Domingo Miliani
Nació en Boconó, estado Mérida, Venezuela, en 1934 y falleció en Caracas en el 2002. Ensayista, crítico, narrador y profesor universitario. Egresó del Instituto Pedagógico de Caracas como profesor de Castellano, Literatura y Latín en 1956 y obtuvo el doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1966. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores. Se desempeñó como profesor en la Universidad de Los Andes, en el Instituto Pedagógico de Caracas, en la Universidad Católica Andrés Bello y en la Universidad Simón Bolívar. Fue docente invitado de la Universidad de Pittsburgh, de la Universidad Nacional Autónoma de México, de la Universidad de Campinhas (Brasil), de la Universidad de Salamanca y de la Universidad Complutense de Madrid, entre otras. Fundador y primer director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (1974), y responsable de la creación de los talleres literarios de esta misma institución. Se encargó, además de la Dirección de Estudios e Investigaciones de la Biblioteca Nacional.
Entre 1991 y 1994 fue presidente de la Fundación Museo de Ciencias. En el 2002 fue embajador de Venezuela en Chile. Orientó su oficio de investigador hacia el estudio de la literatura venezolana e hispanoamericana. Entre sus obras críticas están, entre otras: Una constante en la poesía de Andrés Eloy Blanco (1961); Fermín Toro ; (1963); Uslar Pietri, renovador del cuento venezolano contemporáneo (1969); La realidad mexicana en su novela de hoy (1969); Vida intelectual de Venezuela (1971); Prueba de fuego. Narrativa venezolana (1973); Tríptico venezolano (1985); Mario Briceño Iragorry (1989); País de lotófagos (1992). Como narrador se dedicó al fomento del cuento. Entre sus libros de relatos está Recuentos, que se publicó en 1969.
PIEDRA DE GUERRA
San Nicolás estacionó el trineo
frente a una pirámide
invertida
impulsado por tres renos
y sesenta bombillos de cien vatios
dentro de la pirámide
pudo estar una momia de Mertseger,
amiga del silencio
tú y yo pudimos en un acto
de suprema irreverencia
haber tomado un té o una cerveza
en la fuente de soda
que los gringos montaron
en memoria de Tutankamon.
San Nicolás incauto
no imagina
que poeta
escribe salmos un arma mortífera
para matar gigantes o viejos con el alma
contaminada por la la luz eléctrica.
Fui a mi casa, registré la Biblia
tuve un problema con mi amigo poeta
decomisé la china en venganza del gigante
malherido
regresé a la autopista
le disparé a San Nicolás
fue suficiente una sola piedra
blanca, de río, o de mar, pequeña.
Cayó rendido sobre la pirámide,
sobre la piel de mi mano
recorté tu silueta,
la pegué en el trineo
volví a encender las luces
y me fugué contigo a medianoche
en un crucero por la estrella más próxima
a perseguir luciérnagas.
18.12.78
PETROGLIFO
Tatuaron en piedra los mandatos
todos negaban
nunca te dijeron puedes
has
realiza
vivir era transgredir
alguna letra
código inviolable
pensar me gustaría
está penado
te aherrojaron el alma
te arrojaron
te pusieron el debes hacer
sin hacer lo que quieras
deshacer lo que puedas
estaba permitido
decretaron la muerte de los campos
castraron las vertientes de los ríos
no bebas
no digas no beberé
NO
pienses
NO
discutas
NO
transites
NO
te hastíes
resígnate
aturdido sonámbulo
no sabes
por qué
construyen edificios
donde habitan
cohabitan
los hastíos.
6-4-80
RUPESTRE
"Cuatro piedras
lentas
casi mentales
son el límite entre el mar y la tierra"
(Leopoldo Castilla."Paisaje marino")
La mano
anónima
disparó el primer grito
en el comienzo de la piedra
altamirando
un abismo escorpión
empozoñando el sueño
escuchó la condena
"piedra eres
edad de piedra
fuiste
y en piedra
te convertiremos
lapidando paz.
17.3.83
Tomado de Cantos rodados, Domingo Miliani, Ediciones Mucuglifo, CENAL, Mérida, Venezuela, 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario