Francisco Ferrer Lerín
(Nació en Barcelona 1 de enero de 1942) es un escritor y ornitólogo español.
Francisco Ferrer Lerín nació en Barcelona el 1 de enero de 1942, en un piso de la calle Provenza con la Avenida Diagonal. Su infancia transcurrió en la casa de la Gran Vía propiedad de sus abuelos y más tarde, mediados los sesenta, en una enorme vivienda de la calle Aribau –a la altura de la Travesera de Gracia– en donde su padre, de profesión cirujano dentista, tenía instalado un consultorio privado.
Ferrer Lerín estudió en los jesuitas de Sarriá, en la revista de los cuales, San Ignacio, solía aparecer laureado al lado de Eugenio Trías. También fue discípulo de los escolapios y del Colegio Nelly de la calle Párroco Ubach. A los diecisiete años comenzó sus estudios de medicina y su carrera literaria. En 1964 publicó su primer libro, De las condiciones humanas, y siete años más tarde recogía una antología de sus textos inéditos en La hora oval, con la que resultó finalista del "Primer Premio Maldoror" de poesía. El libro, publicado en la legendaria colección Ocnos, fue prologado por Pedro Gimferrer, uno de los miembros del jurado junto a Octavio Paz, Félix de Azúa, Carlos Barral, José María Castellet y Jaime Gil de Biedma.
Dieciséis años más tarde, en 1987, apareció su tercer libro de poemas, Cónsul, con un nuevo frontispicio de Pere Gimferrer en el que se reconoce a Lerín como padre fundador de los nueve novísimos poetas españoles. Lerín ha traducido, además, L'homme aproximatif de Tristan Tzara, Ossi di seppia de Eugenio Montale, L'annonce faite à Marie de Paul Claudel, Trois contes de Gustave Flaubert y Le hasard et la nécessité de Jacques Monod.
A finales de los sesenta, Ferrer Lerín se desplazó a Jaca para ejercer de especialista ornitólogo en el Centro Pirenaico de Biología Experimental del CSIC y persuadir a las autoridades municipales de la necesidad de restablecer los comederos de aves necrófagas. Su leyenda se vincula entonces al trasiego clandestino de carroña y a su talento natural para ganarse la vida con el póquer. A principios de los setenta, después de regresar a Barcelona, Lerín se licenció en filología hispánica y participó en la editorial Salvat y en el consejo de redacción de Barral Editores al lado de Carlos Barral y de otros escritores como Félix de Azúa o Javier Fernández de Castro y también del cineasta Joaquín Jordá. En los años siguientes Lerín estuvo adscrito al Departamento de Vertebrados del Museo de Zoología de Barcelona –dependiente de la Universidad de Barcelona– y a ICONA para el Plan de Recuperación de Poblaciones de Grandes Aves Rapaces Carroñeras en los Puertos de Tortosa-Beceite y en el Prepirineo de Lérida y Huesca. En esa época ejerció de profesor de Ornitología de Campo en la Universidad de Barcelona. En 1979 intervino, como responsable de la Sección de Ornitología, en la redacción del Plan de la Corporación Metropolitana de Barcelona.
En la década de los ochenta, Ferrer Lerín viajó a Andalucía con la finalidad de ocupar un puesto de profesor de lingüística catalana en la Universidad de Granada pero en el ínterin su mentor académico murió y terminó dedicándose de nuevo a la recuperación de la fauna autóctona en Torredonjimeno. Más tarde fue director de la Escuela Taller de Serrablo con algunos de cuyos alumnos puso en funcionamiento una empresa para la rehabilitación de construcciones pirenaicas. Ferrer Lerín es miembro de la Sociedad Española de Ornitología así como del Grupo Mundial de Trabajo sobre las Rapaces y ha publicado sus textos de especialidad en Ibérica, Ardeola, Birds of Prey Bulletin, Miscel.lània Zoològica y C.P.B.E.. Fuera de estas contribuciones, ha colaborado en la prensa escrita: El País, La Vanguardia, Estaciones, Diario de Jaén, Poesía española, Rocamador, Diario de Barcelona, Informaciones y El Heraldo de Aragón.
Su persona ha aparecido en la obra de Enrique Vila-Matas, que le dedica el capítulo decimosexto de Bartleby y compañía, y en la de Félix de Azúa, que en El diario de un hombre humillado ofrece un fidedigno retrato suyo bajo el apelativo de “el Buitre".
