viernes, 21 de marzo de 2014

MANUEL MARÍA BARBOSA DU BOCAGE [11.315]



Manuel María Barbosa du Bocage

Manuel María Barbosa du Bocage (Setúbal, Portugal, 15 de septiembre de 1765 – Lisboa, Portugal, 21 de diciembre de 18051 ), poeta portugués, posiblemente el mayor representante del arcadismo lusitano.

Su padre, José Luís Soares de Barbosa, realiza importantes trabajos judiciales y administrativos, y su madre, Mariana Joaquina Xavier l’Hedois Lustoff du Bocage, es la hija de un vicealmirante portugués de origen francés que tomó parte en la Batalla de Matapán.
Barbosa comienza a escribir poesía en la infancia y al tener algo de niño prodigio hace que crezca adulado, tímido e inestable. No se sabe qué estudios tuvo, aunque se deduce por su obra que estudió los clásicos y las mitologías griega y latina, y que estudió francés y latín. Su infancia es infeliz, pues con seis años su padre es encarcelado por deudas con el Estado y permaneció así seis años. Mientras, su madre fallece cuando él tenía diez años. Posiblemente herido por un amor no correspondido, con 14 años deja la escuela1 y se une al Séptimo Regimiento de Infantería el 22 de septiembre de 1781;1 pero aburrido de la vida de soldado en Setúbal, abandona el 15 de septiembre de 1783 y se enrola en la Marina.
Es admitido en la Academia Real de Marina en Lisboa,1 pero en lugar de estudiar se dedica a las aventuras amorosas, y en los siguientes cinco años quema incienso en muchos altares, mientras que su memoria retentiva y su extraordinario talento para la improvisación le ganan una buena base de admiradores y hace que siente la cabeza. No obstante aparece nombrado guardiamarina por la reina María I de Portugal.
Las modinhas brasileñas —pequeños poemas rimados al son de una guitarra en las reuniones familiares— eran verdaderamente populares por entonces, y Bocage escribe varias. El 14 de abril de 1786 embarca como oficial de marina para la India, a bordo de la Nossa Senhora da Vida, Santo António e Madalena, que hace escala en Río de Janeiro (finales de junio) y en la isla de Mozambique (principios de septiembre) y llega a la India el 28 de octubre de 1786. En Pangim frecuenta de nuevo los estudios regulares de oficial de marina. Es destinado a Damão, pero deserta embarcando para Macao. Extrañamente no es castigado al volver a Lisboa a mediados de 1790.
La siguiente década es la de su mayor producción literaria y también de vida bohemia y aventurera. En 1790 es invitado a unirse a la Academia de las Bellas Letras de Nueva Arcadia, donde adopta el seudónimo de Elmano Sadino. Pero al poco ya escribía feroces sátiras contra sus compañeros. En 1791, se publica la primera edición de Rimas.
Dominaba entonces Lisboa el intendente de polícia Pina Manique, quien decidió poner orden en la ciudad, por lo que el 7 de agosto de 1797, dio orden de encarcelar a Bocage por ser “de costumbres desordenadas”. Estuvo preso en Limoeiro hasta el 14 de noviembre de 1797, entrando luego en los calabozos de la Inquisición, en Rossio (la actual Plaza de Don Pedro IV).
Permanece hasta el 17 de febrero de 1798, de donde va al Real Hospício das Necessidades, dirigido por la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, tras de una breve estancia en el Convento de los Benedictinos. Durante este largo periodo de detención, Bocage cambió su actitud y comenzó a trabajar seriamente como redactor y traductor. Fue puesto en libertad el último día de 1798.
De 1799 a 1801 trabajó sobre todo con Fray José Mariano da Conceição Veloso, un fraile brasileño, políticamente bien situado en las obras de caridad del intendente de policía Pina Manique, que le dio muchos trabajos para traducir. A partir de 1801 y hasta su muerte (el 21 de diciembre de 1805) vive en una casa alquilada por él en el Barrio Alto de Lisboa.

Bibliografía

Para la biografía del poeta puede consultarse :
António Maria do Couto: Memorias sobre a vida de Manuel Maria Barbosa de Bocage
José Maria da Costa e Silva: Vida de M. M. B. du B.
Marques Leão: Poesías (tomo IV)
Rodrigo Felner: Biographia, 1846.
Panorama (vol. IX).
José Feliciano de Castilho: Noticia da vida e obras de M. M. de B. du B.
Rebelo da Silva: Memoria biographica e litteraria ácerca de M. M. de B. du B.
“Estudo biographico e litterario”, en la edición completa de las Poesías de Bocage (1853)
Panorama, vol. X
Bocage, por Teófilo Braga
Gonçalves, Adelto: Bocage, o perfil perdido. Lisboa: Caminho, 2003, ISBN 972-21-1561-8. Biografía recientemente publicada.

