viernes, 21 de marzo de 2014

JESÚS CAMARERO [11.313]

El novelista, poeta, ensayista y traductor Jesús Camarero.

JESÚS CAMARERO

Nací en Mondragón en 1958 y me trasladé a Vitoria en 1968. Desde entonces ha pasado mucho tiempo y las cosas se ven ahora de un modo diferente. A los dieciséis años empecé a escribir poesía, pensando que jamás escribiría otra cosa, y mis poemas se han publicado en Antilogía poética (en colaboración con A. Canillas, J. López de Ael y A. Serna, Arteragin, 1997), Sábanas de niebla (Taller independiente, 2000), Crítica de la razón impura (Arteragin, 2003) o Cosmópolis (Hipálage, 2006). Pero el tiempo me ha desmentido y ahí están los ensayos de investigación El escritor total (Arteragin, 1996), Metaliteratura (Anthropos, 2004) e Intertextualidad (Anthropos, 2008), o la traducción de Especies de espacios de Georges Perec (Montesinos, 1999). Si en algún momento de mi juventud llegué a pensar que era incapaz de narrar una historia, el tiempo y también la escritura me han desmentido otra vez, con la publicación de las novelas El monte del dragón (Arte Activo, 2004) y Expansión de los círculos (Arte Activo, 2008). Hasta he llegado incluso a escribir un guión para el cortometraje Mental regaleez (2008). Así que ahora sigo escribiendo relatos, ensayos y todo lo que se me ocurre, contra el tiempo o contra todo pronóstico, tan sólo impulsado por un instinto apasionado, fundido con un destino que me ha unido a la escritura (y a la lectura) desde mi juventud, en un vínculo que —espero— permanecerá vigente hasta el último instante de mi existencia.






ESCRITURA 

A Juan Ramón 

En cualquier papel te escribo ¡palabra! 
Palabra, tienes valor en tí misma. 
Y en tu empurpurada boca se hará 
Una historia del logos perdurable, atónito: 
Historia de la Idea, pensamiento eterno, 
Historia de la historia nuestra... 

(Del poemario CRÍTICA DE LA RAZÓN IMPURA, Arteragin)








PENSAR ES FACULTAD ELEVADA que poseemos
los humanos. Es sobre todo una necesidad que
debe darse perentoriamente, porque de ello
dependerá la creación del mundo, el mundo que
hacemos en cada minuto, por fuerza, al unísono,
todos los humanos juntos, sin pensarlo, sin
mérito, sin saberlo, sin armas, sin creerlo, o sin
tiempo, sin previo aviso, o sin querer, en tantos
sitios, con los otros... 
Le había aniquilado la ciudad mientras la
contradicción le dictaba enfermedades. Un sol
tenue le abigarraba la mirada en la gran metró-
poli repleta de destellos. Y buscaba la ilusión
perdida, el primer deseo surgido de unos ojos
que le miraban, el anhelo de un cuerpo, su aire
atesorado, el beso de toda la fuerza contenida,
una promesa infundada… 
Y el lenguaje, el lenguaje le hacía hombre, le
pensaba como un hombre, le estructuraba el
pensamiento como un hombre...







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