Aquileo Echeverría
(San José, COSTA RICA 1866 - Barcelona, 1909) Poeta costarricense. Fue amigo de Rubén Darío; por ello, aunque su obra cabe situarla principalmente dentro del costumbrismo campesino, tiene clara influencia del Modernismo. Son obra suya los poemarios Romances (1903) y Concherías (1905), en el que emplea el lenguaje de los "conchos" o campesinos de Costa Rica. También escribió cuentos.
En el tránsito del siglo XIX al siglo XX se dio en la literatura costarricense un nuevo marco de relaciones sociales dominadas por la cultura escrita, acorde con el crecimiento y modernización de las ciudades. Esto contribuyó a que en la narrativa, la poesía y el teatro se consolidase una tendencia a la búsqueda de la identidad nacional. La narrativa empezó a aparecer en periódicos y revistas en forma de cuadros de costumbres y crónicas; el costumbrismo literario costarricense tuvo en Aquileo Echeverría una de sus más destacadas figuras.
Nacido en San José el 22 de mayo de 1866, viajó por la América hispana en su juventud, y conoció antes de los veinte años al poeta nicaragüense Rubén Darío; la huella del futuro iniciador de Modernismo es perceptible en su obra. Vivió luego en sus fincas, pero una enfermedad lo obligó a partir a Europa en busca de curación, y falleció prematuramente en España.
En 1903 había publicado su primer libro, Romances, y en 1905 apareció su poemario Concherías, donde se describe la vida del campesino, destacándose, entre otros, los poemas "Mercando leña", "El curandero" y "Trato frustrado"; en los textos de este libro, a menudo breves apuntes narrativos y retratos de figuras típicas del campo, destaca el uso del lenguaje popular de los "conchos", los campesinos de su tierra. Aquileo Echeverría fue además editor del diario Patria y, entre 1887 y 1906, publicó artículos y cuentos. Otras obras suyas que se acercan al modernismo son Acuarelas (1891), Marta (1892), El corsé de la Cenicienta (1892) y Frufrú (1894).
El Poeta de Costa Rica
Por Rubén Darío:
Costa Rica tiene el espíritu más ordenado y pacífico de las cinco repúblicas de América Central: Costa Rica tiene sangre gallega; Costa Rica tiene un notable diplomático en Europa que se llama el Marqués de Peralda; Costa Rica tiene el mejor teatro de aquellas regiones; Costa Rica tiene la Corte Suprema deJusticia Centroamericana en la ciudad de Cartago, y un edificio que le regala Carnegie; Costa Rica tiene un tranquilo pueblo de agricultores; y Costa Rica tiene un poeta, es verdad, otros poetas , pero SU poeta, el poeta nacional, el poeta familiar se llama Aquileo J. Echeverría.
Este poeta ha sido empleado público, militar, diplomático, periodista. Yo le he conocido hace ya muchos años, cuando era ayudante del Presidente Cárdenas, de Nicaragua. En Washington, donde perteneció a la legación de su país, fue intimo amigo de un distinguido argentino, el señor Atwel. Ha gustado de la vida social y no ha andado muchas veces lejos de la vida del país de Bohemia.
Su indestructible pasión fueron las amables musas. Después de errar en varias repúblicas centroamericanas, retornó a su país y de casó y, como en los cuentos, tuvo muchos hijos. Su carácter, siempre jovial, siempre alegre, se opuso a los persistente golpes de mala suerte. Sus dones intelectuales se fueron aquilatando con los años, pero el hada Carabosse que, como es costumbre, había aparecido ante su cuna en los instantes en que otras hadas le dotaban con muchas cosas buenas, le hizo el poco grato obsequio de la mala salud. Y de ahí por qué, cuando escribio estas líneas, se encuentra el Poeta de Costa Rica en un sanatorio de Barcelona. Ha venido a Europa, por una disposición especial del Congreso de su país, en el cual, como sucede siempre en esos casos, se hace saber oficialmente y sin eufemismos, que es poeta y que es pobre. Desde su lecho de enfermo, prepara en la Ciudad Condal una nueva edición de sus versos el sentimental e ingenioso autor de Concherías.