Obras

Poesías

A la fortuna

Sonetos
Despedida
Contrición
Volaste, alma inocente





A la fortuna

 Frenética ambición devora a César,   
 Un amor venicial al grande Antonio,   
 Importuna codicia a un Alejandro:   
         He aquí tus favoritos.   

 Lejos de mí, fortuna, déjame ora   
 Con la indigencia mísera luchando,   
 Esas tus vanaglorias no las quiero,   
         No quiero tus favores.   

 Conquista adoradores, yo no vendo   
 A númenes extraños culto impuro,   
 Doblo mi frente a Providencia sacra   
         Con humilde respeto.   

 Si ella pobre me quiere, me conformo   
 Con el santo querer que así lo manda,   
 De la amable paciencia revestido   
         Recibiré sus golpes.   

 Por esto no trocara palmas, lauros,   
 Que ostentan los campeones triunfadores;   
 Yo triunfo de mí mismo; esta victoria   
         Debe cantar la fama.   

 Si pobreza importuna me persigue   
 Desde la cuna hasta el sepulcro triste   
 Si horrible enfermedad tiende sus alas   
         Y en mí su golpe asesta,   

 Y si la negra muerte me arrebata   
 Mi dulce protección, mi único asilo,   
 O me arranca los padres tan amados,   
         Espejo de virtudes,   

 La muerte, la orfandad, los males todos   
 Cual celestiales dones considero,   
 Beso la sacra mano que me hiere,   
         Sus decretos acato.   

 No tengo imprecación, no tengo queja,   
 Contra quien como padre que castiga   
 Deja luego entrever tierna, bondades   
         Que el llanto nos enjugan. 

Santander, 7 de junio de 1875.

Oda traducida del portugués por Marcelino Menéndez y Pelayo








Contrición

Gasté mi ser en lides de demencia:   
¡un tropel de pasiones me arrastraba!   
¡Ciego y mísero fui cuando soñaba   
que era casi inmortal mi humana esencia!   

Con fulgores de sol, una existencia    
engañosa la mente me doraba.   
Mas la naturaleza claudicaba,   
del mal original a la presencia.   

¡Tiránicos placeres, los despojos   
vuestros hundió en un mar de desengaños  
esta alma, que, sedienta, en sí no cupo!   

Cuando la muerte, ¡oh Dios!, cierre mis ojos,   
gane un instante lo perdido en años:   
¡sepa morir el que vivir no supo!   






Despedida

Ausentome de ti, ¡paterno Sado!   
mansa corriente, deleitosa, amena,   
en cuya playa el nombre de Filena   
he mil veces escrito y mil besado.   

No me verás, en medio a mi ganado,    
tañer más la amorosa y blanda avena,   
a cuyo susurrar ibas, serena,   
a confundirte con el mar salado.   

Debo blandir, por orden de la suerte,   
cayados no: mortíferos alfanjes   
en los campos de Marte, altivo y fuerte.   

Y tal vez, entre impávidas falanges   
haga testigos de mi propia muerte   
a las riberas que humedece el Ganges. 







Volaste, alma inocente

 Volaste, alma inocente, alma querida,   
 Fuiste a ver otro sol de luz más pura;   
 Falsos bienes de vida que no dura   
 Truecas por bienes de la eterna vida;   

 Por Dios llamada, para Dios nacida,   
 Ya de vana ilusión vives segura;   
 Feliz te creo, pero mi ternura   
 Con puñal de tristeza queda herida.   

 ¡Desdichado el mortal, insano, insano,   
 En llorar por los hados de quien mora   
 En palacio de eterno soberano!   

 Perdona, Anarda, al triste que te adora;   
 Tal es la condición del pecho humano;   
 Si la razón se ríe, Amor te llora. 

Madrid, 10 de noviembre de 1874.
Traducción del portugués de Marcelino Menéndez y Pelayo





SONETO II

Se o Grande, o que nos Orbes diamantinos
  Tem curvos a seus pés dos Reis os Fados,
  Novamente me dér ver amimados
  De modésta Ventura os meus Destinos;

Se acordarem na Lyra os sons Divinos,
  Que dórmem (já da Gloria não lembrados)
  Ao Côro ethéreo, candidos, e alados,
  Honrar com Elle hum Deos ireis, meus hynos.

Mas, da humana Carreira inda no meio,
  Se a débil flor vital sentir murchada
  Por Lei que envôlta na existencia veio;

Co'a mente pelos Ceos toda espraiada,
  Direi, de Eternidade ufano, e cheio:
  «A Deos, ó Mundo! ó Natureza! ó Nada!»






SONETO III

Pela voz do Trovão Corisco intenso
  Clama, que á Natureza impéra hum Ente,
  Que cinge do áureo Dia o véo ridente,
  Que véste d'atra Noite o manto denso.