En el año 2001 Ferrer Lerín escribió, por encargo de Frederic Amat, un guión cinematográfico, Die Rabe, que más adelante fue transformado en una novela, publicada por Mira Editores en la primavera de 2005 bajo el título de Níquel. A partir de este momento su producción se multiplica. En el año 2006 la editorial Artemisa publicó su obra poética completa bajo el título de Ciudad Propia, poesía autorizada y en la primavera del 2007 Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg editó El bestiario de Ferrer Lerín, fruto de un proyecto de tesis doctoral sobre los ornitónimos del Diccionario de Autoridades. Un año más tarde aparece en la editorial Eclipsados Papur, libro de bibliofilias, facsímiles, artículos y otras prosas que incluye un apartado final con el guión original de Die Rabe. En el 2009 Tusquets edita, dentro de la colección Nuevos Textos Sagrados, un nuevo libro de poesía, Fámulo, galardonado en abril del 2010 con el Premio de la Crítica. Finalmente, a principios del 2011 aparece en la colección Andanzas de Tusquets una versión revisada y ampliada de Níquel, con el título de Familias como la mía, además de otro libro de poesía, Edad del insecto, publicado por March Editor como una selección de sus primeros textos (anteriores en su mayoría a 1972) que, por limitaciones de espacio, no habían aparecido en La hora oval ni en Ciudad Propia.
Hoy vive en Jaca dedicado a la literatura.
En Gingival (Menoscuarto, 2012) reúne su narrativa breve, publicada originariamente en su blog. En 2013 publica `Hiela sangre´,
TusQuest Editores.
Obra literaria
De las condiciones humanas (poesía), Barcelona, Trimer, 1964.
La hora oval (poesía), Barcelona, Ocnos, 1971.
Cónsul (poesía), Barcelona, Península, 1987.
Níquel (narrativa), Zaragoza, Mira, 2005 (1ª ed.).
Ciudad propia, poesía autorizada (edición de Carlos Jiménez Arribas), La Laguna, Artemisa, 2006
El bestiario de Ferrer Lerín, Barcelona, Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, 2007
Papur (prosas), Zaragoza, Eclipsados, 2008
Fámulo (poesía), Barcelona, Nuevos Textos Sagrados, Tusquets, 2009.
Familias como la mía (novela), Barcelona, Colección Andanzas, Tusquets, 2011.
Edad del insecto (poesía, edición de Javier Ozón Górriz), El Vendrell, Biblioteca Íntima, March Editor, 2011.
LA TORRE
El ascenso a la torre de piedra produce placer y existen instrucciones para un viaje correcto por el interior de la misma. Hablo de la única superviviente del castillo de Jervis a la que ciertos compiladores, raza de seres absortos, definen como un pastel de calabaza habitado por aves que nunca se posaron en mástiles y quizá tampoco en lugares propicios para el carenado. No sólo la viuda Sicórax sino también los hermanos Mugendo emprendieron esa madrugada, negra como cueva de herrería, la prospección minuciosa de la estepa inmediata. Franciscanas marinas, formas que aún no han sido descritas, embarcaban en el puerto de la vecina isla Floreana rumbo a la costa para visitar, junto a monjas enanas en formación de combate, la combusta ruina. También dos caballeros donosos de la orden de El Vil Reproche, coronados por el Pájaro Penitente, se unieron a la comitiva, que ya llega al basamento de sillería de catorce lados, y parece penetrar presurosa por la puerta Masatierra.
Macilenta soledad. El tictac del escarabajo leñoso devora la andrajosa viga y el desafortunado Stuart (uno de los caballeros donosos) muere aplastado por el entibo desprendido. Su hermano Carlos, que también estuvo a punto de dejarse los huesos, toma el mando y encamina la tropa escaleras arriba. Nadie coronó antes esta fortaleza. Ni enemigos sañudos. Ni quien quiso medrar en indignas singladuras. Ni los que clavaban la daga entre costillas españolas. Ni un camarada experto en lugares estrambóticos. Nadie. Así brindan con licor y una a una enanas y franciscanas son lanzadas al vacío por los Mugendo y Sicórax mientras Carlos, sobre un tártaro de escoria, sueña con los afectos de una damisela morena. Luego, el grupo ya reducido, desciende por la rampa helicoidal que rodea exteriormente el edificio a la vez que entona la balada del barbero charlatán e inicia el recuento, en la lejanía, de las abolladuras de los cascos de los buques. Gente portadora de la virtud genuina -facción de la Guardia de Corps-, sabían que eran esperados. Claude Jolyot de Crébillon, llamado Crébillon hijo, alcanzando la fama por la escritura de cuentos licenciosos, redacta ahora, al pie de la atalaya, la relación exacta de aquel desastre marítimo; el abordaje y destrucción, a cargo de Manada Canina, del navío de regreso. Coda: tercer aporte proteínico en importancia, por defenestración y batalla pirática, en este año de 1777.
WODWO
Hay un tipo de cuerpo
más pequeño que la garza
y de forma más sincera
que huele como a almizcle.
No pone por vicio
tampoco se acopla
y en las regiones etéreas,
donde le arden las plumas,
es un rumor muy común
-complexión intransigente-
su clara tendencia al pasto.