Que significa la palabra conchería? El distinguido escritor costarriqueño señor Brenes Mesén nos lo explicará "Aunque la palabra "Conchería" es bien inteligible para los nacionales, no estará demás indicar que en Costa Rica, de unos ocho años para acá, se llama "concho" al campesino, al aldeano. Por lo tanto, una conchería es una acción, o una expresión propia de un campesino."
Habla el poeta la lengua de los hombres rurales de su país. Una ráfaga de aire que acarició las melenas de Martín Fierro o de Santos Vega ha pasado por allá. El canto brota del terruño como las flores y los frutos autóctonos. Demás decir que no ha tenido nada que ver con las princesas propias o ajenas; no ha contribuido a hacer odioso el alejandrino, no ha demostrado ningún rastacuerismo lírico ni se cree un pistonudo genio. Tiene -ah, tener todavía, Dios mío!- tiene un corazón. Un corazón armonioso, sensible y lleno de alegría y de ternura. Ha sufrido las terriblezas de la escasez y está padeciendo las amarguras de la emfermadad y sin embargo no hay en él un solo instante de pesimismo, y como buen pájaro natural dice su decir rítmico celebrando las cosas lindas de la vida y despertando la sonrrisa en los labios de los que escuchan su música risueña.
En pocas palabras sintetiza su valer uno de sus amigos, Antonio Zambrana: "No padeciendo o afectado enfermedades forasteras, no enclenque y canija, no vistiendo trapos de París manchados de vino, sino fresco y coloradota, la musa de Aquileo nació en Cot, o en Barba, sobre eso puede haber disputa, y es muchacha alegre, si ligera de lengua, de muchas libras de peso. Aqui tienes, amigo lector, algo no de la raza, algo genuino, espontáneo y sin careta; hombre que a otros no les empresta la lira, contentándose a veces, para su música, con una flauta de caña hueca; pero hecha por él del material de nuestros bosques.
Imaginación traviesa, pero que sabe ponerse seria sin conviene; ingenio peregrino, verba sonora y abundante, hay uvas de lo mejor de Andalucia y naranjas de aqui con semilla de Valencia, en el plato que te presento; regala tu paladar y sé agradecido." Si, puro, espontáneo; ciertamente, conténtase a veces para su música con una flauta de caña hueca hecha por él del material de nuestros bosques. Pan hacía lo mismo, diría él. Su verso es bien modulado, y aunque diga cosas de la patria nativa, demuestra su descendencia clásica, la fuente original de donde ha fluido el admirable y bien sonante romancero castellano.
Echeverría habla bien su lengua patriota. Para Rafael Obligado sería el numen de Aquileo. Y yo aprovecho la ocasión para decir cuánto me encantan los poetas que como árbol de su floresta dan la flor propia. Mi vida errante explicaría mi cosmopolitismo de antaño, y mi exotismo el ansia de lo deseado. Otro escritor, compatriota de Echeverría, dice: "Quien conozca nuestro pueblo y su lenguaje expresivo y sencillo; quien haya vivido nuestra vida y fortalecido el cuerpo enfermo con las emanacines suaves de esta tierra, quien haya puesto su alma en contacto con esta naturaleza soberbiamente prolífica, tranquila y bella, no dejara de leer con amor los versos de este libro, porque de todos ellos se desprende el valor fortificante de nuestro suelo." Así ha sucedido, pues ningún otro poeta en Costa Rica tiene como él ni tantos lectores, ni tantos afectos conquistados.Yo conozco la tierra de Echeverría. Los campos son fecundos y risueños. Si en las costas quema la furia solar del trópicos, en el interior el clima es fresco y la vida apacible. Los campesinos tienen casi todos tipos europeos. En los montes y campañas podréis hallar incultas bellezas, de hermosos rostros. Si he visto en San José, la capital, damas incomparables y mozas de la cofradía del diablo que en París hubieran sido una de ellas. Otros, puede admirar en mis excurciones, mujeres e hijas de agricultores y carreteros, el rosado pie descalzo y la cabellera al aire, y para galantear a las cuales habría yo solicitado de mi amigo Aquileo algunas de sus gratas concherías.
