lunes, 22 de septiembre de 2014

MANUEL ABREU ADORNO [13.397]



Manuel Abreu Adorno

(1955-1984)
Manuel José Abreu Adorno nació el 21 de abril de 1955 en San Juan, Puerto Rico, hijo de Manuel Abreu y Nilda Adorno. Su madre contrajo nupcias posteriormente con el licenciado Juan José Martínez Rodríguez, quien es el actual custodio de la obra del escritor. Durante su adolescencia, residió en Park Boulevard, en Santurce. Manuel formalizó sus estudios en el Colegio San Ignacio de Loyola en San Juan, donde fue presidente de su clase graduanda de 1973 y Salutatorian en la ceremonia de graduación. Su educación en San Ignacio de Loyola sirvió como inspiración para escribir su última obra, Elegía a Eleanor Rigby, un memoir de sus años en la High.

Ingresó a la facultad de Humanidades en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP), en el 1973.  Una vez en la Universidad, Abreu Adorno cultivó la poesía y la narrativa, según señaló el periodista Pedro Zervigón para El Nuevo Día en 1992. En el transcurso de su educación universitaria, absorbió la cultura riopedrense, que serviría también como tema recurrente en su obra. Ya terminada su preparación en la UPR-RP con altos honores en 1977, emprendió su exilio voluntario de siete años, el cual describió para el semanario Claridad en el 1980 como “el peregrinaje de todo escritor latinoamericano”, aventura que duraría en su trayectoria como escritor. Comenzó en la Universidad Central de Barcelona, donde cursó un año, para luego trasladarse a la Universidad de París. Es en Francia que Manuel despega su carrera como literato, con la publicación su primera obra, Llegaron los hippies y otros cuentos.

Publicado por Ediciones Huracán en 1978, Llegaron los hippies cuenta la llegada impromptu de hippies a Vega Baja, con LSD y cánticos de peace and love; relata el (des)encuentro sexual entre una prostituta puertorriqueña y un agente federal e intuye La verdad sobre Farah Fawcett Majors, posmoderno en su concepción. Llegaron los hippies delinea el emergente estilo narrativo de Manuel, quien acababa de dar el salto de la poesía a la narrativa. Su colección de poemas, Sonido de lo innombrable, publicado en 1992 por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, fue escrito entre 1978 y 1984. El poemario, organizado cronológicamente, desvela los pensamientos más ordinarios, frecuentes y  recónditos del autor, que con su poética ingeniosa, concisa y desenfadada, logra seducir hasta al lector más apático a la poesía. Son los poemas anteriores a Sonido de lo innombrable los más extraordinarios: retratan el humor del autor en la época y la desnudez en la cual se escribieron, sin ninguna pretensión erudita.  Durante una entrevista para Claridad en el 1980, Manuel explica su evolución estilística: “Yo comencé como poeta y lo primero que publiqué fueron poemas pero ahora estoy dedicado a la novela…El trabajo del narrador, del novelista, es bien excluyente, bien absorbente. Requiere un temperamento muy particular que yo creo que es distinto al del poeta que escribe cuando le llegan las imágenes, cuando le llegan los ritmos. El trabajo del novelista requiere una dedicación diaria”. Manuel apostó con finalidad: “Al poeta le llega el poema”.

Revolution

Aunque la obra de Abreu Adorno no es catalogada con género particular, ha sido señalado como uno de los precursores anónimos del McOndo, la nueva narrativa latinoamericana que sitúa como contrapunto el realismo mágico, icónico del Macondo de Gabriel García Márquez. El manifiesto del movimiento es sintetizado en el prólogo de McOndo, del escritor chileno Alberto Fuguet: “Nuestro McOndo es tan latinoamericano y mágico (exótico) como el Macondo real (que, a todo esto, no es real sino virtual). Nuestro país McOndo es más grande, sobrepoblado y lleno de contaminación, con autopistas, metro, tv-cable y barriadas. En McOndo hay McDonald´s, computadores Mac y condominios, amén de hoteles cinco estrellas construidos con dinero lavado y malls gigantescos”.

