Lubomir Levchev (1935) es el primer poeta búlgaro en recibir el premio internacional del Festival de Struga en Macedonia.
NAVIDAD
Llegó la muerte en Navidades
hacia las dos y media de la noche.
Con celeste gañido furibundo
le saludó mi perro sentenciado.
Y corriendo acudí descalzo y agotado los miré,
él y ella oscurecidos,
las dos sombras con dientes luminosos.
hace trece años,
con lazo rojo al cuello,
cuando empezaba a ver y a caminar,
me lamió esta bestia, llamada Fidelidad.
En vano la nombramos Gay,
para que nunca fuera César
como la mayoría de los perros.
Nadie aún ha podido traspasar su propio destino
hasta después del nacimiento.
Lo desacostumbramos a orinar
en mis zapatos, y lo acostumbramos
a alimentarse con nuestra comida.
Siguiendo la costumbre de los dominicanos,
lo que es para el dueño, también es para el perro.
Desde hace tanto tiempo comemos veneno.
Gay se comió mi cena.
Ya es inútil rezar -¡Perdónale, Muerte!-
porque él sabía lo que hacía.
Primero se murieron lentamente sus piernas
y cayó.
Y me fué contemplando con sus grandes ojos
caninos y habladores:
¡No te marches, y mírame hasta el fin!...
Y rugió fuertemente. Y de nuevo mordió la oscuridad.
Al final todo parecía
un corazón arrancado
que latiera tirado por el suelo.
Permanecí a su lado y retuve en mis manos
su hocico moribundo.
La espuma se enfrió y dejó de temblar.
Hubo que abrir entonces
la puerta del balcón,
como quiso el poeta...
A las nueve la niebla se aclaraba.
Al álamo podrido pájaros carpinteros lo golpean.
como si estuvieran clavando un ataúd.
Y Gay
acostado y envuelto
en el hule sacado de la mesa.
Como si lo bajasen de la cruz,
igual que la Piedad.
Yo y mi pintora, sin experiencia alguna,
excavamos la tumba. En este mundo abrupto
apenas encontramos una pala derecha.
Desde las mismas raíces la tierra se fragmenta.
Una llave herrumbrenta hallo en el fondo.
Para que abriera el cielo la arrojé.
Y el perro...
Y a la Fidelidad
con las últimas fuerzas la empujamos
hacia la cerradura fangosa de la inexistencia.
Desde casas vecinas
a través de cortinas se vislumbran
ojos de vigilancia.
Se informará que algunas personas sospechosas
ocultan un cadáver o un tesoro.
Lo excavarán.Y ¡qué importan lo que hagan!
Si ese es el destino
de todo faraón, líder o César
y de los caballeros de la fidelidad...
Llueve granizo. Lágrimas heladas
de ángeles perrunos. Ojalá
se amontone y su túmulo recubra,
camuflado con ramas como cueva de lobos.
El perro de los dioses es el lobo.
El lobo, el perro fiel del dueño muerto.
O quizás sea el hombre un dios con perro muerto.
Ya se acaba la fiesta de abetos encendidos,
con regalos y pérfidos perdones...
También en Navidad llega ese instante,
cuando los solitarios pasean sus perros
por alamedas escondidas,
los olvidados nunca olovidan la bondad,
los oprimidos ofrecen libertad...
Y yo paso a través del cementerio de las amistades.
Paseo solamente con un alma de perro.
Ella corre veloz, muy conmovida.
Olfatea los arbustos.
pero no puede dejar su marca.
Vuelve hacia mí, tampoco puede lamerme.
Y yo ya no sé
como acariciarla...
Desde la plaza viene una manifestación nocturna.
Deprisa se encaminan a la televisión,
vociferan y claman:
"¡Abajo el gobierno!"
"¡Abajo el BKP(*)!"
"¡Muerte a los poetas que escriben sobre las almas de los perros!"
"¡Muerte!"
"¡Muerte!"
"¡Muerte!"
¡RES NON VERBA!
(*) BKP, Partido Comunista Búlgaro.
Asunción
No voy a morir como la demás gente.
Ya he dejado
de soñar,
y eso sería impensable…
No quisiera que todo parezca forzado,
y que el tiempo se llame Gran Sueño,
y que de pronto yo lo sepa todo.
Y tener que suspirar: ¿Me permitiría elegir
una muerte más digna,
ahora que estoy al borde de todo?,
para empezar de esa forma la partida.
Ahora estoy en el fin del mundo
y todo va a consumarse.
Pero antes de que algo suceda,
me gustaría ver otra vez a aquella niña,
la de la eterna sonrisa insolente
en la que yo me vi
por primera vez.
La luna se oculta
en redondas latas de galletas,
azotada por el viento
como una veleta oxidada.
En esa caja permanece al acecho
la pistola de mi padre,
porque…
no voy a morir como la demás gente.
(Traducción de: G. A. Chaves, 2010)
CANTO A GARCIA LORCA
¿Dónde está esta Granada sangrienta?
¿Dónde está la tumba?
¿Cómo saberlo?
¿Son los protegidos
Los que relinchan
Y oprimen la tierra
Con sus zuecos?
¿O son las altivas águilas
De las cumbres de Sierra Nevada?
Ella está lejos,
Está muy lejos, ¡Granada!…
¿Es el cielo azul allá abajo
Y son verdes los mirtos?
Lo ignoro.
Pero, ¿qué es para Granada
Tu muerte no ha significado nada?
¿Es que tu canto, la seguidilla,
No significa nada?
¿Fue allí donde perdieron las camisas
Ensangrentadas mis hermanos?
Ella está lejos,
Está muy lejos, ¡Granada!
Pero tú, ¡tú estás muy cerca!
¡No es para ponerme de luto
Por lo que he buscado tu tumba.
Sobre tu tumba cantaré
Y de mi guitarra brotará
Alegres sonidos, muy alegres,
Y sobre ella afilaré
Un puñal castellano
Para la próxima guerra!
Traducción de Antonio J. del Puig
ANTOLOGÍA DE POESIA BÚLGARA
POR ANTONIO J. DEL PUIG (LIBRO PUBLICADO)
POR ANTONIO J. DEL PUIG (LIBRO PUBLICADO)
RAZONES
Un sordo fracaso
Una nube de polvo…
La pared de carga está aplastada
¿Por el cansancio?
¿Por el miedo?
O simplemente…
¿Unos minutos fatales?
El tiempo es claro
El cielo es azul
Sin dramas
Apaisado,
Sin una razón visible
La feroz muralla
Ha sido destruida.
Después de haber tenido en contra
Tantos torrentes violentos,
Tantos temblores de tierra…
¿Por qué no ha escogido
Para su clara derrota
Un instante más glorioso?…
Veo la tierra
Grande y desolada
Y una serpiente arrastrándose
Que se oculta dentro.
Guardo silencio
Y pienso
En nuestras razones invisibles.
Que somos de otro
Que nos sostiene
O una obstinación
Para llevar banderas
Con las dificultades.
Sin embargo, nuestra debilidad
Permanece oculta.
Traducción de Antonio J. del Puig
ANTOLOGÍA DE POESIA BÚLGARA
POR ANTONIO J. DEL PUIG (LIBRO PUBLICADO)
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