Las llamarían plomadas.
Otra bestia sólida,
que cunde en los sueños,
rozada a intervalos
y algo aumentada
provoca los fuegos.
Nunca habita en ruinas
no posee salsa
y sólo Aristóteles
sabe del oficio
de sus orificios.
Son las vacas negras
o ley comejenes.
¿Quién digiere el hierro,
la silla,
el mucílago?
Sólo se recuerda
el lugar del nido
y la forma enfriada
que olvida en sus viajes.
Amarrado el hombre
al riñón violento
dicen que apacigua
el dolor de aire
y el búfalo intenso.
¡Qué especie exterior!
¡Qué humedad rabiosa!
Equilibrio lábil,
el cerdo infrecuente,
evoca el abismo.
http://antoncastro.blogia.com/2009/092401
-dos-poemas-de-ferrer-lerin.php
INVERTEBRATA
No hay pasión mayor para los que amamos el desierto
que contemplar las nupcias de la abeja enana.
Otros, entre los que se cuentan capellanes, enfermeros
y sectores poco eficientes de lo más angosto del Protectorado
prefieren la cópula anodina de la mosca grillo y, los aún más directos,
la higiene concienzuda de la filoxera clavo o la degeneración venérea,
en sus partes blandas, del pseudoescorpión templado.
Al llegar a Erbala, un tenebrio dorsal acebrado fulmina de cruel picadura
al negroide chófer de mi todo terreno, perdido
y sin rumbo, caigo al profundo barranco llamado La Esclava donde
un mudo tropel de sanguijuelas grises
-Barbronia weberi-
acaba con mi flujo sanguíneo
y con la ventura de seguir extasiado
ante el variado plantel de especies entómicas
del kavir nigeriano.
Fámulo, Tusquets, Barcelona, 2009
-dos-poemas-de-ferrer-lerin.php
INVERTEBRATA
No hay pasión mayor para los que amamos el desierto
que contemplar las nupcias de la abeja enana.
Otros, entre los que se cuentan capellanes, enfermeros
y sectores poco eficientes de lo más angosto del Protectorado
prefieren la cópula anodina de la mosca grillo y, los aún más directos,
la higiene concienzuda de la filoxera clavo o la degeneración venérea,
en sus partes blandas, del pseudoescorpión templado.
Al llegar a Erbala, un tenebrio dorsal acebrado fulmina de cruel picadura
al negroide chófer de mi todo terreno, perdido
y sin rumbo, caigo al profundo barranco llamado La Esclava donde
un mudo tropel de sanguijuelas grises
-Barbronia weberi-
acaba con mi flujo sanguíneo
y con la ventura de seguir extasiado
ante el variado plantel de especies entómicas
del kavir nigeriano.
Fámulo, Tusquets, Barcelona, 2009
CINEMATÓGRAFO
Actos de canícula. Argumento.
Un grupo de vagabundos de río
en posición de nacer de una alta roca
neutralizan dos extrañas figuras flotantes:
un taimado forastero agrimensor de lo básico
que consigue acentuar la personalidad de la gente amargada
y un ambicioso monstruo multiforme
que combate los engendros del proceso evolutivo.
Actos de canícula. Reparto.
El rastrero capataz Tuck Pendelton del rancho El triángulo.
El letal pero encantador Utica Kid
inventor de un sistema de cercas de alambre.
Garrotte, que fuera inocente idealista,
ahora asesino en serie.
El vaquero Jim Bowie
experto en cuchillos fabricados con trozos de meteorito.
La bella Judalón, nativa predilecta.
Y el caballero François de Capestang
leal a la Corona.
`Hiela sangre´, de Francico Ferrer Lerín
MULATA
Una mujer de cuatro cuerpos.
Lasciva.
Asesina de almas, bebedora
de ingentes cantidades
de cerveza de plátano. Comía
la luz del sol, trataba
el azufre aprisionado en la materia
como esos ofidios sólidos
que perforan
nuestras partes;
en el primer encuentro
se erigió en símbolo
de la ley organizadora.
Antonia Porcuna del Tomizar,
cabrera,
cambiaste mi mano abierta apoyada
en el mazo de la baraja española,
sin expectativas de destino,
por esa masa espesa ensortijada
y el busto de picadillo de carne magra.
Qué clamor en el gobierno, falda
de Vasconcelos, corpiño
de goma elástica, sangre
en las uñas cortas, piernas
de galga ahorcada, dibujitos
en la piel: aros
de pasta sémola, grilletes,
y plumas de alcaravana. En la calle
una sólida fricción de muslos. En la casa
aquel silbido de acero y la caja
vacía
ya entonces
de dientes
y demás alhajas.
Señora laxa, pantera,
cuánto la admiro yo a usted.
Culata.
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