El estilo de Manuel se traduce como arte pop literario. Su influencia de todo lo popular, lo masmediático, es evidente; es esa su aspiración e inspiración. Sus historias fluctúan entre las luces neón de los letreros de comida rápida y billboards, viajes psicodélicos,  relatos sin contar de egresados de escuelas católicas, estruendos del sitar hindú de los Beatles en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club, el spanglish como lengua oficial, la fascinación con Hollywood, el deporte nacional, la bayoya boricua, el hit parade, las telenovelas y los radio dramas, las películas de James Bond…en fin, la realidad y cotidianidad de la juventud puertorriqueña de los 70 –y coincidentemente la actual– sin refinar.

Manuel fue presidente de su clase graduanda en el Colegio San Ignacio de Loyola en San Juan.

Yesterday

No todas las suecas son rubias, escrita en 1980 y publicada en el 1991, narra la relación amorosa entre Alberto, un aficionado escritor puertorriqueño radicado en París y Christina, una joven estudiante sueca. Abreu Adorno articula la trama en juegos de estereotipos, entrelazados por  choques culturales, el taboo, la identidad y manifestación sexual, el ocio y los excesos, la literatura, los cafés y el cliché de lo latinoamericano, la embriagante cuidad parisina fungiendo como su escenario. Yurkievich comenta en el prólogo de la obra: “No todas las suecas son rubias posee el poder, efectivo en cada lectura de devolverme a Manuel Abreu, casi por entero… Línea a línea, como ocurre con los escritos de amigos muy próximos, vuelvo a escuchar su voz grave, su acento discretamente caribeño, percibo su tono, pulso su ritmo elocutivo…”

Francia fue inspiración y oportunidad para Manuel. Allí conoció al escritor Julio Cortázar, a quien responsabiliza por su amor a la literatura. Revive los encuentros en una pieza para la Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña; un in memoriam a raíz de la muerte del escritor argentino en 1984. “A Cortázar le debo esa noción de literatura como objeto placentero, como lúdica representación verbal, de una frescura infantil permanente…” Sus “encuentros y desencuentros” con Cortázar desembocaron en una amistad, basada en la admiración mutua.

Help!

En 1984, el autor volvió a la Isla en la búsqueda de una casa editorial que adoptara su primera novela, Elegía a Eleanor Rigby, titulada en alusión a la canción popularizada por los Beatles. Manuel indicó en su texto sobre Cortázar que tuvo problemas en conseguir alguien interesado en publicar la Elegía. No fue hasta después de su fallecimiento que salieron a la luz No todas las suecas son rubias y Sonido de lo innombrable, pero su obra cumbre, “completamente autobiográfica e injustamente inédita” como afirma Yurkievich, no ha corrido la misma suerte.

“No había leído su obra antes de conocerlo…él llegó a nuestras oficinas para conversar sobre su novela, Elegía a Eleanor Rigby”, recordó la periodista y ex profesora de Humanidades Eneid-Routte Gómez, haciendo referencia de la visita de Manuel a las oficinas del periódico San Juan Star, donde trabajaba en los 80. Manuel, ataviado completamente de negro, con excepción de una chaqueta marrón, entró al edificio del periódico, donde fue entrevistado por Routte-Gómez. “Lo más que recuerdo es su voz grave y sus ojos oscuros…tenía una mirada muy particular, penetrante”.  Routte-Gómez precisó que luego de la muerte del autor, su padrastro acudió a las oficinas del periódico, en aras de agradecerles por la realización de la entrevista.

Carmen Santos, de la División de Publicaciones y Grabaciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña, explicó que la Elegía estaba en planes de ser publicada hace cinco años, pero los trámites finalizaron cuando el padrastro de Manuel se llevó el manuscrito final para buscar otras opiniones de editores y nunca regresó. En una nota al calce en la reseña sobre Abreu Adorno en La Revista del periódico El Nuevo Día en el 2006, Martínez Rodríguez dijo que existen tres versiones de la Elegía, la última influenciada por la muerte de John Lennon, y la que cual el autor consideró ser la apropiada para publicación.