Pasmar na Immensidade he crer o Immenso:
  Tudo em nós o requer, o adora, o sente.
  Próvão-te olhos, ouvidos, peito, e mente?
  Numen! Eu oiço, eu olho, eu sinto, eu penso.

Tua Idéa, ó Grão Ser, ó Ser Divino,
  Me he vida, se me dão mortal desmaio
  Males que soffro, e males que imagino.

Nunca Impiedade em mim fez bruto ensaio:
  Sempre (até das Paixões no desatino)
  Tua Clemencia amei, temi teu Raio.






SONETO V

Desejo illuso, e vão! Para que traças
  Quadro, que imagens divinaes offrece?
  A terna, ausente Amada me apparece,
  Em Ceo de Amores eclipsando as Graças.

Ante a doce Visão, com que me enlaças,
  (Já murcho, estéril já) meu ser florece;
  Mas súbito Fantasma eis desvanece
  Chusma de encantos, que em teu sonho abraças.

Croado de Cypreste o Desengano,
  O meu nada me agoira… ó dor! mais forte
  Do que em seu gráo supremo o esforço humano!

Chorai, Piedade, e Amor, tão triste sorte,
  Chorai: longe de Anália expira Elmano;
  Os que a Ternura unio desune a Morte.







SONETO VI

Dura Filosofia audaz forceja
  Por dar-me essencia nova ao pensamento;
  De bronze diz que forre o soffrimento,
  E em brazas, como em flores, manso esteja:

Diz, que, ó Leis de Zenôn [21], por vós me reja;
  Que sabe do alto Systema alto Portento:
  «Os orgãos vivem, morre o sentimento,
  «E mudo, e frio, o coração caleja.»

Mas ah! Mais sabio que Zenôn o Eterno,
  Fonte ás lágrimds deo, deo fonte ao riso:
  Co'a Lei das sensações meu ser govérno.

Se eu folgasse entre o mal que em mim diviso,
  Na mente ousára unir o horror do Inférno
  Aos Sóes, de que se esmalta o Paraiso.



[21] Discipulo de Crates, e Fundador do Estoicismso, ou Seita dos Estóicos. Quando o Homem crê visinhar com o seu Nada, (o Nada Universal) as sombras, em que o envolvem, o abafão as suas paixões, se rarefazem, e esvaecem aos lumes da Justiça, e do Desengano: ou já lhe bróte sobrenaturalmente n'alma este fenómeno, ou já porque, evaporado o amor proprio, attente mais nos outros que em si. Eu, talvez nesse estado, ou não longe delle, confesso ingenuamente, que, pela suavidade, e apuro do métro (nas composições lavradas com mais desvélo, e mais gosto) pelas flores, pelos esmaltes Poéticos de que as ameniza, e formosêa, (em especial as Báchicas) Belmiro está mui sobranceiro aos Engenhos vulgares. A Razão me pede, que lhe honre o mêrito; e o Coração, que lhe releve a, talvez, injustiça, com que trabalhou remover-me de hum gráo, havido da Voz pública.



SONETO VII

Agora que a seu lôbrego Retiro
  Como que a baça Morte me encaminha,
  E o coração, que as ancias lhe adivinha,
  Débil se ensaia no final suspiro:

Musa de Elmano, e Musa de Belmiro,
  Una-se a gloria sua á gloria minha:
  Meu nome aguarentou com voz mesquinha,
  Eu justo ao seu não fui, e a sê-lo aspiro.

Nem tu me esquecerás, Gastão cadente [22],
  Lustroso apar do mim, quando de chófre
  Igneas canções brotei, c'um Deos na mente.

Abri, Verdade, abri teu áureo cófre:
  Isto Elmano extrahio co'a mão tremente
  No sério ponto que illusões não sóffre.


[22] Se a locução, a fantasia, e o rhythmo caracterizão a mente Poética, aponto D. Gastão Coutinho como dorade com estes thesoiros do Espirito. Não sôa, como devêra, (e altamente) o louvor de Thomas Antonio dos Santos, e Silva nos meus talvez ultimos versos, porque em outros, de monção mais Febéa, e já divulgados, lhe teci elogios, em que a fraterna amizade, que de muito nos liga, nada proferio avêsso á justiça, e ao tom circunspecto do Discernimento.







SONETO VIII

Não mais, ó Tejo meu, formoso, e brando,
  Á márgem, fértil de gentis verdores,
  Terás d'alta Ulysséa hum dos Cantores,
  [23] Suspiros no áureo metro modulando.

Rindo não mais verá, não mais brincando
  Por entre as Nynfas, e por entre as Flores
  O Côro divinal dos nús Amores,
  Dos Zéfyros azues o affavel Bando.