Fijaos en la primera parte de su libro.
Desde luego, no estamos aún escuchando la parte de los conchos. Ese romance revela su origen castizo y suena a España. Lo propio que cuando dice sentires de hogar y casa paterna, o cuando planta un tipo netamente popular costarriqueño al modo con que los maestros españoles nos han dejado la figura de los jaques andaluces o de los chulos madrileños. Qué deciros si hasta de pronto aparece el recuerdo del sencillo helenismo de aquel honesto don Juan Meléndez Valdéz?
Es clori, la esposa- del Céfiro amante...
Ni las anacreónticas ni los romancillos son del poeta que he querido hoy celebrar, sino las gallardas, las nativas, las valerosas concherías, en las que se encuentran, según las palabras del ya citado señor Brenes Mezén, "Aliento frescos de los montes, respiración sana de ternezas al levantarse la aurora, risas del campo cortando la tranquilidad de horas..." Los usos y costumbres del buen pueblo de Costa Rica, sus preocupaciones y sus supertisiones, algunas heredadas de los tiempos coloniales, sus maneras de divertirse, de pelear, sus duelos y sus negocios, todo dicho con sus provincialismo, con sus giros antigramaticales pero semejantes a los de algunas regiones de España, todo ello se encuentra en los versos de Echeverría.
El señor Brenes Mesén considera eso de importancia para los filólogos extranjeros. "No se da bien disecado en un diccionario, sino viviente, tibio, como si se tomase de los labios mismos del pueblo. La trascripción se ajusta, tanto como es posible para no chocar demasiado con los hábitos existentes, a la verdadera pronunciación popular. Allí está justamente la importancia. Las palabras que los gramáticos han condenado como impropias, son con frecuencia arcaísmo, y en todo caso se nos ofrece la oportunidad de ver que las leyes fonéticas que presindieron a la formación de la lengua castellana, siguen ejercitando su influencia a través de la distancia y los siglos. Si desde época anteclásica vemos que la (r) final de los infinitivos se asimila a la (l) delante de los sufijos, y así lo observamos en concherías, necesario será concluir que la vida de nuestra lengua posee una pujansa extraordinaria, y que allí donde se encuentra la libertad de hacerlos, se desarrolla tan fuerte como en los primeros años de su aparición en la península Iberica. Entre vocales la sincopa de la (d) fue ley constante, y así subsiste en nuestro lenguaje popular, que la suprime indefectiblemente en los participios de la primera conjugación. La elisión de la (o) y de la (e) delante de palabras que principian por vocal, tambien las observaron los castellanos, y es ley dominante en la lengua tica y americana en general." Ticos se llaman en centroamérica a los habitantes de Costa Rica. Desde luego, demás está decir que para comprender algunas de las poesías de Echeverría se nesecita un vocabulario especial como sucede en los casos semejantes, así un soneto de Pascarella, un poema de Jeban Rictus, una página de Bill Nay o Fray Mocho.
Leed los romances campesinos o criollos.
Decidme si en lo que comprendéis de esta relación y de sus diálogos, al lado de algo baturro, gallego o andaluz, no recibís la taimadez y la picardía gauchescas, que el argentino Alvarez y otros han hecho perdurar aún después de la casi desaparición del gaucho. Hay otras poesías de Aquileo Echeverría en que eso se demuestra más claramente, y ello podrá comprobarlo quien lea su ameno libro.