Hello, Goodbye

Ocho meses después del fallecimiento de Julio Cortázar, Manuel le siguió, el 29 de octubre de 1984. Dejó en el anonimato de sus cafés y plazas parisinas la promesa de la nueva narrativa puertorriqueña. ¿Cómo hubiesen evolucionado sus historias de poder haber visto la era del Internet, la generación MTV, los carros híbridos, el New Wave, los libros de autoayuda, el grunge, los blogs, la telefonía móvil, los proyectos como solistas de Paul McCartney y Ringo Starr, la nueva realidad de la guerra, el reggaetón…?

Queda inconcluso su sueño mayor: ver publicada la Elegía. Yurkievich apalabra en su in memoriam: “Pido a Puerto Rico que acoja sus restos como reintegro del hijo pródigo, que se reconozca en su obra y que la difunda”.



Manuel Abreu Adorno no tiene página de Wikipedia. En estos tiempos, esa es suficiente evidencia de que con Abreu Adorno se ha cometido una injusticia. Un escritor del que Roberto Ampuero dijo que se había anticipado quince años al McOndismo, esa bandera literaria que intentó renovar-renunciar al realismo mágico. Un escritor que según Saúl Yurkievich fue celebrado por Cortázar.

Manuel Abreu Adorno nació en Puerto Rico en 1955 y murió en París en 1984. Su libro de cuentos, Llegaron los hippies, fue publicado en 1978 y hoy por hoy es considerado una auténtica joya de la literatura puertorriqueña y latinoamericana. Sin embargo, ni el éxito ni el reconocimiento literario acompañaron por mucho tiempo a Abreu Adorno. Los cánones editoriales al parecer no favorecieron al escritor, pues su novela Elegía para Eleanor Rigby fue descartada por Seix Barral por no haber querido apostar por una novela voluminosa de un escritor nuevo. Mientras, su otra novela, No todas las suecas son rubias fue publicada póstumamente, al igual que su poemario Sonido de lo Innombrable. En uno de sus poemas, Abreu Adorno escribe:

Si te dijera que
La Revolución llega
esta noche en un vuelo
Pan American 747 a las 11:43
y sin escala
¿me creerías?

En la pluma de Abreu Adorno hay un pulso pop que llena de vigencia y actualidad todo lo que escribió, lo cual vuelve más inexplicable e inexcusable el olvido del que ha sido objeto desde que se marchó a estudiar a París, donde murió de un ataque cardíaco sentado en un banco una noche de mucho frío, llevándose una obra única, original e importante.




SOLEDAD

No me molesta
la soledad

(siempre y cuando
tenga sabor a sexo).





MI NIÑEZ

De niño solía bañarme desnudo
en los charcos de agua.

Me gustaba.

Ahora cuando llueve
me acerco a mi ventana
y veo a los niños
esquivando       los     charcos   de      agua.





EL NAUFRAGIO

Sentirse el único sobreviviente
del naufragio del barco:
Década del sesenta

O
como las arrugas nacientes
en el rostro de Mick Jagger

O
como un afiche del Che
abandonado en un closet.





MI POESÍA NO ES EL RESULTADO

Mi poesía no es el resultado
de experiencias místicas.

Yo no creo en esencias
ni en revelaciones metafísicas.

Mis poemas no tienen mensaje.
Son antiarrugas y anticanas.

Son lo irrefutable:
la risa y el llanto.

Al carajo los poetas en pedestales
A tumbarlos de sus tronos a escobazos.

Es horriblemente simple:
Altazor no fuma marihuana.




A B.K.

Es recurrente
esa música de Barbieri.

Otra vez 
esa carcajada luctuosa.

NO ESCUCHES

TAPATE LOS OIDOS

Tu no eres Marie Schneider
       y
Yo no soy Marlon Brando. 





CREDULIDAD

Si te dijera que fui
al parque solo...

Pero, a qué mentir.

