Christopher Middleton
Nacido en Truro, Cornwall (Gran Bretaña) en 1926. Estudios (1948-1951) en Merton College (Oxford) tras cuatro años de servicio en la RAF al final de la guerra. Después de dos años en Zürich, es profesor de alemán en el King's College de Londres hasta 1965 y desde 1966 hasta su jubilación en 1998 profesor de lengua y literatura germánicas, y de literatura comparada desde 1986, en la Universidad de Texas (Austin).
Autor de varias colecciones de ensayos: Bolshevism in Art(1978), The Pursuit of the Kingfisher (1983), ha traducido al inglés literatura alemana (Goethe, Hölderlin, Mörike, Christa Wolf, las cartas de Nietzsche, especialista y traductor de la obra de Robert Walser, etc.; una labor que ha merecido varios premios internacionales).
Sus principales libros poéticos son:
Torse 3: Poems 1948-1961(1962); Nonsequences (1965); Our Flowers & Nice Bones(1969); The Lonely Suppers of W. V. Balloon(1975); Pataxanadu and other prose (1977); Carminalenia (1980); 111 poems (1983); Serpentine (1985); Two Horse Wagon Going By (1986); The Balcony Tree(1992); Some Dogs (1993); Ballad of the Putrefaction(1993); On a Photograph of Chekhov(1995); Intimate Chronicles (1996); The Swallow Diver (1997); The Redbird Hexagon (1999); Faint Harps and Silver Voices:Selected Translations (2000); Twenty Tropes for Doctor Dark(2000); The Word Pavilion and Selected Poems(2001); Of the Mortal Fire. Poems 1999-2002(2003); The Anti-Basilisk (2005); y los Collected Poems (2008) que reúnen el conjunto de su obra hasta la fecha.
El Mundo Lo Primero
Vacío, el vacío en ti
llénalo, llénalo con, no sé,
algo, no con juguetes, no con
mitologías, llénalo
con algo, no, no puedes, con pueblos
sólidos, o mares, corchos de botella, deseo,
imperceptibles clavos torcidos, casi lo que sea,
furia de enemigos, lo que enganche
llena el vacío por miedo
llénalo para no acabar nunca
llena el vacío o arrancará cabezas,
las cabezas que amas, vigílalas, desagüe abajo
van flotando como tuyas, las cabezas
entre aullidos y tumbos, arrancadas, no hay mucho
no hay mucho a lo que aferrarse
llena el vacío, enfréntalo, pena cruda
ahora y de veras te rodea el rostro,
llénalo con eso, si puedes, el mundo lo primero
y no te instales en él, laborioso, tan sólo
un hueco informe, cógelo, si puedes,
el rumbo disperso, no puedes anularlo
pero ajusta las cuentas, antes que imaginar
otros mundos, que giran con otro sentir, llénalo,
llénalo con ellos, no puedes, sin dejar rastro,
sin mapa, impenetrable, específico, no
puedes, pero hazles bailarlo, diferente,
muscular y exacto, repítelo una y otra vez
tan sólo para ti, si puedes ahora, el vacío,
descúbrelo dentro, siempre ahí,
el gran vacío absorbente que sigues
rellenando con ciudades, los pájaros, un río,
tejados de viejas tejas rojas y húmedas de amanecer,
no puedes, siempre está ahí, control
impermanente en el medido vuelo de palabras
y con tus animales interiores refréscalo,
en la luz primera se encaran uno con otro, libres
no hechizados, no,
por la mirada de algún remoto Sostenedor,
cuando para ellos inventas una profunda y abierta morada
si puedes, y un aire secreto, pues ahí estableces,
bajo los relojes y las bocas, bajo los tambores
no un cimiento impecable, un vacío
no como éste, una inversión, sino un hacerse
sagrado campo de manzanos
si la muerte misma no es más extraña o definitiva.
De Carminalenia (1980)
http://indolenciasdejavier.blogspot.com/2009/07/
christopher-middleton.html
EDWARD LEAR EN FEBRERO (*)
Desde el último setiembre trato de describir
dos colinas de cuarzo y una montaña ocre
—a la luz de una vela— más atrás.
Pero una lagartija vomitó entre la tinta,
un gato se la pasa arañándome —si usted viera mi rostro
y yo ando muy absorto como para esquivarlo.
Un viejo, de reojo, bajo la luz del sol
(está metiendo almendras en su bolsa)
más acá de los cerros.
Pero todo este tiempo me dan vueltas
estos murciélagos que caen como fetos sobre el sucio papel.
Alguien, alguna vez, afuera comenzó a tocar un gong.
Y eso me gustaba y me servía; pero en medio segundo
los vecinos lloviéronle pantuflas y otras cosas,
viejos horarios de tren, retazos de carbón.
Me he descoyuntado en este sótano. Socorro. Y sólo me he calmado
yendo y viniendo sobre mi propia sombra,
gozando con el peso de su larga caída.
Y esa lagartija tiene cara de náuseas otra vez. Los buhos
han construido un apestoso nido sobre el Siglo Dieciocho.
Tanta cosa por dos colinas de cuarzo,
una montaña ocre, un viejo
embutiendo todas esas almendras en su bolsa.
(*) E. Lear, si no fue el inventor, fue quien más cultivó las rimas del «Despropósito» (Book of nonsense) —género precursor del surrealismo (1812.1888).
(Traducción de Antonio Cisneros)
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