Yo debo declarar que si en sus poesías de sentimiento me conmueve tanto el murciano Vicente Medina -a quien tan admirablemente ha seguido una poetisa también de Costa Rica, cuyo nombre no recuerdo en estos momentos-, en los cuentos y discripciones criollas, aun en las que casi se dirían trabajos de folklorista, me perfuma y melifica el humor, me brinda el impregnable regalo de la risa, de la honradez literaria.
Y queda agradecido el paladar después de saborear la miel aromada de los frutos de la tierra.
Incluímos sus famosas concherías
MERCANDO LEÑA
-¡ Hola, ñor José María!
Traiga la leña pa verla.
Cuánto cobra?
-Cinco pesos.
-¡Ave María gracia plena!
¡Los tres dulcísimos nombres!
-Deje la jesuseadera;
yo pido lo que quiero
y usté ofrece lo que ofrezca,
que usté manija su plata
y yo manijo mi leña,
y no hemos de disgustalos
por cuestiones de pesetas.
Eso sí, quiero decile
que repare en la carreta,
y que espí si está cargada
con consencia o sin consencia.
Si le cabe un palo más
me lo raja en la cabeza.
Yo soy un hombre legal,
feo desilo; pero vea,
a yo naide me' asariao
hasta l'ora por mi leña.
Esta es quisarrá amariyo,
laurel y madera negra:
de jierro pa' consumise,
y pa prendese de yesca.
Con una leñita asina
se lucen las cocineras.
-Sí, pero está muy menuda;
tres pesos le doy por ella.
-Por cuatro se la vaseo.
-Si quiere los tres, vaséla.
-Se la pongo en tres con seis,
nada más que pa que vea
que yo, si quiero tratar.
-No mejoro la propuesta.
Acuérdese qu'és verano
y que anda dunda la leña.
Sabe en cuánto compró dos
carretadas ña Manuela,
la mujer que vive ayí
'onde está echada la perra?
¡En cinco pesos!
-Caramba!,
de fijo que era de cerca.
Tal vez jocote o güitite?
-¡Qué va pa güitite!...Buena:
juaquiñiquil y targuá...
-Puede ser que asina sea.
Mas volviendo a nuestro trato
se la largo en tres cuarenta.
-Los tres pesos que le dije.
-Arrimeles la peseta
y tratamos.
-Ni un centavo.
-Dónde le boto la leña?
-¡Abrite el portón, Jacinta!
-¡Está con yave, ña Chepa!
-Aspérese, voy'abrile.
-¡Gui! Güey viejo sinverguenza!
¡Confisgao tan pachorrudo!
Gui, gui. Jesa, jesa, jesa!
-Entrela en brasaos pequeños
pa librar la chayotera.
Coja por este saguán
y d'iay cruza a la derecha,
y en el rincón de l'esquina
me l'acomoda en estebas
de modo que deje paso
al común.
-Sí,? De deveras?
Con que quiere de remache
que le meta yo la leña
y que d'iay se la acomode,
y que ha de ser de manera
que dé paso a la letrina?
Dígame, señora Chepa:
no le gusta más pelada
y olorosa a yerbagüena,
y con lasos en las puntas,
y aspergiada de canela,
y que además le regale
como a modo de una feria,
el chonete, los güeysiyos,
los calsones, la carreta,
y este chuso, y esta faja,
y'a la sonta de mi agüela?
-¡Qué hombresillo tan malcriao!
¡Cargue pronto con su leña!...
-¡No! ¡Si la voy a dejar
pa que la queme de muestra!...
¡Que me alse el patas el día
que güelga a tratar con viejas!
La firmita
En la propaganda politica
-Mirá, por vida tuyita,
no fregués, que no he de dala,
así me la pida el Rey
o el mismisísimo Papa.
-Pero, hombre, reflesioná;
no sos hijo de esta patria?
'Onde demonios nasiste?
'Onde nasieron tus tatas?
-¡Aquí!...Tambien mis agüelos
y sus padres y sus mamas,
y las mamas y los padres
de sus tatararatátas;
y hasta Adán, si vos queres,
pero no la doy, ¡carasta!