No hay parque ni
soledad en esta ciudad
donde todo cae como subiendo
donde todo sube para abajo
donde todo sale entrando.

Si te dijera que 
La Revolución llega
esta noche en un vuelo
Pan American 747 a las 11:43
y sin escala
              ¿me creerías?



A Manuel Abreu Adorno se le apagó la vida, pero quedan sus letras

Por  Diálogo Digital

En París, hace exactamente 25 años, fue hallado sentado y sin vida un joven de nombre Manuel Abreu Adorno, (1955-1984). Un escritor joven. Un cerebro de artes que en su ínsula, Puerto Rico, pocos conocen.

Fue en París. Específicamente en un banco en París donde, hace exactamente 25 años, fue hallado sentado y sin vida un joven de nombre Manuel Abreu Adorno, (1955-1984). Las causas de su muerte son aún germen de debate. Se sabe, por su maestro José Emilio González, que era un joven triste, bastante problemático, medio enfermizo. Estos y otros rasgos habitan en la obra de este prematuro escritor. Escribió una novela: No todas las suecas son rubias, un libro de cuentos: Llegaron los hippies, y un poemario: Sonido de lo innombrable, a este último, según su autor, le faltaba mucho por cernir y discernir. Existen también manuscritos que no se han publicado, ¡vaya a saber dónde estarán! Lo cierto es que a Manuel Abreu no se le ha hecho justicia puesto que su obra está impresa escasamente. Las editoriales locales, así como las instituciones gubernamentales han hecho lo propio para que, como a muchos otros escritores puertorriqueños, no se le conozca. Siempre o casi siempre motivados por razones extra literarias. Su prematura muerte apagó una carrera preñada de futuro que captó la atención de un pequeño, pero suficiente grupo de escritores y críticos, en los que se encontraban nada más y nada menos que los argentinos Saúl Yurkievich y Julio Cortázar. Como única biografía tenemos su obra, una obra que iba cuajando poco a poco. En No todas las suecas son rubias, vemos a un Abreu Adorno desenfadado. El personaje principal, casi un alter ego de su autor, narra la historia de un puertorriqueño radicado en París que se enamora perdidamente de una sueca. La soledad, el multiculturalismo, el exilio, las ausencias, la cultura pop y la asunción de una vida errante, son algunos de los elementos que Manuel utilizó como asidero para crear esta entrañable historia que es, en definitiva, la historia de un amor imperfecto, contaminado de antemano por el fracaso. En el prólogo de la obra escribe Yurkievich: […]Manuel pertenecía plenamente, o sea con gusto y conciencia, a la generación pluricultural y políglota[…]que reivindican nuestra América sin lastres nativistas, asumiendo la circunstancia histórica, aceptando el condicionamiento real de sus países sin renuncias a la utopía liberadora, tratando de reconvertir la mixtura, la hibridez y la dependencia positiva en efectividad literaria, en catapulta de lanzamiento artístico. Según el chileno Roberto Ampuero, Abreu Adorno se adelantó por quince años a la generación de "McOndo". Dicha generación nace en la década de los noventa y trata de separarse por una vez y por todas de la incesante exaltación del continente americano que se dio en el realismo mágico, particularmente en la generación del "Boom". Buscan una literatura nacida de experiencias individuales, asumiendo las diferencias, sin que necesariamente se haga eco de un sector mayoritario de la sociedad. Manuel nos dejó a los 29 años. Le faltó vida para sorprendernos aún más. Es preciso difundir su obra en foros más amplios, discutirla, valorarla. Hoy, lo celebramos del único modo posible de celebrarlo: leyéndolo.







2 comentarios:

  1. Saludos, a mí también me gusta mucho la obra de Manuel Abreu Adorno. Solo te escribo para que revises ciertas fechas. "No todas las suecas son rubias" fue publicada en 1991, no en 1992. Además, "Elegía para Eleanor Rigby" es su primera novela, no la última. Esa información la puedes corroborar en el prólogo que escribe Saúl Yurkiévich en "No todas las suecas son rubias".

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  2. mil gracias por las correcciones

    un fuerte abrazo

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