Co'a fronte já sem myrto, e já sem loiro,
  O arrebata de rôjo a mão da Sórte
  Ao Clima salutar, e á márgem de oiro.

Ei-lo em Fragas de horror, sem luz, sem nórte;
  Sôa daqui, dalli piado Agoiro:
  Sois vós, Desterro etérno, Ermos da Mórte!


[23] Carmina Pastoris Siculi modulabor avenâ.


Virgil. Eclog. 10.



SONETO IX

Nestóreos Dias, que sonhava Elmano,
  Brilhantes de almos gostos, de aurea Sorte,
  Pomposa Fantasia, audaz Transporte,
  As azas cerceai do Orgulho insano.

Plano de hum Numen contradiz meu plano,
  E quer que se esvaeça, e quer que abórte:
  Eis, eis palpita, precursor da Mórte,
  No túmido aneurisma o Desengano.

A Deos, ó Génios que Ulysséa admira:
  (Cantor, que honrastes, honrareis, Cantores)
  Versos, prantos lhe dai, que Elmano expira.

Deixai-lhe a cinza em paz, fataes Amores;
  E vós, do extincto Vate a Campa, e Lyra,
  [24] Virtudes, que exaltou, cobri de flores.

[24] Beneficencia, e Piedade, celebradas no Epicedio ao Marquez d'Angeja.






Ao Senhor Nuno Alvares Pereira Moniz.

SONETO X

Co'a mente juvenil, sublime, alada
  Sabes da térrea Mansão, Mansão profana;
  Introduzes, Moniz, a idéa ufana
  Lá na de Sóes sem conto Estancia ornada.

Já, de Lysia cantando a Historia honrada,
  Sôas qual Grega Musa, ou qual Romana;
  Já, medrando nos Céos a força humana,
  Teu Metro creador faz Ente o Nada.

Nove Deosas louçãas, tres Deosas nuas
  Te abrem thesoiros: cada qual te admira
  No verso graças mil, que fôrão suas.

Assás luzio teu Estro: a mais aspira;
  E estranho não será que substituas
  A tuba de Marão de Flacco á Lyra.

Quero (se meus dias findarem) deixar huma prova do muito em que tive, do muito que merecem os talentos de hum dos meus mais caros Amigos.

Ao súbito desastre de hum Poeta amado da Nação.



SONETO XI

Cantor, que a fronte erguia engrinaldada
  Comvosco, Idálias crôas: myrto, e rósas,
  Que vio por mão das Tágides formósas
  De aljôfares a Lyra, e de oiro ornada;

Mente, de ethéreos Dons abrilhantada,
  Que, sôlta em producções louçãas, pompósas,
  Surgio, voou com azas luminósas
  Ante o Bando que vai de rôjo ao Nada;

Estro, opulento do Febêo Thesoiro,
  (Já dos épicos Sons talvez no ensaio)
  Ouvio sahir das trévas triste agoiro.

Seu Fado o fulminou, bateo-lhe o raio
  Á Sombra tua… ai dor! Lá mesmo, ó Loiro:
  Chorai-o, Amores, Tágides, chorai-o.

De Author anónymo; porém que he facil conhecer pelo estilo.
Votos pelo restabelescimento da saude de Bocage.





SONETO XII

Não mais, Nynfas gentis do Téjo undoso,
  Pungidas de alta dor, vagueis insanas:
  Croai-vos de floridas espadanas,
  Ou de grinaldas de coral ramoso.

Já não rechinão do arco sanguinoso
  D'atroz Doença as séttas inhumanas
  Contra o Cysne que as ondas Tagitanas
  Enfrêa com o Carmen portentoso.

Serpes da Inveja, Serpes agoireiras,
  Emmudecei, que a válida Saude
  Assoma, entre Esperanças lisonjeiras.

Vem, bella Deosa, ao Vate Elmano acude,
  Que eu grato forjarei nestas Ribeiras
  Hymnos, batidos na Thebana incude.

Pelo Bacharel Domingos Maximiano Torres.




SONETO XIII

Se as arduas Leis da sãa Filosofia
  Sacra Egíde não são contra a Desgraça,
  Então em que desdiz a humana Raça
  Das outras, que Razão não alumia?

Seus venenos distille a Tyrannia,
  Raivoso o Fado em raios se desfaça:
  Alma, que o lume da Razão repassa,
  Sórve tranquilla o néctar d'Alegria.

Quando a Ventura ao pensamento acóde,
  E não próva revezes o Desejo,
  Embates d'Afflição qualquer sacóde.

Aos males na constancia ser sobejo
  A poucos dado foi; Elmano o póde:
  Dá, que hum novo troféo gloríe o Téjo.
Moniz.

Ao Senhor Manoel Maria de Barbosa du Bocage, em resposta ao Soneto pag. 6., pelos mesmos coasoantes.






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