sábado, 26 de marzo de 2011

3646.- CÉSAR TOMÉ


César Tomé Martín (1956, Lerma (Burgos)) es un poeta español.
César Tomé ha publicado varios poemarios y figura en numerosas antologías y libros colectivos. Además es parte activa de la divulgación de la literatura y la poesía en la provincia burgalesa, siendo, desde el año 2001, miembro del grupo TELIRA (Tertulia Literaria Ribereña y Arandina).
Comienza a escribir versos en su época estudiantil. Y en 1979 conoce al poeta y crítico Antonio L. Bouza, director de la revista Artesa, que más tarde se responsabilizaría de la publicación de su libro "Bajo este techo claro".
Su primera obra, aunque antes ya había publicado poemas sueltos en revistas y periódicos, llega en 1982 con un Cuaderno de Poesía Masculina publicado en Vizcaya, principalmente porque quedó finalista en el concurso ACENTOR de Poesía 1981, entre 274 originales presentados.
En 1982 comienza a participar en encuentros poéticos y conocer a otros poetas, provocando en él más pasión por la poesía y llegando a escribir versos como estos: “Créeme… con la tolerancia de la tierra, / la pulcra exactitud de los puntos suspensivos / y el rubor del cerezo.”
Sobre su poesía, el pintor Vela Zanetti escribió, en una carta al autor:2 “Voz soterrada y ligeramente melancólica, virilmente melancólica; y que pese a su lirismo, veo bien que tiene la tierra presente.”
En la actualidad es considerado uno de los grandes poetas burgaleses de los últimos cincuenta años, como demuestra su elección para la antología "30 EN ORO, poetas burgaleses" publicada en Junio de 2004 por la editorial CELYA de Salamanca. Y su libro "Cuando los pasos crecen" (2010), una obra que reúne su poesía publicada (1982-1985), revisada con la perspectiva del tiempo, y parte de los inéditos escritos entre 2005 y 2009, "Los versos del espejo".

El poeta, en su libro "Piedras en los bolsillos de Dios", homenajea su pueblo natal, Lerma.
Bajo este techo claro (Artesa, Burgos, 1983).
Lunas dolientes (Burgos, 1985).
La otra oscuridad (Devenir, Madrid, 1991).
Adnaloy (Burgos, 1995).
Temperatura (Dossoles, Burgos, 2006). Prólogo de D. José María Fernández Nieto.
Piedras en los bolsillos de Dios (Dossoles, Burgos, 2009).
Cuando los pasos crecen (Telira, Aranda de Duero, 2010).



ELLA

De lugares remotos
y rauda
viene la luz que me golpea como
puerta, túnel, retrato, coro frío.
Pero no la palabra.
Pero no la palabra. Ella sube
de la sombra del aire
de los pasos del sí
de mujer que me ciñe. A la altura
de la pelvis se asoma y vuelve
a hacerlo cuando alcanza la punta sin dios
de la encendida lengua.

Momento de escribir.
De sexo.

(De Cuadernos Telira, nº4, Otoño-Invierno 2002).

(El poema que aparece en esta web es una nueva
versión revisada y corregida por el autor.)









MI RUBIA ENHORABUENA,
mi estreno de la noche original,
mi latido lejano pero sentido, créeme,
créeme sin alboradas de plumaje insensible,
sin fríos inyectados al rodapié del corazón.

Créeme como se añoran los amantes aquí,
en las queridas noches veraniegas.
Créeme.
Y con la tolerancia de la tierra,
la pulcra exactitud de los puntos suspensivos
y el rubor del cerezo.

Mi piel de tarde te rebusca en los letreros de las horas
y en las posturas hechas de tallo y de azúcar,
te busca en la dorada memoria del anillo
que me ciñe mimosamente un dedo,
pues rompe, duele no saber de ti.
Pero más, más te busca mi corazón de tarde.

Créeme, créeme, te llamo para adoptar la luz,
para dotar de sueño a las estatuas
y pisar las celosas ortigas de la espera;
para ofrecerme como abrazo fruto,
como día sin día.

Sí,
te llamo por el fuego, por este fuego cierto,
que me amarra y desnuda,
incorregible en sus tatuajes,
heredado del bien de los días de lluvia;
parecido al secreto que mece el horizonte
y que mecen fielmente las orillas de un río,
que de tanto mirarse se desean.

Te llamo por la luna,
por esta luna cierta.
Pues termino escribiendo siempre, una y otra vez,
como un tonto,
tu nombre.








ALEGORÍA

Cruzas. Dejas atrás,
y sin mirar, la fuente.
Las muchas escaleras
subes con prontitud de luz, de gloria.
Apasionadamente
y por donde más lejos queda todo
saltas la tapia, avanzas siguiendo el rudo seto
y evitas la presencia,
no sé cómo, del dóberman de turno.
Pero las bellas aguas de luna del estanque,
cuando para mirarte
en ellas
te inclinas como junco, callan, mueren.

Y no porque la envidia sea un cuadro
colgado con pasión certera, o como anzuelo,
en el más que obligado pasillo de la vida,
que lo es;
sino porque tú cuentas con horas temblorosas,
rotundas emboscadas de mareas sin dios,
miedos devoradores de confines,
inflexibles naufragios
que al espejo despojan de su magia
y aceleran el paso, la partida.

Saben que a la deriva tu navío,
tú,
en noches sin la amada.

(Del libro Cuando los pasos crecen)





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