-Vos sos hombre, Masimino?
o decí lo que te falta.
No echamos todos la firma?
¡Por qué no habis vos de echála!
-Porque no quiero, entendés?,
porque no me da la gana.
Vos bien sabés que a los perros
una sola ves los capan.
En tiempos de don Rafel
llegaron dos palanganas,
me trujeron unas hojas
y me dieron unas cartas
de fulano y perengano,
de sutanejo y sutana.
"Usté que es hombre patriota,
usté que es persona franca,
usté que todos lo quieren,
usté que todos lo alaban,
usté que tal y tal cosa,
usté que tántas y tántas,
y que sido mayordomo
y tesorero de la fábrica,
y alcalde un chorro de veces
y Juez de Paz de Pacaca..."
y seguían catorce eséteras,
hasta llamame palanca.
Pos sabés tras qué vinieron
con su puño de alabancias?...
¡Adiviná si sos hombre!
No era tras yo, tras la casa
pa' clu. Qué salí ganando?...
Como mil pesos en plata,
un chorro de vidrios menos,
como tres mesas quebradas;
y a ocho bancas que presté;
nu'he vuelto a veles la cara;
y no cuento potrerajes
de las bestias que me echaban,
ni las jumas que ponía,
ni las gomas que quitaba.
Y usté hace viajes a Heredia,
y usté sale de Santa Barbara,
y usté se las manda abrir
al Barrial o a la Pitaya:
ya pa l'Alajuela o l'Uruca
o a la punta de la trampa.
Y usté aguanta malos modos,
y usté aguanta pachotadas
de todos los cevilistas,
¡ qu'eran la gente malcriada !
Aquí te pongo un letrero,
allí te pinto una cara
con dos orejas de burro
y abajo su malacriansa.
Ya te decían "tal por cual",
cuando no te la mentaban.
Hasta el cura, con ser cura,
con inderectas andaba.
Pos bueno, pasó las cosas;
se salieron con sus ganas,
y otra vez los encajaron
a don Rafael en las ancas,
Un que bebiendo castos,
le dimos a Dios las gracias
de que pusiera remedio
a tantísimas jodarrias.
Yo dije: ¡ya descansamos!
Pos mirá lo que te faltaba:
llegaron dos polecías,
me registraron la casa,
y no dejaron ni un cofre
sin levantarle la tapa;
ya andaban en los armarios,
ya debajo de las camas;
ispiaron en la retina,
me desnudaron la Santa,
y si no es que la Jelipa,
con el chingo se les para,
quién sabe si no se atreven
a lenvantále las naguas.
Así que se dieron gusto,
y me quitaron en plata
como once onsas y un billete
que tenía de Nicaragua,
me llevaron al cuartel,
mi'atoyaron a una sala
'onde había doce mancuernas
de individuos de mi causa.
Después de hacélos jurar
y dálos unas trapiadas,
en que pusieron cual chuicas
agüelos, padres y mamas,
los preguntaron el sitio
'onde teníamos las armas.
Todos contestaron: "Cuales?..."
Hombré, por poco los matan;
sacaron a medio patio
ocho soldados y una banca,
y va de voltiar cristianos,
y va de volales vara.
Y todo el que iban alsando
su poso de miaos dejaba.
No creás qu'es por alabame,
¡ si vos me vieras las nalgas!...
"A mi no me andés con cuentos,
decime, ónde están las armas?,
o te ajusilo, ¡ canastos ! ",
el cabo los preguntaba.
Yo me ponía helao de l'ira,
y los oidos me sonaban;
pero como no podía,
así amarrao como estaba,
agarralo del pescuezo,
o extrangulale la pansa,
me conformé con dicile,
una vez: ¡Mirá que rabia!
"Quiere saber onde están?...
Pregúnteselo a su mama."
Habís visto el Día el Juicio?
Pos yo vide ! carastas !
