y a la tierra.
¿Cómo decir “ya no te quiero /
pero siempre te querré” en dos versos
que encierran toda la verdad
y luego arrojan la llave al abismo? ¿Cómo escribir
“todo ha terminado igual que empezó” para después borrarlo
y convertirlo en la letra pequeña que se consume sola
cuando pasamos página? Has guardado el amor
como billetes dentro de un pañuelo, dentro de un colchón,
lleno de escamas y la cocaína de todos los dedos
y todas las narices que han pasado por ellos. Y ahora,
el amor es el árbitro de un campeonato de esgrima en silla de ruedas.
El amor es un imán con una foto nuestra en la nevera.
Un juguete olvidado que meses después de Reyes
recobra la vida con un par de pilas nuevas
y se mueve por toda la casa
agitando los brazos y tropezando con todas las paredes"
14. Tatuaje sobre cicatriz
En algún momento dejaste de ser
los puntos suspensivos a los que estaba abocado
para convertirte en un punto y coma en mi vida.
El tiempo ha pasado para mí, pero tú has esquivado
seis años que han sido el cielo y el infierno,
los anillos de un árbol devorado por la plaga,
noches rezando para que Dios se hiciese cargo
de pecados que pasaban entre mis oídos
como una guadaña segándome el alma.
La parte de mí que prefieres es la parte de mí
que odio con todas mis fuerzas, la que intentó
ahogar los recuerdos mirando hacia otro lado,
la que quería sacarse los ojos antes que llorar
y pensaba que un poema era el modo de prolongar
el reflejo de algo que se desvanece por completo.
Verte ahora es como estar frente a un espejo deformante,
y mientras te arranco la ropa imagino
un futuro a tu lado distinto a un futuro sin ti.
" Esto no es un poema. O al menos no es un poema
sobre otro poema en el que escribes
sobre la imposibilidad de escribir. Esto es la única salida
después de tantos atajos y pasos en falso.
Cada frase cruje como esos calcetines
con los que se masturban los viejos en los asilos.
Cada frase parece la primera pero también la última,
un collar hecho con palabras que ya no cuentan,
palabras que una vez te suspendieron en el aire
como en el clímax de un ahorcado
pero que ahora te aferran al suelo y a la tierra.
¿Cómo decir “ya no te quiero /
pero siempre te querré” en dos versos
que encierran toda la verdad
y luego arrojan la llave al abismo? ¿Cómo escribir
“todo ha terminado igual que empezó” para después borrarlo
y convertirlo en la letra pequeña que se consume sola
cuando pasamos página? Has guardado el amor
como billetes dentro de un pañuelo, dentro de un colchón,
lleno de escamas y la cocaína de todos los dedos
y todas las narices que han pasado por ellos. Y ahora,
el amor es el árbitro de un campeonato de esgrima en silla de ruedas.
El amor es un imán con una foto nuestra en la nevera.
Un juguete olvidado que meses después de Reyes
recobra la vida con un par de pilas nuevas
y se mueve por toda la casa
agitando los brazos y tropezando con todas las paredes"
14. Tatuaje sobre cicatriz
En algún momento dejaste de ser
los puntos suspensivos a los que estaba abocado
para convertirte en un punto y coma en mi vida.
El tiempo ha pasado para mí, pero tú has esquivado
seis años que han sido el cielo y el infierno,
los anillos de un árbol devorado por la plaga,
noches rezando para que Dios se hiciese cargo
de pecados que pasaban entre mis oídos
como una guadaña segándome el alma.
La parte de mí que prefieres es la parte de mí
que odio con todas mis fuerzas, la que intentó
ahogar los recuerdos mirando hacia otro lado,
la que quería sacarse los ojos antes que llorar
y pensaba que un poema era el modo de prolongar
el reflejo de algo que se desvanece por completo.
Verte ahora es como estar frente a un espejo deformante,
y mientras te arranco la ropa imagino
un futuro a tu lado distinto a un futuro sin ti.
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