Con sólo eseisión de tiros
cuanto tenían me tiraban:
anduve sobre las mesas,
anduve bajo las bancas:
ya andaban con las manos.
ya me arreaban con las patas.
Hasta que me fui de mí
me llevaron a la sala.
Estuve como tres días
sin sentidos y sin habla.
Cuando me recuperé
tenía la mano quebrada,
y esta nube en el izquierdo,
y esta pelota en la pata,
y me faltaban los dientes
que no tengo en las quijadas.
Y estuve sin ver un puro
lo menos cuatro semanas;
y sin mascar una cuecha
¡ quién sabe cuánto, caramba!
Lo que era la comidilla
l'hacían una sarabanda
con la pura bayoneta,
la voltiaban y voltiaban,
y se comían lo mejor,
y el chilate los mandaban,
y los ponían por pretesto
que buscaban unas cartas.
Cartas en la sopa? ¡chanchos!
En el infierno se l'haigan.
Apenas los dieron suelta,
me arrebataron tersianas,
y estuve casi tres meses,
de día por medio, en cama.
Un cinco, con ser un cinco,
por mi vida naide daba.
Si nu'es don Juan, que en la gloria
lo tenga Dios, no contara
a l'hora de hora este cuento.
-¡Ese era dautor, carachas!
-Querés que te hable más claro?
-Tenés razón y te basta:
no se la des ni al obispo.
-Hombré, pos había de dásela.
Si hubiera guerra, se entiende,
o se bebe o se derrama,
que allí todos defendemos
familias, cercos y casas;
pero entre los mesmos, hombre,
no le miro yo las gracia.
Dejémole a los que saben
si se han quemao las pestañas,
un día con otros, en l'escuela,
noche tras noche en la casa,
que busquen entr'ellos quien
mande, si bien los mandan;
y que carguen con sus cluses,
con sus hojas y parrandas.
Y si los'otros queremos
de deveras al Patria,
escribamos con el sacho,
discurciemos con la pala,
porque el días que los metamos
nosotros a legislala,
se muere di'hambre la gente:
la levuda y la descalsa.
A mí pídamen la vida,
¡Pero la firma!... ¡Mirala!...
(hace señal: dedo Pulgar entre dedos Indice y Corazón)
LAS CONCHERIAS, DE AQUILEO ECHEVERRIA
Flor del campo, margarita,
quien te vio de esa manera,
decir puede que vio ninfas
en un bosque de esta tierra 1.
La ley estira o encoge
segin a quien se le aplica.
Esto pasa en todas partes,
pero mas en Costa Rica 10.
Dichosotes los que tienen
tata rico y patrón macho.
,Sabés que se nos murió
el gallo cuijen el sábado? 11
Para esas gentes que tienen
sano el cuerpo y limpia el alma,
en el cielo todo brilla
y en la tierra todo canta 12
Es jorobado el marido
que en suerte tocó a Jacoba;
ella el divorcio ha pedido
diciendo que la joroba 13.
En un potro, cabos negros,
luenga crin, robustas ancas,
casco firme, frente erguida,
largo cuello, piernas largas,
breve oreja, cola enhiesta,
crespa, brillante, esponjada,
viene Luis el joaquinello,
el hijo de <tia Pascuala>>,
caracoleando el caballo
al que espacio propio falta
para lucir su donaire,
para dar viso a sus gracias 14
Me desnudaron la Santa
y si no es que la Jelipa
con el chingo se les para
quien sabe si no se atreven
a levantarle las naguas 15
Los sastres dejan la aguja,
sus hormas los zapateros,
los dependientes de tiendas
ponen a un lado los géneros;
el médico sus recetas,
sus navajas los barberos,
los periodistas las plumas
con que escriben sus enredos.
Dejan tirada la plata
en el banco los cajeros,
y hasta el obispo se asoma,
santiguindose primero,
al ver pasar a la hermosa,
la del rebocito nuevo,
la de la boca de grana,
la de los ojos de fuego 17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario